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NACIONALES

Gobernabilidad en riesgo

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Opinión, por Iván Arrazola //

La administración de Claudia Sheinbaum se enfrenta al reto crucial de decidir si continuará respaldando a gobernadores como Evelyn Salgado y Rubén Rocha bajo el argumento de su integridad personal, o si adoptará un enfoque más pragmático y audaz, que contemple incluso la posibilidad de removerlos anticipadamente de sus cargos ante la evidente incapacidad que han demostrado para resolver los problemas de inseguridad en sus estados.

Tomar este tipo de decisiones representaría un retorno a la antigua práctica del presidencialismo mexicano, en la que el presidente no solo fungía como líder político, sino también como árbitro y garante de estabilidad. Este rol de mediador sería fundamental para tomar decisiones clave que aseguren la gobernabilidad en territorios particularmente conflictivos.

En las circunstancias actuales, el federalismo en México ha perdido terreno ante una creciente centralización, fenómeno que se ha acentuado desde los resultados electorales del 2 de julio. Durante la administración de López Obrador, se tomó la decisión de respaldar a los gobernadores, incluso cuando su desempeño ha sido deficiente. En todos esos casos, la justificación del apoyo se centró en su supuesta honestidad personal, independientemente de los resultados obtenidos en sus gobiernos.

Esto plantea una interrogante clave: ¿seguirá Claudia Sheinbaum la misma lógica en entidades como Guerrero y Sinaloa, donde los mandatarios Evelyn Salgado y Rubén Rocha han sido superados por la violencia que azota a sus estados? En ambos casos, la incapacidad de enfrentar eficazmente la inseguridad los ha convertido más en un obstáculo que en un factor de gobernabilidad.

Sin embargo, optar por una medida tan drástica de remover a los gobernadores anticipadamente de sus cargos, no está exenta de consecuencias. Implicaría asumir un costo político significativo y, además, reconocer públicamente el fracaso en la selección de ciertos perfiles. Durante su mandato, López Obrador evitó este tipo de reconocimiento, prefiriendo mantener el respaldo a los gobernadores de su partido a pesar de sus evidentes fallos en la gestión, lo que resultó en que la ciudadanía sufriera las consecuencias de tener gobernantes ineficaces.

A largo plazo, insistir en la misma estrategia que empleó López Obrador podría generar resultados adversos, ya que, si bien esta fórmula le permitió ganar elecciones, también podría pasar factura en los próximos tres años, cuando el país vuelva a las urnas. El desafío para Sheinbaum no se limita a mantener la cohesión interna de su partido, sino también a proyectar un liderazgo que sea capaz de tomar decisiones difíciles, en aras de corregir los errores del pasado y garantizar un gobierno eficiente que priorice la seguridad y el bienestar de la ciudadanía.

En Guerrero, el brutal asesinato del alcalde de Chilpancingo, Alejandro Arcos, quien fue decapitado, ha vuelto a sacudir la administración de Evelyn Salgado, exponiendo una vez más la frágil situación de seguridad en el estado. Este hecho no es un incidente aislado; hace apenas unos meses, circularon videos donde presuntos miembros del crimen organizado golpeaban a choferes del transporte público como una forma de castigo por no cumplir sus órdenes. A este escenario de violencia se suma la intervención del clero, que tuvo que actuar como mediador entre grupos criminales para alcanzar una frágil «paz» en Chilpancingo.

En medio de esta crisis, la gobernadora Evelyn Salgado ha dado señales de estar ausente y completamente rebasada por los graves problemas que enfrenta su estado. Su respuesta al asesinato del alcalde, un mensaje publicado en redes sociales resultó insuficiente para calmar la creciente indignación de la ciudadanía, que ahora exige su renuncia. La falta de control sobre la situación ha quedado en evidencia, y su desempeño ha sido objeto de duras críticas tanto de la opinión pública como de diversos sectores políticos.

Por su parte, Rubén Rocha, gobernador de Sinaloa, ha hecho un llamado desesperado a la población para que retome la vida cotidiana y salga a las calles tras varias semanas de violencia en el estado. «He estado convocando a que asistan a las escuelas, ocupemos las calles, y volvamos a realizar nuestros eventos con normalidad. Esto lo discutimos ayer con los jefes de seguridad», declaró el mandatario. Sin embargo, a pesar de estos llamados, la violencia sigue siendo una constante en Sinaloa, sin que las autoridades logren implementar medidas efectivas para contenerla o restablecer la seguridad en el estado.

Claudia Sheinbaum ha heredado de su antecesor uno de los principales desafíos del país: la inseguridad. Además, ha recibido un grupo de políticos que carecen del perfil y la capacidad necesarios para enfrentar los problemas de sus respectivos estados. El éxito o fracaso de su gestión dependerá en gran medida de cómo aborde esta compleja situación. A diferencia de López Obrador, quien optó por no intervenir ante la ineficacia de varios gobernadores, Sheinbaum se verá obligada a actuar antes de que la incompetencia de estos mandatarios termine afectando su propia administración.

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