JALISCO
¿Quién, sino Pablo?

Desde los Campos del Poder, por Benjamín Mora Gómez //
Pablo Lemus representa más, mucho más, que la voluntad de gobierno de millones de jaliscienses. Es la esperanza de millones de mexicanos que no comulgan con el México de López Obrador, Sheinbaum, Morena o el PT.
Millones votaron por Xóchitl Gálvez confiados en que podría reconstruir ese México que hoy tenemos tomado por la delincuencia. Un México que ahuyenta a los inversionistas como ya sucede en varios estados de la República. Un México que no se resuelve con las tiendas del Bienestar que suplan a los Oxxo y que propone la señora Sheinbaum. Recordemos que la línea aérea del gobierno, su gasera Bienestar y el Tren Maya son un fracaso. Estuve en Cuba, y todo lo que el gobierno tiene es un rotundo fiasco.
Pablo Lemus ganó, y eso no se puede negar. Claudia Delgadillo simplemente se siente frustrada y por ello su agresión. Su derecho de pataleo ya lo ejerció y debe terminar. Debe entender que, su insistencia, es solo expresión de su profunda soberbia.
La soberbia es el espejismo de López Obrador de creer que, como nación y pueblo, debemos vivir sin una real democracia, sin instituciones que equilibren los poderes y den al ciudadano certeza jurídica; la soberbia es fruto de su autoengaño.
Jalisco, con Pablo Lemus, puede ser la punta de lanza de la recuperación de la oposición. Sería el epicentro del despertar de México… una oposición que México necesita ante el mundo. El triunfo de Pablo Lemus no le pertenece solo a él y Movimiento Ciudadano. Pertenece, sí, al sonorense, colimense, tamaulipeco, nayarita y yucateco que desea otro México. Hoy, la lucha de Pablo Lemus es de todos.
Quizá, con Pablo, aprendamos a templar los caprichos de los gobernantes, eligiendo una forma de gobernar sobria, de austeridad sin llegar a la locura de AMLO y mesurable.
Los gobernantes, en su día a día, deben aprender a mirar los matices y las sutilezas de un pueblo que busca respuestas a sus inequidades, miserias, vidas insatisfechas, con gratitud, amor y esperanza, y acompañarle a descubrir que la felicidad le aguarda más cerca de lo que pudiste imaginar. El pueblo debería encontrar que la democracia es el único camino hacia su realización plena.
Desde Jalisco, los mexicanos debemos enfrentar con éxito los escenarios cambiantes de la vida pública que nos tratarán de imponer los gobiernos morenistas. Tengamos presente que la respuesta que se espera de nosotros está en nuestra esencia jalisciense. Permitámonos una mente flexible que nos dé respuestas nuevas sin perderte nuestro valor y poder ciudadano.
Nadie tiene control sobre las tormentas que nos llegan desde el poder, pero sí, en nosotros, nuestras respuestas. El gobernante debe aprender a dominar todo egoísmo y toda muestra de soberbia; esto le es imposible a Claudia Delgadillo y su tocaya Sheinbaum, como lo fue para Andrés Manuel López Obrador.
El gran peligro de nuestros tiempos es que la ignorancia se glorifica en las redes sociales, y millones siguen a los más ignorantes e iletrados, a los gobernantes que reparten dinero vaciando las arcas de la nación. Hoy se glorifica el derecho a la mediocridad. Esta realidad actual estrecha nuestra consciencia y limita nuestra libertad.
El filósofo Karl Popper pensaba que “La verdadera ignorancia no es la ausencia de conocimiento, sino la negativa a adquirirlo”. ¡Vaya fuerza de declaración! Hoy, en México, millones se niegan a ser responsables de sus vidas y dejan todo en manos del gobernante que le regale dinero. No quieren comprender porque les es más cómoda la mediocridad.
Como nación, somos tal cual es nuestra democracia; por tanto, nuestra vida en común depende de la altura de miras de nuestra conciencia colectiva al sentir, decir, decidir y actuar, así como de nuestros sueños, ideales, valores y principios, y de nuestras relaciones referenciales institucionales.
Creo que la elección de Claudia Sheinbaum fue una decisión torpe; fruto de una mente popular ofuscada. La democracia debería estar guiada por una mente clara, oportuna y diestra, insisto, sobre lo que debemos elegir y el cómo debemos actuar. Para lograrlo, hay que preparar al pueblo con voluntad y apertura de mente.
La democracia tiene como su principal propósito cultivar nuestra mente para la transmutación valórica de nosotros mismos y de la realidad que nos rodea, al despertar nuestra conciencia y alcanzar el dominio de nuestra inconciencia. Estamos llamados a separar lo que realmente aporta valor en nuestras vidas de lo que las resta. Creo que Morena y sus gobiernos nos restan compromiso y valor personal
En la democracia, idealmente, nunca seremos “tan libres” como para votar lo que se nos venga en gana y menos, mucho menos, de actuar según nuestros impulsos más primitivos. La democracia es compromiso colectivo.
Lo hemos escuchado: “Tu historia dolida no tiene que ser parte de tu destino”. Démonos la oportunidad de sanar y crecer; de empezar a moldear nuestro ser colectivo al elegir qué sentir y qué experimentar, que futuro darnos. No permitamos que el presidente en turno decida nuestro destino institucional.
La democracia nos hace dueños de nuestros sentimientos, pensamientos, palabras y actos, y nos hace seres predecibles hacia el bien común, es decir, confiables y predispuestos a la prosperidad desde el trabajo.