NACIONALES
El lodazal de AMLO
Campos de Poder, por Benjamín Mora Gómez //
Andrés Manuel López Obrador luchó por la presidencia de la República, pero jamás se preparó para asumir sus responsabilidades y llevar a buen puerto su gobierno; de igual manera, jamás se preocupó por dejar crecer a su gente para, entre ellos, elegir a su sucesor. Hoy paga sus consecuencias; hoy sufrimos los males de su indiferencia. Quiso pasar a la historia y la historia de su vida solo es aburrida y en decadencia.
Sus seis elegidos muestran sus miserias identitarias en cada plaza, en cada paso de sus recorridos promocionales hacia una mala candidatura morenista. Aburren y aburran, valga la expresión.
Claudia Sheimbaun no me gusta ni como somnífero. Marcelo sueña y en sueños se quedarán sus aspiraciones. Adán se atreve a preguntarse ¿seré yo? Y los demás son comparsa. Ninguno muestra coherencia entre sus años de gobierno y madurez política.
No creo en Morena, no creo en López Obrador y me gustaría pierdan la elección en 2024; sin embargo, con todo, hubiera esperado tener a unas corcholatas autónomas, independientes y autosuficientes, que se valiesen por sí mismas en el terreno político, emocional y social, pero no, solo son tan disminuidos como su dueño y señor.
López Obrador tuvo el tiempo suficiente para hacer un buen gobierno e, idealmente, formar a los cuadros políticos para continuar su Cuarta Transformación, pasando de simples empleados a candidatos competitivos y gobernantes competentes. Ni una cosa ni la otra logró el pejesidente. Su gobierno unipersonal no solo le dañó a él como presidente, sino que perjudicó seriamente a continuidad.
Pero seamos francos. No podría haber sido de otra manera. López Obrador es el eterno adolescente incapaces de asumir las responsabilidades presidenciales y hacerse cargo de sus yerros diarios. Por más de cinco años ha abusado de diversos mecanismos psicológicos de defensa, proyectando en el pasado sus propias culpas. Huye del compromiso; es, en extremo, temeroso y egocéntrico. Su gestión diaria es paupérrima desde muy temprana hora. Sus arrebatos de ira, hoy lo tienen a un paso de la derrota electoral.
Se excedió de grosero con Xóchitl Gálvez y ahora la tiene como su mayor pesadilla, y ella, gustosa, juega a hacerlo desatinar…y desatina. Ella pareciera la más competitiva candidata al 2024, aunque no la miro como la más competente para limpiar el lodazal de AMLO hacia el 2030. Generalmente la Miss Simpatía no se convierte en la Miss Universo.
Una cosa es cierta, la Cuarta Transformación y el proyecto histórico personalísimo de López Obrador se quedarán sin terminar… y seguirán sin iniciar, realmente. De la 4T aun nadie entiende qué pretendió ser… ni creo Amlo quizá la sepa explicar.
En el gobierno de la Cuarta Transformación, nadie logró ser autónomo, condenando a su gente a una eterna adolescencia política, y a seguir siendo dependientes e incapaces de tomar las riendas de un gobierno de continuidad, pero evolucionado.
Las preguntas serían: Quién de las corcholatas hundiría a más mexicanos en la pobreza, quién agravaría aun más al sistema de salud, quién se inventaría un peor programa educativo, quién asustaría más a la inversión, quién acabaría con todas las instituciones republicanas, quién inventaría nuevos programas de destrucción alimentaria, quién podría culpar al pasado sin echar tierra al gobierno de López Obrador, y quien se aliaría mejor con el narco.
López Obrador es tan descuidado en sus propósitos que ataca a los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación por sus sueldos desmedidos y no logra que sus dos ministras incondicionales se reduzcan los propios. Más aún, atacó las pensiones de los expresidentes, pero dejó que Olga Sánchez Cordero se jubile de la Suprema Corte de Justicia con una gran pensión.
El pejesidente es incongruente pues no guarda un mismo orden entre los deberes y derechos de los demás y los de su gente. Esta incongruencia le hace incapaz para afrontar la adultez de un gobierno con garantías de éxito.
Las campañas electorales, idealmente, nos debería permitir identificar posibles psicopatías entre los contendientes. Se estima que hasta un 2 por ciento de la población padece de ese trastorno emocional… entre las corcholatas miro a varios con rasgos psicópatas: Claudia y Noroña son evidentes por su la ausencia de empatía, de culpa y de remordimiento; del presidente aprendieron las dificultades sociales y el desprecio por las normas, agravándose su mal.
Entre muchos políticos es evidente que se mueven únicamente hacia su propio posicionamiento y saben cómo manejar a los demás para lograr lo que desean, y se entiende, pues lo mismo sucede con muchas marcas de productos como los refrescos y botanas industrializadas.
Busquemos a quien eleve el nivel del debate político. No estamos en un concurso de simpatía sino en el propósito de reconstruir y reconducir a México.
