NACIONALES
Claudia Sheinbaum y la poderosa comunidad judía en México
De primera mano, por Francisco Javier Ruiz Quirrín //
LA COMUNIDAD judía en México es muy poderosa y tiene gran presencia. Nada más, nada menos, es la propietaria de casi todo el centro histórico de la capital de la república, pero muchos de sus integrantes figuran y han figurado en el firmamento político del país y en determinadas épocas.
En nuestros días, Claudia Sheinbaum Pardo, la segura candidata de MORENA a la presidencia de la república, desciende de familias judías y se advierte que es un tema que abordan con cuidado los distintos actores –incluido el Presidente López Obrador- que hoy compiten por el poder público y que aparecerán en las boletas electorales el próximo 2 de junio.
De llegar a Palacio Nacional, doña Claudia no sería la primera judía-mexicana en alcanzar el Poder Ejecutivo Federal.
Plutarco Elías Calles y Lázaro Cárdenas del Río, presidentes de México en la primera mitad del Siglo XX y Carlos Salinas de Gortari, en la segunda mitad de la misma centuria, llevaban en su sangre esa ascendencia.
Elías Calles odiaba a los católicos, protagonizó la “guerra Cristera”, mientras que “Tata Lázaro” admiraba a José Stalin, el dictador comunista ruso que también descendía de judíos.
Pero la “izquierda” inocultable en don Plutarco y en Cárdenas, no se vio en Salinas de Gortari, quien encabezó un régimen al que denominó “Neoliberalismo” y que cualquier enamorado de los términos “derecha e izquierda”, aseguraría que siguió el primero de los dos conceptos.
Y es que con un solo botón de muestra nos basta: En vez de “estatizar y nacionalizar”, se deshizo de todas las grandes empresas que regímenes anteriores como el de Luis Echeverría y José López Portillo, crearon y mantuvieron, ante un derroche que nos llevó a la ruina.
Salinas promovió además reformas de Estado, entre las cuales destacó el otorgamiento de validez jurídica y reconocimiento oficial a las iglesias y, en materia agraria, promovió la capacidad de los campesinos para enajenar los ejidos, sobre todo aquellos que fueron un fracaso productivo.
En nuestros días y como evidencia de la enorme influencia de la colonia judía en el país, el pasado 8 de diciembre, el semanario “Siempre!” publicó en su portada una silueta de Claudia Sheinbaum y en su cabeza un listón con el dibujo de varias “Svásticas” nazis.
Los comentarios y reclamos no se dejaron esperar y no le quedó más remedio a la directora de la publicación, Beatriz Pagés Rebollar, defender su portada pero también incluyó una disculpa. Escribió Beatriz:
“Este es un testimonio de respeto, admiración y solidaridad con la comunidad judía en México. Nunca fue nuestra intención herirla. El propósito fue oponernos al régimen autoritario que gobierna el país, que de consolidarse en el 2024 pondría en riesgo las libertades y derechos humanos de todos, incluso de quienes han hecho de la portada una interpretación sesgada e interesada”.
Desde luego que es probable que la señora Sheinbaum sea la primera mujer presidenta de México. Por supuesto que nadie duda de su palabra empeñada respecto a que dará continuidad al proyecto político de López Obrador, pero no tenemos una bola de cristal para asegurar que actuará, ya sentada en la silla del gran poder, con estilo muy propio y de acuerdo a intereses personales muy arraigados.
A ver. ¿Y podría influir su ascendencia judía? Cualquiera, sobre todo el conocedor de la historia, apostaría con seguridad a que eso sucedería. Me escribió un estudioso del tema:
“La comunidad judía del país es dueña y controla el 80% del mercado inmobiliario, el 70% de las cadenas hoteleras y aproximadamente el 50% de la participación accionaria en la banca nacional y el mercado bursátil.
Por eso no está conforme con las políticas públicas del actual gobierno de López Obrador.
Y en caso de triunfar Claudia Sheinbaum, lo primero que hará la élite financiera y empresarial descendiente de Abraham y Moisés, será convocar a reunión a los miembros de «El Gran Sanedrín», con el objetivo de tomar las medidas necesarias para impedir la continuidad de las políticas públicas de López Obrador, mismas que han generado incertidumbre en las calificadoras internacionales y, por ende, entre los grandes inversionistas nacionales y del mundo.
La comunidad judía está dispuesta a ejercer la presión que sea necesaria para influir en una de las suyas por encima de cualquier otro compromiso político, así sea con su antecesor.
Con el fin de impedir que se siga poniendo en riesgo su tesorería, sus múltiples inversiones en bienes tangibles e intangibles; como las bursátiles por un lado, y por otro, las inversiones inmobiliarias en toda la república mexicana que han sido afectadas en su plusvalía.
Pero eso no impedirá que la inmensa mayoría de los ciudadanos mexicanos continuemos a merced del dominio de las élites políticas y económicas del país.
Porque en cada sexenio cambiamos de marca o de grupo, pero continuamos siendo una sociedad vulnerable por la falta de cultura cívica y de solidaridad en torno de una causa y de un propósito común de libertad, democracia y defensa de nuestros derechos constitucionales”
¿Qué le parece? Por supuesto, es una especulación, pero cualquier parecido con la realidad, no es ninguna coincidencia.
