NACIONALES
Gobernar por el espejo

Opinión, por Luis Manuel Robles Naya //
Es notoria la fijación presidencial con el pasado, mayormente con aquello que le causó agravios, resentimientos y limitó en el tiempo alcanzar la silla presidencial. Dos han sido los motores para la acción gubernamental: ajustar cuentas con el pasado y conservar el poder.
Paradójicamente, el pasado autoritario, corrupto y represor que criticó, es el que ahora replica, con una mezcla de pragmatismo e ideología, confusa y acomodaticia. Se atiende, mal, lo urgente del día con día, mientras que los grandes problemas, los que comprometen el futuro y deciden el destino del país, se dejan al azar.
Autodefinido su gobierno como una revolución incruenta, sus efectos han sido tal vez más catastróficos que si lo hubiera sido. La destrucción y limitación de la estructura institucional redujo la acción del gobierno al capricho presidencial y las políticas, obras y programas son dictadas por ocurrencias y prejuicios.
La obsesión por el poder le llevó a dibujar una democracia plebiscitaria e introdujo la consulta popular y la revocación de mandato, seguramente pensando en el uso que podría dar, en el futuro mediato, a su nueva mayoría. Conservarla y acrecentarla se convirtió en el objetivo principal y se universalizó el apoyo a los adultos mayores, se crearon becas y pensiones para distintos niveles, se eliminaron los apoyos con mecanismos institucionales para sustituirlos con apoyos individualizados no otorgados por las instituciones sino por el presidente.
Para el efecto, se dijo que habría un gobierno austero y se recortó el gasto para la inversión productiva, para la investigación y la ciencia, para la cultura, para la atención hospitalaria y suministro de medicinas, se extinguieron fideicomisos y se agotaron las fondos de emergencia y de reserva para crear esa gran bolsa de apoyos, otorgados como concesión presidencial, que son los programas sociales.
Con ello, la popularidad y el respaldo social quedaron asegurados y pudo entonces emprender la venganza contra las instituciones que, consideró, impidieron su llegada al poder en sus dos intentos anteriores. Hoy tenemos una autoridad electoral mediatizada, colonizada, con la credibilidad a prueba y a todos los organismos autónomos e independientes creados para equilibrar el poder presidencial, disminuidos en su integración y en sus recursos y toda su administración sumida en la opacidad, sin poderse saber a ciencia cierta cómo se ejercen los recursos públicos.
El combate a la corrupción, bandera de su campaña, se quedó solo en el discurso. Las instituciones encargadas de investigarla, perseguirla y erradicarla, también fueron sacudidas por la austeridad irreflexiva. Los casos sobresalientes usados para dar constancia de la intención presidencial de perseguirla, quedaron en meros juegos pirotécnicos. Los señalados por el pasado hoy se pasean del brazo con los evidenciados en el presente, todos en la impunidad y muchos con el favor presidencial, incluso la propia familia y cercanos del presidente.
La inseguridad, producto según el discurso presidencial de la guerra al narcotráfico y al crimen organizado declarada por Felipe Calderón, ha crecido junto con la violencia y el crimen. Por más que la oficialidad acomode los porcentajes, la realidad los exhibe y de ese crecimiento y la impunidad reinante no se puede seguir culpando a García Luna y los supuestos narco arreglos; los mismos testimonios que lo inculpan salpican a los actuales, incluido el presidente.
La economía y las finanzas estables, más un peso fuerte, condiciones presumidas como un logro gubernamental, aunque estrechamente dependientes de condiciones externas, están ciertamente prendidas con alfileres.
El gasto desordenado, ejercido clientelarmente y sin generar condiciones para el crecimiento sostenido, presenta el déficit más grande de las últimas administraciones y los pre criterios económicos presentados al Congreso auguran una mayor austeridad, restricción mayor del gasto y crecimiento del endeudamiento. No es un buen panorama para la administración que lo suceda.
Ahora en campaña electoral, nos invitan a construir un segundo piso, continuidad como un acto de fe sin decirnos a donde nos lleva. En seis años no ha habido una visión de futuro más allá de una creciente presencia del estado con políticas paternalistas y clientelares, sin un asomo de políticas que propicien una mayor movilidad social.
Hoy tenemos un país dicotómico con una dictadura de las mayorías artificiales en las cámaras y las construidas clientelarmente, una economía prendida de alfileres y la presunción fundada de un Maximato omnipresente.
No es una invitación atractiva, a no ser que se quiera ser un país de alienados viviendo de pensiones gubernamentales. Un país condenado a ser proveedor de mano de obra, rémora de las potencias comerciales. El riesgo es alto, porque la capacidad del estado para absorber esa carga pensionaria que ya gravita ahora con fuerza sobre las finanzas nacionales, es limitada e insostenible en las condiciones actuales.
Es necesario cambiar por un gobierno que deje de mirar atrás, que gobierne para todos y que deje la contienda política a los partidos. Xóchitl tiene la palabra.
ENTREVISTAS
Francisco Reséndiz Neri, candidato a juez de distrito: Juzgar con pasión, servir con independencia

Por Francisco Junco //
“Quiero seguir siendo juez porque es mi vocación y mi pasión. No busco poder, sino servir”, afirma con convicción Francisco Reséndiz Neri, Juez Séptimo de Distrito en Jalisco, mientras enfrenta un proceso inédito en México: la elección popular de jueces el 1 de junio de 2025.
Con más de 20 años en el Poder Judicial y nueve como titular en materia penal, Reséndiz, identificado con el número 25, defiende su trayectoria y su amor por los derechos humanos como su principal carta de presentación.
Un camino desde abajo
Reséndiz comenzó en los escalones más bajos del sistema judicial, como meritorio, haciendo copias y aprendiendo desde la base. Su carrera incluye roles como actuario penal, secretario del Supremo Tribunal de Justicia de Jalisco, y juez federal en materia de cateos y arraigos en la Ciudad de México, hasta llegar a la titularidad del Juzgado Séptimo de Distrito.
“Me mueve, el hecho de que creo que esto tiene que mejorar en la selección y que se requerirán personas de experiencia, personas independientes, que contribuyan a que subsista lo que es propiamente la división de poderes, la democracia como la conocemos actualmente, porque la defensa más cercana que tiene el ciudadano y todas las personas contra cualquier acto arbitrario, es precisamente el juicio de amparo, único en el mundo que permite anular cualquier acto”, señala, destacando su compromiso con la división de poderes y la democracia.
Retos de una elección sin precedentes
En entrevista con Conciencia Pública, Reséndiz aborda con franqueza los desafíos de esta elección. “Será difícil que la gente vote con cientos de nombres en una boleta, sin partidos ni propuestas tangibles”, admite. Reconoce riesgos, como la posible influencia de poderes fácticos, incluido el crimen organizado, pero insiste en que la solución es simple: “Apegarse a la ley, al caso concreto y a la Constitución”. Su experiencia, dice, es su escudo contra presiones externas.
Dilemas judiciales
Francisco Reséndiz Neri reconoce que uno de los grandes dilemas actuales en la labor jurisdiccional es la falta de una postura clara de la Suprema Corte respecto a la jerarquía entre los tratados internacionales y la Constitución.
“Muchos jueces, actuando de manera fundada, han establecido que debe prevalecer el tratado sobre la Constitución en ciertos casos, especialmente cuando se trata de derechos humanos”, explica. Sin embargo, esa práctica ha generado reacciones del poder legislativo, que habla de afectaciones a la soberanía nacional. “El problema es que cuando un juez aplica el tratado por encima de la Constitución, aunque sea para proteger derechos humanos, puede ser señalado o etiquetado, y eso no debería pasar”, señala.
Una justicia humana y equitativa
Cuenta cómo, en un caso de abuso sexual contra un menor, “coincidía la edad con la de mi hija. Estás tentado a echarle más cosas, pero no puedes. Tienes que ser objetivo. No puedes decidir por lo que sientes” y reafirmó que la objetividad no lo aleja de la empatía, “hay que ponerse en los zapatos de los otros. Todos tienen un proyecto de vida, todos merecen respeto”.
Propuestas claras
¿Por qué votar por él? Reséndiz enumera tres razones:
“Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona capacitada. Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona que ha administrado justicia y que tiene noción de lo que es o son los actos injustos. Y, tres, quiero que votes por mí porque siempre dialogaré por la protección de los derechos de las personas. Esa es mi directriz”, subraya.
Deuda histórica con las víctimas
Para Reséndiz Neri, el sistema penal mexicano tiene una deuda histórica con las víctimas, “el sistema ha privilegiado la forma sobre el fondo”, lamenta. Y pone un ejemplo elocuente, “no es lo mismo liberar a alguien porque no se leyó un derecho a tiempo, que porque no se comprobó su responsabilidad. Hay que cuidar las formas, sí, pero sin perder de vista la justicia de fondo”, apunta. Desde esa visión, Francisco Reséndiz cree necesario revisar la legislación para que no se convierta en un laberinto que sirva como impunidad.
El juez habla con firmeza sobre temas que no todos tocan con tanta claridad, por ejemplo, aseguró que la diversidad llegó para quedarse. “No puede haber discriminación por preferencia sexual, por origen étnico o por discapacidad. Es una deuda histórica que tenemos con los grupos vulnerables”. Defiende los protocolos para juzgar con perspectiva de género, y asegura que su compromiso es procurar una justicia que no sólo sea formalmente igual, sino sustantivamente justa.
En un México donde la desconfianza hacia las instituciones prevalece, Reséndiz ofrece su trayectoria: nueve años como titular del Juzgado Séptimo de Distrito y una carrera forjada en la experiencia.
En la inédita elección de jueces del 1 de junio de 2025, lamenta no poder prometer resultados tangibles como un político que ofrece obras públicas. “Solo prometo proteger los derechos de quienes lleguen a mi juzgado, porque así lo manda la Constitución”, asegura con convicción. “No lo hago por poder, sino por deber”.
CARTÓN POLÍTICO
Herida abierta
NACIONALES
Daniel Cosío Villegas y el dominio presidencial

Conciencia con Texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //
Muy certero el dicho aquel de “quien no conoce la historia está condenado a repetirla”.
Daniel Cosío Villegas, historiador, economista, catedrático, intelectual reconocido por tirios y troyanos, escribió varios libros que dieron luz para comprender cómo se hizo y cómo funcionó el Sistema Político Mexicano, confeccionado por revolucionarios, entre los que sobresalen, Álvaro Obregón, Venustiano Carranza, Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas y otros.
Don Daniel Cosío Villegas, quien tuvo que aclarar la mentirijilla que propagó de haber nacido en Colima, en 1900, cuando en verdad nació en la Ciudad de México en 1898, estableció en varios de sus libros, ensayos y textos, que México vivió alrededor de 70 años un sistema autoritario, presidencial y con un partido dominante.
Habrá que estar muy atentos a lo escrito por este sociólogo y diplomático que desnudó y encabritó a no pocos miembros de la élite que gobernó nuestro país desde que la Revolución se bajó del caballo hasta que llegó Fox con sus botas piteadas.
Don Daniel consideró que los poderes metaconstitucionales, de por sí concesionados en la Magna Carta de 1917, motivaron la Centralización del Poder en los rubros de política, economía y geografía. Esta concentración fue perversa, centralista y castrante para el resto de las entidades de la República. Tiempos hubo que en política “no se movía una hoja del árbol” sin la aprobación del Presidente de la República (así con mayúsculas) porque su poder era inmenso, total y arbitrario.
La subordinación de las autoridades municipales, estatales, así como de los poderes Legislativo y Judicial, al omnímodo poder presidencial se tornó, incluso, patético, absurdo y kafkiano.
El presidente priista en turno era un dios sexenal, que hacía y deshacía según su voluntad, su ánimo y sus intereses personales y de grupo. ¡Ay de aquél o aquellos que osaran ir en contra de la voluntad del todopoderoso presidente! Le esperaba cárcel, muerte política o… de veras.
Con esas condicionantes se canceló así la actividad política como factor de movilidad social; brilló la ausencia de un programa político claro y se apoderó del poder el oportunismo descarado y descarnado de las huestes “hienas” que pululan siempre buscando la carroña que dejan los “leones” de la grilla.
Un factor más fue el partido único, mediante el cual se legitimaron los cambios sexenales para aparentar la democracia hacia afuera, hacia los observadores mundiales. Mientras se mostraba esa falsa careta democrática al interior del partidazo y de otros partidos paleros, se practicaba la sumisión total al detentador del poder político.
Don Daniel Cosío Villegas publicó en 1972, bajo el auspicio de la Universidad de Texas, su ensayo “El sistema político mexicano, las posibilidades de cambio”.
Estableció que la creación del Partido Nacional Revolucionario, ideado en 1920, pero nacido hasta 1929, fue creado para eliminar el caudillismo de los neopolíticos postrevolucionarios, la mayoría hombres de armas, y así disminuir la violencia. Esto generó la “pax post revolución”, con el beneficio de sentar bases sólidas de la economía y algunos programas con objetivos sociales.
Octavio Paz, premio Nóbel de Literatura, solía decir que Cosío Villegas, “nos hizo conscientes de la dignidad humana”. Cosío Villegas fue director de la Escuela de Economía de la UNAM en 1933. Fue el primer director del Fondo de Cultura Económica, de 1934 a 1948 y presidente del Colegio de México de 1957 a 1963. Justamente don Daniel, siendo diplomático en Portugal, sugirió al entonces presidente Lázaro Cárdenas del Río, traer a México a los intelectuales españoles perseguidos por Francisco Franco por su afán republicano.
Ellos, los refugiados españoles fundaron la Casa de España, a la postre convertida en el Colegio de México. En 1943 el presidente Manuel Ávila Camacho aprueba y se crea el Colegio Nacional. Entre sus iniciadores está don Daniel Cosío Villegas y los jaliscienses, José Clemente Orozco, Enrique González Martínez, Mariano Azuela, acompañados por Manuel Sandoval Vallarta, Carlos Chávez, Alfonso Reyes, Alfonso y Antonio Caso, Ignacio Ochoterena, Diego Rivera, José Vasconcelos e Ignacio Chávez.
Cosío Villegas estableció que “el dominio presidencial mata todo espíritu cívico y convierte la vida política del país en una farsa profundamente aburrida”.
A este gran pensador mexicano se le consideró un liberal constitucionalista. Sus palabras parecieran resonar en estos tiempos de regresión al tiempo en que el sistema político mexicano se regía por el autoritarismo, la descalificación de los adversarios, la sumisión de los poderes, la compra de voluntades, el absolutismo y totalitarismo encarnado en un partido único al servicio del presidente en turno.
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