JALISCO
De analfabetos políticos
Desde los campos del poder, por Benjamín Mora Gómez //
Millones de mexicanos, en materia político electoral, parecieran haber perdido contacto con la realidad en su pensar, sentir, decir y comportarse. Sufren de una especie de esquizofrenia. Desde siempre ha habido analfabetos políticos, pero nunca como hoy día.
Pero empecemos por definir quién es un analfabeto político. Estamos en medio de, quizá, la elección política más importante de nuestra historia. Dos proyectos de nación se confrontan: El de Andrés Manuel López Obrador y el de millones de mexicanos que no nos sujetamos a los designios de un solo hombre pues ello nos condenaría, por decisión propia, a una dictadura.
Con López Obrador están quienes son incapaces de resolver sus vidas de manera adecuada, responsable y madura, abandonándose a las interpretaciones de la realidad social, económica, cultural, ambiental y política que Andrés Manuel les imponga. Estos son los analfabetos políticos.
El mundo del futuro -un año hacia adelante es ya ese futuro- nos exige tener apertura hacia todo lo que nos aguarda, y aspirar a poder disfrutar de todo lo mejor que nos llegará; sin embargo, en el entender de López Obrador, eso es malo, eso es ser aspiracionista.
A López Obrador le enfada la inteligencia que se traduce en acciones, desarrollo de sistemas y estrategias, disposición a invertir tiempo, tomar decisiones y esforzarse para alcanzar lo deseado. Así de empequeñecidos nos quiere.
También le gustan quiénes no tienen apegos merecidos, que son indiferentes hacía sí mismos y los suyos, que han renunciado a todo lo bueno y se conforman con sumirse en la desilusión más profunda, amándola.
Del otro lado de esta ecuación política, estamos quienes trabajamos para mejorar en lo personal, familiar, comunitario, social, ambiental, cultural, económico y profesional. Irreconciliables posturas pues, el inmovilismo morenista solo aplica a sus seguidores, pero nunca a sus dirigentes que logran quedarse con todo lo de todos; en el aspiracionismo, lo que obtenemos no depende de favores ni dádivas sino de poner en juego los conocimientos, capacidades y potencialidades que nos lleven a lograr lo deseado esas áreas señaladas.
López Obrador sabe que las aspiraciones son contextuales, es decir, se forman gracias a nuestras interacciones con nuestro entorno inmediato y a partir de lo que vemos que sucede en el resto del mundo. Por esto último es que se niega a ser el jefe del Estado mexicano y salir de Palacio Nacional al mundo.
Todos queremos que nos vaya bien; tanto como a las personas que vemos a nuestro alrededor y en el mundo, en todas sus formas y no solo materialmente. La diferencia es que unos lo construimos desde esa Cultura del Esfuerzo de la que nos habló Luis Donaldo Colosio y otros desde la renuncia a la dignidad, limitándose a ayudas económicas del gobierno.
Tal cual se lee en las páginas de International Science Council: “El desarrollo humano se trata, en última instancia, de satisfacer las aspiraciones que están arraigadas al contexto”. La estrategia de Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum es clara: Romper con el desarrollo humano de México como ya sucede en Cuba, Nicaragua, Venezuela, Corea y más. Eso lo representa Claudia Delgadillo en Jalisco. Nuestras diferencias empiezan en los propósitos de los impactos de las políticas públicas, del lado de López Obrador se centra en el bienestar momentáneo y del nuestro, en la satisfacción con la vida a más largo plazo.
Estamos ante una lucha encarnizada entre los leales a sus ideologías y quienes, por un hueso, renuncian a valores y principios que quizá tuvieron en el PRI, el PAN, el PRD y la sociedad civil. De un lado están quienes se identifican con Fuerza y Corazón por México y, del otro, quienes se someten a López Obrador y todo lo que ello implica: Morena, Verde y PT, y en Jalisco, con Futuro y Hagamos.
Claudia Sheinbaum, durante el primer debate entre los candidatos a la presidencia de la República, se atrevió a llamar candidata de PRIAN a Xóchitl Gálvez, pero la doctora Sheinbaum no ha caído en la cuenta de que ella es la candidata del otro PRIAN, el PRIAN de los desertores del PRI, PAN y PRD que hoy son candidatos de Morena, el Verde, el PT, Hagamos y Futuro. Hay pues, ese otro PRIAN, viejo, anquilosado e integrado por la escoria que a aquellos desprestigiaba. El PRIAN de la Sheinbaum es aquel que muchos rechazamos.
Nunca antes como hoy, hubo tanto analfabetismo político en el pueblo. Millones creen que, en López Obrador, la Sheinbaum y la Delgadillo está el cambio. Millones, que odian al PRIAN de ayer, están dispuestos y gustosos de votar por el PRIAN de López Obrador.
Durante el segundo debate, convocado por el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Jalisco para este sábado 13 de abril entre los tres candidatos al gobierno estatal, aquel eligió algunos temas por demás banales y de muy baja creatividad para conocer mejor a los tres contendientes, medir sus inteligencias, entrever sus personalidades y valorar sus conocimientos y experiencias de lo trascendente al gobernar como el del alumbrado y la señalética. Ni modo, es lo que tenemos.
