NACIONALES
La polarización mata
Opinión, por Miguel Ángel Anaya Martínez //
Camille Desmoulins (1760-1794) fue uno de los personajes más destacados de la Revolución francesa. Abogado y periodista, se distinguía por ser un ferviente republicano. Su pensamiento y capacidad de oratoria fueron parte de las chispas que provocaron el levantamiento del pueblo francés.
Desmoulins era de pensamiento moderado, pero tenía arranques radicales, estos se demostraban en algunos de sus discursos. Su formación estudiantil lo hizo coincidir con Maximilene Robespierre en la escuela de derecho, allí, entablaron una gran amistad. Posteriormente coincidieron al inicio de las revueltas previas a la revolución francesa.
Un acontecimiento marcó el ascenso de Camille. El 11 de julio de 1789, el rey Luis XVI despidió a Jacques Necker, el popular ministro de finanzas, personaje a quién se le atribuía la convocatoria de los Estados Generales. Esta medida provocó revueltas en París, pues muchos consideraron ese acto como el precedente de un ataque contrarrevolucionario.
El 12 de julio, Desmoulins se paró sobre una mesa del Café du Foy, allí, utilizando el jardín del Palais Royal como escenario, pronunció el discurso donde con voz apasionada dijo:
“¡Ciudadanos! No hay tiempo que perder. Vengo de Versalles. Necker ha sido destituido, y su destitución es la señal para otra masacre de todos los patriotas el día de San Bartolomé. Esta noche, los batallones suizos y alemanes saldrán del Campo de Marte para matarnos. Debemos asegurarnos armas y llevar escarapelas para reconocernos.”
La multitud que escuchaba, harta de la situación que vivía, comenzó la revuelta, misma que culminó con la toma de la Bastilla el 14 de julio; ese suceso es considerado como el inicio de la Revolución Francesa.
Durante el transcurso de la revolución, Desmoulins se vio envuelto en la lucha entre dos facciones rivales: los girondinos moderados, liderados por Brissot, y los extremistas montañeses, encabezados por Robespierre. Desmoulins, que tenía afinidad con los montañeses, constantemente publicaba artículos contra los girondinos.
En mayo de 1793, alentado por Robespierre publicó un documento acusando a todos los girondinos de ser agentes extranjeros que trabajan en la destrucción de la revolución; esta publicación fue ampliamente difundida y contribuyó a la insurrección de 1793, en la que miles de personas se aglutinaron exigiendo la detención de aquellos girondinos supuestamente traidores.
El suceso anterior permitió a Robespierre tomar el poder y significó el comienzo de la llamada época del Terror en Francia. Desmoulins se distanció de los montañeses pues el gobierno radical no conocía límites. El 30 de octubre de 1793, cuando Brissot y los girondinos fueron condenados a muerte, se oyó exclamar a Desmoulins: «¡Dios mío, Dios mío! ¡Soy yo quien los mata!
El fragmento anterior nos lleva la reflexión. Vivimos en un México polarizado, un país que vive en un constante conflicto armado desde hace 15 años, transitamos por nuestra propia época del terror y nos hemos acostumbrado a ella. En medio de la crisis social que atravesamos las posiciones radicales abundan. Hoy se piensa que solo hay una verdad disponible para resolver los problemas que nos aquejan y que esta es representada únicamente por dos bandos con su propia visión. O estás con ellos o en contra suya.
La polarización ha hecho que el país se rompa, que pensemos que solo existen verdades totalitarias, que no existen matices, como si en la vida solo se viera a blanco y negro. La democracia se forma con un mosaico de opiniones, de pensamientos, de visiones que suman a la pluralidad y al desarrollo de nuestro país.
Limitar lo que sucede en México a estar a favor o en contra de un movimiento o de un personaje nos limita el pensamiento, acorta las miras y provoca un bucle de resentimiento y frustración del cual es muy complejo salir.
Se acerca la elección del 24 y con ella vendrán campañas mercadológicas que alentarán la división, que denostarán, señalarán errores existentes y se inventarán algunos otros. No alentemos campañas sucias, no propaguemos el odio.
¿Al final que fue de Desmoulins y aquellos que alentaron la división y radicalización de Francia? Fueron víctimas de la situación que crearon, pues tanto él como otros promotores de los discursos de odio contra los girondinos fueron decapitados en abril de 1794. Y es que sí, la polarización mata.
