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MUNDO

La crisis de Alemania: Economía, política y ascenso de la ultraderecha

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Actualidad, por Alberto Gómez R. //

En los últimos años, Alemania, considerada históricamente como el motor económico de Europa, ha enfrentado un declive acelerado que ha sacudido los cimientos de su estabilidad y, por extensión, ha generado repercusiones significativas en el resto del continente.

Este fenómeno no solo ha expuesto las vulnerabilidades internas de la economía alemana, sino que también ha puesto en evidencia las tensiones políticas y sociales que amenazan con reconfigurar el panorama europeo.

A ello se suma el reciente fortalecimiento de la ultraderecha radical, cuyo ascenso en las elecciones del 23 de marzo de 2025 ha añadido un nuevo factor de incertidumbre en un contexto ya de por sí complejo.

EL DECLIVE ECONÓMICO: FACTORES Y CONSECUENCIAS

Alemania, conocida por su robusta industria manufacturera, su superávit comercial y su capacidad para liderar proyectos de integración europea, ha experimentado un deterioro económico notable desde principios de la década de 2020. Varios factores han contribuido a esta situación, entre los que destacan la desaceleración global, la transición energética, la dependencia de las exportaciones y los desafíos demográficos.

Uno de los elementos más críticos ha sido la transición energética. La decisión de Alemania de abandonar la energía nuclear y reducir su dependencia de los combustibles fósiles, acelerada por la guerra en Ucrania y la crisis energética de 2022, ha tenido un impacto profundo en su sector industrial.

Aunque el país ha invertido fuertemente en energías renovables, la infraestructura aún no es suficiente para cubrir la demanda de una economía altamente industrializada. Esto ha llevado a un aumento en los costos de producción, lo que ha erosionado la competitividad de las empresas alemanas en el mercado global.

Además, la dependencia de las exportaciones ha sido un arma de doble filo. Si bien este modelo permitió a Alemania consolidarse como una potencia económica, la desaceleración de la economía china y las tensiones comerciales con Estados Unidos han reducido la demanda de productos alemanes.

La industria automotriz, un pilar de la economía, ha sido particularmente afectada por la transición hacia los vehículos eléctricos, en la que Alemania ha perdido terreno frente a competidores como China y Estados Unidos.

Las grandes marcas automotrices alemanas enfrentan ahora graves problemas que ponen en riesgo su viabilidad financiera a mediano plazo. Muchos expertos afirman que la industria no supo adaptarse y sigue anclada en un viejo modelo industrial mecánico que ya no funciona. Y es que la mayor parte del valor de los automóviles eléctricos modernos reside en el software y la batería, y no tanto en las piezas de ingeniería que dieron fama a los vehículos germanos.

Además, sus directivos tardaron en reconocer el cambio hacia los vehículos eléctricos y ahora tienen dificultades para competir con nuevos participantes como Tesla y los fabricantes chinos.

Sin ir muy lejos Volkswagen, que tiene en México hasta 5 sitios de producción, anunció en septiembre pasado que estaba preparando un drástico plan de ahorro, con el objetivo de reducir en varios miles de millones de euros los costos en sus fábricas alemanas.

La empresa justifica la medida porque necesita reducir los costos para volver a ser competitiva, dijo en un comunicado. Pero la decisión viene marcada también por una caída del 64% en las ganancias del tercer trimestre de 2024. (BBC.com)

La semana pasada, Porsche anunció que despediría a 1.900 trabajadores cuando la garantía de empleo expirara, y el fabricante de porcelana Rosenthal anunció que cerraría una de sus dos fábricas a finales del próximo año.

En general, desde el inicio de la pandemia de COVID-19, Alemania ha perdido casi un cuarto de millón de empleos en el sector manufacturero, según el Financial Times.

«El desempleo lleva meses aumentando y esta evolución continuará en los próximos meses, por lo que, probablemente, superaremos la barrera de los tres millones de desempleados», afirma Klaus Wohlrabe, investigador del Centro Ifo de Macroeconomía y Encuestas, de Múnich, en entrevista con DW.

Las empresas alemanas tienen muchos problemas. «Uno de los mayores problemas en este momento es la incertidumbre», precisa Wohlrabe, de Ifo. El país se encuentra en medio de una transición de gobierno y nadie sabe cómo será la próxima agenda económica. Las compañías han suspendido temporalmente sus inversiones, y los consumidores son más cuidadosos con sus gastos, explica el experto.

Aunque el próximo gobierno alemán pueda reflotar la economía, las alianzas políticas globales sufren cambios profundos. Nadie sabe lo que está planeando el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, con su política de «Estados Unidos primero”. ¿Impondrá aranceles a todo lo que ingrese al país para golpear a determinados países o industrias, como al sector automovilístico alemán? (DW.com)

Por otro lado, el envejecimiento de la población y la escasez de mano de obra calificada han limitado el crecimiento potencial del país. A pesar de los esfuerzos por atraer talento extranjero, las políticas migratorias tan restrictivas y la falta de integración de los migrantes han dificultado la resolución de este problema. Esto ha generado una presión adicional sobre el sistema de bienestar social, que ya enfrentaba desafíos financieros.

LA CRISIS POLÍTICA Y EL ASCENSO DE LA ULTRADERECHA

El declive económico ha tenido un impacto directo en la estabilidad política de Alemania. La insatisfacción ciudadana con las políticas gubernamentales, especialmente en lo que respecta a la gestión de la crisis energética y la migración, ha alimentado el descontento hacia los partidos tradicionales. Este malestar se ha traducido en un apoyo creciente a opciones políticas radicales, particularmente a la ultraderecha.

En las elecciones del domingo 23 de febrero de 2025, el partido Alternativa para Alemania (AfD), conocido por su retórica antiinmigración, euroescéptica y nacionalista, logró un avance significativo, consolidándose como la segunda fuerza política del país. Este resultado ha generado una conmoción en el panorama político alemán y europeo, ya que representa un desafío sin precedentes para el consenso liberal y pro europeo que ha dominado en las últimas décadas.

Los conservadores de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) ganaron las elecciones en Alemania con el 28,6% de los votos, según los resultados oficiales.

Cumpliendo con las expectativas de analistas y encuestas, la CDU fue el partido que más votos recibió y se espera que Friedrich Merz se convierta en el próximo canciller de Alemania tras unas elecciones en las que la la ultraderecha de Alternativa para Alemania (AfD) obtuvo su mejor resultado histórico con más del 20%, lo que le sitúa como la segunda fuerza política del país.

El Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) del actual canciller, Olaf Sholz, queda en el tercer lugar, solo con un 16%, seguido por el Partido de los Verdes, que lograron un 11,6%.

El auge de la extrema derecha se vio reforzado por una serie de atentados mortales presuntamente perpetrados por migrantes en varias partes del país y por la ansiedad que genera en muchos alemanes la llegada de migrantes los últimos años, algo que ha sido explotado y alimentado por AfD, que aboga por políticas duras de deportación y límites férreos a la llegada de extranjeros.

Diez días antes de las elecciones, una madre y su hija de 2 años murieron cuando un vehículo atropelló a una multitud. Un ciudadano afgano fue acusado por el incidente. (bbc.com)

El ascenso de la AfD no es un fenómeno aislado, sino que forma parte de una tendencia más amplia en Europa, donde partidos de ultraderecha han ganado terreno en países como Francia, Italia y España. Sin embargo, el caso alemán es particularmente preocupante debido al papel central que el país ha desempeñado en la Unión Europea (UE). La posibilidad de que un partido euroescéptico llegue al poder en Alemania podría tener consecuencias devastadoras para el proyecto europeo, ya que pondría en duda el compromiso del país con la integración y la estabilidad regional.

IMPACTO EN LAS ECONOMÍAS EUROPEAS

La crisis alemana ha tenido un efecto dominó en el resto de Europa. Como principal economía de la Unión Europea, Alemania ha sido un motor de crecimiento para muchos países, especialmente aquellos de la eurozona. La desaceleración económica alemana ha reducido la demanda de importaciones, lo que ha afectado a países exportadores como Italia, España y los países de Europa del Este.

Además, la incertidumbre política en Alemania ha generado tensiones en los mercados financieros europeos. Los inversores, preocupados por la posibilidad de un giro radical en la política económica alemana, han comenzado a retirar capitales de los países más vulnerables de la eurozona.

Esto ha aumentado el costo del financiamiento para estos países y ha exacerbado las diferencias económicas dentro de la UE, así como los sentimientos y discursos nacionalistas, ganando terreno para los partidos políticos de extrema derecha, cuyo discurso se centra en que Alemania no tiene porqué continuar financiando a las economías más débiles de la eurozona sin antes resolver sus propios problemas.

Por otro lado, el fortalecimiento de la ultraderecha en Alemania ha alimentado movimientos similares en otros países, lo que ha dificultado la coordinación de políticas a nivel europeo. La falta de consenso en temas clave, como la migración, la política energética y la reforma fiscal, ha debilitado la capacidad de la UE para responder a los desafíos actuales.

ESCENARIOS FUTUROS A MEDIANO PLAZO

A mediano plazo, el futuro de Alemania y Europa dependerá en gran medida de la capacidad de los líderes políticos para abordar las causas subyacentes de la crisis. En el caso de Alemania, será fundamental implementar reformas estructurales que permitan modernizar la economía, reducir la dependencia de las exportaciones y abordar los desafíos demográficos. Además, será necesario encontrar un equilibrio entre la transición energética y la competitividad industrial.

Sin embargo, el ascenso de la ultraderecha complica este panorama. Si la AfD logra consolidar su posición y eventualmente llegar al poder, es probable que se produzca un giro hacia políticas nacionalistas y proteccionistas. Esto podría llevar a un distanciamiento de Alemania respecto a la Unión Europea y a un debilitamiento de las instituciones europeas. En el peor de los casos, podría desencadenar una crisis existencial para la UE, similar a la provocada por el Brexit en 2016.

Por otro lado, si los partidos tradicionales logran recuperar el apoyo ciudadano y contener el avance de la ultraderecha, es posible que Alemania y Europa encuentren una salida a la crisis actual. Sin embargo, esto requerirá un esfuerzo concertado para abordar las preocupaciones de la población, especialmente en lo que respecta a la desigualdad económica, la migración y la seguridad.

En cualquier caso, el futuro de Alemania y Europa estará marcado por la incertidumbre. La combinación de desafíos económicos, políticos y sociales ha creado un escenario complejo que requerirá liderazgo, visión y cooperación para superarlo. El camino que tome Alemania en los próximos años no solo definirá su propio destino, sino que también tendrá un impacto profundo en el futuro de Europa y del mundo.

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