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NACIONALES

El desprestigio de los políticos: Ciudadanizar a la política y politizar a la ciudadanía

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Opinión no pedida, por Armando Morquecho Camacho //

Probablemente, podríamos pasar horas y horas debatiendo sobre lo que cada uno de nosotros entiende por «política» y la utilidad que tiene ésta, también, es muy probable que derivado de este debate, salgan muchas ideas y que éstas, varíen mucho dependiendo de la profesión que cada persona ejerza o bien, de la formación que cada uno tenga; los abogados tendrán una idea, los comunicólogos y periodistas tendrán otra, los ingenieros y médicos probablemente tendrán una completamente distinta y los politólogos definitivamente no solo tendrán una opinión diferente, sino que también tendrán la opinión y/o definición más rebuscada.

En principio, este desacuerdo en realidad no debe asustarnos, hasta cierto punto, es normal que no podamos ponernos de acuerdo con temas como estos, al final del día, nuestra percepción de la vida, del mundo, de la sociedad y de la política nunca serán iguales porque ésta depende en gran medida del papel que cada uno de nosotros desarrolla dentro de la sociedad.

En ese sentido, nos guste o no nos guste, algunas definiciones u opiniones sobre la política serán menos relevantes que otras ya que probablemente para la persona que la está brindando, esto es algo irrelevante por muchas razones que ciertamente no podemos cometer el error de juzgar o bien, satanizar y polarizar como es costumbre.

No obstante, creo que hasta cierto punto tratar de determinar una definición exacta de todo lo anterior es imposible y hasta cierto punto contradictorio, ya que buscar encasillar la política a una conceptualización única y universal es paradójico tratándose de una actividad que busca amalgamar una pluralidad de ideas y opiniones.

Pero lo que definitivamente sí podemos hacer, es alejarnos un poco del debate sobre definición como tal, y en su lugar, voltear a ver los elementos que le dan vida a la actividad política, de tal manera que podamos ver que en ella, encontramos una herramienta importantísima para la construcción de la vida en sociedad, que además, permite a la ciudadanía organizarse a través de líderes que son capaces de representar los intereses colectivos.

En más de una ocasión, he señalado a través de este espacio que en muchos sentidos los resultados que se obtuvieron en virtud del proceso electoral fueron bastante positivos, ya que estos reflejaron un interés legítimo de la ciudadanía de acudir a las urnas a defender algo… ¿qué? probablemente hasta el día de hoy, no saben qué estaban defendiendo, pero su instinto y la propaganda les dijo que tenían algo tan grande que defender que no solo era difícil de explicar, sino también, difícil de entender.

Pese a los resultados, creo que el proceso electoral demostró que políticos están en terapia intensiva, no importa si sus resultados fueron positivos o negativos, todos, están en un estado crítico ya que las elecciones probaron que sin el miedo, sin la guerra sucia y sin el rencor, no tienen absolutamente nada.

Sinceramente creí que cuando hablara sobre esto, ocuparía muchas hojas o bien, muchas horas, pero tristemente no lo necesité, el trabajo de algunos políticos así como su papel como factores de cambio, gobernanza y construcción de la vida en sociedad ha sido tan gris, que analizarlos o leerlos en realidad no se ha vuelto un ejercicio tan complejo como lo era en el pasado, cuando había una pizca de interés en construir narrativas, discursos y proyectos políticos capaces de captar el interés del colectivo.

Los políticos han desvalorizado por completo la política al ver en los partidos políticos y en la política misma, medios para administrar el poder al servicio de sus intereses personales, y a su vez, han hecho lo mismo con la ciudadanía al ver en ella únicamente votos, estadísticas y números que pueden darles el acceso a una serie de privilegios.

Debido a ello, en los últimos años he escuchado a muchas personas, especialmente jóvenes, decir que el reto más importante al que nos enfrentamos es el de cambiar el chip de los partidos políticos, pero sinceramente y con mucho respeto, creo que están equivocados, los partidos políticos no tienen ni deben cambiar el «chip’»: los partidos y la política son lo que nosotros hacemos de ellos.

La política no nos hace a nosotros y la institucionalidad partidista tampoco nos hace a nosotros, somos nosotros quienes las hacemos día con día y somos nosotros quienes a través de nuestras acciones las construimos y le damos sentido día tras día, en ese orden de ideas, el famoso cambio de ‘’chip’’ no debe ser en los partidos o en la política, eso es prácticamente imposible, el cambio debe de ser en nosotros.

Es así, que todos los jóvenes que estamos interesados en la política y que tenemos la fortuna de militar en algún partido (sin importar cuál sea) tenemos el compromiso de llevar a cabo en nuestras instituciones respectivas cambios reales, no solo en las formas, sino también, en lo ideológico, lo formativo y lo discursivo.

Por ende, es imprescindible que los jóvenes entendamos que la importancia de nuestro papel en la vida institucional de los partidos va más allá de un relevo generacional, nuestra importancia radica en nuestra capacidad de contextualizar las ideas y proyectos de los partidos a la realidad no solo de Jalisco y México, sino del mundo entero.

Hoy es fundamental que desde las entrañas de las instituciones políticas los jóvenes empecemos a abanderar procesos de cambio real que permitan replantear y repensar, para empezar, la idea de institucionalidad rígida y hermética que ha permitido que el actuar de algunos personajes aleje por completo a la ciudadanía de la política que se puede construir desde el partido.

Por ello, el reto de los próximos años, será el de ciudadanizar la política y politizar la ciudadanía. Los jóvenes debemos volver a las calles y debemos voltear a ver todas las expresiones que integran la sociedad, esto, para poder entender que allá fuera, en el mundo real, las causas y todo lo que mueve a la ciudadanía va más allá de la narrativa institucional expresada a través de organizaciones añejas en causas y oxidadas en discurso.

Realmente los partidos políticos, son demasiado valiosos como para pretender que no los necesitamos o bien, que podemos prescindir de ellos, pero para poder explotar su enorme potencial, debemos de cambiar el chip y debemos abrirlos a la ciudadanía de tal manera, que todos puedan encontrar eco en los espacios en los que nosotros hemos tenido la oportunidad de construir y desarrollarnos.

Tal vez si logramos romper nuestros propios esquemas de pensamiento y si logramos cambiar los propios paradigmas que rodean nuestra formación, podamos ciudadanizar la política.

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