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NACIONALES

La herencia de AMLO a Sheinbaum

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De primera mano, por Francisco Javier Ruiz Quirrín //

ALGUNOS analistas y observadores están diciendo que luego de los resultados contundentemente a favor de MORENA el pasado 2 de junio, debemos cambiar nuestro pensamiento a esta “nueva realidad”.

No se puede estar de acuerdo en el todo. Si bien es cierto que Juan Pueblo decidió apoyar al Presidente López Obrador y con ello a su candidata Claudia Sheinbaum (lo que debe respetarse y reconocerse, desde luego) eso no significa que el voto se haya transformado en un cheque en blanco para que la “cuarta transformación” aseste una “puntilla” al Poder Judicial Federal y, con ello, conseguir un propósito perverso: Hacer de México un Estado de un solo poder, en este caso de quien sea titular del Poder Ejecutivo Federal.

Y sin embargo, en septiembre se consumará la orden de López Obrador y se aprobará por una mayoría aplastante en la Cámara de los Diputados, una reforma para, en lo sucesivo, evitar de una vez por todas que la Suprema Corte de Justicia de la Nación continúe siendo un contrapeso de los deseos y propósitos de palacio nacional.

De esa manera, el aún Presidente de México confirmará para la historia, el ser considerado el mandatario con mayor poder en 203 años de independencia de este país. Ni Juárez, ni Cárdenas, ni Echeverría, ni Salinas de Gortari, se atrevieron a hacer a un lado la forma para buscar solo un fondo ideológico, por encima de una agenda sensible a la población.

Y es que el paso a la dictadura estará a la vuelta de la esquina. Un régimen que sería capaz de suspender las libertades inherentes al desarrollo de las personas, una amenaza a la propiedad privada y a la vida.

AMLO deja Palacio Nacional en dos meses, pero usted y yo sabemos que en realidad, no se va. Por un momento reflexionemos, ¿qué herencia de país dejará a su sucesora Claudia Sheinbaum?

La respuesta llega en cascada: El sexenio más violento de la historia, la pobreza se extendió, más de 40 millones de habitantes carecen de acceso a servicios de salud, no se ha solucionado el desabasto de medicamentos, obras faraónicas que son un verdadero fracaso y donde se han destinado cerca del billón de pesos, una deuda externa que aumentó este año en dos billones de pesos, estados y municipios en ruinas y un renglón especial es aquel que nos dice que como nunca antes, la mexicana y el mexicano están olvidados. Ante un problema de inseguridad, de salud o de desastre natural, están abandonados a su suerte.

¿Se justifica entonces que la próxima Presidenta, Claudia Sheinbaum, mande hacer una encuesta para designar la fecha del 1 de julio como “el despertar de las conciencias” o “el día del triunfo del pueblo”?

La verdad, solo se justifica para ella en términos de que la mujer siga actuando con inteligencia, con prudencia y con mesura, sin quitarle una coma a los deseos de López Obrador, de no desaprovechar cualquier oportunidad para reconocer que ha sido “el mejor Presidente de la historia de México”… Aunque no esté convencida.

¿Se justifica la andanada violenta en contra de la presidenta de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, ministra Norma Piña, para lo cual han hecho mención de los mismos argumentos Yasmín Esquivel, Ricardo Monreal y Arturo Zaldívar?

Sí se justifica para ellos, pero solo en aras del cumplimiento de una instrucción presidencial, que no quiere irse de palacio sin golpear a quien se atrevió a actuar en estricto cumplimiento a la Constitución y a la independencia del Poder Judicial Federal, que dentro de la Unión, está al mismo nivel que el Ejecutivo y el Legislativo.

El discurso manipulador del Presidente y de sus voceros, están repitiendo que nadie puede oponerse a la voluntad popular manifestada el 2 de junio.

Así están justificando sus acciones para destruir toda autoridad que se oponga a sus deseos y eliminar el equilibrio que surja de otro poder, como lo es el Poder Judicial Federal, único que ha cumplido con su misión de defender el cumplimiento de nuestra Carta Magna y garantizar un equilibrio en los poderes del Estado Mexicano.

Los 36 millones de votos que –se dice- favorecieron a Claudia Sheinbaum, no incluyeron la autorización para que el gobierno triunfador siga destruyendo a las instituciones nacionales que han costado mucho trabajo y hasta sangre mexicana a través de los años.

Repetimos, el pasado 2 de junio el pueblo de México no otorgó un cheque en blanco a López Obrador y seguidores, para introducirnos a un régimen intolerante, totalitario y perseguidor de quienes no piensan igual a la “4-T”.

Un populismo o socialismo del siglo XXI, que por cierto ha sido superado por la historia desde hace más de tres décadas y mantiene en la miseria, con su férrea bota, a pueblos de América Latina.

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