NACIONALES
Niñez en tiempo de coronavirus
Opinión, por Miguel Ángel Anaya //
El viernes pasado se conmemoró el día del niño en México y al igual que el día de la mujer, este día no es (o no debería ser) solamente un festejo. En un principio, a nivel mundial se eligió el primer día de junio de 1925 para conmemorar a las víctimas infantiles que dejó la Primera Guerra Mundial, más adelante la ONU declaró el 20 de noviembre como el Día Universal del Niño, ya que en esa fecha se firmó de la Declaración de los Derechos de las Niñas y de los Niños.
En México, esta celebración se lleva a cabo desde 1925 y se eligió el 30 de abril porque en ese día el gobierno de nuestro país aceptó la ratificación de la Declaratoria de Ginebra sobre los derechos de los menores, misma que buscaba la protección y desarrollo infantil y que fue redactada por la Liga de las Naciones.
Si esta conmemoración fue planteada para recordar a las víctimas infantiles de cualquier tipo de violencia y para hablar sobre el derecho de las y los infantes a tener una vida con desarrollo pleno, en nuestro país deberíamos echar un vistazo de cómo nos encontramos en este tema, seguramente podemos hacer las cosas de mejor manera. Hay que recordar que derechos como la educación, la salud, la vida libre de violencia o a la inclusión se vieron afectados (¡de por sí!) por la crisis sanitaria mundial que se vive y durante la cual los derechos de los menores fueron desplazados a segundo plano.
Comencemos por el acceso a la educación, en este punto podemos decir que en México alrededor de 4 millones de niños, niñas y adolescentes no asisten a la escuela, además otros 600 mil están en riesgo de abandonarla por diversos factores, tales como la falta de recursos, la lejanía de las escuelas y la violencia. Por si fuera poco, el cierre de las escuelas motivado por la pandemia vino a imposibilitar la educación escolar de una gran cantidad de menores que no cuentan con acceso a internet. Al día de hoy, no tenemos una idea clara del número de infantes que no han podido tomar clases de manera virtual.
Es importante señalar que las y los menores que viven en comunidades indígenas enfrentan retos aún más grandes para asistir a la escuela, el no hablar español como lengua materna, el no tener un centro de estudios cercano; la discriminación y la marginación, entre muchos otros. Hay que ver las cosas como son y es obvio que si muchos no cuentan con una escuela en su comunidad o energía eléctrica en sus viviendas, mucho menos tendrán recursos para comprar una computadora o pagar el acceso a internet cada mes. Los que han perdido este año de formación seguramente no lo recuperarán jamás, en estas condiciones la brecha de la desigualdad aumentará.
Continuemos por el tema de la salud. Si bien en nuestro país la mayoría de las y los menores tienen acceso a un sistema de vacunación que les permite prevenir diversas enfermedades, cuando enfrentan un problema de salud grave, a la mayoría les resulta imposible acudir a un hospital. Como lo hemos comentado en semanas anteriores, más de la mitad de la población económicamente activa de nuestro país, trabaja desde la informalidad, por lo que sus familias se encuentran desprotegidas ante algún accidente o enfermedad que requiera atención hospitalaria.
La crisis sanitaria que nos invade desde 2019 vino a complicar el escenario general y aunque la mayoría de las víctimas mortales del coronavirus no son principalmente infantes, esta enfermedad ha impactado severamente a la niñez mexicana. Al día 26 de abril de este año, se contabilizaban más de 215 mil fallecimientos por COVID-19. Se estima que el 42% de las víctimas ocupaban el lugar de proveedores familiares, es decir, más de 90 mil familias se quedaron sin su principal fuente de sustento económico. Miles de infantes quedaron en situación de orfandad; es claro que no se ha desarrollado una política pública que los proteja.
Finalmente podemos hablar de cómo el descuidar nuestros recursos naturales, la contaminación y la falta de acciones para combatir el cambio climático están vulnerando los derechos de los niños ya que son los principales afectados por enfermedades relacionadas a la falta de agua de calidad -cómo diarrea o salmonela-, la falta de alimentos sanos o enfermedades pulmonares que impiden su sano crecimiento.
Después de lo expuesto anteriormente, cabe hacer distintas reflexiones: ¿Qué estamos haciendo para proteger a la niñez de nuestro país? ¿Somos conscientes de la cantidad de menores de edad que diariamente ven vulnerados sus derechos? A más de un año del inicio de pandemia ¿En dónde quedaron las acciones que debieron garantizar la protección del interés superior de la niñez? Evidentemente faltan proyectos concretos que garanticen el desarrollo pleno de nuestro niños.
El escritor Graham Greene alguna vez mencionó que “Siempre hay un momento en la infancia cuando la puerta se abre y deja entrar al futuro”. Preparemos el mejor porvenir para las niñas y los niños de nuestro país, defendamos sus derechos.
