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NACIONALES

¿Creer en las encuestas?

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Opinión, por Luis Manuel Robles Naya //

Comienzan las campañas y con ellas el desfile de encuestas y mensajes de políticos, tan (in) creíbles las unas como los otros, especialmente ahora que ambas son utilizadas para influir en el ánimo de la gente, para lo cual la verdad no es tan necesaria.

El prescindir de la verdad como principio, es lo que ha dado al traste con la credibilidad de los políticos, y los frecuentes fallos de los estudios de opinión, que no tienen que ver con la verdad sino con el profesionalismo y capacidad para el manejo de las variables estadísticas, han afectado por igual a la confianza en las empresas encuestadoras. Por ello ahora, la incredulidad tiende a establecerse.

La credibilidad, es la aceptación que puedan tener nuestras palabras o datos, mientras que la credulidad es la facilidad que tenemos para creer. Por naturaleza, tendemos a rechazar todo aquello que no encaja con lo que pensamos, así que una encuesta que muestre que hay superioridad de un bando será difícil de creer por el otro, sobre todo si las redes sociales que frecuentamos nos muestran una realidad virtual que nos afirma las convicciones o creencias.

Independientemente, el público de las encuestas se ha vuelto escéptico y ayuda a ello que entre enero y febrero se hayan publicado 22 encuestas de 14 casas encuestadoras (oraculus.mx) con diferencias que van desde los 19 puntos de diferencia entre el primer y segundo lugar que arroja el estudio de El Financiero y 34 que señala Covarrubias y Asociados; o Demotecnia que llega hasta 62 puntos de ventaja y SIMO con 40 o Mendoza Blanco y Asociados con 41.

Las divergencias entre casas encuestadoras suelen ser frecuentes, pero márgenes tan amplios afectan a la certidumbre de los datos y la credibilidad de sus emisores. Desafortunadamente seguiremos viendo esto porque las encuestas están dejando de ser herramientas para conocer a los entrevistados y el diseño de estrategias, convirtiéndose en panfletos propagandísticos.

La utilidad de este recurso de campaña es muy cuestionable, sobre todo al inicio de las mismas y solo puede entenderse si lo que se busca es desalentar el proceso democrático. Empresas serias han dejado establecido que, al mes de febrero, el 67% ya definió a quien le dará su voto (El Financiero Mzo. 4/24). Resulta natural pensar que el resto, en su mayoría se abstenga de participar si al parecer ya todo está definido y muchos de los convencidos pierden motivación para asistir a las urnas.

Las encuestas no son vaticinios, ni oráculos los encuestadores y existen muchos elementos a considerar antes de dar valor definitivo a los números que presentan como fotografía del momento.

Las diferencias observadas hasta hoy nos llevarían, a los escépticos como yo, a dudar de la validez del cuestionario usado al momento del levantamiento, o del procedimiento para obtener la muestra, o lo confiable de la información levantada en campo y la técnica estadística utilizada, porque diferencias tan notables son significativas.

Algunos dirán que lo importante es la tendencia que configuran, independientemente de los números tan distintos, pero no es un argumento válido para quien desde su casa observa el desarrollo de las campañas y tiene predilección por alguna opción, particularmente si éste es un participante en redes sociales.

La conversación en el ciberespacio no refleja diferencias tan notables y aunque puede ser sujeto de manipulación a través de granjas de boots, al haberse convertido en herramientas accesibles para los equipos de campaña también tienden a equilibrarse entre ellos. Es otro campo de batalla en el que la verdad es relativa.

La razón para que el dominio en las redes se equilibre tiene un poco su origen en el anonimato y la libertad de opinar sin comprometerse que ofrecen las plataformas, en las que no se da el porcentaje de rechazo o no respuesta que ocurre en una encuesta telefónica o en vivienda. Si los sondeos realizados en estos medios son acertados o no aún está por saberse.

Lo cierto es, que dar credibilidad a las encuestas publicadas hasta estos momentos no es recomendable y que salvo muy escasas y honrosas excepciones, son por ahora, ante los ojos ciudadanos, solo instrumentos de propaganda.

La sobrecarga de información nos vuelve incrédulos. Entre encuestas amañadas o defectuosamente realizadas, una conversación social despojada de puntos intermedios y redes sociales manipuladas, la credibilidad de los estudios presentados es dudosa.

La mejor encuesta la ofrece la realidad y en las otras fotos de las encuestas, esas que hablan de resultados en salud, educación, seguridad, corrupción y servicios asistenciales, hay, como dijera el clásico, otros datos.

La objetividad nos debería llevar a no creer llanamente la fotografía que nos muestra una gráfica que vemos publicada, en especial si la intención es predisponer el ánimo ciudadano a favor de un contendiente.

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1 Comment

1 Comments

  1. Juan Carlos Abaroa Heinecke

    12 de marzo de 2024 at 07:48

    Muy bueno mi Robles, siempre me tranquiliza el leerte, gracias por ello, un fuerte abrazo!

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ENTREVISTAS

Francisco Reséndiz Neri, candidato a juez de distrito: Juzgar con pasión, servir con independencia

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Por Francisco Junco //

“Quiero seguir siendo juez porque es mi vocación y mi pasión. No busco poder, sino servir”, afirma con convicción Francisco Reséndiz Neri, Juez Séptimo de Distrito en Jalisco, mientras enfrenta un proceso inédito en México: la elección popular de jueces el 1 de junio de 2025.

Con más de 20 años en el Poder Judicial y nueve como titular en materia penal, Reséndiz, identificado con el número 25, defiende su trayectoria y su amor por los derechos humanos como su principal carta de presentación.

Un camino desde abajo

Reséndiz comenzó en los escalones más bajos del sistema judicial, como meritorio, haciendo copias y aprendiendo desde la base. Su carrera incluye roles como actuario penal, secretario del Supremo Tribunal de Justicia de Jalisco, y juez federal en materia de cateos y arraigos en la Ciudad de México, hasta llegar a la titularidad del Juzgado Séptimo de Distrito.

“Me mueve, el hecho de que creo que esto tiene que mejorar en la selección y que se requerirán personas de experiencia, personas independientes, que contribuyan a que subsista lo que es propiamente la división de poderes, la democracia como la conocemos actualmente, porque la defensa más cercana que tiene el ciudadano y todas las personas contra cualquier acto arbitrario, es precisamente el juicio de amparo, único en el mundo que permite anular cualquier acto”, señala, destacando su compromiso con la división de poderes y la democracia.

Retos de una elección sin precedentes

En entrevista con Conciencia Pública, Reséndiz aborda con franqueza los desafíos de esta elección. “Será difícil que la gente vote con cientos de nombres en una boleta, sin partidos ni propuestas tangibles”, admite. Reconoce riesgos, como la posible influencia de poderes fácticos, incluido el crimen organizado, pero insiste en que la solución es simple: “Apegarse a la ley, al caso concreto y a la Constitución”. Su experiencia, dice, es su escudo contra presiones externas.

Dilemas judiciales

Francisco Reséndiz Neri reconoce que uno de los grandes dilemas actuales en la labor jurisdiccional es la falta de una postura clara de la Suprema Corte respecto a la jerarquía entre los tratados internacionales y la Constitución.

“Muchos jueces, actuando de manera fundada, han establecido que debe prevalecer el tratado sobre la Constitución en ciertos casos, especialmente cuando se trata de derechos humanos”, explica. Sin embargo, esa práctica ha generado reacciones del poder legislativo, que habla de afectaciones a la soberanía nacional. “El problema es que cuando un juez aplica el tratado por encima de la Constitución, aunque sea para proteger derechos humanos, puede ser señalado o etiquetado, y eso no debería pasar”, señala.

Una justicia humana y equitativa

Cuenta cómo, en un caso de abuso sexual contra un menor, “coincidía la edad con la de mi hija. Estás tentado a echarle más cosas, pero no puedes. Tienes que ser objetivo. No puedes decidir por lo que sientes” y reafirmó que la objetividad no lo aleja de la empatía, “hay que ponerse en los zapatos de los otros. Todos tienen un proyecto de vida, todos merecen respeto”.

Propuestas claras

¿Por qué votar por él? Reséndiz enumera tres razones:

“Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona capacitada. Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona que ha administrado justicia y que tiene noción de lo que es o son los actos injustos. Y, tres, quiero que votes por mí porque siempre dialogaré por la protección de los derechos de las personas. Esa es mi directriz”, subraya.

Deuda histórica con las víctimas

Para Reséndiz Neri, el sistema penal mexicano tiene una deuda histórica con las víctimas, “el sistema ha privilegiado la forma sobre el fondo”, lamenta. Y pone un ejemplo elocuente, “no es lo mismo liberar a alguien porque no se leyó un derecho a tiempo, que porque no se comprobó su responsabilidad. Hay que cuidar las formas, sí, pero sin perder de vista la justicia de fondo”, apunta. Desde esa visión, Francisco Reséndiz cree necesario revisar la legislación para que no se convierta en un laberinto que sirva como impunidad.

El juez habla con firmeza sobre temas que no todos tocan con tanta claridad, por ejemplo, aseguró que la diversidad llegó para quedarse. “No puede haber discriminación por preferencia sexual, por origen étnico o por discapacidad. Es una deuda histórica que tenemos con los grupos vulnerables”. Defiende los protocolos para juzgar con perspectiva de género, y asegura que su compromiso es procurar una justicia que no sólo sea formalmente igual, sino sustantivamente justa.

En un México donde la desconfianza hacia las instituciones prevalece, Reséndiz ofrece su trayectoria: nueve años como titular del Juzgado Séptimo de Distrito y una carrera forjada en la experiencia.

En la inédita elección de jueces del 1 de junio de 2025, lamenta no poder prometer resultados tangibles como un político que ofrece obras públicas. “Solo prometo proteger los derechos de quienes lleguen a mi juzgado, porque así lo manda la Constitución”, asegura con convicción. “No lo hago por poder, sino por deber”.

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CARTÓN POLÍTICO

Herida abierta

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NACIONALES

Daniel Cosío Villegas y el dominio presidencial

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Conciencia con Texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //

Muy certero el dicho aquel de “quien no conoce la historia está condenado a repetirla”.

Daniel Cosío Villegas, historiador, economista, catedrático, intelectual reconocido por tirios y troyanos, escribió varios libros que dieron luz para comprender cómo se hizo y cómo funcionó el Sistema Político Mexicano, confeccionado por revolucionarios, entre los que sobresalen, Álvaro Obregón, Venustiano Carranza, Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas y otros.

Don Daniel Cosío Villegas, quien tuvo que aclarar la mentirijilla que propagó de haber nacido en Colima, en 1900, cuando en verdad nació en la Ciudad de México en 1898, estableció en varios de sus libros, ensayos y textos, que México vivió alrededor de 70 años un sistema autoritario, presidencial y con un partido dominante.

Habrá que estar muy atentos a lo escrito por este sociólogo y diplomático que desnudó y encabritó a no pocos miembros de la élite que gobernó nuestro país desde que la Revolución se bajó del caballo hasta que llegó Fox con sus botas piteadas.

Don Daniel consideró que los poderes metaconstitucionales, de por sí concesionados en la Magna Carta de 1917, motivaron la Centralización del Poder en los rubros de política, economía y geografía. Esta concentración fue perversa, centralista y castrante para el resto de las entidades de la República. Tiempos hubo que en política “no se movía una hoja del árbol” sin la aprobación del Presidente de la República (así con mayúsculas) porque su poder era inmenso, total y arbitrario.

La subordinación de las autoridades municipales, estatales, así como de los poderes Legislativo y Judicial, al omnímodo poder presidencial se tornó, incluso, patético, absurdo y kafkiano.

El presidente priista en turno era un dios sexenal, que hacía y deshacía según su voluntad, su ánimo y sus intereses personales y de grupo. ¡Ay de aquél o aquellos que osaran ir en contra de la voluntad del todopoderoso presidente! Le esperaba cárcel, muerte política o… de veras.

Con esas condicionantes se canceló así la actividad política como factor de movilidad social; brilló la ausencia de un programa político claro y se apoderó del poder el oportunismo descarado y descarnado de las huestes “hienas” que pululan siempre buscando la carroña que dejan los “leones” de la grilla.

Un factor más fue el partido único, mediante el cual se legitimaron los cambios sexenales para aparentar la democracia hacia afuera, hacia los observadores mundiales. Mientras se mostraba esa falsa careta democrática al interior del partidazo y de otros partidos paleros, se practicaba la sumisión total al detentador del poder político.

Don Daniel Cosío Villegas publicó en 1972, bajo el auspicio de la Universidad de Texas, su ensayo “El sistema político mexicano, las posibilidades de cambio”.

Estableció que la creación del Partido Nacional Revolucionario, ideado en 1920, pero nacido hasta 1929, fue creado para eliminar el caudillismo de los neopolíticos postrevolucionarios, la mayoría hombres de armas, y así disminuir la violencia. Esto generó la “pax post revolución”, con el beneficio de sentar bases sólidas de la economía y algunos programas con objetivos sociales.

Octavio Paz, premio Nóbel de Literatura, solía decir que Cosío Villegas, “nos hizo conscientes de la dignidad humana”. Cosío Villegas fue director de la Escuela de Economía de la UNAM en 1933. Fue el primer director del Fondo de Cultura Económica, de 1934 a 1948 y presidente del Colegio de México de 1957 a 1963. Justamente don Daniel, siendo diplomático en Portugal, sugirió al entonces presidente Lázaro Cárdenas del Río, traer a México a los intelectuales españoles perseguidos por Francisco Franco por su afán republicano.

Ellos, los refugiados españoles fundaron la Casa de España, a la postre convertida en el Colegio de México. En 1943 el presidente Manuel Ávila Camacho aprueba y se crea el Colegio Nacional. Entre sus iniciadores está don Daniel Cosío Villegas y los jaliscienses, José Clemente Orozco, Enrique González Martínez, Mariano Azuela, acompañados por Manuel Sandoval Vallarta, Carlos Chávez, Alfonso Reyes, Alfonso y Antonio Caso, Ignacio Ochoterena, Diego Rivera, José Vasconcelos e Ignacio Chávez.

Cosío Villegas estableció que “el dominio presidencial mata todo espíritu cívico y convierte la vida política del país en una farsa profundamente aburrida”.

A este gran pensador mexicano se le consideró un liberal constitucionalista. Sus palabras parecieran resonar en estos tiempos de regresión al tiempo en que el sistema político mexicano se regía por el autoritarismo, la descalificación de los adversarios, la sumisión de los poderes, la compra de voluntades, el absolutismo y totalitarismo encarnado en un partido único al servicio del presidente en turno.

 

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