OPINIÓN
90 dólares alcanza el barril de petróleo: La crisis geopolítica de Eurasia, costos que a nadie convienen
Economía Global, por Alberto Gómez-R. //
La cotización de los energéticos sigue en su escalada ascendente, y con ello jala los precios de los productos al alza en los mercados globales. En los países desarrollados y lo que están en vías de desarrollo se manifiesta ya una espiral inflacionaria ascendente que impacta directamente en los bolsillos de la gente, disminuyendo aún más el precario poder adquisitivo, ya bastante vapuleado antes del inicio de la pandemia del Covid-19.
Este aumento de precios en los energéticos continúa impactando en las cadenas de suministro a nivel mundial, y la creciente demanda de productos de consumo disparada a partir del gradual regreso a una nueva normalidad -luego de casi dos años de encierro de personas y negocios- es otro factor de impacto en los mercados.
El precio del petróleo tipo Brent (el principal referente mundial) alcanzó ya los 90 dólares por barril en enero de 2022, un precio no visto desde finales del 2014. El precio histórico más bajo registrado fue de abril de 2020 cuando cayó a menos de 20 dólares.
Los mercados del petróleo suben junto con un repunte de los mercados en general, mientras que el aumento de las tensiones en el conflicto entre Rusia y Ucrania genera nerviosismo por las posibles interrupciones en el suministro.
Los precios también se mueven por la creciente preocupación sobre una posible incursión rusa en Ucrania, y el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, dijo que consideraría sancionar a Vladimir Putin si el líder ruso ordena una invasión, aunque esto es lejano que suceda, ya que Rusia no quiere ni busca un conflicto armado en sus fronteras, que tendría altos costos para sus arcas públicas, y el debilitamiento de sus flancos, que es el objetivo de Washington.
Aunque un posible conflicto bélico conlleva grandes riesgos para los mercados financieros, especialmente para las materias primas energéticas como el gas natural y el petróleo, el caso base de Goldman Sachs es que no se produzcan interrupciones en el suministro.
Una serie de bancos de Wall Street, entre ellos Goldman Sachs Group, han pronosticado que el petróleo alcanzará los 100 USD el barril este 2022 a medida que el mercado mundial se ajuste.
El analista sénior de petróleo en DNB ASA, Helge Andre Martinsen, dijo:
“El mercado ha estado básicamente en una persistente escasez de oferta desde mediados de 2020, gracias a los recortes de la OPEP+ y a una continua recuperación de la demanda de petróleo. Reconocemos plenamente que el mundo no se está quedando sin recursos petrolíferos, pero podríamos entrar en una contracción del mercado del petróleo desencadenada por la escasa inversión y el rápido repunte de la demanda de petróleo.” (preciopetroleo.net)
Como se ha mencionado anteriormente, el cambio climático es otro factor que presiona al alza los precios de los energéticos, principalmente petróleo, gas natural y carbón.
En 2021 los precios del carbón en EE.UU. subieron a su nivel más alto en más de 12 años, amenazando con elevar las facturas de electricidad ya disparadas, evidenciando que el combustible “sucio” no se eliminará en el corto plazo. Los precios del carbón de los Apalaches centrales subieron más de US$10 en sólo unos días, superando los US$90 la tonelada en el mercado al contado, según cifras publicadas por S&P Global Market Intelligence.
Eso es el más alto desde 2009, cuando un aumento en las exportaciones impulsó los precios internos del combustible de las centrales eléctricas. Los precios en otras regiones de EE. UU. son más bajos, pero también han subido en los últimos meses.
Los precios más altos del carbón, que se produce a medida que el gas natural también se encarece, significa que los consumidores estadounidenses pagarán más por la energía este invierno. Compañías como Duke Energy Corp. y Xcel Energy Inc. han advertido a los clientes que las facturas de invierno pueden aumentar significativamente durante la temporada de calefacción.
La crisis energética se acentúa en estos últimos días en algunas zonas de la Costa Este de EE.UU. que están siendo azotadas por fuertes tormentas de nieve, lo que ha paralizado parcialmente las actividades económicas, y ha provocado la cancelación de miles de vuelos comerciales en una región donde viven alrededor de 70 millones de estadounidenses.
El gasto adicional en energéticos se suma a los ya crecientes costos de alimentos, vivienda y automóviles en los EE. UU., lo que impulsa la inflación de los precios al consumidor al ritmo anual más rápido desde 1990 y hace que los presupuestos de los hogares se reduzcan cada vez más.
Las tormentas de nieve en Europa han impactado ya en sus debilitadas economías con el incremento en la demanda de energía para calefacción, y los cierres de lugares turísticos y cancelaciones de vuelos.
El incremento de la demanda de energéticos en Europa, y su dependencia de la importación de estos complica las maniobras políticas de países miembros de la OTAN, que están obligados por dicho tratado a respaldar las decisiones de su dirigencia.
Desde hace semanas que se han incrementado las tensiones entre Rusia y Occidente –Reino Unido, EE.UU. y aliados- por la supuesta amenaza rusa de invadir Ucrania ante la eventual adición de este país a la OTAN (lo que representa una grave amenaza para la seguridad de Rusia) el precio de los energéticos se ha incrementado –lo que sucede normalmente con los commodities ante acciones bélicas- pero los volúmenes de oferta de petróleo y gas siguen siendo los mismos, es decir, no ha habido un mayor incremento en la producción de estos.
Rusia tiene a su favor la dependencia existente de los países europeos del gas ruso -su principal abastecedor- como un importante activo para salir del conflicto político internacional que ahora enfrenta, ya que una eventual acción armada contra Rusia, cortaría el suministro de gas a los países europeos que dependen de su importación para el uso doméstico –calefacción, cocina- e industrial.
Las tres cuartas partes del gas que importan los países de la Unión Europea proceden de Rusia. Así lo indican desde la Oficina Europea de Estadística (Eurostat) en base a datos de 2019. Que suenen tambores de guerra en la frontera de Ucrania con el país del presidente Vladimir Putin es, por tanto, una situación que amenaza la estabilidad energética europea. (niusdiario.es)
En un posible escenario bélico entre Rusia y los miembros de la OTAN, no todos los países europeos se verían afectados de la misma manera, pero sí implica tener un alto costo para sus economías y ciudadanos.
Países como España, Países Bajos, y Rumanía importan de Rusia entre un 10% y 11%. Sin embargo, en otros puntos del este, el centro y el norte de Europa se observan unos niveles de dependencia del gas ruso que están en las antípodas de la situación española, holandesa y rumana. Por ejemplo Finlandia y Letonia compran, respectivamente, el 94% y 93% de su gas natural a Rusia. Otro país báltico, Estonia, y Bulgaria, en la frontera este de la UE, los porcentajes son del 79% y 77%, de acuerdo con Statista.
También figuran importando de Rusia más de la mitad del gas que consumen un buen puñado de países de Centroeuropa. A saber, Eslovaquia (70%), República Checa (66%) y Austria (64%).
Pese a los altos niveles de dependencia de los que hablan esos porcentajes, es Alemania, la cuarta economía del mundo y la mayor de la UE con sus 80 millones de habitantes, “el principal cliente de Gazprom”. Así hacían alusión a Alemania recientemente en las páginas económicas del diario Frankfurter Allgemeine Zeitung.
Gazprom es el nombre de la mayor empresa de Rusia, que no en vano es una compañía dedicada mayormente a la explotación de gas natural. En 2020, según el citado periódico de Fránkfort, Alemania compró 46.000 millones de metros cúbicos de gas a Gazprom. (niusdiario.es)
Es por esto que a pesar del incremento en las tensiones del conflicto Ruso-Ucraniano, Alemania no ha declarado que enviará tropas o armamento a los destacamentos de la OTAN ya desplegados cerca de la frontera rusa; además, el país teutón se ha convertido en el principal interlocutor para una salida pacífica de las tensiones políticas entre Rusia y Occidente a pesar de los desesperados esfuerzos del Reino Unido y Estados Unidos que insisten en su tono de amenaza, pero que Vladimir Putin sabe que ninguna de ambas potencias está en condiciones de un enfrentamiento armado, y que dicha acción podría provocar un rompimiento dentro de los miembros de la OTAN, que tampoco están preparados para un conflicto de tales dimensiones.
Al parecer, y para un gran respiro de alivio para el mundo entero, la tensión en Eurasia podría disminuir gradualmente en las próximas semanas sobre todo ahora que el gigante asiático, China, se pronunciara finalmente en torno a este conflicto.
China instó el jueves 28 de enero a Estados Unidos a tomar «con seriedad» y resolver las preocupaciones de seguridad de Rusia alrededor a la crisis en Ucrania, en una llamada entre los respectivos jefes diplomáticos de ambas potencias.
En dicha conversación, el ministro de Asuntos Exteriores Wang Yi también exigió al secretario de Estado Antony Blinken «dejar de interferir» en los próximos Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín y «parar de jugar con fuego» con la cuestión de Taiwán.
La llamada, a escasos días del inicio de la cita olímpica, estaba centrada en la crisis en Ucrania, donde la acumulación de decenas de miles de tropas rusas en la frontera hace temer una invasión. El Kremlin niega albergar intenciones hostiles y justifica la movilización de su Ejército por la inquietud sobre su seguridad ante la expansión de la OTAN hacia la antigua zona de influencia de Moscú.
«Las razonables preocupaciones de seguridad de Rusia deben ser tomadas con seriedad y resueltas», indicó Wang Yi según un comunicado de su Ministerio, añadiendo que «la seguridad regional no puede ser garantizada por el fortalecimiento o incluso la expansión de los bloques militares».
«Todas las partes deberían abandonar completamente la mentalidad de Guerra Fría y formar un mecanismo de seguridad europeo equilibrado, efectivo y sostenible a través de negociaciones», insistió el ministro. (dw.com)
La alineación de China con los argumentos de Rusia en torno al amenazante avance de la OTAN en Eurasia, dan un nuevo giro al conflicto geopolítico, ya que de ninguna manera Occidente podría hacer frente a las dos potencias que son el contrapeso real de lo que fueron los imperios hegemónicos de los siglos XIX y XX: Reino Unido y Estados Unidos.
El efecto de la firme postura rusa y china ha sido inmediato: el secretario general de la OTAN, el noruego Jens Stoltenberg, descartó el domingo (30/01/2022) que la Alianza Atlántica llegue a enviar tropas de combate sobre el terreno a Ucrania si Rusia lanza una ofensiva sobre el país, argumentando que Kiev no es miembro del acuerdo militar. Las declaraciones las dio a la emisora británica BBC.
«Ucrania no es un aliado de la OTAN», dijo Stoltenberg, que recalcó que la «garantía de seguridad al 100 por ciento de que un ataque sobre un aliado generará una respuesta de toda la Alianza» no se aplica a Kiev. «No tenemos planes para desplegar tropas de combate en Ucrania», subrayó el secretario general. «Hay enormes diferencias entre ser miembro de la OTAN y ser un aliado fuerte y valioso como Ucrania, de eso no hay duda”, indicó.
Consultado sobre si contempla algún escenario en el que se llegara a ver soldados de la OTAN enfrentándose en Ucrania contra efectivos rusos, Stoltenberg contestó nuevamente que «no». «Nos estamos centrando en ofrecer apoyo a Ucrania. Ayudando a que ejerza su derecho a la autodefensa. Al mismo tiempo, enviamos el mensaje a Rusia de que impondremos sanciones severas si una vez más utiliza la fuerza contra Ucrania», explicó. (EFE, Reuters)
Los duros, incluso groseros pronunciamientos del gobierno estadounidense en torno al gobierno del Kremlin seguramente se matizarán, ya que Washington no ha visto apoyo irrestricto de parte de los miembros de la OTAN a sus planes de hostigamiento hacia Rusia con la intención de provocar nuevos enfrentamientos armados para poder abastecer sus arcas de la venta de armamento y material bélico en un escenario que nadie quiere ni puede soportar financieramente y políticamente.
