MUNDO
Epidemia de COVID-19 provoca segunda caurentena para España, pero por regiones: El sector hotelero es el más golpeado

Por Francisco Herranz (Sputnik Mundo) //
A los españoles no les hace ni pizca de gracia una nueva reclusión colectiva, pero hablan de ella con mucha resignación, como si fuera ya inevitable.
En algunos pueblos de las regiones de Aragón, Cataluña, Castilla y León, Madrid o Murcia muchos ciudadanos ya han experimentado los duros efectos psicológicos de una segunda cuarentena.
En todos esos casos la decisión vino motivada por el alto índice de contagios en municipios y barrios muy concretos. El aislamiento no pasó de un par de semanas. Pero ahora la situación vuelve a ser muy preocupante en general, incluso se ha hecho caótica y ha surgido con fuerza la posibilidad de que tenga que ser necesario un segundo confinamiento a nivel nacional. ¿Por qué? Porque la expansión del virus se ha descontrolado. Otra vez. El número de infectados en España rebasa las 420.000 personas.
Esa es la mayor cifra de Europa Occidental, por encima de Reino Unido y Francia, dos países más poblados. Los datos apuntan a la llegada de una segunda oleada vírica al Viejo Continente, aunque la primera no haya terminado de irse de Brasil o Estados Unidos.
EL TURISMO EN EL PUNTO DE MIRA
El sector hostelero es indudablemente el más afectado en una nación volcada en la industria del turismo. La patronal, que defiende los intereses de negocios como bares y restaurantes, califica la idea del confinamiento como «medida medieval». Sin embargo, hasta el momento, y a falta de una vacuna testada, la restricción generalizada de movimientos ha sido la respuesta más exitosa para luchar contra el «bicho» en España.
Otro instrumento probado en otras latitudes ha sido el rastreo de los contagiados asintomáticos, pero esa herramienta no se ha desarrollado como debiera por la falta de personal cualificado, que no ha sido contratado en suficiente cantidad pese al tiempo transcurrido.
¿Por qué España encabeza esta lamentable clasificación? Por, al menos, tres motivos.
En primer lugar, a consecuencia de la relajación de las medidas de protección de los ciudadanos, especialmente entre los más jóvenes, que no suelen llevar mascarilla ni respetar el distanciamiento social cuando se reúnen o celebran fiestas con alcohol y baile.
En segundo lugar, a consecuencia de la propia organización territorial del país. El Reino de España es un Estado cuasifederal. Está dividido en 17 comunidades autónomas más dos ciudades autónomas (Ceuta y Melilla). Todas las regiones tienen transferidas las competencias en materia de sanidad. En algunos casos, como Cataluña, desde 1981, hace casi 40 años. Esto implica que los servicios de salud son independientes del Gobierno central, es decir, del Ministerio de Sanidad, salvo en los casos de Ceuta y Melilla.
Esa peculiar característica ha desencadenado una descoordinación crónica e importantes desajustes a la hora de responder a la pandemia de forma conjunta y eficiente. La descentralización puede resultar positiva para fomentar políticas locales y próximas al ciudadano, pero no para erradicar una crisis que no entiende de fronteras ni de territorios. Eso ha sido y está siendo una rémora considerable.
Afortunadamente, los índices de mortalidad y de hospitalizaciones son menores a los registrados de marzo y abril. De hecho, aunque ahora la mayoría de las transmisiones del SARS-CoV-2 se producen entre jóvenes. Las tres cuartas partes de las personas que dan positivo en los tests PCR son asintomáticas, es decir, no presentan rasgos de la enfermedad, tales como fiebre, tos o dificultad para respirar, aunque sean transmisores involuntarios del agente patógeno.
PALOS A SÁNCHEZ POR BOGAR Y…
En este complejo panorama estructural, el Gobierno socialista español es nuevamente el centro de las duras críticas de la oposición conservadora y sus medios de comunicación afines. Antes, el Partido Popular (PP) y otras formaciones de derecha denunciaron que el presidente Pedro Sánchez limitó los derechos fundamentales de las personas, al decretar el estado de alarma que duró 100 días (desde el 14 de marzo hasta el 21 de junio), tras conseguir seis prórrogas aprobadas en el Congreso de los Diputados. Ahora, arremeten contra él «por lavarse las manos», «evadir su responsabilidad» y llevar al país al «desastre sanitario».
Lo cierto es que Sánchez no quiere adoptar disposiciones muy severas y estrictas, como hizo en marzo, porque la economía española en recesión no lo soportará. Y ha pasado la «patata caliente» a los dirigentes de las comunidades autónomas que serán quienes, en un ejercicio de «cogobernanza» con él, le solicitarán que aplique el estado de alarma en sus respectivos territorios si ellos lo consideran pertinente. No habrá, pues, confinamiento nacional pero sí nuevas y fuertes restricciones regionales en el caso de que no baje la curva de infectados.
Esa es la esencia del último mensaje de Sánchez a la nación, un mensaje «de alerta y serenidad», donde también ha informado a sus compatriotas de la movilización de 2.000 militares de las Fuerzas Armadas para que las regiones que así lo deseen dispongan de ellos como rastreadores de infectados. Otra improvisación. Otro parche administrativo.
La dispersión de la responsabilidad ha evitado la rendición de cuentas y las dimisiones, a pesar del colapso de la sanidad pública, en primavera, en Cataluña y la Comunidad de Madrid. Además, la descoordinación entre el Ejecutivo y las regiones no sólo se ha mantenido, sino que se ha agravado allí donde existen diferencias políticas, allí donde los respectivos gobiernos tienen orientaciones ideológicas dispares. La falta de consenso ha sido sistémica y dramática. Esa es la tercera razón de peso.
La sórdida batalla entre el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y el Partido Popular (PP) no amainó ni siquiera en los peores momentos del confinamiento, a principios de abril, cuando fallecían a diario 1.000 personas por la pandemia y las morgues de los hospitales de Madrid y Barcelona quedaron desbordadas. El enfrentamiento no se tomó ni un respiro por vacaciones, en agosto.
Las instituciones hispanas no funcionan nada bien, no son lo suficientemente robustas, porque están atrapadas por una formidable polarización política que traslada ese choque a la sociedad en su conjunto.
La clase política, en general, no ha estado a la altura de las circunstancias. Y sigue sin estarlo.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK
JALISCO
Lleva Ballet Folclórico de Guadalajara cultura y tradición a Estados Unidos

– Por Mario Ávila
El Ballet Folclórico de Guadalajara se presentó en el Rosemont Theatre de Chicago, en el evento estelar de la Segunda Ruta de la Gira Internacional 2025, México en el Corazón.
Los bailarines tapatíos compartieron escenario con el Mariachi Estelar de México en el Corazón y la Banda Orquesta Colores, y presentaron estampas, música y canciones de Guanajuato, Yucatán y Jalisco ante los más de 4 mil 400 asistentes.
Este espectáculo se realiza anualmente e incluye al Mariachi Estelar como uno de sus principales artistas, junto con el Ballet Folclórico Guadalajara y la Banda Orquesta Colores.
Participaron en el evento Sergio Suárez, presidente de NAIMA (North American Institute for Mexican Advancement); Ron Serpico, alcalde de Melrose Park; Susana Mendoza de Illinois Comptroller; Reyna Torres, cónsul general de México en Chicago; Andrea Blanco, coordinadora del Gabinete Social del Gobierno de Jalisco; y Manuel Romo, secretario de Gobierno del Gobierno de Guadalajara.
Esta es la segunda parada de la ruta de México en el corazón, la primera fue en la Ciudad de Sioux City, en Iowa en donde se presentó por primera vez, y más de mil personas asistieron a disfrutar de este espectáculo.
La gira continuará por el Medio Oeste, Sur y la Costa Este de los Estados Unidos.
Para fechas y ciudades entrar en este sitio web: http://www.mexicoenelcorazon.org
CARTÓN POLÍTICO
Edición 805: Entrevista a Mirza Flores: «La silla del poder es prestada; no olvidemos de dónde venimos»
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LAS CINCO PRINCIPALES:
Arranca el Sistema Estatal de Participación Ciudadana en Jalisco
La corrupción urbanística: Valle de los Molinos y Colomos III
MUNDO
La tradición del saqueo: Naturaleza depredadora del poder imperial

– Actualidad, por Alberto Gómez R.
(Parte 1) A lo largo de la historia de la humanidad, el poder económico de los grandes imperios se ha construido frecuentemente sobre pilares tan sombríos como la guerra, el saqueo sistemático y el sometimiento de pueblos enteros.
Este patrón de comportamiento, visible desde los primeros imperios de la antigüedad hasta las potencias contemporáneas, revela una lógica de acumulación basada en la extracción violenta de recursos más que en la productividad o la innovación endógena.
El historiador económico Douglas North, citado en uno de los documentos analizados, señalaba que los imperios antiguos establecían sistemas burocráticos sofisticados que permitían la expropiación sistemática de excedentes de las regiones conquistadas.
En el mundo actual, Estados Unidos representa la última encarnación de este impulso imperial, aunque sus métodos hayan evolucionado hacia formas más sofisticadas de dominación económica y militar.
Como se advierte en el panorama actual, esta potencia estaría experimentando un rápido declive relativo en el escenario global, lo que intensificaría sus comportamientos depredadores hacia naciones ricas en recursos que se resisten a someterse a su hegemonía.
Venezuela, con las mayores reservas petroleras certificadas del planeta, se encontraría en la mira de este mecanismo de saqueo contemporáneo, al igual que lo estuvieron Irak, Libia y Siria en las últimas décadas, solo por citar algunos ejemplos.
LOS CIMIENTOS HISTÓRICOS DEL SAQUEO IMPERIAL
Los primeros grandes imperios de la historia establecieron las bases de lo que sería una larga tradición de explotación económica mediante la conquista. En Mesopotamia, Egipto, China y la India, surgieron estructuras estatales centralizadas que «legislaban, impartían justicia y ejecutaban sobre un extenso territorio que agrupaba a muchas ciudades» (eumed.net).
Estos imperios perfeccionaron sistemas de extracción de riqueza mediante tributos, esclavitud y control de las rutas comerciales.
El Imperio de Alejandro Magno ofrece un ejemplo temprano de cómo la conquista militar servía como vehículo para la acumulación de riqueza. Como se describe en los documentos, Alejandro y sus falanges macedonias conquistaron todo el Imperio persa en tan sólo ocho años, apoderándose de inmensos tesoros y estableciendo un sistema de control sobre territorios que se extendían hasta la India. Patrón similar exhibiría el Imperio Romano, que transformó el Mediterráneo en su «Mare nostrum» y extrajo recursos de todos los territorios conquistados, desde las minas de plata hispanas hasta los graneros egipcios.
Con la era de los descubrimientos, las potencias europeas perfeccionaron el arte del saqueo imperial a escala global. España y Portugal inauguraron lo que podría considerarse el primer «imperio global» de la historia: «por primera vez un imperio abarcaba posesiones en todos los continentes del mundo» (eumed.net).
El flujo de metales preciosos desde América hacia Europa financió las guerras y el desarrollo económico europeo durante siglos, a costa del exterminio y la explotación de poblaciones indígenas.
El Imperio británico llevaría este modelo a su máxima expresión, estableciendo una red global de colonias y territorios controlados que proveían de recursos naturales y mercados cautivos a la metrópoli. El comercio de esclavos, la extracción de recursos en condiciones de cuasi-esclavitud y la destrucción de industrias locales competitivas fueron algunas de las estrategias empleadas para consolidar su hegemonía económica.
ESTADOS UNIDOS, LA SUPERPOTENCIA DEPREDADORA
Estados Unidos emergió como potencia global practicando una versión modernizada del juego imperial tradicional. Bajo la Doctrina Monroe y su corolario Roosevelt, se autoproclamó potencia hegemónica en América Latina y el Caribe, interviniendo militarmente en múltiples ocasiones para proteger sus intereses económicos. La diplomacia de las cañoneras y las intervenciones directas aseguraban el acceso a mercados, recursos y rutas comerciales estratégicas.
Tras la Segunda Guerra Mundial, con las potencias europeas debilitadas, Estados Unidos ascendió a la condición de superpotencia global, rol que se consolidaría tras el colapso de la Unión Soviética.
Como se señala en uno de los documentos, «después de que se desintegrase la Unión Soviética a principios de 1990, Estados Unidos quedó como la única superpotencia restante de la Guerra Fría». Esta posición hegemónica le permitió moldear las instituciones internacionales a su medida y establecer un sistema económico global que privilegiara sus intereses.
La economía estadounidense se ha vuelto profundamente dependiente de lo que el presidente Eisenhower denominó el «complejo militar-industrial». Con un presupuesto militar que supera al de los siguientes diez países combinados, Estados Unidos ha convertido la guerra en un negocio extraordinariamente lucrativo para sus corporaciones de defensa.
Como se documenta en uno de los artículos revisados, la administración Biden ha solicitado al Congreso «842 mil millones de dólares para el Pentágono en el año presupuestario 2024», lo que representa «la solicitud más grande desde el pico de las guerras de Irak y Afganistán» (france24.com).
Este apetito insaciable por el gasto militar requiere enemigos externos y conflictos perpetuos, creando un círculo vicioso de intervencionismo que justifique tales desembolsos. Los resultados son visibles en las sucesivas guerras e intervenciones que han marcado las últimas décadas, desde Vietnam hasta Afganistán, pasando por Irak, Libia y Siria.
EL SAQUEO CONTEMPORÁNEO
La invasión de Panamá en 1989 constituye un ejemplo paradigmático de cómo Estados Unidos utiliza pretextos para justificar intervenciones militares que persiguen objetivos geoeconómicos estratégicos. Como se documenta extensamente en varios de los materiales consultados, la llamada «Operación Causa Justa» fue oficialmente justificada como una medida necesaria para detener el narcotráfico y defender la democracia.
El general Manuel Antonio Noriega, quien había sido durante años un aliado útil para Washington y colaborador de la CIA, fue convertido de pronto en enemigo público número uno. Como se describe en los documentos, Noriega «había sido aliado clave de Estados Unidos durante el final de la Guerra Fría, trabajando como agente de la CIA, al tiempo que tejía vínculos con el narcotráfico» (elnacional.com). Cuando dejó de ser funcional a los intereses estadounidenses, fue acusado de narcotráfico y derrocado mediante una invasión militar que causó entre 500 y 4 mil víctimas panameñas, según distintas fuentes.
El verdadero objetivo de la invasión, sin embargo, habría sido asegurar el control estratégico del Canal de Panamá en vísperas de su traspaso completo a soberanía panameña, previsto para el año 2000 según los Tratados Torrijos-Carter de 1977. Como se señala en uno de los documentos, estos tratados «condicionaba la defensa del canal de manera conjunta, a través de un tratado adicional, dando la posibilidad de intervenir militarmente en Panamá si la operación del canal se viese comprometida».
La invasión aseguró que, aunque panameño en papel, el canal permaneciera bajo control efectivo estadounidense.
Continuará…