MUNDO
Democracia, dictadura y Venezuela

Opinión, por Miguel Anaya //
El 2024 ha sido un año atípico para el mundo, al finalizar este año, alrededor de 4 mil millones de personas vivirán elecciones de carácter nacional en sus respectivos países; vamos a mitad del año y varias elecciones se han llevado a cabo.
Taiwán y la India culminaron sus procesos electorales durante el primer trimestre del año, México ya pasó por las elecciones presidenciales, Venezuela acaba de vivir un proceso electoral que deja más dudas que certezas y en poco más de dos meses Estados Unidos llevará el suyo.
En los últimos días, la polémica se ha desatado en torno a la elección venezolana, ya que la oposición afirma haber ganado las elecciones y que el gobierno de Nicolás Maduro ha cometido fraude electoral, para esto se basan en una gran capacidad de organización donde cuentan con la gran mayoría de las actas electorales que dan el gane por amplio margen al opositor Edmundo González, por su parte el Tribunal de Justicia que controla Maduro le ha dado la victoria a -prepárese para la sorpresa- ¡Nicolás Maduro!
Derivado de esto, los gobiernos de Chile, Costa Rica, Argentina, Perú, Panamá, República Dominicana y Uruguay han levantado la voz exigiendo un proceso limpio, consecuentemente el gobierno venezolano ha pedido que los equipos diplomáticos de estos países abandonen Venezuela.
Así la polémica, México, un país donde el gobierno se recarga a la izquierda y que ideológicamente coquetea con el régimen venezolano ha decidido mantenerse neutral, incluso hay quienes desde sus cargos públicos defienden a Maduro y los 25 años de chavismo y hacen comparativas de como en democracias europeas hay líderes que llevan varios años el poder; Angela Merkel lideró Alemania por 16 años mientras que el canadiense Justin Trudeau lleva casi 10 años en el poder y parece que así seguirá por un tiempo más ¿Por qué allá si está bien y en Venezuela no? Argumentan.
Primero habrá que decir, que si por democracia se entiende llevar a cabo la voluntad del pueblo preguntando constantemente que desea o si algo está bien o mal (sugerencia que ya deja muchas dudas porqué normalmente los que están en el poder preguntan al pueblo solo lo que les conviene preguntar), nos enfrentaríamos a la necesidad de tener un instituto electoral totalmente independiente, mismo que garantizara la imparcialidad de los procesos. Ese no es el caso de Venezuela ya que el conteo de votos se hace desde el gobierno, no por organismos autónomos.
Por otro lado, si bien es cierto que algunos líderes europeos y canadienses han durado bastantes años en el poder es primeramente porque el sistema electoral y político de esos países así lo tienen resuelto desde antes de que ellos tomarán el poder, no han reformado la constitución a su conveniencia ni han tomado el control de los institutos electorales de aquellos países.
La estabilidad política europea y canadiense son resultado de una democracia indirecta donde el parlamento tiene mucho peso, no es un sistema presidencialista como suele ocurrir en Latinoamérica, los líderes europeos suelen encontrar un contrapeso de verdad en el poder legislativo y esto logra un equilibrio gubernamental importante.
Por si fuera poco, la dictadura se define como un régimen político que, por la fuerza o violencia, concentra todo el poder en una persona o en una organización y reprime los derechos humanos y las libertades individuales.
La diferencia entre gobiernos europeos que se han perpetuado y la situación en Venezuela es clara, para mantenerse en el poder el gobierno de Maduro ha encarcelado a más de 300 opositores, ha ejercido la violencia contra aquellos que critican su régimen basado en una fuerte inclusión del ejército en las funciones del gobierno y esto ha llevado a crisis económicas y políticas.
Hay que decirlo como es: Maduro es un dictador y las y los venezolanos merecen que sus derechos y sus decisiones se respeten. Como mexicanos no podemos ser omisos ante la situación, ni mucho menos se puede defender a un régimen que constantemente viola los derechos humanos y, sobre todo, hay que ver los sucesos del país vecino para que México nunca caiga en situaciones similares.
MUNDO
Cielos de Europa en alerta: la OTAN dispara por primera vez contra drones rusos en territorio aliado

– Por Redacción Conciencia Pública
El 10 de septiembre de 2025 marcó un hito en la historia de la defensa colectiva de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN): por primera vez, aviones del pacto —en apoyo a Polonia— abrieron fuego contra drones rusos que penetraron en el espacio aéreo aliado, convirtiéndose en la primera acción militar directa de la alianza sobre su territorio desde el inicio de la guerra en Ucrania.
Polonia reportó la entrada de hasta 19 drones, algunos procedentes de Bielorrusia, los cuales fueron considerados amenazas directas y, por ello, neutralizados con apoyo de aviones caza F-16 polacos y F-35 neerlandeses.
Las operaciones implicaron el cierre temporal de los aeropuertos de Varsovia y Lublin, y órdenes de resguardo para la población en regiones orientales del país, cercanas a Ucrania.
El primer ministro polaco, Donald Tusk, calificó el incidente como una “provocación a gran escala” de parte de los rusos, y afirmó que la situación era “la más cercana a un conflicto abierto desde la Segunda Guerra Mundial”.
A raíz de lo ocurrido, Polonia invocó el Artículo 4 de la organización, dando inicio a consultas urgentes entre los países aliados, entre los que se encuentra Estados Unidos, el país con más capacidades militares en el tratado.
El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, condenó firmemente la acción rusa y reafirmó el compromiso de la alianza de defender cada centímetro de su espacio aéreo. El coronel Martin O’Donnell, portavoz del Mando Supremo Aliado en Europa (SHAPE), enfatizó: «Esta es la primera vez que aviones de la OTAN han enfrentado amenazas potenciales en el espacio aéreo aliado».
La incidencia se produjo durante un amplio ataque de Rusia contra Ucrania la noche de ayer, que involucró cientos de drones y decenas de misiles.
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenskiy, advirtió que al menos ocho de esos drones estaban dirigidos hacia Polonia y consideró el episodio como un “precedente extremadamente peligroso para Europa”.
Aunque Polonia activó el Artículo 4, no llegó a invocar el Artículo 5, que establece el mecanismo de defensa colectiva inmediata (en ese artículo se señala que todos los países de la OTAN deben acudir inmediatamente a defender al país atacado). Analistas consideran este movimiento como una señal de diplomacia firme más que un preludio a una escalada militar mayor.
Mientras tanto, la Unión Europea propone reforzar la protección de sus fronteras, con iniciativas como la construcción de una “muralla antidrón” en el este del continente.
CARTÓN POLÍTICO
Edición 806: Segundo piso en López Mateos: ¿Solución rápida o error costoso?
Si prefiere descargar el PDF en lugar de leer online: CLICK AQUÍ
Lectores en teléfono celular: Para una mejor lectura online, girar a la posición horizontal.
LAS CINCO PRINCIPALES:
Segundo piso en López Mateos: ¿Solución rápida o error costoso?
Colomos III: La batalla por el patrimonio ecológico de Jalisco
Convención Estatal de MC: Asume Mirza Flores dirigencia estatal del partido naranja
Primer informe de labores legislativas de Claudia Salas: «La gente quiere resultados, no pleitos»
MUNDO
El dilema mexicano: Entre Caracas, Pekín y Washington

– Opinión, por Miguel Anaya
México tiene la mala costumbre de creer que los conflictos internacionales son películas que se ven desde la butaca, con palomitas en mano y distancia segura. Pero lo que hoy ocurre en el Caribe, con barcos estadounidenses hundiendo lanchas venezolanas y un Nicolás Maduro agitando la bandera de resistencia, no es un espectáculo ajeno: es una tormenta que, tarde o temprano, alcanzará nuestras costas.
La posible intervención de Estados Unidos en Venezuela —sea directa o disfrazada de “operativo contra el narcotráfico”— nos recuerda varias cosas incómodas. La primera: que Washington sigue viendo a América como su jardín trasero, y que cuando la Casa Blanca mueve barcos y marines hacia el sur, México queda automáticamente dentro del perímetro de seguridad. No se nos pregunta si queremos, se nos asume dentro del esquema.
La segunda: que cada bomba que caiga en el Caribe traerá repercusiones en nuestras fronteras. No se necesita ser un experto en migración para imaginar lo que significaría una oleada de venezolanos huyendo de un conflicto bélico. Ya con los flujos actuales, el Estado mexicano colapsa en recursos y paciencia social; con una guerra en Sudamérica, el caos migratorio se multiplicaría. Y, como siempre, la presión no llegaría solo de los migrantes, sino de Estados Unidos exigiendo que México sea muro, policía y albergue al mismo tiempo.
El aspecto económico tampoco es menor. Si Venezuela, el país con las mayores reservas probadas de petróleo en el mundo, se incendia, el mercado energético se agita. Podría ser una oportunidad para que México venda más crudo, pero también un riesgo de volatilidad y chantaje. Estados Unidos exigiría “solidaridad energética” a cambio de no apretarnos más en otros frentes. Y mientras tanto, China, Rusia y Corea del Norte —muy juntos, muy sonrientes en el reciente desfile de Pekín— lanzarían el mensaje de que existe un bloque alternativo para quienes no se sometan al viejo orden. Un coqueteo tentador, pero peligroso, porque México no puede darse el lujo de enemistarse con su principal socio comercial y cultural.
¿Y qué papel debe jugar la presidenta Sheinbaum? Aquí es donde la película se vuelve mexicana. Sheinbaum no puede limitarse al guion tradicional de “neutralidad” y “no intervención”, fórmulas diplomáticas que sirven en conferencias de prensa, pero no en medio de una crisis migratoria, militar y energética.
México debe anticiparse: diseñar políticas de contención migratoria con dignidad y sin colapso; blindar su economía para resistir turbulencias externas; y, sobre todo, plantear una estrategia clara frente a Washington. Porque la historia nos dice que, cuando el imperio se pone nervioso, México no es invitado a opinar: es arrastrado.
El dilema es cruel, pero inevitable: si nos alineamos ciegamente con Estados Unidos, perdemos margen de soberanía; si coqueteamos demasiado con Pekín y Moscú, arriesgamos represalias inmediatas. Lo que no podemos hacer es fingir que nada pasa. Porque cuando los cañones apuntan hacia el sur y las banderas ondean en Pekín, lo que está en juego no es la geopolítica abstracta, sino nuestra seguridad, nuestras fronteras y nuestra estabilidad interna. Una situación geopolítica muy complicada que deberá resolverse.
En suma, México no tiene opción de hacerse el distraído: lo que se juega en el Caribe no es un pleito lejano entre Maduro y Trump, sino un recordatorio brutal de que la geopolítica siempre cobra factura. El estado mexicano deberá decidir si quiere ser jugador con estrategia o simple ficha movida por inercia.
Y aunque la tentación nacional sea encogerse de hombros y decir “eso es problema de ellos”, lo cierto es que cuando los cañones rugen en el sur, los migrantes caminan hacia el norte y entre tanto, el centro tiembla. Lo irónico es que México siempre quiso ser neutral; lo triste es que, en este tablero, la neutralidad es el nombre elegante de la indefensión.