NACIONALES
Cambio de piel

Desde los campos del poder, por Benjamín Mora Gómez //
Todos somos buenos hasta que nosotros mismos demostramos lo contrario. Como todo ser vivo, los reptiles crecen a lo largo de su vida; sin embargo, su piel no. Ello, de manera natural, los hace mudar de piel. Así de simple.
Los seres humanos coincidimos con esa necesidad de mudar cuando nuestra realidad nos ha quedado corta. Por ello, a veces, compramos nueva ropa, más grande en la medida en que crecemos o la moda ha cambiado o la que teníamos se nos ha raído; por ello nos cambiamos de casa o de empleo o de colonia o ciudad o país; por ello abandonamos nuestras referencias identitarias para ir por otras más elevadas, o solo quizá más satisfactorias… por ello, ¡cambiamos de piel!
Para entenderlo mejor, y deleitarnos, les invito a leer “Cambio de piel”, novela de Carlos Fuentes. Deliciosa.
En política sucede lo mismo. Cuando un grupo de apodera con un partido, quedándose con su estructura y repartiéndose sus candidaturas, los desplazados pudieran sentir que la hora de migrar ha llegado y simplemente cambian de camiseta. Eso es muy natural y humano.
No quiero entrar en detalles pues podría caer en la más indeseable de las vulgaridades; sin embargo, ejemplos hay en todos los partidos políticos. El chapulineo políticos es una realidad que tiene dos caras, la de quienes se van por conveniencia y la de quienes quizá les obligaron a migrar, a cambiar de piel. Los peores son los que migran por simple chambismo.
Hoy, vale revisar al chapulineo de alto nivel desde una mayor objetividad, y de cara en sus peores orígenes o causas: Amlo, Alito, Marco y Dante. Por ellos muchos buenos políticos han cambiado de siglas… lo grave y muy triste es que a dónde quiera que se vayan, el cochinero está también presente. He visto cómo las trasgresiones constantes a la dignidad de los militantes, les ha obligado a migrar de partido. Hoy, igual que ayer y siempre, la toxicidad política de las dirigencias partidarias ha dañado todo.
Las campañas político-electorales están a todo lo que dan. En el primer minuto del pasado 1 de marzo, los candidatos pudieron hablar. Todos “y todas”, aunque hiera a mi idioma, tuvieron la oportunidad de trazar el camino por el cual nos irán mostrando el México o Jalisco que podríamos tener en 6 años si votásemos por ellos. Así, pregunto, quién nos compartió una visión prospectiva de gobierno a 6 años, esperanzadora, bien fundamentada, certera y atractiva. Creo que nos quedaron a deber. Poco a poco se irá develando.
Millones de mexicanos, como dice la canción, quizá nos recordarían: “Me olvidé de vivir”. Millones están muertos en vida. Sin esperanza, sin ese anhelo de vida que les vivifique. Atrevida y valiente nos demostró ser Xóchitl Gálvez. Estuvo en Fresnillo, Zacatecas; la ciudad con el índice más alto de inseguridad de todo México. Bastión del Morena y se comprometió con nosotros, con todos, quienes le apoyamos y quienes aun creen en el presidente y se nos muestra aguerrida. Volverá el respeto robado por Amlo al Ejército y la Marina; dará propósito a la Guardia Nacional y volveremos a vivir con seguridad y en paz.
Los candidatos nos hablan, unos de manera bonita y otros de modo muy envilecido, de lo que queremos escuchar. Con todo, en estos tres meses de campaña, debemos reflexionar es cómo habríamos de vivir con uno o con otro, y cómo lo haremos aun a pesar de quien gane, si acaso se diera el peor de los escenarios posibles si ganase la entenada de López Obrador. Huir de México no podremos y nos quedaremos en Jalisco. Aquí, la otra Claudia nos amenaza con quitarnos nuestras viviendas que tuviésemos para rentar y vivir.
Como seres, las mujeres y los hombres estamos llamado a alcanzar lo que se llama una vida lograda, con objetivos y propósitos elevados, con valores y principios.
En las principales universidades y las empresas más exitosas del mundo, a todo aquel que aspira a entrar a ellas, se les pregunta: ¿Por qué habría de aceptarte… qué nos aportarías… qué nos haría ser aun mejores? Esto mismo les pregunto a los candidatos a cualquier cargo de elección popular; esto mismo debemos preguntarnos cuando escucharemos a los candidatos, en especial a presidente y gobernador.
Debemos saber que en las campañas políticas se tienden trampas para engañarnos. Se buscará aturdirnos como personas. Pretenderán jugar con nuestros dolores y temores, y eso es mezquino. Morena, PT y Hagamos se atreven hablar de trenes y aeropuertos como si con Amlo hubiera algo que festinar cuando son un fracaso.
Nuestra vida no es solo este momento; nuestra vida está en todo lo que podemos ser, en lo que nos espera. Elijamos a quién nos permita no distraernos, preocuparnos, en lo del gobierno y lo público, y nos podamos, sí, dedicar a lo importante: A nosotros mismos, a nuestra familia, a nuestros estudios y trabajo, y a disfrutar la vida.
ENTREVISTAS
Francisco Reséndiz Neri, candidato a juez de distrito: Juzgar con pasión, servir con independencia

Por Francisco Junco //
“Quiero seguir siendo juez porque es mi vocación y mi pasión. No busco poder, sino servir”, afirma con convicción Francisco Reséndiz Neri, Juez Séptimo de Distrito en Jalisco, mientras enfrenta un proceso inédito en México: la elección popular de jueces el 1 de junio de 2025.
Con más de 20 años en el Poder Judicial y nueve como titular en materia penal, Reséndiz, identificado con el número 25, defiende su trayectoria y su amor por los derechos humanos como su principal carta de presentación.
Un camino desde abajo
Reséndiz comenzó en los escalones más bajos del sistema judicial, como meritorio, haciendo copias y aprendiendo desde la base. Su carrera incluye roles como actuario penal, secretario del Supremo Tribunal de Justicia de Jalisco, y juez federal en materia de cateos y arraigos en la Ciudad de México, hasta llegar a la titularidad del Juzgado Séptimo de Distrito.
“Me mueve, el hecho de que creo que esto tiene que mejorar en la selección y que se requerirán personas de experiencia, personas independientes, que contribuyan a que subsista lo que es propiamente la división de poderes, la democracia como la conocemos actualmente, porque la defensa más cercana que tiene el ciudadano y todas las personas contra cualquier acto arbitrario, es precisamente el juicio de amparo, único en el mundo que permite anular cualquier acto”, señala, destacando su compromiso con la división de poderes y la democracia.
Retos de una elección sin precedentes
En entrevista con Conciencia Pública, Reséndiz aborda con franqueza los desafíos de esta elección. “Será difícil que la gente vote con cientos de nombres en una boleta, sin partidos ni propuestas tangibles”, admite. Reconoce riesgos, como la posible influencia de poderes fácticos, incluido el crimen organizado, pero insiste en que la solución es simple: “Apegarse a la ley, al caso concreto y a la Constitución”. Su experiencia, dice, es su escudo contra presiones externas.
Dilemas judiciales
Francisco Reséndiz Neri reconoce que uno de los grandes dilemas actuales en la labor jurisdiccional es la falta de una postura clara de la Suprema Corte respecto a la jerarquía entre los tratados internacionales y la Constitución.
“Muchos jueces, actuando de manera fundada, han establecido que debe prevalecer el tratado sobre la Constitución en ciertos casos, especialmente cuando se trata de derechos humanos”, explica. Sin embargo, esa práctica ha generado reacciones del poder legislativo, que habla de afectaciones a la soberanía nacional. “El problema es que cuando un juez aplica el tratado por encima de la Constitución, aunque sea para proteger derechos humanos, puede ser señalado o etiquetado, y eso no debería pasar”, señala.
Una justicia humana y equitativa
Cuenta cómo, en un caso de abuso sexual contra un menor, “coincidía la edad con la de mi hija. Estás tentado a echarle más cosas, pero no puedes. Tienes que ser objetivo. No puedes decidir por lo que sientes” y reafirmó que la objetividad no lo aleja de la empatía, “hay que ponerse en los zapatos de los otros. Todos tienen un proyecto de vida, todos merecen respeto”.
Propuestas claras
¿Por qué votar por él? Reséndiz enumera tres razones:
“Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona capacitada. Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona que ha administrado justicia y que tiene noción de lo que es o son los actos injustos. Y, tres, quiero que votes por mí porque siempre dialogaré por la protección de los derechos de las personas. Esa es mi directriz”, subraya.
Deuda histórica con las víctimas
Para Reséndiz Neri, el sistema penal mexicano tiene una deuda histórica con las víctimas, “el sistema ha privilegiado la forma sobre el fondo”, lamenta. Y pone un ejemplo elocuente, “no es lo mismo liberar a alguien porque no se leyó un derecho a tiempo, que porque no se comprobó su responsabilidad. Hay que cuidar las formas, sí, pero sin perder de vista la justicia de fondo”, apunta. Desde esa visión, Francisco Reséndiz cree necesario revisar la legislación para que no se convierta en un laberinto que sirva como impunidad.
El juez habla con firmeza sobre temas que no todos tocan con tanta claridad, por ejemplo, aseguró que la diversidad llegó para quedarse. “No puede haber discriminación por preferencia sexual, por origen étnico o por discapacidad. Es una deuda histórica que tenemos con los grupos vulnerables”. Defiende los protocolos para juzgar con perspectiva de género, y asegura que su compromiso es procurar una justicia que no sólo sea formalmente igual, sino sustantivamente justa.
En un México donde la desconfianza hacia las instituciones prevalece, Reséndiz ofrece su trayectoria: nueve años como titular del Juzgado Séptimo de Distrito y una carrera forjada en la experiencia.
En la inédita elección de jueces del 1 de junio de 2025, lamenta no poder prometer resultados tangibles como un político que ofrece obras públicas. “Solo prometo proteger los derechos de quienes lleguen a mi juzgado, porque así lo manda la Constitución”, asegura con convicción. “No lo hago por poder, sino por deber”.
CARTÓN POLÍTICO
Herida abierta
NACIONALES
Daniel Cosío Villegas y el dominio presidencial

Conciencia con Texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //
Muy certero el dicho aquel de “quien no conoce la historia está condenado a repetirla”.
Daniel Cosío Villegas, historiador, economista, catedrático, intelectual reconocido por tirios y troyanos, escribió varios libros que dieron luz para comprender cómo se hizo y cómo funcionó el Sistema Político Mexicano, confeccionado por revolucionarios, entre los que sobresalen, Álvaro Obregón, Venustiano Carranza, Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas y otros.
Don Daniel Cosío Villegas, quien tuvo que aclarar la mentirijilla que propagó de haber nacido en Colima, en 1900, cuando en verdad nació en la Ciudad de México en 1898, estableció en varios de sus libros, ensayos y textos, que México vivió alrededor de 70 años un sistema autoritario, presidencial y con un partido dominante.
Habrá que estar muy atentos a lo escrito por este sociólogo y diplomático que desnudó y encabritó a no pocos miembros de la élite que gobernó nuestro país desde que la Revolución se bajó del caballo hasta que llegó Fox con sus botas piteadas.
Don Daniel consideró que los poderes metaconstitucionales, de por sí concesionados en la Magna Carta de 1917, motivaron la Centralización del Poder en los rubros de política, economía y geografía. Esta concentración fue perversa, centralista y castrante para el resto de las entidades de la República. Tiempos hubo que en política “no se movía una hoja del árbol” sin la aprobación del Presidente de la República (así con mayúsculas) porque su poder era inmenso, total y arbitrario.
La subordinación de las autoridades municipales, estatales, así como de los poderes Legislativo y Judicial, al omnímodo poder presidencial se tornó, incluso, patético, absurdo y kafkiano.
El presidente priista en turno era un dios sexenal, que hacía y deshacía según su voluntad, su ánimo y sus intereses personales y de grupo. ¡Ay de aquél o aquellos que osaran ir en contra de la voluntad del todopoderoso presidente! Le esperaba cárcel, muerte política o… de veras.
Con esas condicionantes se canceló así la actividad política como factor de movilidad social; brilló la ausencia de un programa político claro y se apoderó del poder el oportunismo descarado y descarnado de las huestes “hienas” que pululan siempre buscando la carroña que dejan los “leones” de la grilla.
Un factor más fue el partido único, mediante el cual se legitimaron los cambios sexenales para aparentar la democracia hacia afuera, hacia los observadores mundiales. Mientras se mostraba esa falsa careta democrática al interior del partidazo y de otros partidos paleros, se practicaba la sumisión total al detentador del poder político.
Don Daniel Cosío Villegas publicó en 1972, bajo el auspicio de la Universidad de Texas, su ensayo “El sistema político mexicano, las posibilidades de cambio”.
Estableció que la creación del Partido Nacional Revolucionario, ideado en 1920, pero nacido hasta 1929, fue creado para eliminar el caudillismo de los neopolíticos postrevolucionarios, la mayoría hombres de armas, y así disminuir la violencia. Esto generó la “pax post revolución”, con el beneficio de sentar bases sólidas de la economía y algunos programas con objetivos sociales.
Octavio Paz, premio Nóbel de Literatura, solía decir que Cosío Villegas, “nos hizo conscientes de la dignidad humana”. Cosío Villegas fue director de la Escuela de Economía de la UNAM en 1933. Fue el primer director del Fondo de Cultura Económica, de 1934 a 1948 y presidente del Colegio de México de 1957 a 1963. Justamente don Daniel, siendo diplomático en Portugal, sugirió al entonces presidente Lázaro Cárdenas del Río, traer a México a los intelectuales españoles perseguidos por Francisco Franco por su afán republicano.
Ellos, los refugiados españoles fundaron la Casa de España, a la postre convertida en el Colegio de México. En 1943 el presidente Manuel Ávila Camacho aprueba y se crea el Colegio Nacional. Entre sus iniciadores está don Daniel Cosío Villegas y los jaliscienses, José Clemente Orozco, Enrique González Martínez, Mariano Azuela, acompañados por Manuel Sandoval Vallarta, Carlos Chávez, Alfonso Reyes, Alfonso y Antonio Caso, Ignacio Ochoterena, Diego Rivera, José Vasconcelos e Ignacio Chávez.
Cosío Villegas estableció que “el dominio presidencial mata todo espíritu cívico y convierte la vida política del país en una farsa profundamente aburrida”.
A este gran pensador mexicano se le consideró un liberal constitucionalista. Sus palabras parecieran resonar en estos tiempos de regresión al tiempo en que el sistema político mexicano se regía por el autoritarismo, la descalificación de los adversarios, la sumisión de los poderes, la compra de voluntades, el absolutismo y totalitarismo encarnado en un partido único al servicio del presidente en turno.
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