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MUNDO

La era de los siervos digitales: El gobierno de las megacorporaciones

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-Actualidad, por Alberto Gómez R.

(Parte 2) En los años ochenta, la corporatocracia parecía invencible. Grupos como la Trilateral Commission o el Business Roundtable redactaban tratados en oscuros despachos, y el Consenso de Washington convirtió crisis económicas en oportunidades para el saqueo.

Naomi Klein lo documentó con escalofriante detalle en La Doctrina del Shock: gobiernos del Sur Global, ahogados por deudas impagables, fueron forzados a desmantelar industrias nacionales y abrir sus mercados como frutas maduras.

México vivió su punto de inflexión en 1994 con el TLCAN, tratado que el exembajador Jorge Castañeda describió como «un documento redactado por cabilderos corporativos en pasillos del Capitolio»; mineras canadienses adquirieron derechos sobre territorios sagrados de los wixárikas sin consulta previa, mientras Walmart desplazaba a 28,000 pequeños comerciantes en cinco años. Era el triunfo del capital sobre el Estado: las corporaciones escribían las reglas, los gobiernos las rubricaban. El libre comercio reveló su verdadero rostro: libertad para los capitales, servidumbre para los pueblos.

Pero este poder palidece ante la metamorfosis actual. Como explica Yanis Varoufakis, mientras el mundo discutía crisis financieras o calentamiento global, “el capital mutó en una forma tóxica: el capital de nube”. Este no produce bienes, sino que extrae rentas digitales.

Jeff Bezos, señor de Amazon, no fabrica productos; su algoritmo actúa como un aduanero invisible que cobra el 40% del valor de cada transacción en su feudo digital. Si la corporatocracia explotaba mano de obra, el tecnofeudalismo cosecha comportamientos humanos: cada like, cada búsqueda, cada paso geolocalizado alimenta su stock de capital.

Silicon Valley completó la trifecta del dominio con una revolución digital que la socióloga de Harvard, Shoshana Zuboff, disecciona en El Capitalismo de la Vigilancia. Lo que comenzó como utopías libertarias en garajes californianos se transformó en el más sofisticado sistema de extracción de experiencia humana jamás concebido.

Para 2025, el 60% del PIB de Latinoamérica depende de infraestructura digital controlada por cinco corporaciones estadounidenses, cuyos servidores devoran datos como Moloch modernos.

En las calles de Yakarta, Indonesia, un conductor llamado Budi Santoso maneja catorce horas diarias para la plataforma Grab.  La aplicación le cobra el 30% de cada viaje, controla sus bonificaciones mediante algoritmos opacos y acumula datos de sus rutas que vende a urbanistas en Singapur. «Soy un siervo con smartphone”, confiesa mientras revisa su saldo diario que apenas alcanza para el arroz y el combustible.

Este modelo de vasallaje digital se replica en geografías distantes, pero con patrones idénticos. En las montañas de Colombia, repartidores de Rappi pagan «alquiler digital» por usar sus propias motocicletas. En las llanuras kenianas, agricultores ven fluctuar sus ingresos según los algoritmos de precios de commodities que Cargill ajusta desde Minneapolis. En hospitales mexicanos, médicos utilizan diagnósticos de IA (Inteligencia Artificial) de IBM Watson que privatizan su conocimiento clínico acumulado en décadas de práctica.

La aristocracia financiera opera desde torres de cristal donde analistas de BlackRock, gestores de más de 12.5 billones de dólares en activos, envían emails a presidentes exigiendo «reformas promercado». El Nobel Joseph Stiglitz reveló que una comunicación de Larry Fink al presidente mexicano en 2020 López Obrador contenía demandas específicas sobre política energética que aparecieron literalmente en decretos oficiales tres meses después.

Los tribunales corporativos del CIADI (Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones) constituyen la maquinaria legal de este nuevo feudalismo. En salas blindadas de Washington, árbitros privados deciden casos como el de Pacific Rim contra El Salvador, donde la minera canadiense demandó 300 millones de dólares porque el gobierno se atrevió a proteger sus fuentes hídricas.

O el escandaloso caso Vattenfall contra Alemania, donde la empresa energética exigió 6,100 millones de euros por compensación cuando Berlín decidió abandonar la energía nuclear tras el desastre de Fukushima. «Son juicios donde las corporaciones son juez y parte”, denuncia el analista geopolítico Pepe Escobar desde su refugio en Estambul. «Los Estados han sido reducidos a administradores de feudos corporativos».

EL MECANISMO DE LA TRANSICIÓN

El rescate bancario con 35 billones de dólares impresos por los bancos centrales —mientras se imponía austeridad a los Estados— creó un vacío donde solo las tecnológicas invirtieron. Google, Amazon y Meta absorbieron capital barato para construir infraestructuras de vigilancia masiva. Como señala Varoufakis, «fue el parto financiado del tecnofeudalismo”.

La captura de los Estados vasallos: Costa Rica intentó en 2022 regular plataformas digitales. La respuesta fue una llamada de ejecutivos de Amazon advirtiendo de «consecuencias». Horas después, la Oficina de Comercio de EE.UU. la incluyó en la lista «301» de países piratas.

Mientras, tribunales de arbitraje como el CIADI permiten a corporaciones demandar Estados: El Salvador fue condenado a pagar $300 millones por proteger sus fuentes hídricas de una minera canadiense. Los parlamentos, reducidos a notarios de sentencias corporativas.

La sustitución de los mercados por feudos digitales: Uber no compite en un mercado libre: impone su feudo mediante capital especulativo. Sus algoritmos fijan precios, salarios y rutas, mientras los conductores de plataforma -como Budi Santoso- trabajan 14 horas diarias, entregando el 30% de sus ingresos como diezmo digital. Pequeñas empresas sobreviven solo si pagan tributo a Amazon por aparecer en resultados de búsqueda.

SIERVOS CON SMARTPHONES

Bajo la corporatocracia, la explotación era claramente visible: fábricas contaminantes, salarios de hambre. El tecnofeudalismo opera mediante una ilusión de libertad:

Trabajamos gratis para los señores de la nube: Subir fotos a Instagram o videos a TikTok es producir «capital de nube» sin remuneración. Varoufakis lo define: «Somos siervos de la nube que reproducimos voluntariamente su riqueza”.

Nuestros deseos son manufacturados: Los algoritmos de TikTok o Netflix no reflejan preferencias, las crean. Shoshana Zuboff revela cómo el «capitalismo de vigilancia» convierte emociones en materia prima para moldear conductas. Un agricultor keniano cree elegir libremente semillas, pero su “decisión” fue programada por la app de Cargill que analiza sus datos.

La identidad digital es un feudo: Como alerta Varoufakis, «para identificarte en internet, necesitas que tu banco avale quién eres. No posees tu identidad digital».

REBELION EN LOS BURGOS DIGITALES

Frente a este poder, emergen contranarrativas: Argentina desafió a Meta en 2024 con un «impuesto al capital de nube» del 3% sobre ingresos digitales. Tras ciberataques, la AFIP confiscó cuentas locales de la empresa.

Comunidades zapatistas en Chiapas crearon Tequio Digital, redes autónomas que proveen internet por $1 dólar mensual, usando radiofrecuencias libres. «Recuperamos el espectro como nuestros abuelos recuperaron la tierra», explica su fundador.

Kenya desarrolló auditorías blockchain para rastrear evasión fiscal digital, recuperando $480 millones de Netflix y Spotify.

¿FIN DE HISTORIA O NUEVO CONTRATO SOCIAL?

El tecnofeudalismo no es un destino inevitable, sino una fase histórica. Como escribió Eduardo Galeano, «la utopía está en el horizonte: caminamos dos pasos, ella se aleja dos pasos». Hoy, la batalla redefine la soberanía: o los pueblos controlan los algoritmos, o los algoritmos controlarán a los pueblos.

La pregunta que late en cada grieta del sistema —desde un repartidor de Rappi en Bogotá hasta un programador en Bangalore— es si seremos ciudadanos del siglo XXI o siervos digitales con derechos de usuario revocables.

(continuará…)

 

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MUNDO

Sanción arancelaria de EU a Canadá, por reconocer a Palestina

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-Por Mario Ávila

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmó un decreto mediante el que aumenta los aranceles a productos canadienses del 25 al 35%, según dijo, por no cooperar con el flujo del fentanilo; sin embargo, extraoficialmente se sabe que se trata de represalias de Washington en contra de Canadá, a causa de que Canadá avanzó en el reconocimiento de Palestina como estado.

El primer ministro de Canadá Mark Carney, dijo que su gobierno está decepcionado por esta decisión y en un comunicado señaló que su país representa solo el 1% de las importaciones de fentanilo de Estados Unidos, y aseguró que ha estado trabajando intensamente para reducir aún más estos volúmenes.

Aunque este aumento no afecta los productos canadienses amparados por el T-MEC, dijo que otros sectores, como la madera, el acero, el aluminio y los automóviles, están fuertemente impactados por los impuestos y aranceles estadounidenses.

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Microsoft alcanza valor de 4 billones de dólares: la inteligencia artificial impulsa su ascenso

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-Por Redacción Conciencia Pública 

En un hecho histórico para los mercados, Microsoft se convirtió en la segunda empresa del mundo en superar la barrera de los 4 billones de dólares (millones de millones) en capitalización bursátil, siguiendo los pasos de Nvidia, que es actualmente la empresa con el valor más alto en todo el mundo.

Este hito, alcanzado el 31 de julio, refleja cómo la inteligencia artificial se ha convertido en el nuevo motor de riqueza global, posicionando a las empresas tecnológicas que lideran esta revolución en la cima de la economía digital.

Los resultados financieros del trimestre impulsaron la euforia en Wall Street: ingresos por 76 mil 400 millones de dólares, un crecimiento del 18% interanual, y un repunte del 34% en su plataforma Azure, que concentra los desarrollos en nube e IA. El mercado respondió con una fuerte alza de sus acciones, que llegaron a subir hasta 8%, ubicándose alrededor de los 539 dólares por título.

El gran catalizador de este ascenso es su alianza estratégica con OpenAI, que ha permitido integrar herramientas de IA generativa como Copilot en productos clave: Microsoft 365, Windows y el navegador Edge. Con más de 100 millones de usuarios activos al mes, Copilot se ha convertido en un punto de inflexión para monetizar la inteligencia artificial a escala global.

La escalada de Microsoft se da en paralelo al dominio de Nvidia, cuyo valor supera los 4.4 billones gracias a la venta de chips para inteligencia artificial (IA). Ambas corporaciones son el mejor ejemplo de cómo la IA ha dejado de ser un concepto futurista para convertirse en un negocio que transforma sectores enteros y multiplica fortunas corporativas y bursátiles.

No obstante, los analistas advierten que la euforia trae consigo riesgos. Con acciones cotizando a múltiplos altos —cerca de 40 veces ganancias futuras—, Microsoft enfrenta la presión de mantener un crecimiento sólido en un sector que se mueve a velocidad vertiginosa. Por ahora, el mercado parece premiar su liderazgo, consolidando a la inteligencia artificial como la nueva mina de oro de la economía global.

Algunos datos sobre Microsoft:

Fundada en 1975 por Bill Gates y Paul Allen, Microsoft comenzó como una pequeña empresa de software que desarrolló un intérprete de lenguaje BASIC para computadoras Altair. Su gran salto llegó con el sistema operativo MS‑DOS en 1981 y, más tarde, con Windows, que se convirtió en el estándar de la informática personal durante décadas. Con una estrategia agresiva de licenciamiento y expansión global, por años la compañía se consolidó como líder absoluto del mercado de sistemas operativos.

Hoy, bajo el liderazgo de Satya Nadella, Microsoft ha diversificado su negocio hacia servicios en la nube, inteligencia artificial, videojuegos y dispositivos, manteniendo productos icónicos como Office, Windows y Xbox.

Su plataforma Azure es la segunda mayor en el mundo en servicios de nube, solo detrás de AWS de Amazon, y su integración de IA generativa en herramientas de productividad ha redefinido su papel como uno de los gigantes tecnológicos más influyentes del planeta.

Ventaja competitiva de Azure: la integración de IA

El motor del empuje de Azure ha sido su integración profunda con inteligencia artificial, especialmente a través de su alianza con OpenAI y herramientas como Copilot, lo que la posiciona como opción preferente para la adopción empresarial de inteligencia artificial para las tareas diarias.

AWS también ofrece IA (como Trainium 2 y su plataforma Bedrock), pero los mercados han respondido más rápidamente a la combinación de IA + productividad que ofrece Microsoft a través de Azure. En resumen, Azure crece más rápido que AWS gracias al empuje de la IA que tiene en sociedad con OpenAI (ChatGPT), y su integración masiva en productos empresariales.

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MUNDO

Trump da prórroga de 90 días a aranceles contra México: tregua frágil y economía en vilo

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-Por Redacción Conciencia Pública

El presidente estadounidense Donald Trump anunció hoy, jueves 31 de julio de 2025, una prórroga de 90 días para implementar aumentos en los aranceles a México, tras una llamada telefónica con la presidenta mexicana Claudia Sheinbaum.

Este aplazamiento impide que entren en vigor medidas arancelarias más severas ante el vencimiento de su plazo autoimpuesto del 1 de agosto, manteniéndose vigentes los gravámenes actuales sobre el fentanilo, automóviles, acero, aluminio y cobre. 

Durante este nuevo periodo de tregua, se respetan aranceles del 25 % al fentanilo y a los autos, y del 50 % al acero, aluminio y cobre, mientras México se comprometió a eliminar inmediatamente barreras comerciales no arancelarias.

Sheinbaum calificó el diálogo como “muy buena” la conversación con su homólogo estadounidense y consideró que la postergación es una victoria diplomática, pues evitó un aumento inmediato y aportó tiempo para avanzar hacia un acuerdo a largo plazo.

«Evitamos el aumento de aranceles anunciado y logramos 90 días para construir un acuerdo a largo plazo», dijo la presidenta de México.

La estrategia traza un escenario tenso y contradictorio: por un lado, el aplazamiento muestra flexibilidad negociadora; por otro, mantiene intacta una estructura arancelaria punitiva. Analistas han advertido que estos aranceles persistentes pueden continuar ejerciendo presión inflacionaria en ambas economías, y mantener la incertidumbre entre empresas y consumidores mexicanos y estadounidenses.

Este momento demanda una reflexión sobre el impacto social: las comunidades a lo largo de la frontera, trabajadores del comercio y microempresarios podrían sentir los efectos de estos aranceles prolongados.

Las negociaciones se han dado en un contexto donde la diplomacia ejerce de puente, pero la presión comercial permanece activa, y donde el discurso político se entrelaza con la vida cotidiana de las personas.

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