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MUNDO

Chile: ¿Qué subyace bajo la expresión de violencia?

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(Cortesía de Sputnik Mundo)

La versión oficial y facilona presupone que el catalizador fue la subida del billete del metro de Santiago. El presidente, Sebastián Piñera, decidió aumentar el coste de ese medio de transporte —que ya es muy caro en comparación con los ingresos—, provocando que los estudiantes empezaran a entrar sin pagar. Eso derivó posteriormente en una sucesión de actos de vandalismo contra estaciones de metro y autobuses urbanos que terminaron en la declaración del estado de emergencia y la instauración del toque de queda.

EL DETONANTE

En realidad, lo del metro fue la gota que colmó el vaso. Gran parte de la población está harta de un modelo de educación y sanidad privatizadas que ha fracasado con estrépito. Es un modelo muy estadounidense, en el que se paga por todo, y todo es carísimo.

Muchos chilenos consideran que una minoría se está quedado con todo y el resto debe vivir con las migajas sin ver los frutos del crecimiento económico. El 70% de la población no gana más de 660 dólares al mes y con ese salario llegar a final de mes supone un ejercicio de equilibrismo.

Afloró la sensación de que la élite se está quedando con todo y se les perdona todo.

«Una minoría goza de las bonanzas del desarrollo económico, concentra los privilegios, zafa de la cárcel después de coludirse o compensa con clases de ética sus evasiones fiscales», comenta la periodista radiofónica Mirna Schindler. Eso explica perfectamente la magnitud de las caceroladas y otras manifestaciones pacíficas.

La irritación ciudadana también se trasladó a protestar por las pensiones que son irrisorias, ya que el 50% de ellas no llega a los 175.000 pesos mensuales (240 dólares). Los jubilados deben pagar unos precios disparados por los remedios médicos que necesitan.

Durante la dictadura del general Augusto Pinochet se crearon las Administradoras de Fondos de Pensiones, privadas y obligatorias, que prometieron jubilaciones millonarias. Les engañaron porque con sueldos bajos es imposible tener pensiones altas. Ahora sufren las consecuencias.

Chile lleva varios días inmerso en una inédita oleada de protestas, desatada por una reivindicación estudiantil. Pero, ¿es verdaderamente ese el motivo de la airada reacción popular? ¿Qué subyace detrás de esta explosión de violencia?

CRISIS ESCONDIDA

Chile tiene una doble cara. De puertas para afuera es la Suiza latinoamericana, con datos macroeconómicos estables, cuentas saneadas, orden y modernidad.

Pero esa fachada oculta otro escenario bien distinto, con mucha miseria, un sistema de protección social casi nulo y una enorme desigualdad social. La cifra oficial de pobreza es del 8,6%, pero en realidad, si se computan sólo los ingresos del trabajo y las pensiones contributivas, alcanza el 29,4%.

El tamaño del Estado es pequeño. Los subsidios escasean. Abundan las licitaciones que quedan en manos privadas a veces poco competentes. Los trabajadores están desprotegidos por sindicatos sin fuerza y leyes de huelga ridículas.

Las evasiones masivas en el metro fueron la punta de un enorme iceberg que esconde bajo sus aguas no solo salarios miserables y pensiones indignas, sino también:

· Una educación de mala calidad,

· Una salud precaria,

· Bajas médicas por depresión,

· Y los escándalos de corrupción Pacogate y Milicogate que salpicaron a miembros de los Carabineros —la policía conocida popularmente como los ‘pacos’— y del Ejército.

«Cuando llegué a Chile hace 20 años te decían que no había corrupción, que esto era un oasis… Pero en los últimos años se han destapado mil casos de políticos pagados por las grandes empresas para hacer leyes a medida. No era oro todo lo que relucía. Y la gente se hartó», cuenta Carlos, un periodista español que vive allí y trabajó en varios medios locales.

El Gobierno de Piñera dijo que el vandalismo es obra de delincuentes organizados, pero lo cierto es que una parte de la población siente que ya no tiene nada que perder porque arraigó una sensación de injusticia crónica que desemboca en actos irracionales.

ESTADO DE EMERGENCIA ¿LA SOLUCIÓN?

La violencia forzó al presidente a declarar durante 15 días el estado de emergencia, que limita el derecho de reunión, primero en la capital, Santiago, y luego en otras regiones y ciudades del país, como Valparaíso, Concepción, La Serena, Coquimbo, Iquique y Puerto Montt. Esa decisión facultó el despliegue de 9.500 soldados con vehículos blindados.

El militar al mando de la Jefatura de Defensa Nacional, el general de división Javier Iturriaga, no dudó en decretar el toque de queda desde las siete de la tarde, una medida extraordinaria que no se imponía en Chile desde los tiempos de Pinochet. La imagen de las tanquetas del Ejército apostadas delante del Palacio de La Moneda recuerda los negros años del plomo de Pinochet y ha puesto muy nerviosos a muchos santiaguinos. Ante la respuesta de las calles, Piñera renunció a subir el precio del metro, pero eso no desactivó la espoleta de la bomba civil.

Todo es un fallo sistémico, porque el Estado dejó de proteger al ciudadano de clase baja y media-baja; lo abandonó a su suerte, fomentando así sentimientos de ira, rabia y frustración acumuladas durante años. Ni los socialdemócratas Ricardo Lagos (2000-2006) ni Michelle Bachelet en dos ocasiones (2006-2010 y 2014-2018) se atrevieron a desmontar un modelo socioeconómico muy controvertido.

Además, Piñera tiene un gabinete muy técnico, que sólo mira los números y no posee ninguna sensibilidad social. Justo hace unos días, dos importantes ministros, el de Economía, Juan Andrés Fontaine, y el de Hacienda, Felipe Larraín, hicieron comentarios absolutamente frívolos e inoportunos sobre el precio del billete del metro y las flores.

Las palabras de ambos demostraron una falta total de empatía e incendiaron a una opinión pública ya de por sí demasiado caliente. Esos ministros, educados en las escuelas de negocios de Chicago, no quieren darse cuenta del drama cotidiano de quienes sobreviven con 350.000 pesos (480 dólares) al mes y a dos horas de transporte de su trabajo.

«La clase política está jugando ahora a la unidad. Pero parece que es demasiado tarde —añade Carlos—. Nadie les cree. Escuchar las demandas ciudadanas significaría dar un giro de 180 grados al programa de Piñera. Cuesta creer que vaya a aprobar medidas que atentan contra su credo ultraliberal. No se lo tolerarían ni sus correligionarios. Entre sus huestes hay mucho nostálgico del pinochetismo y de la mano dura».

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JALISCO

Lleva Ballet Folclórico de Guadalajara cultura y tradición a Estados Unidos

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– Por Mario Ávila

El Ballet Folclórico de Guadalajara se presentó en el Rosemont Theatre de Chicago, en el evento estelar de la Segunda Ruta de la Gira Internacional 2025, México en el Corazón.

Los bailarines tapatíos compartieron escenario con el Mariachi Estelar de México en el Corazón y la Banda Orquesta Colores, y presentaron estampas, música y canciones de Guanajuato, Yucatán y Jalisco ante los más de 4 mil 400 asistentes.

Este espectáculo se realiza anualmente e incluye al Mariachi Estelar como uno de sus principales artistas, junto con el Ballet Folclórico Guadalajara y la Banda Orquesta Colores.

Participaron en el evento Sergio Suárez, presidente de NAIMA (North American Institute for Mexican Advancement); Ron Serpico, alcalde de Melrose Park; Susana Mendoza de Illinois Comptroller; Reyna Torres, cónsul general de México en Chicago; Andrea Blanco, coordinadora del Gabinete Social del Gobierno de Jalisco; y Manuel Romo, secretario de Gobierno del Gobierno de Guadalajara.

Esta es la segunda parada de la ruta de México en el corazón, la primera fue en la Ciudad de Sioux City, en Iowa en donde se presentó por primera vez, y más de mil personas asistieron a disfrutar de este espectáculo.

La gira continuará por el Medio Oeste, Sur y la Costa Este de los Estados Unidos.

Para fechas y ciudades entrar en este sitio web: http://www.mexicoenelcorazon.org

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CARTÓN POLÍTICO

Edición 805: Entrevista a Mirza Flores: «La silla del poder es prestada; no olvidemos de dónde venimos»

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Edición 805: Entrevista a Mirza Flores: «La silla del poder es prestada; no olvidemos de dónde venimos»

LAS CINCO PRINCIPALES:

Los retos de Mirza Flores como líder de MC: «La silla del poder es prestada; no olvidemos de dónde venimos»

Arranca el Sistema Estatal de Participación Ciudadana en Jalisco

95 aniversario del natalicio de Porfirio Cortés Silva: Deja legado de política, amistad y generosidad

La disputa del agua entre Jalisco y Guanajuato: Debe ser un reparto justo, no uno político, Arturo Gleason

La corrupción urbanística: Valle de los Molinos y Colomos III

 

 

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MUNDO

La tradición del saqueo: Naturaleza depredadora del poder imperial

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– Actualidad, por Alberto Gómez R.

(Parte 1) A lo largo de la historia de la humanidad, el poder económico de los grandes imperios se ha construido frecuentemente sobre pilares tan sombríos como la guerra, el saqueo sistemático y el sometimiento de pueblos enteros.

Este patrón de comportamiento, visible desde los primeros imperios de la antigüedad hasta las potencias contemporáneas, revela una lógica de acumulación basada en la extracción violenta de recursos más que en la productividad o la innovación endógena.

El historiador económico Douglas North, citado en uno de los documentos analizados, señalaba que los imperios antiguos establecían sistemas burocráticos sofisticados que permitían la expropiación sistemática de excedentes de las regiones conquistadas.

En el mundo actual, Estados Unidos representa la última encarnación de este impulso imperial, aunque sus métodos hayan evolucionado hacia formas más sofisticadas de dominación económica y militar.

Como se advierte en el panorama actual, esta potencia estaría experimentando un rápido declive relativo en el escenario global, lo que intensificaría sus comportamientos depredadores hacia naciones ricas en recursos que se resisten a someterse a su hegemonía.

Venezuela, con las mayores reservas petroleras certificadas del planeta, se encontraría en la mira de este mecanismo de saqueo contemporáneo, al igual que lo estuvieron Irak, Libia y Siria en las últimas décadas, solo por citar algunos ejemplos.

LOS CIMIENTOS HISTÓRICOS DEL SAQUEO IMPERIAL

Los primeros grandes imperios de la historia establecieron las bases de lo que sería una larga tradición de explotación económica mediante la conquista. En Mesopotamia, Egipto, China y la India, surgieron estructuras estatales centralizadas que «legislaban, impartían justicia y ejecutaban sobre un extenso territorio que agrupaba a muchas ciudades» (eumed.net).

Estos imperios perfeccionaron sistemas de extracción de riqueza mediante tributos, esclavitud y control de las rutas comerciales.

El Imperio de Alejandro Magno ofrece un ejemplo temprano de cómo la conquista militar servía como vehículo para la acumulación de riqueza. Como se describe en los documentos, Alejandro y sus falanges macedonias conquistaron todo el Imperio persa en tan sólo ocho años, apoderándose de inmensos tesoros y estableciendo un sistema de control sobre territorios que se extendían hasta la India. Patrón similar exhibiría el Imperio Romano, que transformó el Mediterráneo en su «Mare nostrum» y extrajo recursos de todos los territorios conquistados, desde las minas de plata hispanas hasta los graneros egipcios.

Con la era de los descubrimientos, las potencias europeas perfeccionaron el arte del saqueo imperial a escala global. España y Portugal inauguraron lo que podría considerarse el primer «imperio global» de la historia: «por primera vez un imperio abarcaba posesiones en todos los continentes del mundo» (eumed.net).

El flujo de metales preciosos desde América hacia Europa financió las guerras y el desarrollo económico europeo durante siglos, a costa del exterminio y la explotación de poblaciones indígenas.

El Imperio británico llevaría este modelo a su máxima expresión, estableciendo una red global de colonias y territorios controlados que proveían de recursos naturales y mercados cautivos a la metrópoli. El comercio de esclavos, la extracción de recursos en condiciones de cuasi-esclavitud y la destrucción de industrias locales competitivas fueron algunas de las estrategias empleadas para consolidar su hegemonía económica.

ESTADOS UNIDOS, LA SUPERPOTENCIA DEPREDADORA

Estados Unidos emergió como potencia global practicando una versión modernizada del juego imperial tradicional. Bajo la Doctrina Monroe y su corolario Roosevelt, se autoproclamó potencia hegemónica en América Latina y el Caribe, interviniendo militarmente en múltiples ocasiones para proteger sus intereses económicos. La diplomacia de las cañoneras y las intervenciones directas aseguraban el acceso a mercados, recursos y rutas comerciales estratégicas.

Tras la Segunda Guerra Mundial, con las potencias europeas debilitadas, Estados Unidos ascendió a la condición de superpotencia global, rol que se consolidaría tras el colapso de la Unión Soviética.

Como se señala en uno de los documentos, «después de que se desintegrase la Unión Soviética a principios de 1990, Estados Unidos quedó como la única superpotencia restante de la Guerra Fría». Esta posición hegemónica le permitió moldear las instituciones internacionales a su medida y establecer un sistema económico global que privilegiara sus intereses.

La economía estadounidense se ha vuelto profundamente dependiente de lo que el presidente Eisenhower denominó el «complejo militar-industrial». Con un presupuesto militar que supera al de los siguientes diez países combinados, Estados Unidos ha convertido la guerra en un negocio extraordinariamente lucrativo para sus corporaciones de defensa.

Como se documenta en uno de los artículos revisados, la administración Biden ha solicitado al Congreso «842 mil millones de dólares para el Pentágono en el año presupuestario 2024», lo que representa «la solicitud más grande desde el pico de las guerras de Irak y Afganistán» (france24.com).

Este apetito insaciable por el gasto militar requiere enemigos externos y conflictos perpetuos, creando un círculo vicioso de intervencionismo que justifique tales desembolsos. Los resultados son visibles en las sucesivas guerras e intervenciones que han marcado las últimas décadas, desde Vietnam hasta Afganistán, pasando por Irak, Libia y Siria.

EL SAQUEO CONTEMPORÁNEO

La invasión de Panamá en 1989 constituye un ejemplo paradigmático de cómo Estados Unidos utiliza pretextos para justificar intervenciones militares que persiguen objetivos geoeconómicos estratégicos. Como se documenta extensamente en varios de los materiales consultados, la llamada «Operación Causa Justa» fue oficialmente justificada como una medida necesaria para detener el narcotráfico y defender la democracia.

El general Manuel Antonio Noriega, quien había sido durante años un aliado útil para Washington y colaborador de la CIA, fue convertido de pronto en enemigo público número uno. Como se describe en los documentos, Noriega «había sido aliado clave de Estados Unidos durante el final de la Guerra Fría, trabajando como agente de la CIA, al tiempo que tejía vínculos con el narcotráfico» (elnacional.com). Cuando dejó de ser funcional a los intereses estadounidenses, fue acusado de narcotráfico y derrocado mediante una invasión militar que causó entre 500 y 4 mil víctimas panameñas, según distintas fuentes.

El verdadero objetivo de la invasión, sin embargo, habría sido asegurar el control estratégico del Canal de Panamá en vísperas de su traspaso completo a soberanía panameña, previsto para el año 2000 según los Tratados Torrijos-Carter de 1977. Como se señala en uno de los documentos, estos tratados «condicionaba la defensa del canal de manera conjunta, a través de un tratado adicional, dando la posibilidad de intervenir militarmente en Panamá si la operación del canal se viese comprometida».

La invasión aseguró que, aunque panameño en papel, el canal permaneciera bajo control efectivo estadounidense.

Continuará…

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