MUNDO
El asesinato del general iraní Soleimani: La ofensiva del lobby sionista de EEUU en el Medio Oriente

Por Alfredo Jalife-Rahme, cortesía de Sputnik Mundo //
Luego del asesinato del icónico general iraní Soleimani ordenado por Trump y tramado por los ‘evangelistas sionistas’ Netanyahu y Pompeo en su reunión de Lisboa, el presidente de EEUU acudió a una reunión multitudinaria de los ‘evangelistas sionistas’ en su bastión electoral en el sur de Florida: un estado volátil donde se juega su relección.
Todo indica que la muerte del general iraní Soleimani fue sellada en la reunión en Lisboa del atribulado primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu y el evangelista sionista Mike Pompeo, exdirector de la CIA y hoy secretario de Estado. El encuentro desembocó, 29 días después, en su asesinato al haber caído en la «doble trampa» que le tendió Trump, según las perturbadoras confesiones del saliente primer ministro iraquí, Adel Abdul Mahdi.
El rotativo israelí Haaretz no oculta que el gran triunfador de la guerra de EEUU contra Irán en suelo iraquí es Netanyahu, gran aliado de su correligionario talmúdico Jared Kushner y de su suegro Trump.
Según Ilan Goldenberg, exasesor de Obama, el asesinato del general Soleimani «no es del interés de EEUU» —que cometió desde el punto de vista estratégico un «gran error»—, sino del «interés de Israel».
Yo agregaría como triunfadores, en esta fase, a los yihadistas sunnitas, cuyos invaluables servicios puede volver a utilizar EEUU para la reconfiguración del nuevo mapa de Oriente Medio.
No se puede soslayar la relevante votación del Parlamento iraquí con la que se exigió al poder Ejecutivo la expulsión del ejército estadounidense. Cabe señalar que en este notable punto funcionarios de EEUU anotaron en forma pertinente que no habían acudido a votar las minorías sunnitas —de árabes y kurdos—, frente al aplastante voto de los legisladores chiitas árabes.
¿Sigue en pie la proyectada balcanización en 3 pedazos teológicos de Irak entre chiíes árabes proiraníes, sunnitas árabes prosaudíes y los huérfanos kurdos —quienes pueden ser recompensados por su abandono en Siria por Trump—?
Menos de un día después del asesinato de Soleimani, Trump acudió al sur de Florida para arengar a las huestes de sionistas evangelistas que conforman su aguerrida base electoral. Junto a Trump se encontraron festejando felices la crema y nata del evangelismo sionista: Tony Perkins, el pastor Robert Jeffress y Paula White, consejera espiritual de Trump.
No fue gratuita la elección de Florida, un estado volátil que puede decidir la elección presidencial de noviembre del 2020.
En la elección anterior, el 80% de los evangelistas sionistas se volcaron por Trump, aunque ahora han cundido algunas disensiones después del lacerante editorial de Mark Galli, anterior editor jefe de la influyente revista evangélica Christianity Today. Exhibió a Trump de ser merecedor del impeachment debido a sus pecados capitales anticristianos.
Florida será uno de los principales puntos decisivos de la próxima elección presidencial hasta tal punto, que el voto para limitar los poderes de guerra de Trump de parte del Congresista Republicano representante de Florida Matt Gaetz —considerado el más fiel de los trumpianos— ha conmocionado a un sector del presidente.
La guerra de EEUU contra Irán, que comporta varios aspectos con altas y bajas, tiene 41 años de vida: mucho más que la guerra religiosa de 30 años entre protestantes y católicos en Europa que concluyó con el Tratado de Westfalia de 1648.
Desde la toma de los rehenes en la embajada de EEUU en Teherán en 1979 por los epígonos de la Revolución jomeinista, la confrontación de EEUU —la segunda superpotencia nuclear y militar del planeta detrás de Rusia, hoy dotada con armas hipersónicas— contra Irán, una potencia regional mediana sin armas nucleares, ha tomado aspectos multiformes y caleidoscópicos en casi medio siglo.
Muchos rubros relevantes se juegan en el suelo árabe iraquí en la reciente guerra de EEUU en su fase trumpista —genuino supremacismo blanco de los evangelistas blancos protestantes y anglosajones aliados con los supremacistas sionistas de Netanyahu y Kushner— contra el irredentismo chií en Oriente Medio, convulsa geografía definida por el ex primer ministro israelí Ariel Sharon como la línea horizontal de Marruecos a Cachemira y la línea vertical del Cáucaso a Somalia.
Ya había abordado aquí la triple alianza en el continente americano del evangelismo sionista protagonizada por la tripleta de Donald Trump, Benjamín Netanyahu y Jair Bolsonaro.
Entre los varios rubros de la multidimensionalidad de la guerra todavía híbrida de EEUU contra Irán librada en varios frentes, el primer ministro iraquí Adel Abdul Mahdi confesó que Trump deseaba quedarse con el 50% del petróleo de su país y que su acercamiento para abastecer a China molestó a EEUU, además de que la guerra contra Irán en suelo iraquí sabotea la Ruta de la Seda de China.
Esto es un punto nodal que no ha sido debidamente explorado es la subrepticia guerra teológica del evangelismo sionista. La triada del presidente Donald Trump, el vicepresidente Mike Pence y el exdirector de la CIA y hoy secretario Estado, Mike Pompeo, con la alianza de Netanyahu y el talmúdico Jared Kushner enarbolan esa guerra, frente al esoterismo chií que afloró en todo su resplandor durante las exequias masivas en Irak y en Irán del asesinado general iraní Soleimani.
El general ascendió al rango hagiográfico del panteón chií de Oriente Medio, tomando en consideración su notable porcentaje de población chií de más del 15% en Afganistán y en Pakistán, dotado de 110 bombas atómicas.
La guerra del evangelismo sionista del quinteto de Trump, Pence, Pompeo, Netanyahu y Kushner contra los chiíes jomeinistas puede alcanzar un perturbador nivel escatológico que versa sobre la cosmogonía de ambos sobre el fin del mundo: con la parusía de Cristo para los evangelistas sionistas y la reaparición del duodécimo imán oculto para los chiitas jomeinistas.
Dentro del grupo paramilitar consagrado a la guerra asimétrica de los Guardias Revolucionarios Islámicos de la Fuerza Quds —que en persa significa Jerusalén y tiene como último objetivo teológico la recuperación de la tercera ciudad sagrada del Islam—, el general Soleimani tenía a su cargo las fronteras occidentales de Irán. El país es el eje de la resistencia árabe en Irak, Siria y el Líbano, sumados los sunníes palestinos de Gaza y los hutíes de Yemen, mientras que su sucesor Esmail Ghaani tenía la responsabilidad de las fronteras orientales de Irán: Afganistán y Pakistán con notables minorías chiíes.
Pompeo no ha salido bien librado de las razones por las que empinó a Trump para asesinar al general Soleimani. El portal de los cristianos sionistas informa de que Pompeo proclamó que Trump «es la nueva Ester consagrado a salvar a Israel». Nancy LeTourneau demuestra cómo «Pompeo alinea la política exterior de EEUU con los cristianos sionistas».
La metáfora de la judía Ester que evoca Pompeo proviene del siglo V a.C., cuando, según la discriminativa y solipsística narrativa paleobíblica, Haman, asesor del Rey Jerjes en el Imperio persa, planeaba asesinar a todos los judíos.
Pompeo se atraganta la intervención imploradora de Ester con el Rey de Reyes persa, quien revocó el edicto de Haman para salvar a los judíos de Persia. Por cierto, en el moderno Irán de hoy viven unos 20.000 judíos.
Los dos Mike —Pence y Pompeo— son copartícipes de la agrupación evangelista sionista Cristianos Unidos por Israel (CUFI, por sus siglas en inglés) fundada por el pastor evangelista de la ciudad de San Antonio John Hagee y que en su libro de hace 14 años enarbola la profecía escatológica para destruir hoy a la antigua Persia.
¿Se encamina Trump a implantar la escatológica teocracia del evangelismo sionista en EEUU mediante la controvertida metáfora de Ester (en su versión hebrea) común a judíos y protestantes?
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK
JALISCO
Lleva Ballet Folclórico de Guadalajara cultura y tradición a Estados Unidos

– Por Mario Ávila
El Ballet Folclórico de Guadalajara se presentó en el Rosemont Theatre de Chicago, en el evento estelar de la Segunda Ruta de la Gira Internacional 2025, México en el Corazón.
Los bailarines tapatíos compartieron escenario con el Mariachi Estelar de México en el Corazón y la Banda Orquesta Colores, y presentaron estampas, música y canciones de Guanajuato, Yucatán y Jalisco ante los más de 4 mil 400 asistentes.
Este espectáculo se realiza anualmente e incluye al Mariachi Estelar como uno de sus principales artistas, junto con el Ballet Folclórico Guadalajara y la Banda Orquesta Colores.
Participaron en el evento Sergio Suárez, presidente de NAIMA (North American Institute for Mexican Advancement); Ron Serpico, alcalde de Melrose Park; Susana Mendoza de Illinois Comptroller; Reyna Torres, cónsul general de México en Chicago; Andrea Blanco, coordinadora del Gabinete Social del Gobierno de Jalisco; y Manuel Romo, secretario de Gobierno del Gobierno de Guadalajara.
Esta es la segunda parada de la ruta de México en el corazón, la primera fue en la Ciudad de Sioux City, en Iowa en donde se presentó por primera vez, y más de mil personas asistieron a disfrutar de este espectáculo.
La gira continuará por el Medio Oeste, Sur y la Costa Este de los Estados Unidos.
Para fechas y ciudades entrar en este sitio web: http://www.mexicoenelcorazon.org
CARTÓN POLÍTICO
Edición 805: Entrevista a Mirza Flores: «La silla del poder es prestada; no olvidemos de dónde venimos»
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LAS CINCO PRINCIPALES:
Arranca el Sistema Estatal de Participación Ciudadana en Jalisco
La corrupción urbanística: Valle de los Molinos y Colomos III
MUNDO
La tradición del saqueo: Naturaleza depredadora del poder imperial

– Actualidad, por Alberto Gómez R.
(Parte 1) A lo largo de la historia de la humanidad, el poder económico de los grandes imperios se ha construido frecuentemente sobre pilares tan sombríos como la guerra, el saqueo sistemático y el sometimiento de pueblos enteros.
Este patrón de comportamiento, visible desde los primeros imperios de la antigüedad hasta las potencias contemporáneas, revela una lógica de acumulación basada en la extracción violenta de recursos más que en la productividad o la innovación endógena.
El historiador económico Douglas North, citado en uno de los documentos analizados, señalaba que los imperios antiguos establecían sistemas burocráticos sofisticados que permitían la expropiación sistemática de excedentes de las regiones conquistadas.
En el mundo actual, Estados Unidos representa la última encarnación de este impulso imperial, aunque sus métodos hayan evolucionado hacia formas más sofisticadas de dominación económica y militar.
Como se advierte en el panorama actual, esta potencia estaría experimentando un rápido declive relativo en el escenario global, lo que intensificaría sus comportamientos depredadores hacia naciones ricas en recursos que se resisten a someterse a su hegemonía.
Venezuela, con las mayores reservas petroleras certificadas del planeta, se encontraría en la mira de este mecanismo de saqueo contemporáneo, al igual que lo estuvieron Irak, Libia y Siria en las últimas décadas, solo por citar algunos ejemplos.
LOS CIMIENTOS HISTÓRICOS DEL SAQUEO IMPERIAL
Los primeros grandes imperios de la historia establecieron las bases de lo que sería una larga tradición de explotación económica mediante la conquista. En Mesopotamia, Egipto, China y la India, surgieron estructuras estatales centralizadas que «legislaban, impartían justicia y ejecutaban sobre un extenso territorio que agrupaba a muchas ciudades» (eumed.net).
Estos imperios perfeccionaron sistemas de extracción de riqueza mediante tributos, esclavitud y control de las rutas comerciales.
El Imperio de Alejandro Magno ofrece un ejemplo temprano de cómo la conquista militar servía como vehículo para la acumulación de riqueza. Como se describe en los documentos, Alejandro y sus falanges macedonias conquistaron todo el Imperio persa en tan sólo ocho años, apoderándose de inmensos tesoros y estableciendo un sistema de control sobre territorios que se extendían hasta la India. Patrón similar exhibiría el Imperio Romano, que transformó el Mediterráneo en su «Mare nostrum» y extrajo recursos de todos los territorios conquistados, desde las minas de plata hispanas hasta los graneros egipcios.
Con la era de los descubrimientos, las potencias europeas perfeccionaron el arte del saqueo imperial a escala global. España y Portugal inauguraron lo que podría considerarse el primer «imperio global» de la historia: «por primera vez un imperio abarcaba posesiones en todos los continentes del mundo» (eumed.net).
El flujo de metales preciosos desde América hacia Europa financió las guerras y el desarrollo económico europeo durante siglos, a costa del exterminio y la explotación de poblaciones indígenas.
El Imperio británico llevaría este modelo a su máxima expresión, estableciendo una red global de colonias y territorios controlados que proveían de recursos naturales y mercados cautivos a la metrópoli. El comercio de esclavos, la extracción de recursos en condiciones de cuasi-esclavitud y la destrucción de industrias locales competitivas fueron algunas de las estrategias empleadas para consolidar su hegemonía económica.
ESTADOS UNIDOS, LA SUPERPOTENCIA DEPREDADORA
Estados Unidos emergió como potencia global practicando una versión modernizada del juego imperial tradicional. Bajo la Doctrina Monroe y su corolario Roosevelt, se autoproclamó potencia hegemónica en América Latina y el Caribe, interviniendo militarmente en múltiples ocasiones para proteger sus intereses económicos. La diplomacia de las cañoneras y las intervenciones directas aseguraban el acceso a mercados, recursos y rutas comerciales estratégicas.
Tras la Segunda Guerra Mundial, con las potencias europeas debilitadas, Estados Unidos ascendió a la condición de superpotencia global, rol que se consolidaría tras el colapso de la Unión Soviética.
Como se señala en uno de los documentos, «después de que se desintegrase la Unión Soviética a principios de 1990, Estados Unidos quedó como la única superpotencia restante de la Guerra Fría». Esta posición hegemónica le permitió moldear las instituciones internacionales a su medida y establecer un sistema económico global que privilegiara sus intereses.
La economía estadounidense se ha vuelto profundamente dependiente de lo que el presidente Eisenhower denominó el «complejo militar-industrial». Con un presupuesto militar que supera al de los siguientes diez países combinados, Estados Unidos ha convertido la guerra en un negocio extraordinariamente lucrativo para sus corporaciones de defensa.
Como se documenta en uno de los artículos revisados, la administración Biden ha solicitado al Congreso «842 mil millones de dólares para el Pentágono en el año presupuestario 2024», lo que representa «la solicitud más grande desde el pico de las guerras de Irak y Afganistán» (france24.com).
Este apetito insaciable por el gasto militar requiere enemigos externos y conflictos perpetuos, creando un círculo vicioso de intervencionismo que justifique tales desembolsos. Los resultados son visibles en las sucesivas guerras e intervenciones que han marcado las últimas décadas, desde Vietnam hasta Afganistán, pasando por Irak, Libia y Siria.
EL SAQUEO CONTEMPORÁNEO
La invasión de Panamá en 1989 constituye un ejemplo paradigmático de cómo Estados Unidos utiliza pretextos para justificar intervenciones militares que persiguen objetivos geoeconómicos estratégicos. Como se documenta extensamente en varios de los materiales consultados, la llamada «Operación Causa Justa» fue oficialmente justificada como una medida necesaria para detener el narcotráfico y defender la democracia.
El general Manuel Antonio Noriega, quien había sido durante años un aliado útil para Washington y colaborador de la CIA, fue convertido de pronto en enemigo público número uno. Como se describe en los documentos, Noriega «había sido aliado clave de Estados Unidos durante el final de la Guerra Fría, trabajando como agente de la CIA, al tiempo que tejía vínculos con el narcotráfico» (elnacional.com). Cuando dejó de ser funcional a los intereses estadounidenses, fue acusado de narcotráfico y derrocado mediante una invasión militar que causó entre 500 y 4 mil víctimas panameñas, según distintas fuentes.
El verdadero objetivo de la invasión, sin embargo, habría sido asegurar el control estratégico del Canal de Panamá en vísperas de su traspaso completo a soberanía panameña, previsto para el año 2000 según los Tratados Torrijos-Carter de 1977. Como se señala en uno de los documentos, estos tratados «condicionaba la defensa del canal de manera conjunta, a través de un tratado adicional, dando la posibilidad de intervenir militarmente en Panamá si la operación del canal se viese comprometida».
La invasión aseguró que, aunque panameño en papel, el canal permaneciera bajo control efectivo estadounidense.
Continuará…