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Sísifo renace en México

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Desde los campos del poder, por Benjamín Mora Gómez //

Todo, sin excepción, llega un día en que se extingue… en que se apaga… en que muere. Incluso el poder más absoluto se duele de muerte.

Mi madre me dijo: Cuando se comprenda que solo se tiene una vida y una eternidad para disfrutar de las buenas elecciones o para perecer millones de veces por nuestras obsesiones indebidas, la gente cambiaría para bien.

Dicen que nadie, desde décadas atrás, quizá desde Plutarco Elías Calles, acumuló tanto poder político en México como Andrés Manuel López Obrador; sin embargo, su tiempo, como en la piñata, se le acabó.

A unos meses de su retiro obligado es seguro que se comprenda inútil y descubra la inutilidad de su transformación truncada por él mismo y por los contrapoderes que quiso extinguir y hoy lo despiertan a media noche, atormentándolo.

Valdría que Andrés Manuel López Obrador, ante su obsesión por el poder, pensara en una frase de Milán Kundera: “Aquel que quiere permanentemente llegar más alto tiene que contar con que algún día le invadirá el vértigo”.

Quizá, en el futuro, haya quien escriba la historia del gobierno de López Obrador desde sus similitudes con la obra de Charles Dickens: “Un Cuento de Navidad”. Al igual que Ebenezer Scrooge, Andrés Manuel es un anciano avaro, sublimizado con su pobreza franciscana, no siendo católico, y explotador, atormentado por los fantasmas del pasado.

El mito de Sísifo”, obra literaria de Albert Camus, me fascinó cuando lo leí en el primer año de la preparatoria. Irreverente, Camus, nos plantea una vida contenida por un esfuerzo inútil e incesante que nos lleva a rodar, en la vida, a una gran roca cuesta arriba en una montaña, buscando su cima, pero que termina por sucumbir en su sima.

Camus es creador de ese algo que llamamos filosofía del absurdo que sostiene que nuestras vidas son tan insignificantes que carecen de cualquier valor posible. Hoy descubro lo que podríamos definir como la política del absurdo en dónde el pueblo pierde cualquier sentido de valía ante los contendientes. Se le miente, engaña e insulta a su inteligencia y se siente complacido. Vivimos en una realidad fútil, política y de partidos.

Cuanto más me adentro a los entretelones de la política de hoy día, más me asombran las insignificancias de varios de sus actores y actrices más encumbrados. Marionetas del poder que se empequeñecen con solo abrir de sus bocas y mostrarnos los nudos gordianos de sus pensamientos, promesas y obras. El poder les da placer, pero nunca les brinda consuelo. Imberbes en lo púbico y novados en lo político, hoy compiten sin competencias por un puesto de fritangas de poder.

Me recuerdan al Lopitos de Cantinflas en Su Excelencia, película de 1967, en que, como embajador recién nombrado de la República de los Cocos ante el gobierno de Pepeslavia, en el día en que presentó sus cartas credenciales ante el secretario de Relaciones Exteriores de Pepeslavia, cae en un ridículo intercambio de condecoraciones. Hoy, muchos candidatos se arrojan al mar de lo ridículo con promesas atrevidas e incumplibles. No hay nada más pesado que el ridículo de una promesa que nace muerta.

En Jalisco, por voz de Julián Orozco González, dirigente y líder de los pequeños propietarios rurales, sé que hay preocupación por las amenazas de expropiar toda propiedad privada desde Morena por órdenes de Lopitos a Sheinbaum. Si Claudia Delgadillo se encumbra en Jalisco, nuestra tranquilidad patrimonial habrá muerto.

ADRIANA BUENROSTRO

Hay buenas mujeres y hombres en la política y en los partidos, y, además, inteligentes, divergentes y disruptivos: Adriana Buenrostro en una buena bocanada de esperanza. Adriana nos abre el apetito de seguirla en sus breves cápsulas en internet y la voluntad de votar por ella para que sea nuestra diputada federal por el distrito 6. Pero no me creas, simplemente búscala en Facebook como Adriana Buenrostro Vázquez. Estoy seguro de que te convencerá como a mi que apenas la conocí hace dos semanas.

Adriana, al hablarnos del supuesto voto útil y diferenciado a favor de Xóchitl Gálvez para la presidencia de la República y Pablo Lemus para Jalisco, nos invita a tomar en cuenta un hecho simple: Xóchitl Gálvez no ha levantado la mano de Pablo Lemus y sí de Laura Haro. Además, en tres ocasiones la Coalición Fuerza y Corazón por México ha invitado a Movimiento Ciudadano a sumarse a una sola oposición, rechazándolo Dante Delgado.

Como diputada federal, por su formación como psicóloga y abogada, Adriana se compromete a adecuar la legislación federal en materia de discapacidad a los estándares internacionales, con fundamento científico, así como aumentar el presupuesto federal a la salud mental para que haya, al menos, un psicólogo y una trabajadora social en cada escuela pública y para quienes los requieran en población abierta.

Yo, que vivo en Zapopan, he sufrido del desorden inmobiliario que Lemus y Frangie han solapado o propiciado, no lo sé. Por nueve años, lo denuncia Adriana Buenrostro, el desmedido crecimiento inmobiliaria, fuera de los planes parciales de desarrollo, a devenido en una ciudad en caos. Necesitamos de un nuevo orden urbano sustentable, que mire por nuestro bienestar, que propicie la productividad y la competitividad, y que atraiga empresas que buscan relocalizarse cerca de EEUU.

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