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NEGOCIOS

Karla Estrella vs dato protegido

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-Opinión, por Iván Arrazola

El Tribunal Electoral abrió una auténtica caja de Pandora al sancionar a la ciudadana Karla Estrella por un comentario en redes sociales, en el que criticó la decisión del Partido del Trabajo de postular a la esposa del presidente de la Mesa Directiva de la Cámara de Diputados como candidata. La denuncia por violencia política en razón de género ha detonado un debate intenso sobre los límites entre la libertad de expresión y la violencia política en razón de género.

Karla Estrella publicó en la red social X un mensaje en el que cuestionaba la inclusión de una candidata en las listas del Partido del Trabajo, sugiriendo que dicha postulación obedecía a la presión ejercida por su esposo, un alto funcionario del Poder Legislativo.

En términos coloquiales, acusó al legislador de haber presionado al partido para imponer a su esposa, aun cuando eso implicara alterar los mecanismos internos de selección de candidaturas.

Ante esta publicación, el Tribunal Electoral determinó que las expresiones vertidas por Karla Estrella eran discriminatorias y constituían un acto de violencia política contra las mujeres en razón de género. En su resolución, el Tribunal argumentó que el mensaje difundido implicaba una forma de violencia simbólica, psicológica y digital, al menospreciar la trayectoria profesional de la candidata, negar sus méritos y reducir su figura pública a una extensión del poder masculino, colocándola como un símbolo del dominio de su pareja.

Como sanción, el Tribunal impuso una multa, ordenó su capacitación mediante lecturas y cursos sobre género y derechos humanos de las mujeres que la ciudadana debe pagar, y la obligó a publicar una disculpa durante treinta días en su red social, refiriéndose a la legisladora como “DATO PROTEGIDO”.

Esta decisión sienta un precedente preocupante: bajo esta interpretación, las críticas ciudadanas a los partidos políticos —entes de interés público financiados con recursos del erario— podrían ser silenciadas bajo el argumento de violencia de género. En una democracia, cuestionar cómo se toman las decisiones en el poder, especialmente aquellas relacionadas con postulaciones a cargos de elección popular, no solo es legítimo, sino necesario.

Desde la teoría democrática contemporánea, pensadores como Jürgen Habermas y John Rawls coinciden en que el poder político debe estar sujeto a la deliberación pública, la crítica abierta y la rendición de cuentas. Solo a través del debate se fortalece la legitimidad de las decisiones públicas.

No se puede ignorar que en la política mexicana el amiguismo, el compadrazgo y las redes de poder informal son mecanismos reales de decisión. Los partidos no se caracterizan precisamente por su democracia interna. Por ello, señalar y debatir cómo se otorgan candidaturas es parte del derecho ciudadano a exigir transparencia y equidad.

Además, la sanción resulta desproporcionada si se considera la enorme asimetría de poder entre una ciudadana sin acceso pleno a la justicia y una legisladora con recursos, redes de protección institucional y cercanía con los círculos del poder. El Tribunal debió valorar el contexto, la intención crítica del mensaje y el interés público del comentario. Si el contenido era considerado ofensivo, bastaba con ordenar su eliminación; recurrir a una sanción de esta magnitud es, a todas luces, un exceso y un acto que raya en el abuso de poder.

La presidenta Claudia Sheinbaum se pronunció sobre el caso, calificando la sanción como un exceso y afirmando que “el poder debe ejercerse con humildad, no con soberbia”. No obstante, sus palabras resultan vacías cuando es incapaz de detener los intentos censuradores dentro de su partido y aliados.

Por su parte, la legisladora que presentó la queja declaró: “Quiero dejar claro que nunca estaré a favor de la censura, y sí estaré a favor de defender los derechos de las mujeres que luchamos por construir nuestra carrera, sobre todo en un ambiente tan complicado y agresivo para nosotras, que es la política”. Sin embargo, esta postura contrasta con sus propias acciones, pues votó en contra del desafuero de Cuauhtémoc Blanco, quien enfrenta acusaciones por violación.

Estos son tiempos complicados para la democracia mexicana. Las instituciones electorales parecen haber perdido el sentido común y la capacidad de distinguir entre violencia política de género y el ejercicio legítimo de la libertad de expresión. Cuando se debe elegir entre proteger la crítica ciudadana o blindar a quienes ostentan el poder, la opción ética, política y democrática debe ser siempre permitir el cuestionamiento, no castigarlo.

La interpretación expansiva de la violencia política de género corre el riesgo de convertirse en una herramienta de censura. Y lo que es peor, en un mecanismo para proteger a los poderosos de la crítica pública. Si esto continúa, no solo se desvirtúa la lucha por los derechos de las mujeres, sino que se erosiona uno de los pilares fundamentales de cualquier sistema democrático: el derecho a hablar libremente sobre los actos del poder.

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NACIONALES

Slim para Pemex

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-Opinión, por Luis Manuel Robles Naya

Podemos frasearlo al revés, Pemex para Slim, y no estaríamos equivocados, aunque no deja de ser una suposición imposible por aquello de la soberanía y sería absurdo que se repitiera la operación Telmex, pero en el mundo de las suposiciones todo lo que se ve es, aunque la autoridad lo niegue.

En febrero 26 de 2024 publiqué en Conciencia Pública una columna titulada “¿Slim en Pemex?” en la que resaltaba el interés del empresario por la industria de los hidrocarburos dada su creciente inversión en el sector. Rescataba en esa colaboración algunos datos sobre las inversiones y sociedades empresariales realizadas por el grupo Carso y la firma de inversión familiar de Slim, Control Empresarial de Capitales, que le daba acceso a los proyectos petroleros más prometedores.

Señalé también: “No es un secreto la relación estrecha que tiene el señor Slim con el presidente, lo que lo hace potencialmente poseedor de información privilegiada, o al menos, por la cercanía, intuir el sentido de las políticas venideras y eso lo ha hecho voltear hacia la industria, o bien es solamente su olfato y aguda percepción, lo que lo hace avizorar que rescatar a Pemex y al sector energético nacional requerirá forzosamente de la participación privada y quiere tener un lugar preponderante.”

Actualmente hay información que confirma mucho de lo especulado entonces. Es inminente el rescate de Pemex, su situación financiera requiere liquidez que ya no puede el gobierno mexicano proporcionar en suficiencia, como no lo pudo hacer en el sexenio anterior. Coincidentemente (?) el 3 de julio los medios dieron a conocer una reunión que tuvo el empresario con la presidente Claudia Sheinbaum, la cuarta en lo que va del sexenio, para hablar de Pemex, entre otras cosas, justo cuando el gobierno ha anunciado su intención de permitir la participación del sector privado y el ingeniero Slim se pronunciara el primero de julio, en el día del ingeniero, por una mayor participación de la iniciativa privada en el sector energético nacional.

Lo que he venido señalando desde hace tiempo respecto a la situación de Pemex está terminando por ser reconocido. En Junio del 2020, en esta misma Conciencia Pública señalé: “Entonces, ¿Qué hacer con Pemex? La respuesta no está dentro de la administración de la empresa que debe seguir buscando disminuir costos, aumentar producción y manejar inteligentemente su deuda. Es el gobierno de México el que debe redefinir sus prioridades y dejar que Pemex sea una empresa competitiva cuya recuperación a largo plazo, obedezca a sanas prácticas empresariales.

La solución a la que se opone, la administración actual por querer borrar los símbolos de la que llaman era neoliberal, es la apertura a la inversión privada en los términos que se había planteado en la reforma energética anterior, es decir, conservando el Estado la propiedad absoluta de los recursos naturales, compartiendo riesgos y utilidades y cobrando impuestos a las empresas asociadas.”

El tiempo parece darnos la razón y hoy diversos medios, entre ellos, Proceso, Reporte Índigo y El Financiero han informado que el Grupo Carso absorbe el 62% de los Contratos de Desarrollo Mixto, que es el formato con el que Pemex se abre a la participación privada, y se convierte en el socio principal de Pemex con una inversión estimada en 2 mil millones de dólares.

Hay otras 8 empresas que participan en esta nueva modalidad con el 38% restante y es difícil que pueda haber más de una decena ya que pocas empresas mexicanas cuentan con el respaldo financiero para asociarse con una empresa, carente de liquidez, con altos pasivos.

Por otra parte, los contratos mixtos se constriñen a campos que ya están produciendo y necesitan inversión, sin que la exploración para el aumento de reservas, que sigue siendo exclusiva de la empresa estatal, cuente con recursos suficientes para ampliar las áreas de búsqueda.

Con todo, la industria de los hidrocarburos tiene futuro, la visión empresarial de Carlos Slim lo demuestra y se confirma con el hecho de que ninguna empresa dedicada a esto tenga perdidas, salvo Pemex, por supuesto. El olfato financiero del magnate tiene rato oliendo las ganancias y sabiendo que el recurso en México depende del gobierno, extiende sus redes y logra convencer, incluso a radicales del estatismo, de lo necesario de su participación.

El movimiento se avizoraba desde el sexenio anterior así que no debemos llamarnos a sorprendidos ni envolvernos en las banderas nacionalistas cuando nos demos cuenta en el futuro inmediato que la empresa petrolera mexicana seguirá siendo nacional, pero será privatizada con la muy posible participación mayoritaria de ya saben quién. Al tiempo.

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MUNDO

Corporatocracia, nuevo domingo global: El gobierno de las megacorporaciones

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-Actualidad, por Alberto Gómez R.

(Primera parte) La lluvia golpea los ventanales de la Torre BlackRock en la Ciudad de México mientras un algoritmo calcula el riesgo-país de Colombia. En las calles inundadas, un repartidor de Rappi lucha por mantener seca una hamburguesa que le reportará treinta pesos, menos la comisión que la plataforma extraerá como diezmo digital.

Dos realidades coexisten en el mismo espacio geográfico, pero en dimensiones de poder distintas: la del señorío corporativo y la de la servidumbre posmoderna. Este fenómeno, que el economista francés Cédric Durand nombró con precisión quirúrgica como tecnofeudalismo, ha reconfigurado silenciosamente el mapa del poder global.

El ocaso del capitalismo industrial no llegó con revoluciones obreras ni huelgas generales, sino con el zumbido casi imperceptible de servidores en refrigerantes salas de datos. En las últimas décadas, un proceso silencioso ha transformado la corporatocracia —ese sistema donde conglomerados como Exxon o General Electric dictaban políticas mediante lobbies— en una estructura más arcaica y sofisticada: el tecnofeudalismo. Aquí, los señores no controlan tierras, sino algoritmos; los siervos no cultivan trigo, sino datos.

El poder político de la “democracia” se ha transformado, pasando del idealizado concepto del “poder ejercido por el pueblo y para el pueblo”, al poder detentado y ejercido por las corporaciones, y específicamente por las megacorporaciones —en años recientes, especialmente las de tecnología— que han pasado de ser un agente socioeconómico generador de riqueza a tomar el rol de autoridad decisora y ejecutiva de los designios del estado-nación, bajo el velo de los supuestos beneficios sociales derivados del “interés general”, que no es otra cosa que la maximización de utilidades económicas, que las corporaciones utilizan como herramienta de control político y social.

La palabra «corporación» se deriva del latín corpus, palabra para cuerpo. En la época de Justiniano (527-565), el derecho romano reconoció una serie de entidades corporativas bajo los nombres universitas, corpus o collegium. Estos incluían al propio Estado (populus romanus), a los municipios y a las asociaciones privadas tales como patrocinadores de cultos religiosos, clubes de entierro, grupos políticos, y gremios de artesanos o comerciantes. Tales organismos tenían el derecho a poseer propiedad, a hacer contratos, a recibir donaciones y legados, a demandar y ser demandados, y en general a realizar actos jurídicos por medio de representantes. A las asociaciones privadas se les concedieron privilegios y libertades designados por el emperador.

Ya en el medioevo, en el ámbito anglo, se designaba de esta forma a las agrupaciones de artesanos o de comerciantes que gozaban de personalidad jurídica. Los comerciantes hacían negocio utilizando elementos del derecho anglosajón, como las sociedades. Siempre que las personas actuaran juntas con fin de lucro, se consideraban como una sociedad ante la ley. Los primeros gremios, generalmente, estaban involucrados en la regulación de la competencia entre los comerciantes.

La evolución del poder de las corporaciones privadas llevó a que, poco a poco, los gobiernos tuvieran que primero compartir, para luego ceder, el derecho fáctico del ejercicio del poder a estas incorpóreas entidades.

La corporatocracia es un sistema en el que las grandes corporaciones ejercen una influencia significativa, a menudo dominante, en la política y la toma de decisiones de un país, desplazando el poder del gobierno electo o del pueblo. En esencia, es un sistema donde el poder político y económico se concentra en manos de las corporaciones, a veces a expensas del bienestar público y la democracia.

Influencia y Control: La corporatocracia se caracteriza por la influencia desproporcionada de las corporaciones en la política, a través de cabildeo, donaciones políticas y acceso a funcionarios gubernamentales ya sea por cooptación o por ser estos parte de la corporación.

Desplazamiento del Poder: Implica una transferencia de poder desde el gobierno o el pueblo hacia las corporaciones, donde estas últimas pueden tomar decisiones que afectan a la sociedad sin la debida supervisión o rendición de cuentas.

Intereses Corporativos: Los intereses corporativos a menudo se priorizan sobre los intereses públicos, lo que puede llevar a políticas que benefician a las empresas, pero perjudican a la sociedad en general.

Tipos de Corporatocracia: Puede manifestarse de diversas formas, como el capitalismo de compinches (donde las corporaciones obtienen favores del gobierno), el capitalismo de connivencia (donde las corporaciones coluden para controlar el mercado) o el capitalismo autoritario (donde las corporaciones se benefician de regímenes represivos).

La corporatocracia ha mutado en el siglo XXI. Ya no se limita al lobby tradicional en pasillos legislativos, sino que se ramifica en dos vertientes entrelazadas: el tecnofeudalismo, donde gigantes digitales como Amazon o Meta gobiernan territorios virtuales, y la corporatocracia financiera, encabezada por entidades como BlackRock o el FMI (Fondo Monetario Internacional), así como los bancos centrales (de propiedad privada), que dictan políticas económicas globales. Ambas formas comparten un objetivo: sustituir la soberanía popular por el gobierno de las juntas directivas.

Los orígenes de este nuevo orden se hunden en las brumas del colonialismo mercantil. Cuando la British East India Company gobernaba India con ejércitos privados en el siglo XVIII, estableció el patrón que hoy replican las megacorporaciones: territorios administrados no por leyes públicas, sino por contratos privados. La sombra de aquel monstruo corporativo se proyecta sobre rascacielos como el de JPMorgan Chase en Nueva York, institución que nació financiando guerras y ferrocarriles en el siglo XIX y hoy administra un imperio de cuatro billones de dólares, cifra que eclipsa el producto interno bruto de Alemania.

En México, su influencia se palpa en cada crédito vinculado a privatizaciones energéticas, donde técnicos con chalecos corporativos deciden qué pozos petroleros merecen inversión mientras comunidades indígenas ven secar sus manantiales.

RAÍCES DE LA CORPORATOCRACIA

El concepto no es nuevo. En el siglo XIX, durante la Gilded Age estadounidense (la Edad Dorada fue una era que se extendió aproximadamente de 1870 a 1900, período de materialismo y corrupción política flagrante en la historia de Estados Unidos, que dio origen a importantes novelas de crítica social y política). El gran auge de la actividad industrial y el crecimiento corporativo que caracterizó la Edad Dorada estuvo presidido por un grupo de emprendedores pintorescos y enérgicos, conocidos alternativamente como «capitanes de la industria» y » barones ladrones», que se enriquecieron gracias a los monopolios que crearon en las industrias del acero, el petróleo y el transporte. Entre los más conocidos se encontraban John D. Rockefeller, Andrew Carnegie, Cornelius Vanderbilt, Leland Stanford y JP Morgan (britannica.com).

Fue un momento de rápido crecimiento económico, especialmente en el norte y occidente de los Estados Unidos; estos magnates industriales sobornaban senadores para evitar regulaciones. Como documenta Howard Zinn, el Estado operaba como «un árbitro ficticio que servía a los intereses de los ricos».

Esta dinámica se consolidó en la implementación rampante del neoliberalismo económico, con el Consenso de Washington, un conjunto de diez reformas económicas propuestas para países en desarrollo, especialmente durante las décadas de 1980 y 1990, por instituciones con sede en Washington, D.C., como el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial.

Estas reformas, promovidas como un paquete estándar, buscaban abordar las crisis económicas —generadas por ellos mismos— mediante la implementación de políticas de libre mercado. Los organismos como el FMI y el Banco Mundial impusieron privatizaciones y desregulaciones a países endeudados. El economista Jeffrey Sachs definió esto como el surgimiento de una corporatocracia basada en cuatro pilares: partidos políticos débiles, militarismo, financiamiento corporativo de campañas y globalización financiera.

(continuará…)

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NEGOCIOS

Las Islas Marías, el «Alcatraz mexicano»: Leyenda, pesadilla y turismo

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-Opinión, por Pedro Vargas Ávalos

Las Islas Marías es un archipiélago mexicano ubicado en el Océano Pacífico, frente a las costas de Nayarit, cerca de San Blas. Durante la etapa colonial, prácticamente se le ignoró, si bien había sido descubierto desde 1532.

Consta de cuatro islas de nombre María Madre de Dios, María Magdalena o de Enmedio y María Cleofás; la cuarta es un islote denominado San Juanito o San Juanico. Su principal poblado es Puerto Balleto. 

Tras su casi desconocida existencia de más de tres siglos, pues los mapas y obras geográficas prácticamente las ignoraban, fueron otorgadas a mediados del siglo XIX como una concesión al general José López Uraga (1808-1885), quien hizo intentos para explotar las susodichas islas.

La posición política de dicho militar que, tras meritoria carrera reformista, claudicó, hizo que se le quitara la adjudicación, pero luego del triunfo juarista sobre la intervención francesa en 1867, se le volvió a reconocer: entonces la vendió a particulares, quienes buscaban explotar las maderas de las islas.

En el año de 1905, el gobierno del dictador Porfirio Díaz la adquirió y se dedicó a construir una colonia penal federal, la cual arrancó tres años después.

Aun cuando se dice que en la cárcel y la enfermedad se conocen los amigos, la prisión levantada en la isla María Madre, impedía que se llevara a cabo ese principio, pues allí no se permitían las visitas: los presos, para tener compañía solían llevar a sus familiares y de esa manera sobrellevaban la dura vida penitenciaria. Desde aquella inicial década del siglo pasado, las temidas “cuerdas” de condenados se multiplicaban: los desdichados que el gobierno consideraba peligrosos eran confinados en la lejana prisión insular.

Vienen a la mente dos casos: Heriberto Navarrete, el jalisciense que luchó por sus ideas cristeras, y el escritor José Revueltas, quien por su ideología socio-comunista fue enviado al lóbrego penal en 1932 y en 1934. Son ambos personajes, acabado ejemplo de lo que nos dice la frase “no fuimos presos por lo que hicimos, sino por lo que somos”.

Ahora un centro cultural de la Isla madre, lleva el nombre de José Revueltas (autor de Muros de Agua, donde narra su estadía en ese penal) y su rostro luce en vívido mural. Del cristero, la verdad casi nadie se acuerda o al menos no escuché que se le mencionara. 

Hemos de anotar que por algunas corrientes gubernamentales se dio preeminencia, desde tiempos inmemoriales, a crear presidios o cárceles de alta seguridad en las islas. En Jalisco tenemos el caso de Mezcala, en el lago de Chapala, donde funcionó durante el siglo XIX un centro penitenciario insular: allí se gestaron rebeliones y se ejecutaron innumerables prisioneros. 

Otro ejemplo de personas singulares fue el del llamado Padre Trampitas, cuyo nombre real era Juan Manuel Martínez Macías, nativo de Aguascalientes, y que, tras ser violento adversario de curas y gobiernos, se transformó en un sacerdote de la orden jesuita. Él voluntariamente se transformó en preso dentro del penal de las Islas Marías, desde 1948, decidiendo vivir allí para ayudar a los reclusos a encontrar la fe y la paz.

De esa forma es recordado por su labor de conversión entre los presos, siendo muy destacados el caso de Pancho Valentino, así como el de un asesino serial bautizado como “El Sapo” (José Ortiz Muñoz), y quien se reformó gracias al padre Trampitas, aunque esa regeneración fue motivo de su muerte, pues ya no quiso defenderse cuando lo agredieron sus enemigos.

Los viajeros que ahora acuden a la reserva de la biosfera y centro ecológico-turístico de las Islas Marías se impactan al saber de su historia. Las tumbas ahora se aprecian una al lado de la otra, por expreso deseo del sacerdote cuando falleció nonagenario —mayo de 1990— en Guadalajara.

Como afirmó cierto comediante, la vida es una cárcel con las puertas abiertas. Eso es porque todo culpable, a pesar de lograr su libertad o absolución, mientras viva, continuará sujeto al tribunal supremo de su conciencia. Los sobrevivientes de ese tenebroso reclusorio así lo acreditan al rememorar su paso por el lugar.

El año de 2011 se incorporaron oficialmente cuatro Centros Federales de Readaptación Social, todos en la Isla Madre, denominados “Buganvilias”, “El Aserradero”, “La Laguna del Toro” y Morelos”. Al conocer lo que es el centro de alta seguridad, hasta el cuero “se enchina”, pues sus restos indican que quienes lo construyeron tenían ideas al estilo nazi, por su extremada rigidez y severos controles electrónicos, a la par de lo racionado del mantenimiento que se otorgaba a los recluidos allí.

Como suele suceder en todos los reclusorios, estos, más que rehabilitar, son verdadera universidad del crimen. Decía el popular actor Johnny Depp, al mencionar un personaje preso: Entró con un bachillerato en marihuana y salió con un doctorado en cocaína. Por eso, y además por lo elevado del sostenimiento, que ocasionaba actos de corrupción, se optó por cerrar este centro penitenciario insular.

Ya en el año 2000 se le había declarado reserva de la biosfera, pero sin mayores resultados. Por ello, el 18 de febrero de 2019, el entonces primer mandatario de la nación anunció: “Hoy vamos a informar sobre una decisión que hemos tomado, que considero importante, llena de simbolismo. Hemos tomado la decisión de que deje de ser prisión la Isla Madre, la Isla María”.

Luego agregó el presidente López Obrador: “Ahora hay 600 presos de baja peligrosidad. Vamos a liberar a más de 200, porque ya cumplen con lo que establece la ley y otros van a ser reubicados en penales de cárceles cercanas a sus domicilios. Los trabajadores de la isla van también a ser reubicados y la isla se va a convertir en un centro para las artes, la cultura y el conocimiento sobre el medio ambiente, la naturaleza, la flora, la fauna de esa isla”.

Así surgió el organismo que maneja la marina mexicana y que es el medio para realizar excitantes giras a las Islas Marías, especialmente a la María Madre. Los ferris -embarcaciones- salen de Mazatlán y de San Blas, por lo general en viernes, y regresan los domingos: el punto de llegada es Puerto Balleto, declarado recientemente “pueblo mágico”. La travesía es de aproximadamente tres horas y media y todo está incluido, salvo gastos personales y ciertas excursiones o tours.

Los principales sitios de observación son museos, celdas, el auditorio José Revueltas, la Iglesia de Guadalupe y el terreno donde se explotó el henequén. Se tiene una ilustrativa sesión nocturna de observación celeste y se observa la salinera, allí donde Pedro Infante filmara su película Islas Marías el año de 1951, cinta que se exhibe en el trayecto del puerto de salida al de arribo.

También hay lugar para practicar el senderismo, apreciar edificios en ruinas, ver el faro y recorrer la playa. No cabe duda de que fue un gran acierto el haber liquidado esa tenebrosa prisión y haberla mutado en excelente centro de observación, cultura y disfrute. Realizando un viaje a las Islas Marías se aprende, se reflexiona y se divierte. Al final, el paseante se queda satisfecho, enriquecido y con mejor conocimiento de lo que ha sido y es el ser humano. 

 

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