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Los azulcremas a la baja: El América y su fracaso en 2025
Miscelánea Deportiva, por Esteban Trelles Meza
El Club América, el equipo más mediático del país, ha sido históricamente impulsado por la enorme maquinaria comunicacional de su propietario, Televisa. Durante décadas construyó una narrativa de supremacía —a veces deportiva, a veces artificial— que moldeó la percepción de millones de aficionados. Ese sello de soberbia y autosuficiencia ha sido parte de su ADN desde las primeras generaciones de la familia Azcárraga.
El club “canario” de antaño vivió una transformación profunda cuando adoptó la imagen de “las Águilas”, cambiando colores, escudo y discurso. La coincidencia con los colores de la Selección Jalisco y el uso del águila como símbolo nacional fortalecieron un proyecto que pronto sería reforzado por la televisión más influyente del país, capaz de convertir al equipo en un producto omnipresente.
Esa presencia mediática explica por qué en muchos estados —como Yucatán, según el testimonio de un aficionado— el América era el único equipo que se transmitía de manera constante. De ahí su crecimiento exponencial como marca más que como institución deportiva.
Durante décadas, la mayoría de los comentaristas engrandecieron cada triunfo y minimizaron cualquier tropiezo. El primer gran contrapeso surgió con Imevisión (Canal 13) y la figura de José Ramón Fernández, quien se convirtió en el crítico más feroz del americanismo. Su postura encontró respaldo en figuras como Fernando Marcos y Ángel Fernández, referentes del periodismo deportivo.
América, sin embargo, cimentó su poder en la regularidad: siempre en puestos de privilegio, invitado permanente a la Liguilla y reforzado por la “chequera más rápida del Oeste”.
Incluso en 2025, tras una campaña irregular, logró entrar mediante el “Play-In” y buscar un histórico tetracampeonato, con la polémica arbitral que los acompaña desde siempre según sus detractores.
El cuerpo técnico y la plantilla quedaron exhibidos. André Jardine, habitualmente mesurado en temporada regular, se transformó en un técnico iracundo en Liguilla: gritos, manoteos y reclamos constantes al cuerpo arbitral. Su actitud contagió a la directiva, que incluso presentó quejas formales ante la FMF exigiendo “neutralidad arbitral”, una petición que contradice la narrativa histórica de supuestos favores arbitrales a su favor.
La FMF respondió enviando a César Ramos, considerado el mejor árbitro del país, para el duelo ante Monterrey en Ciudad Universitaria. Un gol americanista fue anulado por fuera de lugar milimétrico, frenando la épica que algunos comentaristas ya vendían como inevitable.
Pero el golpe mayor llegó en lo internacional. América buscó de manera insistente entrar al Mundial de Clubes 2025, incluso presionando —según trascendidos mediáticos— la salida de uno de los equipos del Grupo Pachuca por multipropiedad. Aun así, su intento terminó en fracaso al perder ante LAFC el partido clave de clasificación. El contraste fue humillante: Monterrey sí asistió y obtuvo más de 26 millones de dólares en premios. Azcárraga soñaba con el botín máximo del torneo, 126 millones, algo que sólo existía en la fantasía.
A nivel de plantel, América ha sido históricamente competitivo gracias a sus grandes refuerzos extranjeros: Reinoso, Zelada, Santos, Ruggeri, Brailovsky, Cabañas, Zamorano, Marchesín, Fidalgo, Valdés y muchos más. Su éxito depende, en buena medida, de ese poder económico. Por ello sorprende que, al ser eliminados en la Liguilla de 2025 cuando buscaban su quinta final consecutiva, algunos comentaristas “resultadistas” propusieran renovar la plantilla, olvidando que son tricampeones recientes.
Ante la presión, Jardine mostró su peor versión: descalificaciones, enojo y victimización. Su palmarés, fuera de América y el oro olímpico con Brasil, es limitado.
El imperio americanista, al cierre de 2025, vivió uno de sus años más oscuros: un fracaso rotundo en lo deportivo y, sobre todo, en su proyección internacional. En el Mundial de Clubes —torneo para el que buscaron entrar “a toda costa”— nunca tuvieron verdadera competencia futbolística.
En síntesis: América es un buen equipo y seguirá siéndolo. Será candidato al título casi todos los torneos. Pero no es ni será un equipo de época. Ese lugar, en México y en el imaginario colectivo, sigue perteneciendo al Guadalajara del “Campeonísimo”: ocho títulos con puros jugadores mexicanos, una generación irrepetible.
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