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NACIONALES

Libro sobre Zapata, se cumplen 144 años del natalicio: «Le sobraron ideales y le faltaron generales», José Luis Ortiz

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Por Gabriel Ibarra Bourjac //

“A Emiliano Zapata le faltaron generales pero le sobraron ideales y a Villa le sobraron generales pero le faltaron ideales”, expresa José Luis Ortiz, a propósito de su nuevo libro que está por presentar en el marco del 144 aniversario del natalicio del caudillo del sur.

“Ya tengo el libro de Emiliano Zapata, está muy sustentado; de Zapata se ha escrito mucho sobre sus luchas revolucionarias, desde 1910, 1911, 1912 hasta su muerte, pero muy poco de lo que fue antes”, adelanta el escritor y vehemente admirador del revolucionario que naciera en la Hacienda de Anenecuilco, Morelos el 8 de agosto de 1879.

“Se ha escrito muchas tonterías sobre Zapata, como por ejemplo que Zapata y Villa tuvieran el mismo origen. Las circunstancias son diferentes”, afirma nuestro entrevistado.

Zapata era un hombre culto y Villa un iletrado, que no sabía ni leer ni escribir, sostiene José Luis.

Zapata estudió hasta tercero de primaria que es lo que había en ese entonces; llevaba un cuaderno consigo donde apuntaba las entradas y salidas de ganado y cosecha.

VILLA SE UNE A LOS BANDOLEROS

Villa se mete a la revolución por las circunstancias; Doroteo Arango -el nombre verdadero del que sería llamado el “Centauro del Norte”- traía consigo un facsimil al que le echaba tinta y saliva con el que firmaba, ya que no sabía escribir.

“Nace en la Hacienda de El Gogojito en el estado de Durango, propiedad de la familia López Negrete.

“Dicen las voces del viento que su hermana Martina era media coscolina y que el dueño de la hacienda le dio una estrujada, entonces ella llega a su casa despeinada, con parte de la ropa destrozada, lo que provocó la ira del entonces jovencito Doroteo y sale a buscar a su primo, quien le da una pistola con la que le mete un tiro en la pierna al dueño de la hacienda don Agustín López Negrete”.

Por esta razón Doroteo se ve en la necesidad de huir a la sierra y se junta con una recua de bandidos, donde cambia de nombre y se hace llamar Pancho Villa. Poco tiempo después conoce a Abraham González, quien lo fue instruyendo sobre el movimiento maderista y la conveniencia de unirse a él. Y fue así como se une al movimiento de la revolución mexicana que encabezaba Madero.

EL PADRE DE ZAPATA

El padre de Emiliano fue don Nicolás que tenía una pequeña parcela y trabajaba de mediero; el rico le daba la semilla, los insumos, le daban los bueyes y él ponía el trabajo; le prestaban dinero para que cubrieras tus gastos de mayo a diciembre tiempo en el que se desarrollaba la cosecha.

Te apuntaban todo lo que te daban, tu le pagabas con maíz y lo que sobrara de ese pacto, se dividía en dos partes, una para el mediero y otra para el patrón.

Zapata era un hombre de recursos, fue arriero, tenía establo y cultivaba la tierra

En 1906 sacó una cosecha de sandía muy comentada por la historia, inclusive por Enrique krauze que lo registra en su libro y se ganó 600 pesos, considerando que una vaca en ese entonces debió de haber costado diez pesos con todo y becerro. En 1907 Zapata tenía un capital de más de 3 mil pesos, considerando que a don Francisco Madero le tocaron 750 mil pesos de la herencia que le dieron, se dice se la acabó en la revolución.

DEFENSOR EN ANENECUILCO

En aquella época los pueblos se gobernaban con usos y costumbres a través del Consejo de Ancianos y fueron estos de Anenecuilco los que le pidieron a Zapata que él fuera el defensor de los títulos en 1905 y 1906 cuando empezó a hacer la defensa, porque allí en este poblado estaba una de las mejoras haciendas de América que era la Hacienda del Hospital y dicen que ésta tenía más de 1,500 hectáreas sembradas de caña con riego, y tenían el ingenio más moderno de América con maquinaria traída de Brasil.

Esa hacienda fue invadiendole los solares a la gente de Anenecuilco al grado que un día al dueño se le ocurrió que cercaran también el solar donde estaba la casa de Emiliano con lo que ellos ya no podían pasar al corral, sólo podían salir a la calle.

Zapata tenía cerca de 16 o 17 años de edad – dicen unos, aunque otros dicen que 12-, allí hay una anécdota, de acuerdo a las voces del viento que Emiliano ve llorar a don Nicolás y le pregunta cuál es larazón y éste le responde que los ricos “nos quitaron la tierra”.

  • Y por qué no la defiendes y peleas -le señala Emiliano.
  • Don Nicolás le responde: porque son fuertes y poderosos.
  • Cuando yo sea grande, yo le voy a recuperar todas las tierras.

Más adelante Emiliano Zapata empezó a defender legalmente a la gente que había sido despojada de sus tierras.

El dueño de la hacienda y les dijo: si los indios quieren sembrar, que se vayan a las cuevas y a las barracas.

Emiliano les ganó el pleito, pero la Suprema Corte de Justicia nunca se animó a ejecutar la sentencia para que les devolvieran los títulos que eran desde 1565.

Es allí cuando Emiliano se mete a defender una causa, legalmente hizo toda la lucha para que se les hiciera justicia.

Cabe recordar que un tío de Emiliano Zapata anduvo defendiendo desde la invasión de los franceses.

José Luis a quien le gusta escarbar en la historia reflexiona:

“Y fíjate lo que es la historia, a los de Anenecuilco con quienes mejor les ha ido fue con el emperador Maximiliano, quien estuvo a punto de devolverles las tierras que tenían invadidas, pero cae el emperador y es asesinado, aquello se frenó; les fue mejor con el emperador que con Juárez y con el mismo Porfirio Díaz que conocía ese antecedente.

  • Zapata es el personaje que más admiras de la revolución mexicana -le pregunto.

Pancho Villa me parece un personaje muy interesante, luego en otra oportunidad platicamos de él, hay quienes lo ven como un bandolero, es un personaje muy atractivo por su personalidad, era mujeriego, muy alegre,tiene muchos corridos y Zapata muy poquitos, pero entre ambos hubo una gran diferencia, como te lo señalé anteriormente:

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ENTREVISTAS

Francisco Reséndiz Neri, candidato a juez de distrito: Juzgar con pasión, servir con independencia

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Por Francisco Junco //

“Quiero seguir siendo juez porque es mi vocación y mi pasión. No busco poder, sino servir”, afirma con convicción Francisco Reséndiz Neri, Juez Séptimo de Distrito en Jalisco, mientras enfrenta un proceso inédito en México: la elección popular de jueces el 1 de junio de 2025.

Con más de 20 años en el Poder Judicial y nueve como titular en materia penal, Reséndiz, identificado con el número 25, defiende su trayectoria y su amor por los derechos humanos como su principal carta de presentación.

Un camino desde abajo

Reséndiz comenzó en los escalones más bajos del sistema judicial, como meritorio, haciendo copias y aprendiendo desde la base. Su carrera incluye roles como actuario penal, secretario del Supremo Tribunal de Justicia de Jalisco, y juez federal en materia de cateos y arraigos en la Ciudad de México, hasta llegar a la titularidad del Juzgado Séptimo de Distrito.

“Me mueve, el hecho de que creo que esto tiene que mejorar en la selección y que se requerirán personas de experiencia, personas independientes, que contribuyan a que subsista lo que es propiamente la división de poderes, la democracia como la conocemos actualmente, porque la defensa más cercana que tiene el ciudadano y todas las personas contra cualquier acto arbitrario, es precisamente el juicio de amparo, único en el mundo que permite anular cualquier acto”, señala, destacando su compromiso con la división de poderes y la democracia.

Retos de una elección sin precedentes

En entrevista con Conciencia Pública, Reséndiz aborda con franqueza los desafíos de esta elección. “Será difícil que la gente vote con cientos de nombres en una boleta, sin partidos ni propuestas tangibles”, admite. Reconoce riesgos, como la posible influencia de poderes fácticos, incluido el crimen organizado, pero insiste en que la solución es simple: “Apegarse a la ley, al caso concreto y a la Constitución”. Su experiencia, dice, es su escudo contra presiones externas.

Dilemas judiciales

Francisco Reséndiz Neri reconoce que uno de los grandes dilemas actuales en la labor jurisdiccional es la falta de una postura clara de la Suprema Corte respecto a la jerarquía entre los tratados internacionales y la Constitución.

“Muchos jueces, actuando de manera fundada, han establecido que debe prevalecer el tratado sobre la Constitución en ciertos casos, especialmente cuando se trata de derechos humanos”, explica. Sin embargo, esa práctica ha generado reacciones del poder legislativo, que habla de afectaciones a la soberanía nacional. “El problema es que cuando un juez aplica el tratado por encima de la Constitución, aunque sea para proteger derechos humanos, puede ser señalado o etiquetado, y eso no debería pasar”, señala.

Una justicia humana y equitativa

Cuenta cómo, en un caso de abuso sexual contra un menor, “coincidía la edad con la de mi hija. Estás tentado a echarle más cosas, pero no puedes. Tienes que ser objetivo. No puedes decidir por lo que sientes” y reafirmó que la objetividad no lo aleja de la empatía, “hay que ponerse en los zapatos de los otros. Todos tienen un proyecto de vida, todos merecen respeto”.

Propuestas claras

¿Por qué votar por él? Reséndiz enumera tres razones:

“Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona capacitada. Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona que ha administrado justicia y que tiene noción de lo que es o son los actos injustos. Y, tres, quiero que votes por mí porque siempre dialogaré por la protección de los derechos de las personas. Esa es mi directriz”, subraya.

Deuda histórica con las víctimas

Para Reséndiz Neri, el sistema penal mexicano tiene una deuda histórica con las víctimas, “el sistema ha privilegiado la forma sobre el fondo”, lamenta. Y pone un ejemplo elocuente, “no es lo mismo liberar a alguien porque no se leyó un derecho a tiempo, que porque no se comprobó su responsabilidad. Hay que cuidar las formas, sí, pero sin perder de vista la justicia de fondo”, apunta. Desde esa visión, Francisco Reséndiz cree necesario revisar la legislación para que no se convierta en un laberinto que sirva como impunidad.

El juez habla con firmeza sobre temas que no todos tocan con tanta claridad, por ejemplo, aseguró que la diversidad llegó para quedarse. “No puede haber discriminación por preferencia sexual, por origen étnico o por discapacidad. Es una deuda histórica que tenemos con los grupos vulnerables”. Defiende los protocolos para juzgar con perspectiva de género, y asegura que su compromiso es procurar una justicia que no sólo sea formalmente igual, sino sustantivamente justa.

En un México donde la desconfianza hacia las instituciones prevalece, Reséndiz ofrece su trayectoria: nueve años como titular del Juzgado Séptimo de Distrito y una carrera forjada en la experiencia.

En la inédita elección de jueces del 1 de junio de 2025, lamenta no poder prometer resultados tangibles como un político que ofrece obras públicas. “Solo prometo proteger los derechos de quienes lleguen a mi juzgado, porque así lo manda la Constitución”, asegura con convicción. “No lo hago por poder, sino por deber”.

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CARTÓN POLÍTICO

Herida abierta

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NACIONALES

Daniel Cosío Villegas y el dominio presidencial

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Conciencia con Texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //

Muy certero el dicho aquel de “quien no conoce la historia está condenado a repetirla”.

Daniel Cosío Villegas, historiador, economista, catedrático, intelectual reconocido por tirios y troyanos, escribió varios libros que dieron luz para comprender cómo se hizo y cómo funcionó el Sistema Político Mexicano, confeccionado por revolucionarios, entre los que sobresalen, Álvaro Obregón, Venustiano Carranza, Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas y otros.

Don Daniel Cosío Villegas, quien tuvo que aclarar la mentirijilla que propagó de haber nacido en Colima, en 1900, cuando en verdad nació en la Ciudad de México en 1898, estableció en varios de sus libros, ensayos y textos, que México vivió alrededor de 70 años un sistema autoritario, presidencial y con un partido dominante.

Habrá que estar muy atentos a lo escrito por este sociólogo y diplomático que desnudó y encabritó a no pocos miembros de la élite que gobernó nuestro país desde que la Revolución se bajó del caballo hasta que llegó Fox con sus botas piteadas.

Don Daniel consideró que los poderes metaconstitucionales, de por sí concesionados en la Magna Carta de 1917, motivaron la Centralización del Poder en los rubros de política, economía y geografía. Esta concentración fue perversa, centralista y castrante para el resto de las entidades de la República. Tiempos hubo que en política “no se movía una hoja del árbol” sin la aprobación del Presidente de la República (así con mayúsculas) porque su poder era inmenso, total y arbitrario.

La subordinación de las autoridades municipales, estatales, así como de los poderes Legislativo y Judicial, al omnímodo poder presidencial se tornó, incluso, patético, absurdo y kafkiano.

El presidente priista en turno era un dios sexenal, que hacía y deshacía según su voluntad, su ánimo y sus intereses personales y de grupo. ¡Ay de aquél o aquellos que osaran ir en contra de la voluntad del todopoderoso presidente! Le esperaba cárcel, muerte política o… de veras.

Con esas condicionantes se canceló así la actividad política como factor de movilidad social; brilló la ausencia de un programa político claro y se apoderó del poder el oportunismo descarado y descarnado de las huestes “hienas” que pululan siempre buscando la carroña que dejan los “leones” de la grilla.

Un factor más fue el partido único, mediante el cual se legitimaron los cambios sexenales para aparentar la democracia hacia afuera, hacia los observadores mundiales. Mientras se mostraba esa falsa careta democrática al interior del partidazo y de otros partidos paleros, se practicaba la sumisión total al detentador del poder político.

Don Daniel Cosío Villegas publicó en 1972, bajo el auspicio de la Universidad de Texas, su ensayo “El sistema político mexicano, las posibilidades de cambio”.

Estableció que la creación del Partido Nacional Revolucionario, ideado en 1920, pero nacido hasta 1929, fue creado para eliminar el caudillismo de los neopolíticos postrevolucionarios, la mayoría hombres de armas, y así disminuir la violencia. Esto generó la “pax post revolución”, con el beneficio de sentar bases sólidas de la economía y algunos programas con objetivos sociales.

Octavio Paz, premio Nóbel de Literatura, solía decir que Cosío Villegas, “nos hizo conscientes de la dignidad humana”. Cosío Villegas fue director de la Escuela de Economía de la UNAM en 1933. Fue el primer director del Fondo de Cultura Económica, de 1934 a 1948 y presidente del Colegio de México de 1957 a 1963. Justamente don Daniel, siendo diplomático en Portugal, sugirió al entonces presidente Lázaro Cárdenas del Río, traer a México a los intelectuales españoles perseguidos por Francisco Franco por su afán republicano.

Ellos, los refugiados españoles fundaron la Casa de España, a la postre convertida en el Colegio de México. En 1943 el presidente Manuel Ávila Camacho aprueba y se crea el Colegio Nacional. Entre sus iniciadores está don Daniel Cosío Villegas y los jaliscienses, José Clemente Orozco, Enrique González Martínez, Mariano Azuela, acompañados por Manuel Sandoval Vallarta, Carlos Chávez, Alfonso Reyes, Alfonso y Antonio Caso, Ignacio Ochoterena, Diego Rivera, José Vasconcelos e Ignacio Chávez.

Cosío Villegas estableció que “el dominio presidencial mata todo espíritu cívico y convierte la vida política del país en una farsa profundamente aburrida”.

A este gran pensador mexicano se le consideró un liberal constitucionalista. Sus palabras parecieran resonar en estos tiempos de regresión al tiempo en que el sistema político mexicano se regía por el autoritarismo, la descalificación de los adversarios, la sumisión de los poderes, la compra de voluntades, el absolutismo y totalitarismo encarnado en un partido único al servicio del presidente en turno.

 

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