OPINIÓN
Adiós al amigo Enrique Dau
Los Hombres del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac //
La vida nos da sorpresas, sorpresas nos da la vida. Y así sucedió con la repentina partida del ingeniero Enrique Dau Flores, sin duda un hombre trascendente, que destacó como ingeniero, urbanista, empresario y político. Murió a los 83 años de edad, podría pensarse que es una buena edad para decir adiós a esta vida.
Su partida para mi fue sorpresiva, ya que apenas el 18 de septiembre, dos semanas antes del fallecimiento, tuve la fortuna de sostener una plática con él de más de dos horas en su casa, sobre temas políticos locales, nacionales.
Era un hombre afable que le gustaba escuchar, le gustaba pedir opiniones sobre determinados temas. En este diálogo, nos tomamos dos cervezas, con unos quesos de botana, jícamas, pepinillo y cacahuate, guardando la sana distancia, ya que sus hijas, en especial Sandra, lo tenían muy resguardado para protegerlo del Covid.
El ingeniero Dau me distinguió con su amistad, pero como periodista hubo un tiempo en el que tuvimos fuertes diferencias por circunstancias de la vida, eso sucedió un año antes que él fuera candidato a la presidencia municipal de Guadalajara.
Y antes de convertirse en candidato del PRI, recuerdo que recibí una llamada al teléfono de mi oficina. “Gabriel, soy Enrique Dau…hay un buen número de amigos comunes preocupados por nuestras diferencias…qué te parece si nos tomamos un café y platicamos”.
Y así sucedió. Se dio aquel diálogo, cara a cara, se dijo lo que se tenía que decir y se superó el mal momento. No quedaron resabios, no sólo la cordialidad, sino el afecto volvió a tener su espacio, como sucede con la gente bien nacida, que suele encarar sus diferencias en forma directa, para arreglar los malentendidos y ofrecer disculpas cuando se comete alguna falta.
Poco después es ungido candidato a la alcaldía de Guadalajara, gana las elecciones y a los pocos días suceden las explosiones del 22 de abril que se convirtió en un parteaguas en la vida de la capital jalisciense y del Estado. El culpable fueron los funcionarios corruptos de Pemex, pero el Presidente Carlos Salinas tenía que proteger la imagen de la paraestatal y decidieron convertir al entonces flamante alcalde de Guadalajara en el chivo expiatorio, junto con otros funcionarios del Gobierno de Jalisco, entre ellos el ingeniero Aristeo Mejía Durán.
Y fue en el Reclusorio, donde lo visité en tres ocasiones donde se volvió a fortalecer la amistad con el ingeniero Dau.
LA RELACIÓN COSÍO-DAU QUEDÓ ROTA
La carrera política del ingeniero Dau no se entiende sin Guillermo Cosío, quienes hicieron equipo durante varias décadas y que tuvo su momento cúspide cuando el hombre del barrio de la Capilla de Jesús logra convertirse en candidato del PRI a la gubernatura de Jalisco, y posteriormente en titular del Poder Ejecutivo.
Ya al frente de la gubernatura, Cosío nombra al Ingeniero Dau como Secretario de Desarrollo Urbano y Rural (Sedeur), el maestro Gregorio González Cabral (quien también se nos adelantó en el camino a la otra vida) con su gran sentido del humor que lo distinguía le puso “Super-Dau”, por el gran poder que éste había acumulado como el hombre fuerte del Gobierno de Cosío.
Con las explosiones del 22 de abril en las que Dau no tuvo nada que ver, la vieja amistad que tenía con Cosío terminaría, cuando su amigo decidió sacrificarlo, tal vez pensando que así salvaría su gobierno. Durante ocho meses Dau estuvo recluido en el Reclusorio de Puente Grande. Cosío nunca habló con él sobre la negociación que había hecho con el Gobierno de Salinas. Nunca le dio explicación alguna, conforme el propio Dau me comentó. Después de ese suceso, ya no hubo diálogo alguno entre ambos. Cosío no logró mantenerse al frente del gobierno de Jalisco y sería nombrado embajador de México en Guatemala y Carlos Rivera, gobernador sustituto.
En diciembre de 2019 el ingeniero Dau Me concedió una larga entrevista que se logró con los oficios de mi querido amigo Carlos Castanedo, que fue muy cercano; varios tópicos abordamos, le pregunté cómo había quedado la relación con Cosío. Esto me respondió: “Me hubiera gustado seguir siendo su amigo, pero las circunstancias no lo permitieron. Construimos un proyecto juntos, desde el 71 que me invitó, fueron 20 años, nos permitió tener una visión amplia del estado respecto a la perspectiva del país”.
¿De que se arrepiente en su vida? -le pregunté en aquella entrevista-. Su respuesta: El no haber tenido la claridad de pensamiento y la decisión para haber pedido licencia a la Presidencia Municipal de Guadalajara en 1992. “Se me amenazó que si no presentaba mi licencia, los regidores que respondían a intereses se encargarían de llevarme a esa circunstancia., es de lo único que me arrepiento, de lo demás no”.
Dau al salir del reclusorio se dedicó a promover un programa que permitió sacar a cientos de personas de la cárcel, cuyas familias no tenían para pagar un abogado. La visión de la vida, después de haber estado en Puente Grande le cambió al hacerse mucho más humano.
Son las circunstancias de la vida, un suceso fuera de su control, ajeno, le cambió todo. Lo saca de la Presidencia Municipal de Guadalajara, de pronto está privado de la libertad, pagando por una fechoría que cometieron otros y aquel anhelo de transformar Guadalajara con sus proyectos urbanos y sociales se hacen añicos, así como su sueño de ser Gobernador de Jalisco.
El ingeniero Dau se va con la satisfacción de haber sido un reconocido técnico, muy querido por el gremio de los ingenieros civiles, fue el fundador del Colegio de Ingenieros Civiles de Jalisco y promovió la construcción de la sede del mismo allí por Av. De los Maestros y que a petición de sus colegas han pedido como homenaje le cambien el nombre por Ing. Enrique Dau Flores.
¡Descanse en paz mi querido amigo Ingeniero Enrique Dau Flores, con la tristeza de escribir estas líneas como despedida!
