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NACIONALES

El presidente tiene lista una nueva Constitución: Lo haría con mayoría calificada en las cámaras

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De primera mano, por Francisco Javier Ruiz Quirrín //

ESTE DÍA 5 de febrero del año 2024, quedó plenamente confirmado el desprecio que el Presidente López Obrador siente por las instituciones generadas en el México que pasó de una “dictadura perfecta” del PRI a un México más democrático en los recientes 30 años.

Aquella vez, cuando gritó a los cuatro vientos ¡Al diablo con sus instituciones!, ya había fijado en su mente el llegar al poder para elaborar una nueva Constitución y la vigente desde 1917 enviarla al olvido, así como a todo organismo autónomo y poder del Estado que se interpusiera en su propósito de generar un sistema dominado por un solo hombre.

Entre las cosas de su personalidad que son inocultables, está el que jamás ha podido guardar ni sus sentimientos ni sus emociones. Aprendió en 18 años de precampaña presidencial a conocer al pueblo y establecer una narrativa para ese pueblo, en tanto el resto de la población se convertiría en su enemigo y –cual decálogo del “populismo” o “socialismo del siglo XXI- argumento necesario para culparlo de los fracasos de su “cuarta transformación”.

Ha violado desde su juramento al asumir la presidencia (“Protesto guardar y hacer guardar la Constitución y las leyes que de ella emanen…”) hasta la máxima de que “nada ni nadie” podrá estar por encima de nuestra Carta Magna, de tal manera que si hubiese un verdadero equilibrio de poderes en nuestro país, ya se le hubiera sujeto a un juicio político, como una forma de reclamarle su perjurio, precisamente en cumplimiento de los dictados constitucionales.

Pero como todo gobernante con ínfulas de tirano, López Obrador está cometiendo quizá el error más grande de su sexenio: El exceso de confianza.

Está convencido de que su partido, MORENA, arrasará en los comicios del próximo 2 de junio y, cual debe, del triunfo de su candidata Claudia Sheinbaum.

En sus matemáticas personales, el que 30 millones de mexicanos repitan el fenómeno del año 2018, será más que suficiente para alcanzar una mayoría calificada en la Cámara de Diputados (el control de las dos terceras partes del total de sus integrantes), de tal manera que dejaría palacio nacional con su paquete de reformas constitucionales aprobadas por la Legislatura que iniciará su periodo ordinario de sesiones el 1 de septiembre.

Su desprecio por la Constitución vigente en el país lo terminó de demostrar con su ausencia en la ceremonia especial de aniversario de la promulgación de nuestra Ley de leyes este día 5 de febrero y tener la atención nacional cuando en la misma fecha presentó al país su paquete de veinte reformas constitucionales enviadas al Congreso de la Unión.

López Obrador sabe perfectamente que dichas reformas no pasarán porque no cuenta con la mencionada mayoría calificada, pero tiene la seguridad de que en septiembre sí la tendrá. Independientemente del fondo de cada una de sus reformas, se puede tomar como una burla y una manipulación al mismo tiempo su “paquete”, sabedor de que su acción violenta las normas de nuestra Carta Magna.

No solo eso. Con una sola pedrada quiso matar dos pájaros. Envuelto en el escándalo de la investigación que los Estados Unidos está desarrollando en contra del gobierno mexicano por su laxitud ante el crimen organizado, aprovechó la fecha y jaló el evento a un debate nacional y así “tapar” los espacios con la información difundida por Tim Golden, la que le involucra directamente y lo siente en el banquillo de los acusados.

A sus “otros datos” habría que anteponer la verdad: Tiene lista la redacción de una nueva Constitución. Si domina ambas cámaras, la próxima legislatura se convertirá en un Congreso constituyente para debatir y aprobar una nueva Carta Magna.

En el nuevo texto, se pondrá en relevancia la supremacía del Estado sobre valores esenciales como la Libertad, el respeto a la vida y a la libre empresa. Los seguidores de la 4-T en su partido y en el Senado lo han repetido: “Vamos a obradorizar al Poder Judicial. Vamos a obradorizar a una Constitución acorde al siglo XXI”

El exceso de confianza prevé un resultado inesperado, En el año 2018, toda la oposición a MORENA estaba dividida. Si al final se cuentan los votos de los candidatos José Antonio (PRI) Meade, Ricardo (PAN) Anaya y hasta los del “Bronco” neolonés, la diferencia a favor de AMLO se cierra a seis puntos.

En el 2021, ya unida la alianza PAN-PRI-PRD, el Presidente perdió la mayoría calificada en ambas cámaras, lo que le provocó varias rabietas al no pasar las reformas que más le interesaban, como la eléctrica, la electoral y la del Poder Judicial Federal.

En este 2024, sólo hay dos frentes: Uno a favor de López y otro en su contra. La consciencia y la razón indican que está en juego el futuro del país, porque una de estas dos plataformas triunfará después del 2 de junio: La Democracia o la dictadura.

Ahora existe un desgaste natural de López Obrador porque -además del colapso en seguridad pública y la salud-, su mayor compromiso de acabar con la corrupción ha resultado, evidentemente, un rotundo fracaso.

Si la diferencia entre Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez son realmente 20 puntos al día del arranque de la campaña oficial que será este 1 de marzo, quiere decir que los números se cerrarán al paso de los noventa días de actividades.

Y, reiteradamente, la fórmula para evitar que México viva el escenario de Cuba, Venezuela y Nicaragua (aunque haya oídos sordos y ciegos que no quieren ver) es que vote cuando menos el 60 por ciento del total del padrón de mexicanas y mexicanos con credencial de elector, que suman poco más de 95 millones.

La soberanía nacional reside en el pueblo, reza la Constitución y será éste último quien decida su futuro. Finalmente ¿quién le puede reprochar al pueblo su deseo de tener al gobernante que merece?

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ENTREVISTAS

Francisco Reséndiz Neri, candidato a juez de distrito: Juzgar con pasión, servir con independencia

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Por Francisco Junco //

“Quiero seguir siendo juez porque es mi vocación y mi pasión. No busco poder, sino servir”, afirma con convicción Francisco Reséndiz Neri, Juez Séptimo de Distrito en Jalisco, mientras enfrenta un proceso inédito en México: la elección popular de jueces el 1 de junio de 2025.

Con más de 20 años en el Poder Judicial y nueve como titular en materia penal, Reséndiz, identificado con el número 25, defiende su trayectoria y su amor por los derechos humanos como su principal carta de presentación.

Un camino desde abajo

Reséndiz comenzó en los escalones más bajos del sistema judicial, como meritorio, haciendo copias y aprendiendo desde la base. Su carrera incluye roles como actuario penal, secretario del Supremo Tribunal de Justicia de Jalisco, y juez federal en materia de cateos y arraigos en la Ciudad de México, hasta llegar a la titularidad del Juzgado Séptimo de Distrito.

“Me mueve, el hecho de que creo que esto tiene que mejorar en la selección y que se requerirán personas de experiencia, personas independientes, que contribuyan a que subsista lo que es propiamente la división de poderes, la democracia como la conocemos actualmente, porque la defensa más cercana que tiene el ciudadano y todas las personas contra cualquier acto arbitrario, es precisamente el juicio de amparo, único en el mundo que permite anular cualquier acto”, señala, destacando su compromiso con la división de poderes y la democracia.

Retos de una elección sin precedentes

En entrevista con Conciencia Pública, Reséndiz aborda con franqueza los desafíos de esta elección. “Será difícil que la gente vote con cientos de nombres en una boleta, sin partidos ni propuestas tangibles”, admite. Reconoce riesgos, como la posible influencia de poderes fácticos, incluido el crimen organizado, pero insiste en que la solución es simple: “Apegarse a la ley, al caso concreto y a la Constitución”. Su experiencia, dice, es su escudo contra presiones externas.

Dilemas judiciales

Francisco Reséndiz Neri reconoce que uno de los grandes dilemas actuales en la labor jurisdiccional es la falta de una postura clara de la Suprema Corte respecto a la jerarquía entre los tratados internacionales y la Constitución.

“Muchos jueces, actuando de manera fundada, han establecido que debe prevalecer el tratado sobre la Constitución en ciertos casos, especialmente cuando se trata de derechos humanos”, explica. Sin embargo, esa práctica ha generado reacciones del poder legislativo, que habla de afectaciones a la soberanía nacional. “El problema es que cuando un juez aplica el tratado por encima de la Constitución, aunque sea para proteger derechos humanos, puede ser señalado o etiquetado, y eso no debería pasar”, señala.

Una justicia humana y equitativa

Cuenta cómo, en un caso de abuso sexual contra un menor, “coincidía la edad con la de mi hija. Estás tentado a echarle más cosas, pero no puedes. Tienes que ser objetivo. No puedes decidir por lo que sientes” y reafirmó que la objetividad no lo aleja de la empatía, “hay que ponerse en los zapatos de los otros. Todos tienen un proyecto de vida, todos merecen respeto”.

Propuestas claras

¿Por qué votar por él? Reséndiz enumera tres razones:

“Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona capacitada. Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona que ha administrado justicia y que tiene noción de lo que es o son los actos injustos. Y, tres, quiero que votes por mí porque siempre dialogaré por la protección de los derechos de las personas. Esa es mi directriz”, subraya.

Deuda histórica con las víctimas

Para Reséndiz Neri, el sistema penal mexicano tiene una deuda histórica con las víctimas, “el sistema ha privilegiado la forma sobre el fondo”, lamenta. Y pone un ejemplo elocuente, “no es lo mismo liberar a alguien porque no se leyó un derecho a tiempo, que porque no se comprobó su responsabilidad. Hay que cuidar las formas, sí, pero sin perder de vista la justicia de fondo”, apunta. Desde esa visión, Francisco Reséndiz cree necesario revisar la legislación para que no se convierta en un laberinto que sirva como impunidad.

El juez habla con firmeza sobre temas que no todos tocan con tanta claridad, por ejemplo, aseguró que la diversidad llegó para quedarse. “No puede haber discriminación por preferencia sexual, por origen étnico o por discapacidad. Es una deuda histórica que tenemos con los grupos vulnerables”. Defiende los protocolos para juzgar con perspectiva de género, y asegura que su compromiso es procurar una justicia que no sólo sea formalmente igual, sino sustantivamente justa.

En un México donde la desconfianza hacia las instituciones prevalece, Reséndiz ofrece su trayectoria: nueve años como titular del Juzgado Séptimo de Distrito y una carrera forjada en la experiencia.

En la inédita elección de jueces del 1 de junio de 2025, lamenta no poder prometer resultados tangibles como un político que ofrece obras públicas. “Solo prometo proteger los derechos de quienes lleguen a mi juzgado, porque así lo manda la Constitución”, asegura con convicción. “No lo hago por poder, sino por deber”.

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CARTÓN POLÍTICO

Herida abierta

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NACIONALES

Daniel Cosío Villegas y el dominio presidencial

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Conciencia con Texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //

Muy certero el dicho aquel de “quien no conoce la historia está condenado a repetirla”.

Daniel Cosío Villegas, historiador, economista, catedrático, intelectual reconocido por tirios y troyanos, escribió varios libros que dieron luz para comprender cómo se hizo y cómo funcionó el Sistema Político Mexicano, confeccionado por revolucionarios, entre los que sobresalen, Álvaro Obregón, Venustiano Carranza, Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas y otros.

Don Daniel Cosío Villegas, quien tuvo que aclarar la mentirijilla que propagó de haber nacido en Colima, en 1900, cuando en verdad nació en la Ciudad de México en 1898, estableció en varios de sus libros, ensayos y textos, que México vivió alrededor de 70 años un sistema autoritario, presidencial y con un partido dominante.

Habrá que estar muy atentos a lo escrito por este sociólogo y diplomático que desnudó y encabritó a no pocos miembros de la élite que gobernó nuestro país desde que la Revolución se bajó del caballo hasta que llegó Fox con sus botas piteadas.

Don Daniel consideró que los poderes metaconstitucionales, de por sí concesionados en la Magna Carta de 1917, motivaron la Centralización del Poder en los rubros de política, economía y geografía. Esta concentración fue perversa, centralista y castrante para el resto de las entidades de la República. Tiempos hubo que en política “no se movía una hoja del árbol” sin la aprobación del Presidente de la República (así con mayúsculas) porque su poder era inmenso, total y arbitrario.

La subordinación de las autoridades municipales, estatales, así como de los poderes Legislativo y Judicial, al omnímodo poder presidencial se tornó, incluso, patético, absurdo y kafkiano.

El presidente priista en turno era un dios sexenal, que hacía y deshacía según su voluntad, su ánimo y sus intereses personales y de grupo. ¡Ay de aquél o aquellos que osaran ir en contra de la voluntad del todopoderoso presidente! Le esperaba cárcel, muerte política o… de veras.

Con esas condicionantes se canceló así la actividad política como factor de movilidad social; brilló la ausencia de un programa político claro y se apoderó del poder el oportunismo descarado y descarnado de las huestes “hienas” que pululan siempre buscando la carroña que dejan los “leones” de la grilla.

Un factor más fue el partido único, mediante el cual se legitimaron los cambios sexenales para aparentar la democracia hacia afuera, hacia los observadores mundiales. Mientras se mostraba esa falsa careta democrática al interior del partidazo y de otros partidos paleros, se practicaba la sumisión total al detentador del poder político.

Don Daniel Cosío Villegas publicó en 1972, bajo el auspicio de la Universidad de Texas, su ensayo “El sistema político mexicano, las posibilidades de cambio”.

Estableció que la creación del Partido Nacional Revolucionario, ideado en 1920, pero nacido hasta 1929, fue creado para eliminar el caudillismo de los neopolíticos postrevolucionarios, la mayoría hombres de armas, y así disminuir la violencia. Esto generó la “pax post revolución”, con el beneficio de sentar bases sólidas de la economía y algunos programas con objetivos sociales.

Octavio Paz, premio Nóbel de Literatura, solía decir que Cosío Villegas, “nos hizo conscientes de la dignidad humana”. Cosío Villegas fue director de la Escuela de Economía de la UNAM en 1933. Fue el primer director del Fondo de Cultura Económica, de 1934 a 1948 y presidente del Colegio de México de 1957 a 1963. Justamente don Daniel, siendo diplomático en Portugal, sugirió al entonces presidente Lázaro Cárdenas del Río, traer a México a los intelectuales españoles perseguidos por Francisco Franco por su afán republicano.

Ellos, los refugiados españoles fundaron la Casa de España, a la postre convertida en el Colegio de México. En 1943 el presidente Manuel Ávila Camacho aprueba y se crea el Colegio Nacional. Entre sus iniciadores está don Daniel Cosío Villegas y los jaliscienses, José Clemente Orozco, Enrique González Martínez, Mariano Azuela, acompañados por Manuel Sandoval Vallarta, Carlos Chávez, Alfonso Reyes, Alfonso y Antonio Caso, Ignacio Ochoterena, Diego Rivera, José Vasconcelos e Ignacio Chávez.

Cosío Villegas estableció que “el dominio presidencial mata todo espíritu cívico y convierte la vida política del país en una farsa profundamente aburrida”.

A este gran pensador mexicano se le consideró un liberal constitucionalista. Sus palabras parecieran resonar en estos tiempos de regresión al tiempo en que el sistema político mexicano se regía por el autoritarismo, la descalificación de los adversarios, la sumisión de los poderes, la compra de voluntades, el absolutismo y totalitarismo encarnado en un partido único al servicio del presidente en turno.

 

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