JALISCO
La ficción del embellecimiento
Luchas Sociales, por Mónica Ortiz
Se acerca la justa deportiva mundial. Como es sabido, el hecho de que Jalisco sea una de las sedes ha generado cambios, mejoras y la restauración de vialidades y sistemas de transporte. Esto podría permitirnos disfrutar de transformaciones considerables en movilidad. Sin embargo, ¿es eso lo único que necesita mejorar o cambiar nuestro estado? ¿Es suficiente para convertir a Jalisco en un lugar con verdadera capacidad para recibir a turistas nacionales e internacionales y estar a la altura de un evento de talla global, cuando las necesidades del estado y del país van mucho más allá de la movilidad?
La selección de las 16 ciudades anfitrionas del Mundial 2026 por parte de la FIFA se cimentó en una evaluación rigurosa que exigió el cumplimiento estricto de dos pilares: infraestructura (70%) y potencial comercial (30%). Las ciudades debían garantizar estadios de primer nivel, con capacidad mínima superior a 40 mil asientos.
Además, era obligatorio contar con una vasta oferta de alojamiento, campos de entrenamiento de alta calidad y, fundamentalmente, sistemas de transporte y movilidad —urbanos y aeroportuarios— altamente eficientes para soportar el inmenso flujo del evento. En el ámbito comercial, la FIFA demandó que cada sede demostrara capacidad para maximizar ingresos por venta de entradas, patrocinios y hospitalidad. Solo se aceptó la excelencia y la viabilidad económica.
¡Es evidente! Se está avanzando en transporte y vialidad, y la única razón es el compromiso adquirido con el evento mundial. Sin embargo, con la llegada de las campañas electorales, es claro que este avance será utilizado políticamente por Movimiento Ciudadano como prueba de su desempeño por los jaliscienses. Debemos ser claros: la mejora no es un favor; es el cumplimiento estricto de un contrato adquirido al ser seleccionados como sede. Existía una obligación legal e ineludible de contar con la infraestructura requerida.
Por ello vemos múltiples vialidades en proceso de renovación: se trata de alcanzar la capacidad a la que nos comprometimos. ¡Qué bien que algo obligue a los gobiernos a actualizar y mejorar! Pero es imperativo insistir y exigir que existen situaciones de riesgo extremo en el estado y en el país que van mucho más allá de simplemente agilizar, modernizar y embellecer nuestro Jalisco.
Las exigencias, además, rebasan lo físico. Los requisitos esenciales incluyen un punto medular: la seguridad. Cada sede debe ejecutar un plan integral de seguridad detallado, respaldado por servicios médicos de alta calidad. Los anfitriones están obligados a cumplir con estándares rigurosos de sostenibilidad y derechos humanos. Finalmente, el proceso se valida mediante garantías gubernamentales y acuerdos legales —incluyendo visas, exenciones fiscales y protección de la propiedad intelectual— que cimentan un entorno operativo indispensable para el éxito global del torneo.
La pregunta hoy es inevitable: ¿funcionará realmente el plan integral de seguridad? El pasado fin de semana, una marcha violenta dejó al descubierto la falta de organización y garantías por parte de las corporaciones de seguridad para los participantes, los ciudadanos presentes y los bienes del estado. Aunque la capacitación fue reforzada por policías franceses para el control de disturbios rumbo al Mundial, esa preparación simplemente no se reflejó en esta prueba.
¿Cómo será el ambiente de control, garantías y seguridad durante la justa deportiva para ciudadanos, turistas y participantes, si la inseguridad en nuestro estado es francamente preocupante?
En este contexto, la ciudad quedará hermosa: carreteras remozadas, promoción de Pueblos Mágicos, vialidades impecables hacia estadios y aeropuerto, y espacios públicos relucientes en la capital. ¡Pero el maquillaje no tapa la herida! ¿Cómo enfrentaremos la inseguridad real que vivimos: desapariciones, carreteras peligrosas, asaltos a pie y ejecuciones constantes, como el reciente atentado contra dos elementos de seguridad vial?
Es inaceptable ignorar el mayor y más grave problema del país y del estado: la inseguridad. Estos temas no han sido atendidos debidamente y, junto con la corrupción y la infiltración del crimen organizado en entornos sociales, gubernamentales y políticos, nos mantienen viviendo en el terror y la violencia.
Aun con la sede del Mundial, la exigencia es clara: de aquí al evento, es obligatorio ser congruentes ante la gravedad de la violencia y la inseguridad. Necesitamos un plan de seguridad que realmente funcione y que nos permita mostrar al mundo la capital que somos, digna de ser la cuna del tequila, del mariachi y de todo lo que Jalisco representa globalmente.
