JALISCO
El obradorismo vs. el alfarismo
De Frente al Poder, por Óscar Ábrego //
Recuerdo que cuando Felipe Calderón obtuvo la victoria reconoció que su triunfo se lo debía a Jalisco. Sucedió lo mismo con Enrique Peña Nieto. Él también admitió que fue aquí donde ganó la elección.
Y ambos tuvieron como contrincante a López Obrador.
Jalisco es una entidad codiciada en términos electorales.
Aunque los clásicos afirman que siempre ha sido así, lo cierto es que la historia reciente dice que nuestro Estado tiene el poder de definir quién se sienta en la silla presidencial.
Es en esa tesitura que los ojos de Andrés Manuel miran hacia este lado.
Al respecto, entonces es pertinente asomarnos a lo que sucede en torno a la intención del obradorismo por arrebatarle el poder al alfarismo.
Antes de seguir, pongo algunas reflexiones sobre la mesa del debate:
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Así como Morena no puede entenderse sin el presidente, el Movimiento Ciudadano no puede concebirse sin el gobernador. Los dos partidos dependen de estos liderazgos -tan similares y opuestos a la vez- al grado que nadie puede dar un paso sin que ellos lo autoricen.
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López Obrador y Alfaro Ramírez comparten la misma aspiración: establecer una especie de Maximato; uno nacional y el otro estatal. Derivado de eso, y en virtud de que anhelan trascender su proyecto político, López quiere a Claudia Sheinbaum como su sucesora, mientras que Alfaro a Clemente Castañeda.
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Curiosamente enfrentan un dilema similar, los mejores candidatos que tienen, de frente al electorado, no son sus predilectos: Marcelo Ebrard y Pablo Lemus.
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Pero esto se pone más interesante si consideramos que Enrique Alfaro ve con bastante simpatía a Marcelo Ebrard y AMLO mira muy bien a Pablo Lemus.
De lo anterior se desprenden dos especulaciones.
Primera; algunos profesionales de la opinión sostienen que hay un preacuerdo entre Andrés Manuel y Enrique para que éste apoye en la arena nacional a la “corcholata” de Palacio a cambio de colocar a alguien ad hoc, a fin de que el proyecto alfarista continúe seis años más en el poder.
Y segunda; en contra parte, en el llamado círculo rojo, circula la versión de que importantes liderazgos morenistas tratan de fichar a Pablo Lemus con el decidido propósito de postularlo y así pintar de guinda estas tierras teñidas de naranja.
En cuanto al preacuerdo, francamente no encuentro señales suficientes como para siquiera suponer que existe. No sólo porque es demasiado pronto para algo así, sino porque ambos personajes tienen intereses encontrados. Sus ambiciones políticas chocan y no se ve por ningún lado –al menos por ahora- cómo alinearían a sus huestes para trabajar en metas y objetivos comunes.
Ahora, si es verdad que desde la cúpula morenista intentan ungir a Lemus Navarro como su candidato a la gubernatura, hay dos asuntos que no me cuadran en lo absoluto.
Para empezar, información proveniente de la Ciudad de México indica que hay altas probabilidades de que Morena designe a una mujer como su abanderada en Jalisco; de hecho, me confían que el nombre que más suena allá -en el caso de este supuesto- es el de la diputada federal Cecilia Márquez Alkadef.
Y por otro lado, honestamente no creo que la militancia local se identifique con una candidatura como la del alcalde de Guadalajara.
Pablo es justo la antítesis del perfil que promueven y defienden la mayoría de las corrientes del morenismo jalisciense.
Pero por si faltara algo, Carlos Lomelí o Alberto Uribe –son los que encabezan las encuestas- llevan mano por méritos propios y no acusan mucho ánimo como para hacerse a un lado así nomás.
Claro, en el análisis también se vale teorizar, sin embargo soy de los convencidos que en el implacable e impredecible mundo de la política pueden ocurrir cosas impensables, pero no imposibles.
Así pues, lo que seguramente se avecina es una feroz batalla entre el obradorismo y el alfarismo.
Jalisco será territorio en disputa.
@DeFrentealPoder
*Óscar Ábrego es empresario, consultor en los sectores público y privado, escritor y analista político.
