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NACIONALES

Orfandad

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Opinión, por Luis Manuel Robles Naya //

Adán el primer hombre, fue también el primer huérfano y al no tener quien intercediera por él, fue expulsado del paraíso, junto con la pareja que le habían dado, por la voluntad de un ser omnipotente haciendo valer sus propias reglas. No tuvo posibilidad de defensa y tuvo que acatar la orden de expulsión.

Hoy en México, seguramente muchos mexicanos deben sentirse como Adán, no a punto de ser arrojados fuera del paraíso, este país está muy lejos de serlo, pero sí relativamente indefensos, sin representación o defensa ante los embates del gobierno y de un congreso con mayorías dogmáticas, serviles e irreflexivas.

El desconcierto debe privar en los millones de ciudadanos que, teniendo derecho a la salud no saben a quién o a dónde acudir para recibir atención. Les prometieron un sistema de salud de primer mundo, como en Dinamarca, y crearon el INSABI, para que, cuatro años después y 416 mil millones de pesos gastados, reconocer lo fallido del experimento y borrón y cuenta nueva, que echando a perder se aprende.

En cambio, hoy resulta más eficaz para las familias acudir a consultorios de farmacias para la atención de primer nivel y las intervenciones quirúrgicas y tratamientos especializados en los hospitales públicos, requieren de algunos meses y un mucho de suerte. La carencia de medicamentos es inocultable y millones de niños no cuentan con el esquema de vacunación completo; la esperanza de vida de los mexicanos retrocedió cuatro años, y la lista de carencias es infinita aunque se hayan importado cientos de “médicos cubanos”.

La respuesta ante el fracaso de lo que no llegó a ser política pública o programa de salud, es sobrecargar de trabajo a una institución ya saturada, con personal insuficiente y mal pagado.

También deben estar desconcertadas las empresas y particulares dedicados a la minería, al saber que ya no podrán hacer exploración por su cuenta y que las concesiones para la explotación de minas tendrán un límite temporal insuficiente para amortizar inversión y obtener utilidades.

Es sorprendente ver a las antaño combativas cámaras y organismos empresariales y patronales, desgastarse en desplegados periodísticos protestando y exponiendo sus razones, lógicas y valederas, dirigidos a autoridades que ni los ven ni los oyen.

Dramático comprobar que su influencia en las cámaras legislativas y ante los gobernantes ya no existe porque perdieron combatividad. Porque en su afán de distanciarse de la política dejaron de hacerla y eso es imperdonable para un empresariado que se precia de ser socialmente responsable.

El temor a la fuerza del gobierno terminó por mediatizar a sus dirigencias que o bien apuestan a que el cambio próximo en la titularidad del poder ejecutivo y el Congreso abran ventanas de diálogo o sencillamente prefieren no arriesgar las ganancias del presente y no exigir ni actuar como lo hicieron en sus orígenes, enfrentando al gobierno y sus excesos.

Lo cierto es que los ciudadanos no se sienten, porque no lo están, representados por los partidos políticos, secuestrados por dirigencias acomodaticias sin contacto con sus bases y sus necesidades. Y los comerciantes, pequeños y medianos empresarios, mineros, agricultores, ganaderos, tampoco tienen la representación y el auxilio de sus organismos ante las embestidas gubernamentales que, fincadas en prejuicios ideológicos alteran los procesos económicos y productivos con disposiciones legales desprovistas de viabilidad y de soporte para los motores económicos nacionales.

Actualmente la economía camina impulsada por la inyección de efectivo a través de programas sociales y la afluencia de remesas de nuestros paisanos en el extranjero. Hay indicios de un crecimiento marginal de la economía, pero son mayores las señales ominosas, especialmente en lo relativo a las finanzas públicas.

Mantener el aprovisionamiento de efectivo para los programas sociales, siempre crecientes por la demografía, en tanto que el ingreso no aumenta en similar proporción, ha impulsado la deuda hasta los límites razonables de endeudamiento público. Cubrir el servicio de la deuda, sostener los programas sociales, aún a costa del deterioro del entramado institucional y con ello al demérito de los servicios a la ciudadanía, habrá de tener un costo institucional de pronóstico amenazante.

No será la fortaleza del peso mexicano la que salve al gobierno de una crisis en sus flujos, ni el near shoring, para el cual no estamos preparados, en cambio, se hace lo necesario para ahuyentar la inversión, lo que permita elevar, por el empleo formal, el nivel de ingreso de los ciudadanos y con ello combatir la desigualdad.

Se está haciendo lo contrario de lo que se pregona, no van primero los pobres, va por delante la ideología y la voluntad presidencial, tampoco hay una transformación positiva. Hay una destrucción institucional, hay la intención de suprimir el régimen de representación por un presidencialismo omnipotente. Una voz poderosa que puede arrojar al infierno o desterrar del paraíso a quien no se someta a sus designios.

Ciudadanos y organismos gremiales y sociales, navegan entre el desconcierto y la zozobra ante una actitud rijosa y pendenciera de quien debiera ser acompañante y facilitador del desarrollo productivo.

Como Adán, ciudadanos huérfanos y organismos cautelosos esperan el siguiente dicterio, la orden imperativa, sabedores de que no habrá poder que interceda por ellos y que la última instancia, la Suprema Corte de Justicia, también se encuentra acosada, insultada y agredida sin nadie que la defienda. Como Adán tendremos que valernos por nosotros mismos. No se quede sin votar.

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ENTREVISTAS

Francisco Reséndiz Neri, candidato a juez de distrito: Juzgar con pasión, servir con independencia

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Por Francisco Junco //

“Quiero seguir siendo juez porque es mi vocación y mi pasión. No busco poder, sino servir”, afirma con convicción Francisco Reséndiz Neri, Juez Séptimo de Distrito en Jalisco, mientras enfrenta un proceso inédito en México: la elección popular de jueces el 1 de junio de 2025.

Con más de 20 años en el Poder Judicial y nueve como titular en materia penal, Reséndiz, identificado con el número 25, defiende su trayectoria y su amor por los derechos humanos como su principal carta de presentación.

Un camino desde abajo

Reséndiz comenzó en los escalones más bajos del sistema judicial, como meritorio, haciendo copias y aprendiendo desde la base. Su carrera incluye roles como actuario penal, secretario del Supremo Tribunal de Justicia de Jalisco, y juez federal en materia de cateos y arraigos en la Ciudad de México, hasta llegar a la titularidad del Juzgado Séptimo de Distrito.

“Me mueve, el hecho de que creo que esto tiene que mejorar en la selección y que se requerirán personas de experiencia, personas independientes, que contribuyan a que subsista lo que es propiamente la división de poderes, la democracia como la conocemos actualmente, porque la defensa más cercana que tiene el ciudadano y todas las personas contra cualquier acto arbitrario, es precisamente el juicio de amparo, único en el mundo que permite anular cualquier acto”, señala, destacando su compromiso con la división de poderes y la democracia.

Retos de una elección sin precedentes

En entrevista con Conciencia Pública, Reséndiz aborda con franqueza los desafíos de esta elección. “Será difícil que la gente vote con cientos de nombres en una boleta, sin partidos ni propuestas tangibles”, admite. Reconoce riesgos, como la posible influencia de poderes fácticos, incluido el crimen organizado, pero insiste en que la solución es simple: “Apegarse a la ley, al caso concreto y a la Constitución”. Su experiencia, dice, es su escudo contra presiones externas.

Dilemas judiciales

Francisco Reséndiz Neri reconoce que uno de los grandes dilemas actuales en la labor jurisdiccional es la falta de una postura clara de la Suprema Corte respecto a la jerarquía entre los tratados internacionales y la Constitución.

“Muchos jueces, actuando de manera fundada, han establecido que debe prevalecer el tratado sobre la Constitución en ciertos casos, especialmente cuando se trata de derechos humanos”, explica. Sin embargo, esa práctica ha generado reacciones del poder legislativo, que habla de afectaciones a la soberanía nacional. “El problema es que cuando un juez aplica el tratado por encima de la Constitución, aunque sea para proteger derechos humanos, puede ser señalado o etiquetado, y eso no debería pasar”, señala.

Una justicia humana y equitativa

Cuenta cómo, en un caso de abuso sexual contra un menor, “coincidía la edad con la de mi hija. Estás tentado a echarle más cosas, pero no puedes. Tienes que ser objetivo. No puedes decidir por lo que sientes” y reafirmó que la objetividad no lo aleja de la empatía, “hay que ponerse en los zapatos de los otros. Todos tienen un proyecto de vida, todos merecen respeto”.

Propuestas claras

¿Por qué votar por él? Reséndiz enumera tres razones:

“Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona capacitada. Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona que ha administrado justicia y que tiene noción de lo que es o son los actos injustos. Y, tres, quiero que votes por mí porque siempre dialogaré por la protección de los derechos de las personas. Esa es mi directriz”, subraya.

Deuda histórica con las víctimas

Para Reséndiz Neri, el sistema penal mexicano tiene una deuda histórica con las víctimas, “el sistema ha privilegiado la forma sobre el fondo”, lamenta. Y pone un ejemplo elocuente, “no es lo mismo liberar a alguien porque no se leyó un derecho a tiempo, que porque no se comprobó su responsabilidad. Hay que cuidar las formas, sí, pero sin perder de vista la justicia de fondo”, apunta. Desde esa visión, Francisco Reséndiz cree necesario revisar la legislación para que no se convierta en un laberinto que sirva como impunidad.

El juez habla con firmeza sobre temas que no todos tocan con tanta claridad, por ejemplo, aseguró que la diversidad llegó para quedarse. “No puede haber discriminación por preferencia sexual, por origen étnico o por discapacidad. Es una deuda histórica que tenemos con los grupos vulnerables”. Defiende los protocolos para juzgar con perspectiva de género, y asegura que su compromiso es procurar una justicia que no sólo sea formalmente igual, sino sustantivamente justa.

En un México donde la desconfianza hacia las instituciones prevalece, Reséndiz ofrece su trayectoria: nueve años como titular del Juzgado Séptimo de Distrito y una carrera forjada en la experiencia.

En la inédita elección de jueces del 1 de junio de 2025, lamenta no poder prometer resultados tangibles como un político que ofrece obras públicas. “Solo prometo proteger los derechos de quienes lleguen a mi juzgado, porque así lo manda la Constitución”, asegura con convicción. “No lo hago por poder, sino por deber”.

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CARTÓN POLÍTICO

Herida abierta

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NACIONALES

Daniel Cosío Villegas y el dominio presidencial

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Conciencia con Texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //

Muy certero el dicho aquel de “quien no conoce la historia está condenado a repetirla”.

Daniel Cosío Villegas, historiador, economista, catedrático, intelectual reconocido por tirios y troyanos, escribió varios libros que dieron luz para comprender cómo se hizo y cómo funcionó el Sistema Político Mexicano, confeccionado por revolucionarios, entre los que sobresalen, Álvaro Obregón, Venustiano Carranza, Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas y otros.

Don Daniel Cosío Villegas, quien tuvo que aclarar la mentirijilla que propagó de haber nacido en Colima, en 1900, cuando en verdad nació en la Ciudad de México en 1898, estableció en varios de sus libros, ensayos y textos, que México vivió alrededor de 70 años un sistema autoritario, presidencial y con un partido dominante.

Habrá que estar muy atentos a lo escrito por este sociólogo y diplomático que desnudó y encabritó a no pocos miembros de la élite que gobernó nuestro país desde que la Revolución se bajó del caballo hasta que llegó Fox con sus botas piteadas.

Don Daniel consideró que los poderes metaconstitucionales, de por sí concesionados en la Magna Carta de 1917, motivaron la Centralización del Poder en los rubros de política, economía y geografía. Esta concentración fue perversa, centralista y castrante para el resto de las entidades de la República. Tiempos hubo que en política “no se movía una hoja del árbol” sin la aprobación del Presidente de la República (así con mayúsculas) porque su poder era inmenso, total y arbitrario.

La subordinación de las autoridades municipales, estatales, así como de los poderes Legislativo y Judicial, al omnímodo poder presidencial se tornó, incluso, patético, absurdo y kafkiano.

El presidente priista en turno era un dios sexenal, que hacía y deshacía según su voluntad, su ánimo y sus intereses personales y de grupo. ¡Ay de aquél o aquellos que osaran ir en contra de la voluntad del todopoderoso presidente! Le esperaba cárcel, muerte política o… de veras.

Con esas condicionantes se canceló así la actividad política como factor de movilidad social; brilló la ausencia de un programa político claro y se apoderó del poder el oportunismo descarado y descarnado de las huestes “hienas” que pululan siempre buscando la carroña que dejan los “leones” de la grilla.

Un factor más fue el partido único, mediante el cual se legitimaron los cambios sexenales para aparentar la democracia hacia afuera, hacia los observadores mundiales. Mientras se mostraba esa falsa careta democrática al interior del partidazo y de otros partidos paleros, se practicaba la sumisión total al detentador del poder político.

Don Daniel Cosío Villegas publicó en 1972, bajo el auspicio de la Universidad de Texas, su ensayo “El sistema político mexicano, las posibilidades de cambio”.

Estableció que la creación del Partido Nacional Revolucionario, ideado en 1920, pero nacido hasta 1929, fue creado para eliminar el caudillismo de los neopolíticos postrevolucionarios, la mayoría hombres de armas, y así disminuir la violencia. Esto generó la “pax post revolución”, con el beneficio de sentar bases sólidas de la economía y algunos programas con objetivos sociales.

Octavio Paz, premio Nóbel de Literatura, solía decir que Cosío Villegas, “nos hizo conscientes de la dignidad humana”. Cosío Villegas fue director de la Escuela de Economía de la UNAM en 1933. Fue el primer director del Fondo de Cultura Económica, de 1934 a 1948 y presidente del Colegio de México de 1957 a 1963. Justamente don Daniel, siendo diplomático en Portugal, sugirió al entonces presidente Lázaro Cárdenas del Río, traer a México a los intelectuales españoles perseguidos por Francisco Franco por su afán republicano.

Ellos, los refugiados españoles fundaron la Casa de España, a la postre convertida en el Colegio de México. En 1943 el presidente Manuel Ávila Camacho aprueba y se crea el Colegio Nacional. Entre sus iniciadores está don Daniel Cosío Villegas y los jaliscienses, José Clemente Orozco, Enrique González Martínez, Mariano Azuela, acompañados por Manuel Sandoval Vallarta, Carlos Chávez, Alfonso Reyes, Alfonso y Antonio Caso, Ignacio Ochoterena, Diego Rivera, José Vasconcelos e Ignacio Chávez.

Cosío Villegas estableció que “el dominio presidencial mata todo espíritu cívico y convierte la vida política del país en una farsa profundamente aburrida”.

A este gran pensador mexicano se le consideró un liberal constitucionalista. Sus palabras parecieran resonar en estos tiempos de regresión al tiempo en que el sistema político mexicano se regía por el autoritarismo, la descalificación de los adversarios, la sumisión de los poderes, la compra de voluntades, el absolutismo y totalitarismo encarnado en un partido único al servicio del presidente en turno.

 

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