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NACIONALES

Ramírez de la O

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Opinión, por Luis Manuel Robles Naya //

El cantado relevo en la Secretaría de Hacienda por fin se dio. No es un secreto que el secretario saliente había externado su deseo de renunciar desde el inicio de esta administración y que se quedó por la petición expresa de la presidenta electa y por su propia responsabilidad, tratando de conservar la precaria estabilidad conseguida.

Ramírez de la O es un economista respetado, serio, que accedió a ser secretario de Hacienda, en el sexenio de López Obrador, después de varias peticiones presidenciales para que aceptara. Lo hizo una vez que Arturo Herrera renunció después de la elección de 2021, habiendo sido culpado de los malos resultados electorales por no haber bloqueado económicamente a gobernadores opositores, por lo que no cabe duda que Ramírez de la O aceptó, a sabiendas de que el gasto público debería tener connotaciones políticas o no serviría a la voluntad presidencial.

Llegó además en plena ola de la pandemia de COVID19 en la que fue notoria la renuencia gubernamental para respaldar a los sectores productivos, pequeños y medianos empresarios los que tuvieron que soportar la crisis sin una política de soporte como la hubo en otros países. Si ello fue sugerencia del recién llegado secretario o decisión presidencial es algo que ahora entra en el espacio de juicio a su actuación al frente de la dependencia que marca las políticas públicas.

Es inevitable al término de su mandato, hacer el juicio sobre su actuación; ya lo han hecho analistas importantes y salvo algunas excepciones le han respetado el prestigio, aunque no avalen el desempeño. A juicio personal creo que fue un secretario mediocre, afectado por su falta de comunicación y carencia de explicaciones de las determinaciones hacendarias. Que tuvo el mérito de mantener, aún en sus menores niveles las calificaciones internacionales, a pesar del crecimiento exorbitante de la deuda nacional y el déficit gubernamental más alto de la historia. Esto no denota una gran capacidad para el diseño de políticas públicas, pero si la habilidad de renegociación de la deuda para llevarla al largo plazo.

A él se le adjudica la arquitectura del plan de austeridad, así como la expansión del gasto público en el último año de su mandato, llevando a la cuenta pública a un déficit de 5.7% del PIB, casi dos billones de pesos, lo que resulta por sí mismo incongruente y es creíble solo por su incapacidad de decirle que no al presidente, como sí lo hicieron sus dos antecesores.

También trató, no sé si por voluntad o por mandato, de rescatar la deuda de PEMEX, en cuyo empeño logró reducir el monto de la deuda total de 132 mil millones de dólares a 99.4 mil MDD, gracias a transferencias directas por 9 mil MDD y privilegios fiscales y apoyos por más de 174 mil millones de pesos y de aumentar la deuda con proveedores hasta los 400 mil millones de pesos. Magia pues, sacando de un lado para ponérselo al otro, nada genial, solo habilidad para patear el bote.

Se dijo también que supervisó los proyectos de infraestructura sexenales, desde el Tren Maya hasta la Refinería Olmeca; de ser cierto esto último, tren y refinería, fue un pésimo supervisor, pero un eficiente proveedor de recursos para obras que costaron mucho, mucho más de lo proyectado.

Finalmente, al renunciar dijo que fue de especial importancia cumplir con las instrucciones de la presidente Sheinbaum para que en el presupuesto 2025, en la política fiscal y financiera se diera prioridad a la población más desprotegida, así como a la inversión en un marco de normalización de la deuda pública. Más allá de esta declaración de propósitos lo que se aprecia en el contexto es una falla grave en las estimaciones del crecimiento contenidas en el presupuesto, pues el 2.3% proyectado se contradice con la estimación del Banco de México de 0.6% y el pronóstico sobre el precio del dólar en 18.50 también hará imposible el cumplimiento, a la par que los ingresos petroleros disminuirán por las fallas estructurales de Pemex y la inversión tampoco llegará en los niveles requeridos porque en las estimaciones hacendarias nunca consideraron los riesgos de la llegada de Donald Trump al poder, aun cuando todos los analistas lo calculaban como riesgo.

Hay poco pues a favor del secretario para calificar positivamente su labor. Sea culpa directa de su ineficiencia o de su incapacidad para oponerse a los ocurrentes designios de su presidente, la realidad es que las finanzas nacionales son deficitarias y las políticas diseñadas en su Secretaría no sacarán al país del estancamiento y una muy posible recesión mientras se sigue debilitando las capacidades institucionales del Estado. Nada para tirar cohetes y mucho por componer. Colofón: fue un administrador que logró mantener a flote el barco a pesar de su capitán empeñado en estrellarlo.

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NACIONALES

Cerca de la tiranía

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Conciencia con Texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //

Si -como dice Ricardo Anaya- se gesta una nueva andanada de leyes coercitivas y de espionaje de Estado, en la que prácticamente no habrá privacidad para el ciudadano, estaríamos a medio paso, si es que no estamos ya encharcados, en un estado policíaco, al estilo fascista-Stalinista-Sao Paulista.

El senador panista, blanco de campañas de desprestigio al estilo Goebbels por la Cuarta Transformación, aunque poco simpático, ha revelado con reformas que Morena y aliados buscan leyes para que el Estado se entrometa en la vida privada, justificándolo con supuestos peligros al régimen..

Hay voces que se han hecho escuchar ante esta grave pretensión gubernamental, de ser dueños de vidas y haciendas y además de inventar delitos si se ejerce la libertad de expresión, en cualquiera de sus manifestaciones, como en los medios de información, el arte o las reuniones callejeras.

Ya de por sí, México ocupa un deshonroso lugar en el mundo en materia de periodistas asesinados o medios de comunicación. o comunicadores, silenciados por un sinfín de mañas legaloides o de extorsión (así llanamente) sobre los dueños de periódicos, revistas, estaciones de radio o de televisión cuando no les agrada lo que se publica sobre sus quehaceres o vidas privadas.

Esta llamada “ley mordaza” va más allá de acallar a los periodistas, comentaristas o gente de comunicación no afín a los apetitos de la Cuarta Transformación.

El senador panista advierte un estado fascista donde Morena impone su verdad con leyes coercitivas, evocando a Hitler, Mussolini, Stalin, Franco y otros dictadores, amenazando con cárcel y multas.

Los gobiernos dictatoriales son aquellos que concentran el poder público y político (parece lo mismo, pero no es igual) en una persona o un grupo reducido sin contrapeso de la representación democrática del pueblo, con severas restricciones civiles y políticas, como suprimir la libertad de prensa, de expresión, de reunión o asociación.

En el siglo pasado se acostumbraba a establecer este régimen totalitario con golpes de Estado militares que instauraban legislaciones para “legitimar” dicha forma de gobierno.

En México teníamos una dictablanda (Vargas Llosa dixit) con algunas características totalitarias, pero más en el “hacer” que en las leyes. Durante alrededor de 70 años el PRI dominó la actividad política al convertirse en el Partido del Estado, desde donde determinaba todo lo relativo al poder público.

Sin embargo, las luchas ciudadanas y civiles, que costaron sangre en ocasiones, fueron socavando las bases antidemocráticas del Estado mexicano, al lograr crear organismos civiles o con profunda presencia social que -poco a poco- establecieron bases para superar ese sistema de Partido-Estado-Dictatorial y que derivó en alternancia de partidos, lo que se suponía, sería benéfico para los mexicanos.

En este siglo, tras superar la tiranía en México, surgen leyes retrógradas y dictatoriales por «salvadores» que nos devolverían al nefasto siglo XX, acercando al país a la tiranía.

“Follow the money”, dicen los investigadores estadounidenses en las películas de gánsteres, cuando quieren acabar con ellos.

Así han hecho extra-fronteras. Las denuncias en contra de CI Banco, Intercam y Vector Casa de Bolsa, de ser “lavanderías” de dinero mal habido provocaron que la Comisión Nacional Bancaria y de Valores interviniera las direcciones de dichas instituciones financieras, luego que el Gobierno de Estados Unidos las señalara con índice de fuego como lavadoras de dinero sucio.

La bronca grave es que el principal sustentador de los fondos para las campañas de AMLO, también de MORENA, Alfonso Romo, es el mero mero de estos bancos.

Y, dicen, ese es el primero de los “otros datos” que los norteamericanos darán a conocer sobre esta práctica ilícita de algunas instituciones financieras, con respecto al dinero proveniente del narcotráfico y de “transas” emanadas de los gobiernos, principalmente.

Se prevé que habrá un “efecto dominó” con este nuevo gancho al hígado de Trump al gobierno mexicano, que apenas alcanzó a asimilar el golpazo.

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NACIONALES

El silencio como política pública

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Por Miguel Anaya //

La violencia en México ya no sacude. Se archiva.

Hace apenas unos días, en una comunidad de Irapuato, Guanajuato, un grupo armado irrumpió en plena fiesta patronal. Doce personas fueron asesinadas y una veintena más quedaron heridas. La escena no ocurrió en la clandestinidad de la noche ni en las sombras de un callejón. Fue en una fiesta al aire libre, frente a vecinos, frente a familias, frente a la nada.

Y, aun así, el país no se detuvo. No hubo cadena nacional. No hubo luto colectivo. No hubo conmoción generalizada. Apenas un par de notas en medios nacionales, algunas declaraciones tibias y luego… el silencio. Un silencio institucional, mediático y ciudadano. Un silencio que ya no sorprende porque se ha vuelto costumbre.

México vive una forma de violencia que no estalla, sino que gotea. No impacta de un solo golpe, sino que cae, constante, como una gotera sobre el suelo de la vida pública. Y como ocurre con las goteras, uno se acostumbra al sonido, al daño, a la humedad, y mientras uno se acostumbra, el agua va minando el piso, los cimientos hasta causar un daño estructural irreparable.

La matanza de Irapuato fue un reflejo perfecto de esta descomposición silenciosa. Nadie se responsabilizó, nadie renunció, nadie explicó. El Estado se ausentó no solo en el momento de la tragedia, sino en las horas posteriores, donde más duele: en el abandono de la verdad, en la renuncia al duelo, en la imposibilidad de llamar a las cosas por su nombre.

En el mismo periodo en que ocurrió este ataque, el mundo estaba atento a la escalada entre Irán e Israel. Medios internacionales, líderes políticos, analistas y redes sociales se volcaron a cubrir los misiles, los funerales, las tensiones. Según cifras preliminares, esa guerra ha dejado poco más de 900 muertos iraníes (entre civiles y militares), y al menos 28 muertos israelíes en las ofensivas recientes.

En contraste, México cerró el año 2024 con alrededor de 30,000 homicidios dolosos, más de 1,400 solo en Guanajuato. Es decir: cada mes, México registra el equivalente a varias guerras activas… pero sin el drama internacional, sin los corresponsales extranjeros, sin las portadas globales. Solo cifras que se deslizan, día a día, sin hacer ruido.

La verdadera tragedia no está solo en los muertos, sino en los vivos que ya no reaccionan. Porque cuando una sociedad deja de sentir, deja de exigir. Cuando normaliza el horror, deja de protegerse. Y cuando calla, consiente.

El silencio ya no es ausencia de palabras: es una forma de política pública. Un lenguaje implícito que encubre inacción, que maquilla cifras, que estira discursos para hablar de cualquier cosa menos del país que sangra. No hay escándalo que dure más de 24 horas, ni indignación que sobreviva al siguiente meme viral.

En este clima, el silencio se convierte en estrategia. Mantener la calma a toda costa, aunque debajo de la alfombra se acumulen los cuerpos. Evitar el escándalo, aunque haya viudas exigiendo justicia, niños qué han quedado huérfanos. Administrar el dolor social como si se tratara de una variable económica o un indicador más.

Y mientras tanto, la ciudadanía aprende a sobrevivir sin exigir. A vivir sin protestar. A mirar sin ver. En México, hemos aprendido a enterrar sin ruido. A pasar la página sin entender la historia. A convertir el horror en parte del mobiliario urbano.

No hay conflicto armado declarado, pero hay una guerra que nunca se reconoce. Y eso es quizás lo más peligroso: el país que no se asume en guerra, pero que vive con las consecuencias de una cada día.

No hay misiles, pero hay masacres. No hay tanques, pero hay fosas, no hay declaraciones de guerra, pero hay pactos de silencio. No se atacan fronteras vecinas, pero hay líneas invisibles que nadie se atreve a traspasar.

Y mientras todo esto sucede, todos callamos y el estado voltea para otro lado. La inacción no es neutralidad. Es complicidad con otro nombre.

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JALISCO

Consejos para la jubilación

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Opinión, por Arturo Pérez Díaz //

Cumplir 55 años no solo marca un nuevo capítulo en la vida, también enciende una alerta: es momento de pensar con seriedad en el retiro. Muchas personas posponen esta reflexión, confiadas en que aún hay tiempo.

Sin embargo, el marco legal del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), establece requisitos que no se cumplen de la noche a la mañana y que, de no gestionarse oportunamente, pueden traducirse en la pérdida de derechos adquiridos durante toda una vida laboral.

Acorde al Consejo Nacional de Población (CONAPO), hasta el año 2024 el 12.3% de la población total del estado eran personas adultas mayores de 60 años o más, lo que equivale a 1 millón 085 mil 609 habitantes.

Así de grande es el problema de las jubilaciones en Jalisco, que en la mayoría de los casos se concibe como problema, dado que reciben pagos mensuales de miseria, en caso de que todo adulto de este grupo de edad haya logrado una jubilación.

Para entender el tema hay que revisar el artículo 138 de la Ley del Seguro Social, que indica requisitos para obtener una jubilación: para la pensión por vejez se necesitan 65 años de edad y al menos 500 semanas cotizadas (diez años de trabajo formal). Pero también existe la opción de cesantía en edad avanzada, disponible de 60 a 64 años de edad, si se cuenta con las mismas semanas cotizadas y ya no se tiene trabajo remunerado.

Aun así, ningún beneficio es automático: hay que solicitarlos y acreditar los requisitos ante el IMSS, lo cual puede ser confuso para muchos, además de que toma tiempo.

La decisión de pensionarse debe ser estratégica y no dejarla al tiempo porque equivale al olvido. Dejar pasar los años sin revisar cotizaciones, sin confirmar la situación laboral, sin conocer los montos aproximados de cesantía o jubilación por vejez, puede poner en riesgo no solo la pensión, sino también las asignaciones familiares, ayuda asistencial y servicios médicos a los que se tiene derecho (arts. 137 y 145).

Por ello, quienes cumplen 55 años deben comenzar ya el proceso de revisión de jubilación, analizando: semanas cotizadas, modalidades de retiro, documentación, trámites y requisitos ante el IMSS. Ser omiso y no hacerlo a tiempo puede llevar a perder beneficios irrecuperables. La vejez no llega de golpe, pero cuando lo hace, no perdona la omisión. Es mejor prevenir que lamentar.

Toda una vida de trabajo, puede llevar el riesgo de jubilarse con montos injustos de 9 mil quinientos pesos mensuales, que sin embargo la mayoría de la gente debería saber que hay opciones de incrementar las jubilaciones hasta montos mayores de 80 mil pesos, mediante una estrategia legal acorde a la propia ley del IMSS.

Una pensión justa, es aquella que brinda los medios adecuados para pagar los servicios de salud, alimentación y cuidado del jubilado, pero muchas personas adultas no lograron una pensión, y los que sí tuvieron derecho recibieron pensiones de hambre.

Muestra de ello es que, a pesar de tener edad de retiro, la gente sigue trabajando. Así lo demuestra el INEGI, a través de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE). Según resultados del primer trimestre de 2024, el 19.5% de la población de 65 años y más en Jalisco era económicamente activa, es decir, 182 mil 375 personas; de las cuales 64.2% (117,108) eran hombres y 35.8% (65,267) mujeres. Destaca que, el cien por ciento de las personas adultas mayores económicamente activas se encontraba ocupado.

Una jubilación justa se debe empezar a trabajar a los 55 años de edad, en las próximas colaboraciones expondremos las estrategias para lograr pensiones mayores a lo que le tiene programado el IMSS a quienes caminan ya rumbo al sexto piso.

Lograr una vejez tranquila, sin tener necesidad de seguir trabajando hasta una edad muy avanzada, es posible, pero hay que informarse de los derechos laborales y de las prestaciones.

El mayor problema es el de personas que tienen más de 50 años de edad y hoy laboran sin seguridad social, sin los beneficios de una AFORE, INFONAVIT y sobre todo sin cotizar para una jubilación, que con una adecuada información, toda esta gente estaría a tiempo de rescatar una jubilación digna. La informalidad provoca daños en el futuro de los trabajadores, porque, llegado el tiempo, vivirán una vejez sin protección social, sin dinero.

La gente debería saber que existen mecanismos legales para regularizar su situación en cualquier giro laboral, logrando la protección del IMSS con servicios médicos, cirugías y medicamentos en el presente y una pensión para el futuro.

Algunos ejemplos de incorporación al IMSS son los trabajos domésticos, en donde miles de mujeres trabajan para un patrón que no les brinda hasta hoy la afiliación al seguro social que puede realizarse de una forma sencilla. Otro caso son los trabajadores de aplicaciones móviles como Uber y Didi, que a partir de junio de este año ya se deben inscribir por ley al IMSS.

También existen trabajadores independientes de alto nivel, como los dentistas, que siempre por tradición han sido independientes y no tienen patrón que los incorpore al seguro social. Para ellos también existen modalidades de afiliación al IMSS, y aunque muchos creen que la población de escasa formación es la víctima de la injusticia de las jubilaciones, esto no es así, también profesionistas están descobijados en su futuro laboral.

Si toda persona inscrita en el IMSS, que tiene ahora más de 55 años de edad y que pertenece a la Ley 73, se preocupara hoy por informarse, estaría a tiempo de evitar una jubilación injusta con montos bajos que empobrecen a los jubilados.

A la población que pertenece a la ley 73 del IMSS, le asiste la ley con varios beneficios que, sin embargo, no son ejercidos por ignorancia. El mayor beneficio es poder continuar cotizando para una jubilación a pesar de que se hayan quedado sin empleo, y por su edad, ya nadie quiso brindarles empleo formal.

El beneficio se conoce como continuación voluntaria, con lo que, al contribuir directamente y pagar su afiliación, podrán asegurar su retiro aun cuando se hayan quedado sin patrón y un empleo formal. Pero, adicionalmente, tienen el derecho de enriquecer su cotización, elevando el salario base, lo cual repercute en una pensión que puede ser en 2025 superior a 80 mil pesos mensuales.

Es tiempo de prepararse para el futuro y no dejarlo al día a día, el tiempo y el futuro están más cerca de lo que parece, infórmese.

E-mail: amper61@hotmail.com

Arturo Pérez Díaz es periodista independiente, ha sido docente de política, opinión pública y mercadotecnia política, así como asesor profesional de comunicación pública.

 

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