NACIONALES
Urge rescatar al sector agropecuario: Sequía y el futuro de la alimentación en México

Opinión, por Víctor Hugo Celaya Celaya //
El campo mexicano está en crisis y no podemos seguir postergando su rescate. La falta de seguridad, el desinterés gubernamental y la crisis hídrica amenazan la estabilidad alimentaria del país.
El sector agropecuario mexicano enfrenta una crisis sin precedentes. La violencia del crimen organizado, la falta de inversión y el cambio climático están mermando la productividad de uno de los pilares fundamentales de la economía nacional. Un reciente artículo del Grupo Reforma expuso cómo estos factores están afectando a estados clave como Sinaloa, una de las regiones agrícolas más emblemáticas del país.
En este análisis, exploraremos los desafíos inmediatos del agro mexicano y, sobre todo, las estrategias urgentes para su recuperación.
Los retos del sector agropecuario mexicano
1. Inseguridad y extorsión en el campo
La violencia ha dejado de ser un problema urbano; el campo mexicano se ha convertido en un territorio de disputa para el crimen organizado. En estados como Michoacán, Sinaloa y Guerrero, grupos criminales imponen precios, controlan rutas de comercialización y exigen pagos a los productores por la seguridad de sus propias cosechas.
El caso de Sinaloa es paradigmático: además de los problemas estructurales que comparte con otras regiones agrícolas, los módulos de riego—cruciales para la producción—están siendo controlados por grupos delictivos. Esto no solo encarece los costos de producción, sino que desincentiva la inversión y amenaza la seguridad alimentaria del país.
2. Falta de apoyos y políticas públicas insuficientes
En los últimos años, los recortes presupuestales han afectado gravemente al sector agropecuario. Programas esenciales como PROAGRO Productivo y PROGAN han sido eliminados o modificados, dejando a pequeños y medianos productores sin respaldo financiero. Además, el acceso al crédito sigue siendo un obstáculo, con tasas de interés elevadas y una burocracia excesiva que dificulta la obtención de financiamiento.
3. Crisis del agua y sobreexplotación de acuíferos
La disponibilidad de agua es una de las mayores preocupaciones del agro mexicano. En regiones como el Bajío y los estados del norte, la extracción de agua supera la recarga natural de los acuíferos, poniendo en riesgo la producción a largo plazo. La falta de inversión en infraestructura hídrica y la persistencia de sistemas de riego obsoletos agravan aún más el problema.
Estados como Chihuahua, Baja California y Sonora enfrentan restricciones en el suministro de agua debido a acuerdos internacionales, como el Tratado de 1944 con Estados Unidos. La falta de actualización de estos convenios ha generado conflictos entre productores y autoridades, poniendo en jaque la viabilidad de la actividad agrícola en estas zonas.
4. Cambio climático: Sequías, heladas y pérdida de suelos
El impacto del cambio climático es evidente: las sequías prolongadas han reducido la superficie cultivable en estados como Sonora y Chihuahua, mientras que fenómenos extremos como huracanes y heladas han devastado cosechas enteras. La erosión y deforestación continúan reduciendo las áreas productivas del país, agravando la vulnerabilidad del sector.
«Hay que dar a la agricultura y la ganadería prioridad de inversión sobre todos los demás sectores.»
— Norman Ernest Borlaug, Premio Nobel de la Paz
¿Cómo recuperar el campo mexicano? Estrategias urgentes
La solución no es sencilla, pero es urgente. Algunas medidas que deben implementarse incluyen:
1. Modernización tecnológica
La adopción de nuevas tecnologías y técnicas de agricultura de conservación es fundamental para aumentar la productividad sin comprometer los recursos naturales. La FAO estima que la agricultura de conservación puede aumentar los rendimientos hasta un 20% y reducir costos de producción en un 30%.
En el Valle del Mayo, se ha demostrado que la rotación de cultivos y el riego por goteo incrementaron el rendimiento de trigo en 0.8 toneladas por hectárea, además de reducir la degradación del suelo y el consumo de agua.
La tecnificación debe incluir:
- Uso de drones y sensores para monitoreo de cultivos.
- Riego automatizado con eficiencia hídrica.
- Fertilización de precisión para optimizar nutrientes.
China y Brasil han avanzado significativamente en este ámbito, con programas de subsidios a la modernización agrícola. México debe seguir este camino para mejorar su competitividad.
2. Diversificación de cultivos
El monocultivo ha sido una de las principales causas de degradación del suelo y crisis hídrica. Cultivos de alto consumo de agua, como trigo y maíz, deben complementarse con alternativas más resilientes como:
- Cártamo: Resistente a la sequía y con demanda creciente en la industria de aceites.
- Garbanzo: México es el séptimo productor mundial, con mercados fuertes en Europa y Medio Oriente.
- Canola: Ofrece una alternativa rentable y con menor impacto en el uso del agua.
Países como Israel han apostado por cultivos adaptados a climas áridos con gran éxito. México necesita estrategias similares para garantizar su seguridad alimentaria.
3. Financiamiento accesible
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Es urgente:
- Crear un fondo de crédito rural con tasas preferenciales de menos del 6%.
- Simplificar los trámites burocráticos para el acceso a financiamiento.
- Impulsar asociaciones público-privadas para garantizar el respaldo financiero a pequeños y medianos productores.
El momento de actuar es ahora
El campo mexicano está en crisis y no podemos seguir postergando su rescate. La falta de seguridad, el desinterés gubernamental y la crisis hídrica amenazan la estabilidad alimentaria del país. Si no se toman medidas inmediatas, veremos una contracción aún mayor en la producción y una mayor dependencia de importaciones que pondrán en jaque nuestra soberanía alimentaria.
El tiempo de actuar es ahora. No podemos seguir permitiendo que el crimen organizado, la falta de políticas adecuadas y la crisis climática determinen el futuro de nuestra producción agropecuaria. Se requiere una estrategia clara, inversión decidida y acciones concretas. La responsabilidad recae en todos: gobierno, empresarios, agricultores y sociedad. México no puede permitirse perder su campo. Es momento de rescatarlo y fortalecerlo con visión y compromiso real.
ENTREVISTAS
Francisco Reséndiz Neri, candidato a juez de distrito: Juzgar con pasión, servir con independencia

Por Francisco Junco //
“Quiero seguir siendo juez porque es mi vocación y mi pasión. No busco poder, sino servir”, afirma con convicción Francisco Reséndiz Neri, Juez Séptimo de Distrito en Jalisco, mientras enfrenta un proceso inédito en México: la elección popular de jueces el 1 de junio de 2025.
Con más de 20 años en el Poder Judicial y nueve como titular en materia penal, Reséndiz, identificado con el número 25, defiende su trayectoria y su amor por los derechos humanos como su principal carta de presentación.
Un camino desde abajo
Reséndiz comenzó en los escalones más bajos del sistema judicial, como meritorio, haciendo copias y aprendiendo desde la base. Su carrera incluye roles como actuario penal, secretario del Supremo Tribunal de Justicia de Jalisco, y juez federal en materia de cateos y arraigos en la Ciudad de México, hasta llegar a la titularidad del Juzgado Séptimo de Distrito.
“Me mueve, el hecho de que creo que esto tiene que mejorar en la selección y que se requerirán personas de experiencia, personas independientes, que contribuyan a que subsista lo que es propiamente la división de poderes, la democracia como la conocemos actualmente, porque la defensa más cercana que tiene el ciudadano y todas las personas contra cualquier acto arbitrario, es precisamente el juicio de amparo, único en el mundo que permite anular cualquier acto”, señala, destacando su compromiso con la división de poderes y la democracia.
Retos de una elección sin precedentes
En entrevista con Conciencia Pública, Reséndiz aborda con franqueza los desafíos de esta elección. “Será difícil que la gente vote con cientos de nombres en una boleta, sin partidos ni propuestas tangibles”, admite. Reconoce riesgos, como la posible influencia de poderes fácticos, incluido el crimen organizado, pero insiste en que la solución es simple: “Apegarse a la ley, al caso concreto y a la Constitución”. Su experiencia, dice, es su escudo contra presiones externas.
Dilemas judiciales
Francisco Reséndiz Neri reconoce que uno de los grandes dilemas actuales en la labor jurisdiccional es la falta de una postura clara de la Suprema Corte respecto a la jerarquía entre los tratados internacionales y la Constitución.
“Muchos jueces, actuando de manera fundada, han establecido que debe prevalecer el tratado sobre la Constitución en ciertos casos, especialmente cuando se trata de derechos humanos”, explica. Sin embargo, esa práctica ha generado reacciones del poder legislativo, que habla de afectaciones a la soberanía nacional. “El problema es que cuando un juez aplica el tratado por encima de la Constitución, aunque sea para proteger derechos humanos, puede ser señalado o etiquetado, y eso no debería pasar”, señala.
Una justicia humana y equitativa
Cuenta cómo, en un caso de abuso sexual contra un menor, “coincidía la edad con la de mi hija. Estás tentado a echarle más cosas, pero no puedes. Tienes que ser objetivo. No puedes decidir por lo que sientes” y reafirmó que la objetividad no lo aleja de la empatía, “hay que ponerse en los zapatos de los otros. Todos tienen un proyecto de vida, todos merecen respeto”.
Propuestas claras
¿Por qué votar por él? Reséndiz enumera tres razones:
“Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona capacitada. Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona que ha administrado justicia y que tiene noción de lo que es o son los actos injustos. Y, tres, quiero que votes por mí porque siempre dialogaré por la protección de los derechos de las personas. Esa es mi directriz”, subraya.
Deuda histórica con las víctimas
Para Reséndiz Neri, el sistema penal mexicano tiene una deuda histórica con las víctimas, “el sistema ha privilegiado la forma sobre el fondo”, lamenta. Y pone un ejemplo elocuente, “no es lo mismo liberar a alguien porque no se leyó un derecho a tiempo, que porque no se comprobó su responsabilidad. Hay que cuidar las formas, sí, pero sin perder de vista la justicia de fondo”, apunta. Desde esa visión, Francisco Reséndiz cree necesario revisar la legislación para que no se convierta en un laberinto que sirva como impunidad.
El juez habla con firmeza sobre temas que no todos tocan con tanta claridad, por ejemplo, aseguró que la diversidad llegó para quedarse. “No puede haber discriminación por preferencia sexual, por origen étnico o por discapacidad. Es una deuda histórica que tenemos con los grupos vulnerables”. Defiende los protocolos para juzgar con perspectiva de género, y asegura que su compromiso es procurar una justicia que no sólo sea formalmente igual, sino sustantivamente justa.
En un México donde la desconfianza hacia las instituciones prevalece, Reséndiz ofrece su trayectoria: nueve años como titular del Juzgado Séptimo de Distrito y una carrera forjada en la experiencia.
En la inédita elección de jueces del 1 de junio de 2025, lamenta no poder prometer resultados tangibles como un político que ofrece obras públicas. “Solo prometo proteger los derechos de quienes lleguen a mi juzgado, porque así lo manda la Constitución”, asegura con convicción. “No lo hago por poder, sino por deber”.
CARTÓN POLÍTICO
Herida abierta
NACIONALES
Daniel Cosío Villegas y el dominio presidencial

Conciencia con Texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //
Muy certero el dicho aquel de “quien no conoce la historia está condenado a repetirla”.
Daniel Cosío Villegas, historiador, economista, catedrático, intelectual reconocido por tirios y troyanos, escribió varios libros que dieron luz para comprender cómo se hizo y cómo funcionó el Sistema Político Mexicano, confeccionado por revolucionarios, entre los que sobresalen, Álvaro Obregón, Venustiano Carranza, Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas y otros.
Don Daniel Cosío Villegas, quien tuvo que aclarar la mentirijilla que propagó de haber nacido en Colima, en 1900, cuando en verdad nació en la Ciudad de México en 1898, estableció en varios de sus libros, ensayos y textos, que México vivió alrededor de 70 años un sistema autoritario, presidencial y con un partido dominante.
Habrá que estar muy atentos a lo escrito por este sociólogo y diplomático que desnudó y encabritó a no pocos miembros de la élite que gobernó nuestro país desde que la Revolución se bajó del caballo hasta que llegó Fox con sus botas piteadas.
Don Daniel consideró que los poderes metaconstitucionales, de por sí concesionados en la Magna Carta de 1917, motivaron la Centralización del Poder en los rubros de política, economía y geografía. Esta concentración fue perversa, centralista y castrante para el resto de las entidades de la República. Tiempos hubo que en política “no se movía una hoja del árbol” sin la aprobación del Presidente de la República (así con mayúsculas) porque su poder era inmenso, total y arbitrario.
La subordinación de las autoridades municipales, estatales, así como de los poderes Legislativo y Judicial, al omnímodo poder presidencial se tornó, incluso, patético, absurdo y kafkiano.
El presidente priista en turno era un dios sexenal, que hacía y deshacía según su voluntad, su ánimo y sus intereses personales y de grupo. ¡Ay de aquél o aquellos que osaran ir en contra de la voluntad del todopoderoso presidente! Le esperaba cárcel, muerte política o… de veras.
Con esas condicionantes se canceló así la actividad política como factor de movilidad social; brilló la ausencia de un programa político claro y se apoderó del poder el oportunismo descarado y descarnado de las huestes “hienas” que pululan siempre buscando la carroña que dejan los “leones” de la grilla.
Un factor más fue el partido único, mediante el cual se legitimaron los cambios sexenales para aparentar la democracia hacia afuera, hacia los observadores mundiales. Mientras se mostraba esa falsa careta democrática al interior del partidazo y de otros partidos paleros, se practicaba la sumisión total al detentador del poder político.
Don Daniel Cosío Villegas publicó en 1972, bajo el auspicio de la Universidad de Texas, su ensayo “El sistema político mexicano, las posibilidades de cambio”.
Estableció que la creación del Partido Nacional Revolucionario, ideado en 1920, pero nacido hasta 1929, fue creado para eliminar el caudillismo de los neopolíticos postrevolucionarios, la mayoría hombres de armas, y así disminuir la violencia. Esto generó la “pax post revolución”, con el beneficio de sentar bases sólidas de la economía y algunos programas con objetivos sociales.
Octavio Paz, premio Nóbel de Literatura, solía decir que Cosío Villegas, “nos hizo conscientes de la dignidad humana”. Cosío Villegas fue director de la Escuela de Economía de la UNAM en 1933. Fue el primer director del Fondo de Cultura Económica, de 1934 a 1948 y presidente del Colegio de México de 1957 a 1963. Justamente don Daniel, siendo diplomático en Portugal, sugirió al entonces presidente Lázaro Cárdenas del Río, traer a México a los intelectuales españoles perseguidos por Francisco Franco por su afán republicano.
Ellos, los refugiados españoles fundaron la Casa de España, a la postre convertida en el Colegio de México. En 1943 el presidente Manuel Ávila Camacho aprueba y se crea el Colegio Nacional. Entre sus iniciadores está don Daniel Cosío Villegas y los jaliscienses, José Clemente Orozco, Enrique González Martínez, Mariano Azuela, acompañados por Manuel Sandoval Vallarta, Carlos Chávez, Alfonso Reyes, Alfonso y Antonio Caso, Ignacio Ochoterena, Diego Rivera, José Vasconcelos e Ignacio Chávez.
Cosío Villegas estableció que “el dominio presidencial mata todo espíritu cívico y convierte la vida política del país en una farsa profundamente aburrida”.
A este gran pensador mexicano se le consideró un liberal constitucionalista. Sus palabras parecieran resonar en estos tiempos de regresión al tiempo en que el sistema político mexicano se regía por el autoritarismo, la descalificación de los adversarios, la sumisión de los poderes, la compra de voluntades, el absolutismo y totalitarismo encarnado en un partido único al servicio del presidente en turno.
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