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NACIONALES

Aceptar la realidad

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Opinión, por Miguel Anaya //

No vemos las cosas como son, si no como somos.”

Jiddu Krishnamurti

Han pasado quince días desde la jornada electoral, la turbulencia social y política generada por los resultados preliminares, encuestas de salida, victorias adelantadas, derrotas no aceptadas, etc. comienza a diluirse para dar paso al protagonismo de los nuevos liderazgos políticos que pronto tomarán las riendas de los cargos correspondientes.

Suelen decir que el éxito tiene muchos padres mientras que la derrota es huérfana y es que, obviamente todos quieren colgarse medallas y pocos tienen la capacidad de afrontar una derrota con la cara en alto, con el ánimo de subsanar errores para reconstruir de mejor manera o con la visión necesaria para reinventarse en busca de un proyecto para el futuro.

Para poder asimilar la realidad se deben responder preguntas simples, pero de gran profundidad: ¿Qué sucedió y por qué? ¿En qué condiciones nos deja lo ocurrido? ¿Qué hacer para mejorar después de lo acontecido? Si hiciéramos un pequeño análisis de los resultados de la jornada electoral, las respuestas podrían ser más o menos las siguientes:

¿Qué sucedió y por qué? El 2 de junio pasado, Morena arrasó en las elecciones federales; Claudia Sheinbaum se convirtió en la persona más votada en la historia del país, obtuvo 36 millones de votos, 20 millones más que su competidora, por si fuera poco, consiguió una amplia mayoría en la Cámara de Diputados y mayoría simple en el Senado de la República, además, de las nueve entidades que votaron por nuevos gobernadores, Morena se llevó siete.

¿En qué condiciones nos deja lo ocurrido? Evidentemente, esta respuesta depende del cristal con que se mire. Los morenistas se alegrarán porqué la presidenta Sheinbaum, llegará al poder con las condiciones óptimas para llevar a cabo su plan de gobierno, sus mayores retos serán pacificar al país, sostener una economía que comienza a mostrar algunos signos de alerta y mejorar el deficiente sistema de salud, esto a la par de imponer su propio sello después del gobierno de un mandatario que tiene una gran aprobación popular.

Para la oposición el reto es inmenso. Primero tiene que ver las cosas como son. Morena ganó ampliamente porque hay una gran cantidad de mexicanos que avalan el discurso presidencial, a los que las becas y ayudas sociales les representan una oportunidad para salir adelante en un país y un sistema que por mucho tiempo no los volteó a ver; por otro lado Morena cuenta con una estructura electoral muy fuerte, mientras que para los partidos que integraron el Frente, la estructura electoral es casi un mito en varios Estados del país.

Afrontar la derrota desde la perspectiva del fraude electoral o partiendo de la idea de que muchos mexicanos votaron desde la ignorancia es un error que no permitirá hacer una oposición responsable. En este caso la militancia y simpatizantes de los partidos que integraron el frente (porqué los dirigentes de los partidos no lo harán), deberán replantearse la alianza y en su caso reconfigurarla, deberán pensar en la imagen que tienen frente a un electorado que prefirió votar nuevamente a Morena antes que volver al PRI o al PAN, estos institutos políticos han perdido peso y credibilidad y si no cambian, estarán en riesgo de perder hasta el registro. Un nuevo partido no suena a una idea descabellada.

Movimiento Ciudadano a nivel nacional quiere contar la historia de ser el partido político con mayor crecimiento, y aunque esto fue cierto en la elección presidencial, el efecto Máynez solo ajusto para eso, pues MC tendrá menos diputados y menos senadores que en la actual legislatura, además alcaldías importantes se perdieron, la más significativa la de Monterrey. MC deberá plantearse si se mantiene en la ruta de los buenos vídeos y la frivolidad o si retoma el camino de la seriedad y de los proyectos con base social.

Así pues, con mesura y con trabajo, cada instituto político deberá afrontar su propia realidad sin autoengaños. Si hay responsabilidad, autocrítica y trabajo, la oposición puede reconstruirse: si hay banalidad y los que dirigen no cambian, seguramente Morena podrá seguir creciendo su estructura para consolidar aún más su amplio poder.

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