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Las protestas de agricultores

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De primera mano, por Francisco Javier Ruiz Quirrín //

LOS PRODUCTORES agrícolas del país, pero sobre todo los productores de los llamados “graneros de México”, como son Sinaloa, Baja California y Sonora, no pueden acostumbrarse a que un día despertaron y se encontraron con otro régimen, el “populista” de la “cuarta transformación”, dispuesto a desaparecerlos.

Si bien es cierto que en campaña, el entonces candidato López Obrador prometió apoyar a los hombres del campo fijándoles precios de garantía justos, ya como gobernante esa promesa la mandó al olvido y sin rubor alguno, anunció hace unas semanas desde palacio nacional que los grandes productores estaban fuera de sus proyectos, para pasar a apoyar sólo a los pequeños.

El tema no es menor. Estamos hablando de la base de la producción alimentaria en México. El tema no es la actitud personal de hombres y mujeres del campo, si pertenecen o no pertenecen a una clase media o alta, si son pequeños, medianos o grandes; estamos hablando de políticas públicas que están fijando precedentes para hacer de nuestro país una nación autosuficiente en alimentos o, lamentablemente, condenados a la dependencia del extranjero.

La decisión por parte del presidente está tomada. Todavía, la secretaria de Agricultura y Ganadería del Gobierno de Sonora, Fátima Yolanda Rodríguez Mendoza, ratificó dicha determinación en conversación que sostuvo el martes con el colega de radio, Juan Carlos Zúñiga: “No habrá precios de garantía para estos productores; que diversifiquen cultivos; ya están recibiendo agua barata y luz eléctrica accesible”.

Y tal como lo habían anunciado los hombres del campo, esta semana colocaron 250 tractores en la caseta de Fundición (tramo de la carretera federal entre Ciudad Obregón y Navojoa), a manera de presión y convencidos de que “para atrás ni para agarrar vuelo”, aunque los gritos de guerra sólo duraron cinco horas, porque dicha “toma” fue levantada.

El movimiento de protesta se dio en veinte estados del país, bajo el acuerdo de un recién creado “Frente Nacional por la Defensa del Campo Mexicano”.

Y como la historia –esa gran maestra de la vida- nos ha dejado sus enseñanzas, habría que hacer un apunte de las posibles consecuencias políticas de este escenario que ha invadido los límites de un conflicto social.

En 1976, el régimen prosocialista del Presidente Luis Echeverría, expropió más de 97 mil hectáreas productivas de los valles del Yaqui y Mayo, para entregárselas a ejidatarios.

La lucha de los productores fue intensa tanto en tribunales bajo la batuta del eminente abogado Ignacio Burgoa Orihuela, como en calles y pueblos, con manifestaciones, tractores por delante.

Sin embargo, desde el punto de vista político, ahí se generó una férrea oposición al régimen. Ahí nació la motivación para que la clase empresarial ingresara al Partido Acción Nacional y buscara llegar al poder, lo que lograron 24 años más tarde.

Ahí nacieron los grandes liderazgos opositores al PRI como “Maquío”, Manuel J. Clohutier y, en Sonora, conocimos los rostros, las luchas y el arrojo de hombres como Adalberto “Pelón” Rosas López, José Antonio Gándara Terrazas, Claudio Dabdoub Sicre, Carlos Amaya Rivera y líderes de la pequeña propiedad y comerciantes, como Jaime Miranda Peláez y Carlos Sparrow Sada.

La primera gran conquista local de la oposición al PRI se dio en Ciudad Obregón, con el triunfo de Adalberto Rosas, quien se convirtió en presidente municipal de Cajeme y las diputaciones federales y locales del Yaqui.

El fenómeno político-social ascendió a planos nacionales, surgiendo líderes panistas desde los organismos empresariales como el Consejo Coordinador Empresarial, la Concanaco y la Concamín. Llegaron incluso a apoderarse del gobierno del Estado de Nuevo León.

La pregunta de nuestro tiempo, ahora que existe un frente nacional contra las políticas públicas del Presidente López Obrador en materia del campo mexicano es, ¿Escalará este movimiento hasta traer consigo consecuencias de tipo político?

La generación de los “maquíos”, adalbertos y otros líderes que se gestaron en los años setenta del siglo pasado, eran hombres de convicciones firmes. ¿Los habrá ahora, en la tercera década del siglo XXI, cuando se sabe que el “populismo” de la “4-T” se propone acabar con la clase media y alta en el campo mexicano?

Por lo pronto, los “líderes” de los productores agrícolas del sur de Sonora –como un Juan Leyva Mendívil, Juan Gándara y Luis Cruz- quedaron a deber a la sociedad y a ellos mismos. Han resultado ladinos y fáciles de seducir por el poder público.

Los zapatos que dejaron aquellos agricultores y productores de los años setenta, les quedaron muy grandes.

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