NACIONALES
Aconsejemos al Consejo de la Judicatura
Campos de Poder, por Benjamín Mora Gómez //
Yasmín Esquivel Mossa, ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), por encargo y recomendación de Andrés Manuel López Obrador, ha sido exhibida como plagiaria de la tesis que le dio el grado de licenciada en Derecho y reconocida en tal condición de estafa por la Universidad Nacional Autónoma de México, y aun así ella no renuncia y su promotor insiste en defenderla públicamente.
Tal ilegalidad debería avergonzar a los demás ministros de la SCJN, poner en alerta al Consejo de la Judicatura Federal y hacer que la Universidad de México actúe, aunque, como reconoce el rector Enrique Graue, la universidad no tiene la facultad de retirarle el título de abogada a la señora Esquivel; ello solo quedaría en manos de la Secretaría de Educación Pública, degradándola públicamente como acicate a futuros atrevimientos tan vergonzantes.
El Senado de la República debería llamarla a cuentas dado que fue quien la designó ministra y fue ante él que mintió y a quien engañó. La bancada de Morena y sus aliados ha sido exhibida; Morena, como partido político, ha sido manchado.
El artículo 115 de la Ley Orgánica del Poder Judicial de la Federación establece que se puede destituir, suspender o inhabilitar hasta a un ministro de la Suprema Corte de Justicia de la Nación por faltas graves, y el plagio es delito por demás grave (Artículo 427 del Código Penal Federal). No tengo la menor duda, y coincido con el abogado Miguel Alfonso Meza, la ministra es responsable de al menos dos faltas administrativas: “por no preservar la dignidad ni el profesionalismo propios de la función judicial y por ineptitud en el desempeño de su cargo”, y probablemente de un delito penal. Yasmin Esquivel es insostenible.
Yasmin Esquivel, esposa de José María Riobóo, contratista constructor preferido del presidente López Obrador, ya antes había sido presidente del Tribunal de Justicia Administrativa de la Ciudad de México entre 2012 y 2019.
No sé qué suceda en las entrañas del poder de la Cuarta Transformación que les hace defender lo indefendible, pero una cosa si advierto, este telón pronto caerá por estar sostenido con tachuelas y traerá muy altos costos políticos para su promotor: López Obrador.
Lo sabemos, el Consejo de la Judicatura Federal tiene el alto cargo de la administración, vigilancia, disciplina y carrera judicial del Poder Judicial de la Federación, que hoy duerme el sueño de los injustos. Lo sabemos también, la ministra presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Federación lo es igualmente del Consejo de la Judicatura Federal y, desde el 2 de enero de 2023, tal honor recae en Norma Lucía Piña Hernández, tras una contienda en la que Yasmín Esquivel era la candidata del López Obrador. A Norma Lucía Piña le corresponde enmendar la plana que hoy mancha a tantas instituciones, incluida la Presidencia de la República. La ministra presidente seguro entiende cuándo es el momento de actuar en bien de su honor propio, del de la Suprema Corte y del Consejo de la Judicatura, y ese tiempo ha llegado a su término.
Esquivel y López, como la Sheimbaum sufren de igual dolencia: No tienen vergüenza alguna ante sus desaciertos, desastres e ilegalidades. Proyectan en otros sus malos actuares aliviándose de toda culpa, y por ello no aprenden y vuelven a caer una y mil veces. Ninguno reconoce su incapacidad política, técnica, ética y moral ante los retos que debe enfrentar y por ello se aferran al hueso como cualquier perro callejero, siempre hambriento.
Tras el accidente del Metro de la Ciudad de México, el 7 de enero pasado, todos los gobernadores morenistas se apresuraron a solidarizarse con Claudia Sheimbaum sin saber aun de sus causas. Es cosa propia de ellos su excesiva sensibilidad ante la crítica. Su tolerancia a la frustración es inexistente y la disposición a proyectar en otros sus culpas es desmedida; son como niños de cristal… estamos ante una generación de políticos de cristal.
La vergüenza es algo muy natural y el mejor medio de adaptación al medio social. El presidente no la tiene y por ello se comportan de manera tan soez y vulgar, mintiendo con total descaro cada mañana. A septiembre de 2022, de acuerdo con Luis Estrada, en entrevista en la Silla Roja, Amlo había caido en 86 mil 917 falsedades bajo la estrategia de los “otros datos” y otros recursos en su narrativa. Hoy sabemos que Yasmin Esquivel solo tuvo otros datos sobre el origen de su tesis. Hay sabemos que los gobernadores de Morena tuvieron otros datos sobre las casuas del accidente del Metro de la Ciudad de México el pasado 7 de enero y por ello apoyaron a su Claudia. Pero tambien, hoy sabemos que la historia de todo esto pronto tendrá el desenlace que debe vivir. En 2024 habremos de cobrar las mentiras y los engaños.
