MUNDO
Jair Bolsonaro, cada vez más enfrentado a los militares brasileños

Por Raúl Zibechi // (Cortesía de la agencia de noticias Sputnik )
Julio fue un mes traumático en las relaciones entre el presidente Jair Bolsonaro y las fuerzas armadas brasileñas.
Comenzó con un plato fuerte: el 5 de ese mes el vicepresidente Hamilton Mourão concedió una entrevista a la revista Crusoé, en la que reveló haber recibido un pedido del presidente para «actuar con mayor moderación», a la vez que rechazaba «la desconfianza del presidente en los militares que estarían interesados en tomar el poder».
Esos días Bolsonaro felicitó a su vice por haber estado una semana sin hablar con la prensa, ya que las declaraciones de Mourão, o la atención que recibe por parte de los medios, suelen molestarle.
El enfrentamiento principal saltó el 19 de junio, cuando se conmemora el aniversario del nacimiento de Santos Dumont (pionero de aviación brasileña), que la Fuerza Aérea celebra todos los años en Brasilia.
Sorprendió la ausencia del presidente, que algunos explicaron por el incidente de la detención en Sevilla, España, de un miembro de la comitiva de Bolsonaro que se dirigía a Japón para participar de la cumbre del G20, en un aparato de la fuerza aérea portando cocaína.
Sin embargo, Bolsonaro no sólo dejó plantados a la cúpula militar sino a los embajadores de Japón, Ucrania y Estados Unidos, todos ellos aliados cercanos de su Gobierno, para participar en la ceremonia del Día Nacional del Fútbol, también en Brasilia. Del acto castrense tampoco participó Mourão ni el ministro de Defensa.
El mismo día, en el ya tradicional Café de la Mañana, con los medios, Bolsonaro atacó al gobernador de Maranhão, Flavio Dino, miembro del Partido Comunista de Brasil (PCdoB).
Por el modo como lo hizo, se trató de un ataque a todos los nordestinos, la región más pobre de Brasil que vota masivamente por Lula y contra la ultraderecha que representa el presidente.
Agregó que los gobernadores del Nordeste «intentan todo el tiempo a través de la desinformación, manipular a los votantes». Fue interpretado como un ataque racista, ya que en la región predomina la población afro. El ataque a Dino fue justificado por algunos, por su actitud tibia respecto a la cesión de la base de cohetes de Alcántara (en su estado) a los Estados Unidos.
Las reacciones no se hicieron esperar. Al día siguiente todos los gobernadores del Nordeste, firmaron una nota donde expresan «sorpresa e indignación profunda» con las declaraciones de Bolsonaro”.
Ese día, en una entrevista en el conservador O Estado de São Paulo, el general de Luiz Eduardo Rocha Paiva condenó las declaraciones del presidente señalándolas como «antipatriotas» e «incoherentes», por dividir al país.
Rocha Paiva es un destacado militar, ahora en la reserva, que fue comandante de la Escuela de Comando y del Estado Mayor del Ejército, y secretario de general del arma. Además respaldó con vigor el golpe de Estado de 1964, por lo que sus pares lo tienen en gran estima.
El presidente no perdió la ocasión para contraatacar. Acusó al prestigioso general de ser un aliado del gobernador comunista y agregó una ofensa gratuita: «Inadvertidamente descubro una sandía, un defensor de la guerrilla de Araguaia».
«Sandía» es el nombre que se da entre los militares a los que, sin decirlo, simpatizan con la izquierda: verdes por fuera y rojos por dentro. La guerrilla de Araguaia fue la principal lucha armada en la selva durante la dictadura.
Dentro y fuera de los cuarteles hubo gran malestar. El redactor jefe de la página Defesanet, Nelson Düring, dijo que el ataque a Rocha Paiva era «una ofensa ignominiosa y deshonrosa», y relata una serie de ofensas anteriores recibidas por las Fuerzas Armadas, que no habían trascendido.
El editorial lo considera «el último de una serie de desaciertos entre la presidencia y los comandos militares”.
El mismo día 21, el gurú de Bolsonaro, el profesor Olavo de Carvalho, que reside en EEUU, difundió un video con ataques muy fuertes a los militares que rodean al presidente. Se interpretó que el video estuvo inspirado por uno de los hijos del mandatario, Carlos Bolsonaro, que en esos momentos estaba en Virginia visitando a su referente ideológico.
Una respuesta más dura aún provino del hermano del insultado, el general Paulo Ricardo da Rocha Paiva. Una carta abierta pone el dedo en las principales diferencias de los uniformados con el presidente. Dice que lo votó pese a unas declaraciones que fueron una «señal roja», cuando dijo que «Alcántara es para ustedes», en referencia a los EEUU.
Sin medias palabras, denuncia el «acoplamiento militar automático con el Tío Sam y la OTAN», abandonando a los aliados de la región sudamericana. El tono del extenso escrito del general retirado es fuerte, frontal y por momentos agresivo, cargado de adjetivos peyorativos. Bolsonaro no tuvo más remedio que dar marcha atrás y guardar silencio, lo que evidencia que los cuarteles no lo están mirando con buenos ojos.
Las razones de semejantes deslices del presidente son más oscuras aún. La antropóloga Isabela Oliveira Kalil, en una extensa entrevista en el diario Valor, sostiene que una parte de la base social de Bolsonaro se siente defraudada y exige un gobierno más derechista aún.
Un estudio etnográfico en la zona metropolitana de Sao Paulo, focalizado en los comportamientos conservadores, muestra que entre los varones de 40 a 45 años hay mucha disconformidad porque observan que Bolsonaro no se comporta como extrema derecha, razón por la cual lo votaron.
El principal punto de insatisfacción es que esperaban una liberalización mayor en la tenencia de armas.
Antes de terminar el mes, el presidente tuvo otro desliz verbal que le puede costar caro. Aseguró que sabe cómo desapareció el padre del actual presidente de la Orden de Abogados de Brasil durante la dictadura militar.
Se trata de Fernando Santa Cruz, padre de Felipe Santa Cruz, desparecido luego de haber sido detenido por agentes del régimen en 1974. Las declaraciones de Bolsonaro pueden constituir delito, ya que dice conocer cómo se produjo un crimen que está encubriendo.
El desgaste que viene sufriendo Bolsonaro obedece a que una porción de la sociedad, que coincide con las posiciones más ultras de sus hijos y de su gurú (Olavo de Carvalho), le exigen una posición más derechista aún. En tanto, las colisiones con los militares puede ser el principal factor de deterioro de la apoyatura de un presidente que lleva poco más de medio año en el cargo.
JALISCO
Lleva Ballet Folclórico de Guadalajara cultura y tradición a Estados Unidos

– Por Mario Ávila
El Ballet Folclórico de Guadalajara se presentó en el Rosemont Theatre de Chicago, en el evento estelar de la Segunda Ruta de la Gira Internacional 2025, México en el Corazón.
Los bailarines tapatíos compartieron escenario con el Mariachi Estelar de México en el Corazón y la Banda Orquesta Colores, y presentaron estampas, música y canciones de Guanajuato, Yucatán y Jalisco ante los más de 4 mil 400 asistentes.
Este espectáculo se realiza anualmente e incluye al Mariachi Estelar como uno de sus principales artistas, junto con el Ballet Folclórico Guadalajara y la Banda Orquesta Colores.
Participaron en el evento Sergio Suárez, presidente de NAIMA (North American Institute for Mexican Advancement); Ron Serpico, alcalde de Melrose Park; Susana Mendoza de Illinois Comptroller; Reyna Torres, cónsul general de México en Chicago; Andrea Blanco, coordinadora del Gabinete Social del Gobierno de Jalisco; y Manuel Romo, secretario de Gobierno del Gobierno de Guadalajara.
Esta es la segunda parada de la ruta de México en el corazón, la primera fue en la Ciudad de Sioux City, en Iowa en donde se presentó por primera vez, y más de mil personas asistieron a disfrutar de este espectáculo.
La gira continuará por el Medio Oeste, Sur y la Costa Este de los Estados Unidos.
Para fechas y ciudades entrar en este sitio web: http://www.mexicoenelcorazon.org
CARTÓN POLÍTICO
Edición 805: Entrevista a Mirza Flores: «La silla del poder es prestada; no olvidemos de dónde venimos»
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LAS CINCO PRINCIPALES:
Arranca el Sistema Estatal de Participación Ciudadana en Jalisco
La corrupción urbanística: Valle de los Molinos y Colomos III
MUNDO
La tradición del saqueo: Naturaleza depredadora del poder imperial

– Actualidad, por Alberto Gómez R.
(Parte 1) A lo largo de la historia de la humanidad, el poder económico de los grandes imperios se ha construido frecuentemente sobre pilares tan sombríos como la guerra, el saqueo sistemático y el sometimiento de pueblos enteros.
Este patrón de comportamiento, visible desde los primeros imperios de la antigüedad hasta las potencias contemporáneas, revela una lógica de acumulación basada en la extracción violenta de recursos más que en la productividad o la innovación endógena.
El historiador económico Douglas North, citado en uno de los documentos analizados, señalaba que los imperios antiguos establecían sistemas burocráticos sofisticados que permitían la expropiación sistemática de excedentes de las regiones conquistadas.
En el mundo actual, Estados Unidos representa la última encarnación de este impulso imperial, aunque sus métodos hayan evolucionado hacia formas más sofisticadas de dominación económica y militar.
Como se advierte en el panorama actual, esta potencia estaría experimentando un rápido declive relativo en el escenario global, lo que intensificaría sus comportamientos depredadores hacia naciones ricas en recursos que se resisten a someterse a su hegemonía.
Venezuela, con las mayores reservas petroleras certificadas del planeta, se encontraría en la mira de este mecanismo de saqueo contemporáneo, al igual que lo estuvieron Irak, Libia y Siria en las últimas décadas, solo por citar algunos ejemplos.
LOS CIMIENTOS HISTÓRICOS DEL SAQUEO IMPERIAL
Los primeros grandes imperios de la historia establecieron las bases de lo que sería una larga tradición de explotación económica mediante la conquista. En Mesopotamia, Egipto, China y la India, surgieron estructuras estatales centralizadas que «legislaban, impartían justicia y ejecutaban sobre un extenso territorio que agrupaba a muchas ciudades» (eumed.net).
Estos imperios perfeccionaron sistemas de extracción de riqueza mediante tributos, esclavitud y control de las rutas comerciales.
El Imperio de Alejandro Magno ofrece un ejemplo temprano de cómo la conquista militar servía como vehículo para la acumulación de riqueza. Como se describe en los documentos, Alejandro y sus falanges macedonias conquistaron todo el Imperio persa en tan sólo ocho años, apoderándose de inmensos tesoros y estableciendo un sistema de control sobre territorios que se extendían hasta la India. Patrón similar exhibiría el Imperio Romano, que transformó el Mediterráneo en su «Mare nostrum» y extrajo recursos de todos los territorios conquistados, desde las minas de plata hispanas hasta los graneros egipcios.
Con la era de los descubrimientos, las potencias europeas perfeccionaron el arte del saqueo imperial a escala global. España y Portugal inauguraron lo que podría considerarse el primer «imperio global» de la historia: «por primera vez un imperio abarcaba posesiones en todos los continentes del mundo» (eumed.net).
El flujo de metales preciosos desde América hacia Europa financió las guerras y el desarrollo económico europeo durante siglos, a costa del exterminio y la explotación de poblaciones indígenas.
El Imperio británico llevaría este modelo a su máxima expresión, estableciendo una red global de colonias y territorios controlados que proveían de recursos naturales y mercados cautivos a la metrópoli. El comercio de esclavos, la extracción de recursos en condiciones de cuasi-esclavitud y la destrucción de industrias locales competitivas fueron algunas de las estrategias empleadas para consolidar su hegemonía económica.
ESTADOS UNIDOS, LA SUPERPOTENCIA DEPREDADORA
Estados Unidos emergió como potencia global practicando una versión modernizada del juego imperial tradicional. Bajo la Doctrina Monroe y su corolario Roosevelt, se autoproclamó potencia hegemónica en América Latina y el Caribe, interviniendo militarmente en múltiples ocasiones para proteger sus intereses económicos. La diplomacia de las cañoneras y las intervenciones directas aseguraban el acceso a mercados, recursos y rutas comerciales estratégicas.
Tras la Segunda Guerra Mundial, con las potencias europeas debilitadas, Estados Unidos ascendió a la condición de superpotencia global, rol que se consolidaría tras el colapso de la Unión Soviética.
Como se señala en uno de los documentos, «después de que se desintegrase la Unión Soviética a principios de 1990, Estados Unidos quedó como la única superpotencia restante de la Guerra Fría». Esta posición hegemónica le permitió moldear las instituciones internacionales a su medida y establecer un sistema económico global que privilegiara sus intereses.
La economía estadounidense se ha vuelto profundamente dependiente de lo que el presidente Eisenhower denominó el «complejo militar-industrial». Con un presupuesto militar que supera al de los siguientes diez países combinados, Estados Unidos ha convertido la guerra en un negocio extraordinariamente lucrativo para sus corporaciones de defensa.
Como se documenta en uno de los artículos revisados, la administración Biden ha solicitado al Congreso «842 mil millones de dólares para el Pentágono en el año presupuestario 2024», lo que representa «la solicitud más grande desde el pico de las guerras de Irak y Afganistán» (france24.com).
Este apetito insaciable por el gasto militar requiere enemigos externos y conflictos perpetuos, creando un círculo vicioso de intervencionismo que justifique tales desembolsos. Los resultados son visibles en las sucesivas guerras e intervenciones que han marcado las últimas décadas, desde Vietnam hasta Afganistán, pasando por Irak, Libia y Siria.
EL SAQUEO CONTEMPORÁNEO
La invasión de Panamá en 1989 constituye un ejemplo paradigmático de cómo Estados Unidos utiliza pretextos para justificar intervenciones militares que persiguen objetivos geoeconómicos estratégicos. Como se documenta extensamente en varios de los materiales consultados, la llamada «Operación Causa Justa» fue oficialmente justificada como una medida necesaria para detener el narcotráfico y defender la democracia.
El general Manuel Antonio Noriega, quien había sido durante años un aliado útil para Washington y colaborador de la CIA, fue convertido de pronto en enemigo público número uno. Como se describe en los documentos, Noriega «había sido aliado clave de Estados Unidos durante el final de la Guerra Fría, trabajando como agente de la CIA, al tiempo que tejía vínculos con el narcotráfico» (elnacional.com). Cuando dejó de ser funcional a los intereses estadounidenses, fue acusado de narcotráfico y derrocado mediante una invasión militar que causó entre 500 y 4 mil víctimas panameñas, según distintas fuentes.
El verdadero objetivo de la invasión, sin embargo, habría sido asegurar el control estratégico del Canal de Panamá en vísperas de su traspaso completo a soberanía panameña, previsto para el año 2000 según los Tratados Torrijos-Carter de 1977. Como se señala en uno de los documentos, estos tratados «condicionaba la defensa del canal de manera conjunta, a través de un tratado adicional, dando la posibilidad de intervenir militarmente en Panamá si la operación del canal se viese comprometida».
La invasión aseguró que, aunque panameño en papel, el canal permaneciera bajo control efectivo estadounidense.
Continuará…