MUNDO
El arte de la guerra, el arte del acuerdo

Opinión, por Víctor Hugo Celaya Celaya //
El enfoque político y económico de Donald Trump está profundamente arraigado en su experiencia como empresario y político. Su discurso refleja una mezcla entre las tácticas de negociación agresiva y un nacionalismo económico, con mensajes centrados en la autosuficiencia y la prosperidad interna de Estados Unidos, como lo evidencian su lema «Make America Great Again» y su libro El arte de la negociación.
Estos principios han guiado su postura en temas clave como el comercio exterior y la seguridad nacional, con declaraciones que insinúan tanto la posibilidad de una guerra comercial como la necesidad de renegociar acuerdos con México y otros países. Esta visión busca afirmar la posición de Estados Unidos como una potencia económica independiente.
¿El arte de la negociación o el arte de la guerra?
La estrategia de Trump parece inspirarse tanto en El arte de la negociación como en El arte de la guerra de Sun Tzu. Mientras que Trump promueve una táctica de confrontación agresiva con amenazas y declaraciones que buscan forzar a sus oponentes a ceder, Sun Tzu aboga por la anticipación y la comprensión del adversario antes de actuar.
Ambos enfoques coinciden en la importancia de analizar al adversario, identificar sus debilidades y proyectar intenciones firmes para ganar ventaja antes de cualquier confrontación. Sin embargo, mientras Sun Tzu subraya la importancia de evitar la confrontación directa y buscar la victoria sin necesidad de luchar, Trump enfatiza la utilización del conflicto como herramienta de presión para obtener concesiones.
Esta filosofía se manifiesta claramente en su política exterior, particularmente en la relación con México. Los temas como la inseguridad, el narcotráfico y la migración descontrolada son señalados como amenazas a la seguridad nacional, lo que obliga a México a abordar estos retos internos para negociar desde una posición más sólida.
El camino para una negociación efectiva
En los últimos años, México ha tendido a imponer decisiones más que negociar consensos al definir políticas públicas. Hoy más que nunca, la negociación es la vía esencial para alcanzar acuerdos equitativos con países vecinos, especialmente con EE.UU. y Canadá.
Negociar con una potencia global requiere comprender bien al adversario, pero también reconocer las propias fortalezas y debilidades. No se trata de imponer unilateralmente, sino de buscar acuerdos mutuamente beneficiosos que fortalezcan las relaciones bilaterales y promuevan el desarrollo económico conjunto.
México debe apostar por un enfoque que proteja sus sectores productivos más vulnerables, incentivando la sustitución de importaciones y promoviendo la competitividad de sus exportaciones. Esta visión no debe limitarse a la esfera internacional, sino aplicarse también en la política interna, evitando mayorías legislativas aplastantes y fomentando el diálogo constructivo.
La importancia del trabajo interparlamentario
El trabajo interparlamentario ha sido un pilar fundamental en la historia reciente de México, especialmente durante las negociaciones del TLCAN y su sucesor, el T-MEC. Un ejemplo sobresaliente de colaboración fue la creación del «cuarto de junto», un consejo asesor conformado por expertos y representantes del sector productivo que jugó un papel crucial en la primera fase de las negociaciones comerciales.
Considero vital revisar los antecedentes de los encuentros y reuniones interparlamentarias entre nuestros países para modernizar y actualizar la agenda binacional. Como mencioné en mi artículo anterior, Globalización y Proteccionismo: ¿dónde está el equilibrio para México?, tuve el honor de coordinar el Consejo Asesor de Negociaciones Comerciales Internacionales de la Secretaría de Comercio y Fomento Industrial (hoy Secretaría de Economía) durante el proceso del TLCAN, entre 1994 y 1997. En ese tiempo, trabajé estrechamente con el entonces Secretario de Economía, Herminio Blanco, quien encabezaba las negociaciones junto a un equipo técnico altamente capacitado.
Retomar y modernizar este modelo de diálogo y participación es esencial para las futuras negociaciones con EE.UU. y Canadá. Es imperativo involucrar a todos los sectores productivos, incluyendo micro, pequeños y medianos empresarios, quienes deben ser parte activa en la definición de los acuerdos comerciales que impacten directamente en su crecimiento y competitividad.
Un enfoque técnico y económico responsable
El camino hacia un nuevo tratado comercial debe equilibrar apertura y protección estratégica de la planta productiva mexicana. Es vital promover el nearshoring y la modernización de la infraestructura fronteriza para atraer inversión y fortalecer las exportaciones.
Para lograrlo, se requiere la participación de los mejores expertos en comercio internacional, además de la colaboración entre los sectores productivos, el congreso de México, el congreso de EE.UU., el parlamento de Canadá y los representantes técnicos con experiencia en negociaciones pasadas.
México no debe negociar desde la debilidad, sino con la convicción de ser un socio estratégico esencial para EE.UU. y Canadá. La clave está en mantener una postura firme pero conciliadora, basada en el respeto mutuo y la cooperación.
Al mismo tiempo, es fundamental diseñar una estrategia económica de largo plazo que diversifique mercados y reduzca la dependencia del comercio con EE.UU., asegurando un crecimiento sostenible y mayores oportunidades para todos los sectores productivos del país.
MUNDO
La Reserva Federal de Estados Unidos baja la tasa de interés: impacto directo en México

– Por Redacción Conciencia Pública
La Reserva Federal de Estados Unidos (la Fed) decidió este martes bajar su tasa de interés en un cuarto de punto, dejándola en 4.00 a 4.25%. En palabras simples: el dinero en Estados Unidos será más barato para bancos, empresas y consumidores. Y cuando eso pasa en la mayor economía del mundo, el efecto se siente en todo el planeta.
¿Por qué lo hicieron? Porque la economía estadounidense se está enfriando: se generan menos empleos y el consumo pierde fuerza. Con tasas más bajas, la Fed quiere darle un empujón al crecimiento, hacer que pedir prestado sea más barato y que la gente gaste e invierta más.
¿Y a México cómo le pega? Directo. Estados Unidos es nuestro principal socio comercial, así que si su economía respira, la mexicana también. Una recuperación allá significa más compras de autos, electrónicos y alimentos de México, lo que da oxígeno a nuestras exportaciones.
En el terreno financiero también hay movimiento. Cuando las tasas bajan en Estados Unidos, muchos inversionistas voltean a ver a países como México para buscar mejores rendimientos. Eso puede traer más dólares al país y fortalecer al peso, aunque un peso demasiado fuerte también complica a los exportadores.
Otro punto clave: la deuda en dólares. Tanto el gobierno como varias empresas mexicanas tienen compromisos en esa moneda. Si las tasas en Estados Unidos bajan, el costo de pagar esa deuda también se reduce, lo que significa un respiro en sus finanzas.
Claro que no todo es miel sobre hojuelas. Si llegan capitales especulativos en exceso, el tipo de cambio puede volverse inestable. Y si el dólar se debilita demasiado, algunos insumos importados podrían encarecerse, lo que se traduciría en presión inflacionaria aquí en México.
En resumen: la decisión de la Fed es una buena noticia para México solo en el corto plazo. Habrá más aire para exportaciones, para las finanzas y para el peso. Pero el Banco de México (Banxico) tendrá que jugar con cuidado sus cartas para que este respiro no se convierta después en un dolor de cabeza.
MUNDO
Rechaza ser deportado Hernán Bermúdez Requena de Paraguay

– Por Francisco Junco
Hernán Bermúdez Requena, el ex secretario de Seguridad Pública, nombrado por el entonces Gobernador de Tabasco, Adán Augusto López, ahora senador de la República, rechazó ser extraditado a México.
Durante la audiencia inicial, donde un juez dictó prisión preventiva, se le ofreció la extradición voluntaria, pero Bermúdez Requena, presunto líder del cartel de “La Barredora”, no aceptó.
Ahora se iniciará un proceso ordinario, que podría tardar hasta 60 días, en tanto, Bermúdez Requena, continuará bajo la custodia de la Secretaría Nacional Antidrogas de Paraguay.
En tanto, en México se informó que la Fiscalía General de la República ya presentó la solicitud de extradición contra Hernán Bermúdez Requena al gobierno guaraní.
“El Abuelo” o “El Comandante H”, como se le conoce al exfuncionario del gobierno del morenista Adán Augusto López en Tabasco, e identificado como el presunto líder del Cártel de “La Barredora”, fue detenido la madrugada del sábado, en Paraguay, en una residencia ubicada en la zona exclusiva de Marino Roque Alonso, donde permanecía escondido.
Este fin de semana, el presidente Santiago Peña, dio a conocer, en un pequeño video de 45 segundos, cómo fue el arresto de Bermúdez Requena.
En las imágenes, primero se ven aspectos de la residencia, se ve cómo las fuerzas especiales, revisaron la finca y derribaron la puerta, suben una escalera y someten a ex secretario de seguridad, lo encañonaron y lo tiraron al suelo, donde lo tenían sometido, bocabajo y un elemento le pone un pie en la espalda.
Después, el presunto líder de La Barredora, quien cuenta con una ficha roja activa de la Interpol, aparece sentado en un sillón con ropa deportiva, pelo más largo y canoso, barba larga.
Cuenta con una orden de captura en México por asociación delictuosa, extorsión y secuestro exprés.
En el video, se muestra que en la residencia, donde permanecía escondido, había fajos de dólares y guaraníes, moneda uruguaya, así como joyas, tarjetas bancarias, identificaciones y una camioneta de alta gama.
Manuel Doltane, titular de Asuntos Internacionales de la Fiscalía de Paraguay, reveló que Bermúdez, entró de manera ilegal al país.
Y es que en febrero de este año, después de hacer pública la orden de aprehensión en su contra, el ex funcionario estatal huyó del país.
De acuerdo con las autoridades, viajó primero a Panamá, después a España, más tarde a Brasil, para terminar en Paraguay.
En medios locales del país sudamericano, como el diario ABC, informaron que la detención del ex funcionario de Adán Augusto López, se logró, gracias a que en el mes de julio se detuvo a Gerardo Bermúdez Arreola, sobrino del presunto líder de “La Barredora”.
CARTÓN POLÍTICO
Edición 807: Magistrada Fanny Jiménez revoca rechazo de pruebas y defiende Bosque de Los Colomos
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LAS NOTICIAS PRINCIPALES:
Crónica de una semana tensa en la UdeG: La rebelión estudiantil que desafía a la FEU
MUNDO
Tolerancia en tiempos de algoritmos

– Opinión, por Miguel Anaya
¿Qué significa ser conservador en 2025? La etiqueta, lejos de significar a una persona o grupo de ellas, aglutinadas en torno a la Biblia o valores cristianos, se ha vuelto un acto de rebeldía. El conservadurismo pareciera significar a una nueva minoría (o una mayoría silenciosa) que enfrenta un prejuicio constante en redes sociales.
En sociedades donde la corrección política dicta el guion, ser conservador implica defender valores tradicionales —para algunos valores anacrónicos— en medio de un mar de redefiniciones. La sociedad dio un giro de 180 grados en tan solo 20 años y aquellos que señalaban hace dos décadas, hoy son señalados.
¿Y ser liberal? El liberalismo que alguna vez defendió la libertad frente al Estado hoy se ha transformado en progresismo militante: proclamar diversidad, reivindicar minorías, expandir derechos. Noble causa, sin duda.
El problema comienza cuando esa nobleza se convierte en absolutismo y se traduce en expulsar, callar o cancelar a quien no repite las consignas del día. El liberal de hoy se proclama abierto, pero con frecuencia cierra la puerta al que discrepa. Preocupante.
He aquí la contradicción más notable de nuestro tiempo: vivimos en sociedades que presumen de “abiertas”, pero que a menudo resultan cerradas a todo lo que incomoda. Lo que antes era normal hoy puede costar reputación, trabajo o, en casos extremos, la vida. Hemos reemplazado la pluralidad por trincheras y el desacuerdo por el linchamiento mediático (“funar” para la generación Z).
La polarización actual funciona como un espejo roto: cada bando mira su fragmento y cree que posee toda la verdad. Los conservadores se refugian en la nostalgia de un mundo que quizá nunca existió, mientras que los liberales se instalan en la fantasía de que el futuro puede aceptar todo, sin limitantes.
Ambos lados olvidan lo esencial: que quien piensa distinto no es un enemigo para destruir, sino un ciudadano con derecho a opinar, a discernir y, por qué no, a equivocarse humanamente.
La violencia y la polarización que vivimos, no son fenómenos espontáneos. Son herramientas. Benefician a ciertas cúpulas que viven de dividir, a las plataformas digitales que lucran con cada insulto convertido en tema del momento.
El odio es rentable; la empatía, en cambio, apenas genera clics. Por eso, mientras unos gritan que Occidente se derrumba por culpa de la “ideología woke”, otros insisten en que el verdadero peligro son los “fascistas del siglo XXI”. Y en el ruido de esas etiquetas, el diálogo desaparece.
Lo más preocupante es que ambos discursos se han vuelto autorreferenciales, encerrados en su propia lógica. El conservador que clama por libertad de expresión se indigna si un artista satiriza sus valores; el liberal que defiende la diversidad se escandaliza si alguien cuestiona sus banderas.
Todos piden tolerancia, pero solo para lo propio. Lo vemos en el Senado, en el país vecino, tras el triste homicidio de Charlie Kirk y hasta en los hechos recientes en la Universidad de Guadalajara.
En buena medida, este mal viene precedido de la herramienta tecnológica que elimina todo el contenido que no nos gusta para darnos a consumir, solo aquello con lo que coincidimos: EL ALGORITMO.
El algoritmo nos muestra un mundo que coincide totalmente con nuestra manera de pensar, de vivir, de vestir, nos lleva a encontrarnos únicamente con el que se nos parece, creando micromundos de verdades absolutas, haciendo parecer al que piensa un poco distinto como ajeno, loco e incluso peligroso. Algo que debe ser callado o eliminado.
Occidente, en 2025, parece olvidar que lo que lo hizo fuerte no fue la homogeneidad, sino la tensión creativa y los equilibrios entre sus diferencias. Quizá el desafío es rescatar el principio básico de que la idea del otro no merece la bala como respuesta.
Solo la palabra, incluso aquella que incomoda, puede mantener vivo un debate que, aunque imperfecto, sigue siendo el único antídoto contra el silencio y la complicidad impuestos por el miedo o la ignorancia.