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NACIONALES

No tiene caso discutir reformas

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Opinión, por Luis Manuel Robles Naya //

Sobre el cimiento de la necedad no asienta ningún discreto edificio  (Miguel de Cervantes, en Don Quijote) 

Un necio es un imprudente, un terco o más bien una persona con falta de razón, un ignorante que cree que sabe, y es un gran peligro un necio que asegura tener la razón. Ahora bien, es sabido de todos, que es absurdo discutir con necios, pues hacerlo e insistir en ello te vuelve igual, además de que no te conduce a ninguna parte. Es predicar en el desierto.

Por ello afirmo que no tiene caso abrir la discusión, aunque ya hay una multitud discutiendo, la necedad de proponer reformas legales a sabiendas de que no pasaran y de que no hay recursos que las sustenten.

Son un catálogo de deseos y un listado de tareas que quiere dejar pendientes a su sucesor (a), y un excelente anzuelo para la pesca electoral. Nadie puede oponerse a que le regalen dinero, ganar más, mejor pensión, es obvio el gancho, porque, “un gobierno que cobra a Pedro para pagarle a Pablo, siempre puede contar con el apoyo de Pablo”(Bernard Shaw), Aunque en este caso Pedro está exprimido y no le ajusta el dinero para darle a Pablo. El déficit es alto y la deuda pública grande.

Así pues, no tiene caso discutir lo que se sabe que no es viable, mucho menos pecar de ingenuos y hasta tontos, si acabamos haciendo lo que se quiere que se haga con esas necedades, que es seguir hablando de ellas para que no se hable de los grandes fracasos de su gobierno.

Esta administración inició vendiendo esperanza; promesas de gasolina barata, medicamentos suficientes, atención médica de primer mundo, autosuficiencia alimentaria y energética, educación y universidades para todos; acabar con la inseguridad, con la corrupción, con el contubernio del poder económico y el gobierno, con la censura a los medios y periodistas; la familia no haría tráfico de influencias y el pueblo sabría cómo se gasta el dinero público, y así puedo seguir el listado de promesas no cumplidas y abusos hechos al amparo del poder.

Ahora, al final de su periodo, se renueva el catálogo y vuelve al manejo de las luces y los espejos para que nadie note el elefante en la sala y de paso para hacerle la campaña a su delfín.

Necesita que las ocurrencias traducidas a reformas, sean el tema y no el crecimiento de la inseguridad, de la presencia del crimen en forma de gobiernos paralelos cobrando derechos y exigiendo pagos a cambio de vida y la tolerancia con que la Guardia Nacional y el Ejército los ven desplazarse por caminos y ciudades. Requiere que se discuta sobre pensiones imposibles para que no se siga hablando del financiamiento obscuro de su trayectoria política.

Es su intención, que la discusión nacional se centre en quimeras para no hablar de la incapacidad gubernamental, de su descuido en el tratamiento de la sequía que agobia a dos terceras partes del país, que ya secó Cuitzeo, que está secando Cutzamala, mientras el habla de nuevas presas que no tienen agua que contener.

Que se hable de la extinción de organismos que son los diques para su autoritarismo, para que no se exhiba la falta de transparencia en las obras públicas, del crecimiento del déficit público gastando más de lo que ingresa y subsanando el hoyo con más deuda, aunque lo niegue.

En palabras claras, que el manejo de esperanzas y expectativas se constituya en la narrativa pública para ocultar el fracaso de la administración, el fallo en los rubros que prometieron combatir y sobre todo que no se abra la conversación sobre la corrupción que mancha a la familia presidencial.

Lo que está en juego, no es solo la transmisión del poder a su delfín, sino el derrumbe del mítico personaje creado para disfrazar al verdadero. Sería difícil creer en la honestidad de quien dijo vivir con doscientos pesos en la bolsa mientras los personajes cercanos eran grabados recibiendo dinero de obscura procedencia, en conducta repetida y exhibida durante dos décadas.

Discutir sobre reformas inviables es un ejercicio que nos remite a la dicha inicua de perder el tiempo, (Renato Leduc dixit), y seguir subyugados por la retórica que nos ha marcado la agenda pública por cinco años, escondiendo la tragedia nacional.

Polarización, discurso maniqueo, conservadores, neoliberales, adversarios, fueron fantasmas que nos tuvieron en el limbo de una realidad imaginada por una mente enferma, que muchas veces es capaz de hazañas geniales, pero que en este caso no fue para bien.

El genial engaño está llegando al fin. No por obra de sus adversarios sino por la propia incapacidad e incompetencia. No tiene caso discutir sobre los nuevos espejismos, la realidad habrá de imponerse y costará mucho reparar el desastre que nos lega.

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ENTREVISTAS

Francisco Reséndiz Neri, candidato a juez de distrito: Juzgar con pasión, servir con independencia

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Por Francisco Junco //

“Quiero seguir siendo juez porque es mi vocación y mi pasión. No busco poder, sino servir”, afirma con convicción Francisco Reséndiz Neri, Juez Séptimo de Distrito en Jalisco, mientras enfrenta un proceso inédito en México: la elección popular de jueces el 1 de junio de 2025.

Con más de 20 años en el Poder Judicial y nueve como titular en materia penal, Reséndiz, identificado con el número 25, defiende su trayectoria y su amor por los derechos humanos como su principal carta de presentación.

Un camino desde abajo

Reséndiz comenzó en los escalones más bajos del sistema judicial, como meritorio, haciendo copias y aprendiendo desde la base. Su carrera incluye roles como actuario penal, secretario del Supremo Tribunal de Justicia de Jalisco, y juez federal en materia de cateos y arraigos en la Ciudad de México, hasta llegar a la titularidad del Juzgado Séptimo de Distrito.

“Me mueve, el hecho de que creo que esto tiene que mejorar en la selección y que se requerirán personas de experiencia, personas independientes, que contribuyan a que subsista lo que es propiamente la división de poderes, la democracia como la conocemos actualmente, porque la defensa más cercana que tiene el ciudadano y todas las personas contra cualquier acto arbitrario, es precisamente el juicio de amparo, único en el mundo que permite anular cualquier acto”, señala, destacando su compromiso con la división de poderes y la democracia.

Retos de una elección sin precedentes

En entrevista con Conciencia Pública, Reséndiz aborda con franqueza los desafíos de esta elección. “Será difícil que la gente vote con cientos de nombres en una boleta, sin partidos ni propuestas tangibles”, admite. Reconoce riesgos, como la posible influencia de poderes fácticos, incluido el crimen organizado, pero insiste en que la solución es simple: “Apegarse a la ley, al caso concreto y a la Constitución”. Su experiencia, dice, es su escudo contra presiones externas.

Dilemas judiciales

Francisco Reséndiz Neri reconoce que uno de los grandes dilemas actuales en la labor jurisdiccional es la falta de una postura clara de la Suprema Corte respecto a la jerarquía entre los tratados internacionales y la Constitución.

“Muchos jueces, actuando de manera fundada, han establecido que debe prevalecer el tratado sobre la Constitución en ciertos casos, especialmente cuando se trata de derechos humanos”, explica. Sin embargo, esa práctica ha generado reacciones del poder legislativo, que habla de afectaciones a la soberanía nacional. “El problema es que cuando un juez aplica el tratado por encima de la Constitución, aunque sea para proteger derechos humanos, puede ser señalado o etiquetado, y eso no debería pasar”, señala.

Una justicia humana y equitativa

Cuenta cómo, en un caso de abuso sexual contra un menor, “coincidía la edad con la de mi hija. Estás tentado a echarle más cosas, pero no puedes. Tienes que ser objetivo. No puedes decidir por lo que sientes” y reafirmó que la objetividad no lo aleja de la empatía, “hay que ponerse en los zapatos de los otros. Todos tienen un proyecto de vida, todos merecen respeto”.

Propuestas claras

¿Por qué votar por él? Reséndiz enumera tres razones:

“Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona capacitada. Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona que ha administrado justicia y que tiene noción de lo que es o son los actos injustos. Y, tres, quiero que votes por mí porque siempre dialogaré por la protección de los derechos de las personas. Esa es mi directriz”, subraya.

Deuda histórica con las víctimas

Para Reséndiz Neri, el sistema penal mexicano tiene una deuda histórica con las víctimas, “el sistema ha privilegiado la forma sobre el fondo”, lamenta. Y pone un ejemplo elocuente, “no es lo mismo liberar a alguien porque no se leyó un derecho a tiempo, que porque no se comprobó su responsabilidad. Hay que cuidar las formas, sí, pero sin perder de vista la justicia de fondo”, apunta. Desde esa visión, Francisco Reséndiz cree necesario revisar la legislación para que no se convierta en un laberinto que sirva como impunidad.

El juez habla con firmeza sobre temas que no todos tocan con tanta claridad, por ejemplo, aseguró que la diversidad llegó para quedarse. “No puede haber discriminación por preferencia sexual, por origen étnico o por discapacidad. Es una deuda histórica que tenemos con los grupos vulnerables”. Defiende los protocolos para juzgar con perspectiva de género, y asegura que su compromiso es procurar una justicia que no sólo sea formalmente igual, sino sustantivamente justa.

En un México donde la desconfianza hacia las instituciones prevalece, Reséndiz ofrece su trayectoria: nueve años como titular del Juzgado Séptimo de Distrito y una carrera forjada en la experiencia.

En la inédita elección de jueces del 1 de junio de 2025, lamenta no poder prometer resultados tangibles como un político que ofrece obras públicas. “Solo prometo proteger los derechos de quienes lleguen a mi juzgado, porque así lo manda la Constitución”, asegura con convicción. “No lo hago por poder, sino por deber”.

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CARTÓN POLÍTICO

Herida abierta

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NACIONALES

Daniel Cosío Villegas y el dominio presidencial

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Conciencia con Texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //

Muy certero el dicho aquel de “quien no conoce la historia está condenado a repetirla”.

Daniel Cosío Villegas, historiador, economista, catedrático, intelectual reconocido por tirios y troyanos, escribió varios libros que dieron luz para comprender cómo se hizo y cómo funcionó el Sistema Político Mexicano, confeccionado por revolucionarios, entre los que sobresalen, Álvaro Obregón, Venustiano Carranza, Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas y otros.

Don Daniel Cosío Villegas, quien tuvo que aclarar la mentirijilla que propagó de haber nacido en Colima, en 1900, cuando en verdad nació en la Ciudad de México en 1898, estableció en varios de sus libros, ensayos y textos, que México vivió alrededor de 70 años un sistema autoritario, presidencial y con un partido dominante.

Habrá que estar muy atentos a lo escrito por este sociólogo y diplomático que desnudó y encabritó a no pocos miembros de la élite que gobernó nuestro país desde que la Revolución se bajó del caballo hasta que llegó Fox con sus botas piteadas.

Don Daniel consideró que los poderes metaconstitucionales, de por sí concesionados en la Magna Carta de 1917, motivaron la Centralización del Poder en los rubros de política, economía y geografía. Esta concentración fue perversa, centralista y castrante para el resto de las entidades de la República. Tiempos hubo que en política “no se movía una hoja del árbol” sin la aprobación del Presidente de la República (así con mayúsculas) porque su poder era inmenso, total y arbitrario.

La subordinación de las autoridades municipales, estatales, así como de los poderes Legislativo y Judicial, al omnímodo poder presidencial se tornó, incluso, patético, absurdo y kafkiano.

El presidente priista en turno era un dios sexenal, que hacía y deshacía según su voluntad, su ánimo y sus intereses personales y de grupo. ¡Ay de aquél o aquellos que osaran ir en contra de la voluntad del todopoderoso presidente! Le esperaba cárcel, muerte política o… de veras.

Con esas condicionantes se canceló así la actividad política como factor de movilidad social; brilló la ausencia de un programa político claro y se apoderó del poder el oportunismo descarado y descarnado de las huestes “hienas” que pululan siempre buscando la carroña que dejan los “leones” de la grilla.

Un factor más fue el partido único, mediante el cual se legitimaron los cambios sexenales para aparentar la democracia hacia afuera, hacia los observadores mundiales. Mientras se mostraba esa falsa careta democrática al interior del partidazo y de otros partidos paleros, se practicaba la sumisión total al detentador del poder político.

Don Daniel Cosío Villegas publicó en 1972, bajo el auspicio de la Universidad de Texas, su ensayo “El sistema político mexicano, las posibilidades de cambio”.

Estableció que la creación del Partido Nacional Revolucionario, ideado en 1920, pero nacido hasta 1929, fue creado para eliminar el caudillismo de los neopolíticos postrevolucionarios, la mayoría hombres de armas, y así disminuir la violencia. Esto generó la “pax post revolución”, con el beneficio de sentar bases sólidas de la economía y algunos programas con objetivos sociales.

Octavio Paz, premio Nóbel de Literatura, solía decir que Cosío Villegas, “nos hizo conscientes de la dignidad humana”. Cosío Villegas fue director de la Escuela de Economía de la UNAM en 1933. Fue el primer director del Fondo de Cultura Económica, de 1934 a 1948 y presidente del Colegio de México de 1957 a 1963. Justamente don Daniel, siendo diplomático en Portugal, sugirió al entonces presidente Lázaro Cárdenas del Río, traer a México a los intelectuales españoles perseguidos por Francisco Franco por su afán republicano.

Ellos, los refugiados españoles fundaron la Casa de España, a la postre convertida en el Colegio de México. En 1943 el presidente Manuel Ávila Camacho aprueba y se crea el Colegio Nacional. Entre sus iniciadores está don Daniel Cosío Villegas y los jaliscienses, José Clemente Orozco, Enrique González Martínez, Mariano Azuela, acompañados por Manuel Sandoval Vallarta, Carlos Chávez, Alfonso Reyes, Alfonso y Antonio Caso, Ignacio Ochoterena, Diego Rivera, José Vasconcelos e Ignacio Chávez.

Cosío Villegas estableció que “el dominio presidencial mata todo espíritu cívico y convierte la vida política del país en una farsa profundamente aburrida”.

A este gran pensador mexicano se le consideró un liberal constitucionalista. Sus palabras parecieran resonar en estos tiempos de regresión al tiempo en que el sistema político mexicano se regía por el autoritarismo, la descalificación de los adversarios, la sumisión de los poderes, la compra de voluntades, el absolutismo y totalitarismo encarnado en un partido único al servicio del presidente en turno.

 

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