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ENTREVISTAS

Salvador Ortiz: El artista que dibuja y pinta rostros

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Por Gabriel Ibarra Bourjac // 

Aunque es arquitecto de profesión, su vocación y pasión por la pintura la descubre en esas interminables juntas de oficina para analizar proyectos de construcción, ya que a manera de terapia se ponía a dibujar rostros. Los mismos amigos que veían sus formas que plasmaba en libros y cuadernos le recomiendan que exponga y metió un cuadro en el Premio Jorge Martínez y que resulta ganador.

Y es cuando empieza a tomar más en serio la pintura, tanto que se convierte en su gran pasión.

Es Salvador Ortiz González cuyo estilo lo describe como algo figurativo que no es cien por ciento abstracto ni tampoco hiperrealismo.

Salvador sufre de daltonismo, pero esa deficiencia no limita su talento. Ser daltónico, acepta, le genera inseguridad por el manejo de colores. Su pintura suele ser monocromática. “Yo no se qué colores son realmente, los que veo son los que plasmo, pero tengo que estar preguntando muchas veces qué color es”.

Lo monocromático es lo que más me jala, inclusive en la arquitrectura el blanco no me falla”, comenta. Me ha pasado que he comprado camisas creyendo que es de un color y resulta de de otro o me sucede en combinaciones con pantalones; le digo a mi hija que me ayude a ver los colores en el ropero”.

EL ARTE ABRE PUERTAS

Sobre cómo se manifestó su vocación, recuerda nace como terapia. “La pintura como tal tendré unos ocho o nueve años que he estado más metido. Todo empezó en las juntas de obra, me tocó participar en proyectos donde las juntas eran eternas, empezaban 8 de la mañana y terminaban a las 4 de la tarde, muchas veces no eran temas donde participara directamente, empecé a dibujar y fue terapia”.

Sí, tiene que ser un gusto, termina gustándote y apasionándote para seguir haciéndolo, sin pensar en una retribución económica ni mucho menos, por eso se vuelve una terapia. Es interesante, porque te abre otros horizontes.

Dice que “no hay artista que se muera de hambre, hagas lo que hagas, vas a comer y es lo que te hace humano a fin de cuentas”.

El arte abre puertas, en muchos sentidos, me gustaba mucho ir a dibujar a los pueblos, los paisajes, las casitas, tengo presente una vez que fui a Ajijic, me quedé dibujando en la esquina, se sentó un niño a decirme qué me faltaba, al momento que terminé el dibujo se lo di, se me hizo increíble que me diera dos naranjas como pagándome el dibujo, dándole valor a lo que le di, se me hizo increíble como el arte realmente ayuda”.

ARQUITECTO DE PROFESIÓN

¿Quién es Salvador Ortiz?

Soy arquitecto de profesión, que va ligado a lo que es el arte. Surge esta inquietud de estar dibujando, plasmando más allá de lo que es la obra arquitectónica. Ejerzo como arquitecto, empiezo a involucrarme al arte, a la pintura, siempre es algo que me ha atraído, leer las biografías de los pintores más que de los arquitectos, es más humano. Hace unos años tuve la oportunidad de ir a Viena, vi los cuadros de mis artistas favoritos, uno es Egon Schiele y Gustav Klimt, que murieron en la influenza española hace 100 años.

Lo que se me hace increíble del arte es que ahí estuvo el pintor, las manos, la arquitectura es bella, pero terminan haciéndola los albañiles como tal, como objeto, la pintura no, sí ves la esencia de la persona que la dejó con los trazos y ese tipo de cosas. Me tocó conocer el beso de Klimt que es brutal, impresionado por el discípulo, es impresionante esa intensidad al momento de ver un cuadro es más carnal, más visceral, por eso el arte como tal me atrajo”.

Naces en la CDMX, creces en Tijuana y Guadalajara…

Sí, son culturas totalmente diferentes y me toca seguir visitando las ciudades con cierta frecuencia, pero sí son totalmente opuestas las culturas, las formas de vivir, inclusive en Tijuana vivía a dos cuadras de la playa, pero no es como se conoce aquí que es turística, sino como onda surf, o los domingos se iban los cholos a hacer carreras con los coches, era interesante la cuestión del aspecto chicano como tal. Inclusive en Tijuana vas a la tiendita y te dan cambio mixto en dólares y pesos mexicanos, habla de esa misma fusión de culturas como tal, es interesante. Muchas palabras que me tocaron a principios de los ochenta, llegan a Guadalajara en los noventas, como bato, por ejemplo, ciertas palabras que México se está haciendo al tipo de Tijuana, como un calidoscopio, alguno mutado que es interesante”.

LA VOCACIÓN POR EL ARTE

¿Cómo nace la vocación por el arte?

Creo que nace como terapia. La pintura como tal tendré unos ocho o nueve años que he estado más metido. Todo empezó en las juntas de obra, me tocó participar en proyectos donde las juntas eran eternas, empezaban 8 de la mañana y terminaban a las 4 de la tarde, muchas veces no eran temas donde participara directamente, empecé a dibujar y fue terapia”.

Tenías la habilidad y el talento escondido…

Sí, tiene que ser un gusto, termina gustándote y apasionándote para seguir haciéndolo, sin pensar en una retribución económica ni mucho menos, por eso se vuelve una terapia. Es interesante, porque te abre otros horizontes.

¿Y cuándo diste el paso para decir quiero destinar más parte de mi tiempo a esto que me ayuda a realizarme?

Con los mismos pedidos y los amigos que te van diciendo, te ven dibujar, me lo piden, es interesante. Los libros, de repente un libro que leo termina rayado, llama la atención alguien que está dibujando y me dicen que exponga. Metí un cuadro al Premio Jorge Martínez, fue interesante porque al momento que llego a recoger el cuadro no la pude recoger, resulta que salió premiada, me dijeron que no la podía recoger porque estaba premiada, me dieron 10 mil pesos y me regresaron la obra, la vendí en otros 10 mil pesos, a partir de ahí dije bueno, a la arquitectura no le he sacado nada, ahora creo que es por aquí. Es eso, también es el gusto, te nace, crece y te va absorbiendo”.

REPRESENTAR LA VIOLENCIA

¿Cómo es tu estilo?

No es un interrealismo, pero sí tiene algo de figurativo, no es cien por ciento abstracto ni tampoco hiperrealismo, pero ves una mancha y sí ves que es un rostro, sí tiene alguna intención de representarlo en algo, como estilo no sé cómo definirlo, pero no es abstracto, si tú puedes ver algo lo ves, me gustan las manchas que va formando la acuarela porque es un capricho, no trato de controlarlo al cien por ciento, generan cosas que se me hacen interesantes. De algo que no es tan figurativo, me gusta escuchar la interpretación de quien lo ve, es totalmente diferente, de repente pueden parecer violentos, me gusta representar cierta violencia, sin morbo, con rudeza, esto de ver cómo funciona una cara. Parte de los regalos favoritos que me hice fue de anatomía, son increíbles, hay cosas que son morbosas, así somos, es nuestro cuerpo”.

UN PINTOR DALTÓNICO

En lo que plasmas de tu obra, ¿cómo manejas los colores?

Es casi monocromática, porque el manejar colores me genera inseguridad porque soy daltónico, yo no sé qué colores son realmente, eso me genera inseguridad, los que veo son los que plasmo, pero sí tengo que estar preguntando muchas veces qué color es. Lo monocromático es lo que me jala más, inclusive en la arquitectura, el blanco no me falla. Me ha pasado, he comprado camisas creyendo que es de un color y es otro, o en combinaciones con pantalones, le digo a mi hija que me ayude a ver los colores de ropa”.

Un caso singular, un daltónico en el arte, ¿hay más artistas?

Hay un pintor acuarelista, Paco Medina, creo que es daltónico, sí es diferente la tonalidad que utiliza. De que conozca más, no sé. Hay veces que me tienen que poner los colores, los tenía que tener con nombre. Pero es extraño, se termina el color café y el verde los distinguía por tacto, son más suavecitos, no sé en qué consiste, el verde es más rígido, entonces empiezas a distinguirlo”.

¿Tienes preferencia de color?

No, es más por tacto, el café lo uso porque lo expreso, pero también está el vino tinto, se van generando”.

¿Los bocetas o cómo los plasmas?

Si es obra grande sí, empiezo a bocetear, plasmar, pero son muchos libros. Cada uno es diferente, es la misma base, pero termina siendo diferente la persona”.

¿Los imaginas primero?

Empieza más como aquí mismo, casi siempre es un rostro, como dibujos, pero ya el mismo rostro va dictando qué hacer, qué poner, algo que se me hace interesante la frase que después de los 50 años tiene el rostro que merece y sí es cierto, las facciones que van generando, se te van marcando, dices en la madre ya estoy llegando a ver qué merezco”.

¿Exposiciones?

Una, justamente antes de la pandemia, en la Galería Jorge Martínez. A la semana detonó todo esto, entones estuvo una semana nada más, pero fue la primera individual. He tenido varias colectivas, en la biblioteca regional, ha habido ciertas exposiciones colectivas, he tenido la fortuna y es interesante ver cómo una temática vista con diferentes puntos de vista confluye y eso me gusta. El objetivo del arte es exponer y que las personas digan qué piensan, si es que piensan algo porque es importante generar reacción”.

¿Qué proyectos tienes?

Ahorita recién me invitaron a la subasta del Teletón, proyectos como tal no tengo, se detuvo un poco, estoy dibujando rostros con manchas de agua, se siguen acumulando rostros, ahorita sí hay bastante, debo tener unos 40 o 50 rostros en acuarelas, tengo otros encargos interesantes, un amigo me encargó 2 cuadros, uno es hacer la interpretación de La esposa del pescador de Hokusai, que dibujó una mujer que está teniendo relaciones sexuales con un pulpo, son imágenes brutales, buenísimas, la cultura japonesa es buena, no hay tanto tabú como tal, imaginemos una mujer con un pulpo, cómo es posible, con una carga erótica fuerte, pero es muy buena, es como parte, el arte como tal debe ser trasgresor”.

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