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Comida para gato

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Opinión, por Miguel Ángel Anaya Martínez //

El 20 de marzo de 2020, en medio del primer pico de la pandemia generada por el coronavirus, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos emitieron una orden de salud pública con el objetivo detener la propagación del covid-19 y para esto, se instruyó a las autoridades a expulsar de territorio estadounidense a cualquier migrante sospechoso de ser portador de coronavirus. La política es conocida como Título 42.

Amparados en esto, la Oficina de Aduanas y Protección de Fronteras de Estados Unidos prohibió la entrada de personas que «potencialmente representaran un riesgo para la salud», ya sea por las restricciones de viaje anunciadas o por haber ingresado ilegalmente al país con el fin de «eludir las medidas de detección médica». Evidentemente, esta medida afectó a miles de migrantes latinos y fue aplaudida por el sector conservador de los Estados Unidos.

Durante el periodo que tuvo efecto el llamado título 42, los migrantes detenidos en la frontera, no eran retenidos para su procesamiento, eran expulsados inmediatamente a su país de último tránsito; ese país generalmente era México, ya sea porque los migrantes eran mexicanos o porque nuestro país es el territorio de tránsito de migrantes de Centroamérica. La medida se anuló el 11 de mayo pasado, provocando críticas de aquellos que consideran que las fronteras deben cerrarse.

En medio de la tensión política por el fin de las restricciones, el senador republicano John Kennedy hizo declaraciones contra México durante una audiencia con la jefa de la DEA, Anne Milgram. Kennedy criticó a Milgram y al presidente Biden por su falta de acciones contra los cárteles mexicanos y el suavizar las medidas migratorias. También comparó la economía de ambos países.

Nuestra economía es 18 veces más grande que la de México. Les compramos 400 billones de dólares cada año, sin la gente de Estados Unidos, México, hablando en sentido figurado, estaría comiendo comida para gatos de una lata y viviendo en una carpa,” señaló.

Si el presidente López Obrador invitara al ejército estadounidense o al personal encargado de hacer cumplir la ley a ir a México y trabajar con los mismos en México, podríamos detener a los cárteles. ¿No es eso un hecho?”, cuestionó el senador.

Las reacciones de los funcionarios mexicanos no se hicieron esperar, el presidente López Obrador pidió a los ciudadanos estadounidenses de origen latino no votar por este tipo de personajes, el Canciller Ebrard, señaló al senador estadounidense de ser ignorante y racista, por su parte, el embajador de México en Estados Unidos redactó una carta solicitando que el político se disculpase.

Vamos por partes, primero hay que señalar que en territorio estadounidense habitan, de manera legal o no, 38.5 millones de personas de origen mexicano, es decir más del diez por ciento de la población de los Estados Unidos -que asciende a los 332 millones-, sí, en muchas partes de Estados Unidos se habla buen español y se comen buenos tacos.

En temas económicos, México es el segundo socio comercial de Estados Unidos y el primer destino de las exportaciones de California, Arizona y Texas. Alrededor de seis millones de empleos formales en territorio estadounidense dependen del comercio con México y cada minuto se realizan operaciones de compraventa por cerca de un millón de dólares. De ese tamaño es la economía que representa la relación entre ambos países.

La frontera. que une a México y Estados Unidos tiene 3,140 kilómetros y es la más transitada del mundo. Un millón de personas y trescientos mil vehículos la cruzan diariamente.

Tal vez, hace falta entender, que la relación entre México y Estados Unidos es necesaria y sobre todo, inevitable; que ésta, es más trascendente que la opinión infundada e ignorante de unos cuantos; que estamos entrelazados económica, cultural y hasta familiarmente; que los problemas de migración y narcotráfico son impulsados por la falta de políticas públicas en ambos lados de la frontera; que la gente migra principalmente por falta de empleo y la inseguridad y que ahí, ambos gobiernos tienen parte de responsabilidad. Necesitamos lograr políticas públicas en conjunto, respetando la dignidad y la soberanía de cada país.

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