OPINIÓN
Alfaro, AMLO y el agua: Enfoques disparejos en el caso de la presa de El Zapotillo

Por Pedro Vargas Ávalos //
El modo de ser de una persona es determinante para alcanzar metas en la vida. Por ello debemos conocer el ostensible carácter de un individuo, incluida su trayectoria, para percibir lo que persigue, es decir, su real objetivo.
Y nada mejor para valorar a las personas, que su conducta ante problemas de fondo, sustanciales, como en los tiempos actuales es solventar el tema del agua. Tan vital líquido, se presenta bajo distintos perfiles en su problemática: puede ser de índole internacional, territorial, rural, urbano, e incluso, artificial o natural.
Para México, es trascendente resolver año con año sus obligaciones con Estados Unidos, país con el cual tiene un tratado que desde 1944 debe cumplir puntualmente, so pena de dificultades delicadísimas con la potencia del norte. Recordemos como hace unos meses se recrudeció ese asunto, por la inconsecuente negativa de Chihuahua y su gobernador Corral, para que se aportara la cuota acuífera que nuestra nación debe cubrir conforme ese convenio. El primer magistrado federal supo resolver esa contrariedad con habilidad plausible.
Territorialmente, existen evidentes incongruencias, como es el caso de la distribución del torrente del río Lerma, que, en su recorrido desde el Estado de México hasta el lago de Chapala, soporta sustracciones exageradas, siendo Guanajuato la entidad que más abusa, por lo que Jalisco recibe exiguos remanentes contaminados. En muchos lugares de la república se carece de agua suficiente, como en la Laguna, Baja California, Zacatecas y sin ir muy lejos, en nuestra Entidad federativa, resaltando el caso del área conurbada de Guadalajara, que antes del temporal de este año, sobrellevó sequía pasmosa.
Por otra parte, las épocas de lluvias acarrean innumerables inundaciones a todo lo ancho y largo de la República, por lo que se aplican medidas de urgencia y cuantiosos planes especiales, para aliviar los daños que sufren los damnificados de esas catástrofes.
Por ello revistió peculiar importancia el tema latente de la presa El Zapotillo, misma que desde hace más de 16 años ha sido un calvario para los habitantes de Temacapulín y Palmarejo, municipio de Cañadas de Obregón, así como de Acasico, municipalidad de Mexticacán, en los Altos de Jalisco. El suplicio comenzó cuando el frívolo panista guanajuatense Vicente Fox, indujo a los ejecutivos de Jalisco y Guanajuato (sus correligionarios Francisco Ramírez Acuña y Juan Carlos Romero Hicks) aceptaran se construyera una presa que llevaría agua a León y algunos pueblos jaliscienses de Los Altos. La ubicación sería en la Cuenca del Río Verde, en el lugar conocido como El Zapotillo, del municipio de Cañadas de Obregón; el acuerdo se firmó, obsecuentemente, en Los Pinos, la entonces fastuosa residencia del presidente en la ciudad de México, el martes 24 de mayo de 2005.
Desde esa fecha, los habitantes de los tres pueblos aludidos, iniciaron su lucha para no desaparecer, pues el llevar agua a los leoneses, exigía tuviese el embalse una cortina de 105 metros de altura, con lo cual necesariamente se inundarían los poblados antedichos, lo que implicaba su muerte. Como antecedente tuvieron los lugareños, las proezas de los indómitos cazcanes que en el siglo XVI encabezaron una rebelión contra los conquistadores hispanos, quemando a Guadalajara de Tlacotán, derrotando al temible Tonatiuh Pedro de Alvarado (quien murió en la encomienda) y poniendo al borde del desastre la colonia entera.
Así las cosas, se llevó a cabo una tenaz contienda en variados frentes, siendo uno el jurídico y otro el de la concientización de los habitantes.
DIEZ Y SEIS AÑOS DE FÉRREAS BATALLAS
Van dieciséis años de bizarras batallas y tras obtener un amparo para que la cortina no sobrepase los ochenta metros de elevación, los inquebrantables aldeanos de los tres pueblos que abandera Temacapulìn (Temaca), parece que divisan el final del túnel y que su empeño vencerá.
Los dos gobernantes que concurren al desenlace de esta trama del Zapotillo, es decir del agua, son el gobernador de Jalisco (Enrique Alfaron Ramírez, EAR) y el presidente de México (Andrés Manual López Obrador, AMLO). Sus enfoques deberían de coincidir, aunque la forma de abordarlo es bastante dispareja. Para uno (AMLO) el pueblo es la última palabra; para EAR, lo que importa es de golpe tomar las medidas.
Por increíble que parezca, a la zona de Temaca, la ha visitado más veces (5) en tiempos recientes el primer mandatario nacional, que el estatal. Pero las asistencias que más importan son las de agosto y octubre de este año.
En la del 14 del primer mes predicho, AMLO les hizo el gusto a los lugareños de estar con ellos en su pueblo de Temacapulìn, y no hacerlos viajar a la presa motivo del dilema (como se había planeado), y ya en ese lugar, asegurarles que se haría lo que la mayoría resolviese, formulando la oferta de que la obra acuífera no rebasaría los 80 metros de cortina, el líquido vital solo sería para Guadalajara y pueblos de Los Altos de Jalisco, dejando para otra solución el tema de León. Además, les ofreció emitir un decreto para garantizar toda medida que fuese necesaria con el fin de que ninguno de los tres poblados en cuestión se anegara.
El gobernador se mostró complacido con la propuesta, se disculpó con su igual de Guanajuato, con quien había hace meses suscrito un convenio para distribuir el agua del Río Verde (el sustento de la presa Zapotillo) entre sus respectivos Estados.
Desde luego es de imaginar que esa disculpa de EAR (la inconveniencia fue por AMLO, pues lo del agua es competencia federal) no satisfizo a los guanajuatenses, quienes indignados amenazaron con no dar agua de sus embalses (como la presa Solís) para Chapala. Al presidente tocó apaciguar tales conatos de represalia.
El 10 del presente mes, regresó tal como lo ofreció, el presidente a Temaca. Y allí escuchó estipulaciones a que llegaron los habitantes amagados. Estos con buen sentido solidario, admitieron la presa, subrayaron que no pasara los ochenta metros de cortina y plantearon, para su seguridad, una especie de vertedero entre los 40 y 50 metros, con lo cual jamás serían inundados sus pueblos. También hicieron otros planteamientos, como ciertas indemnizaciones y resarcimientos, por todo lo que se les ha inferido en su perjuicio.
“¡Cuchillo, navaja, Temaca no se raja!”, gritaron los pobladores de la comunidad tras escuchar el discurso del Presidente, luego de que este reafirmara su compromiso de no inundar los tres poblados” nos dice Víctor Ramírez de OEM-Informex. En el presídium, EAR se veía incómodo, y hasta el collar de flores que se le obsequió, se lo quitó del cuello, en tanto que AMLO lo lució en todo momento. Y sigue diciendo, el reportero Francisco Félix: “16 años de confrontaciones con autoridades de todos los niveles y de distintos colores y siglas; de solidaridad regional, nacional e internacional, pero también de cansancio, angustia y enfermedades, e inclusive del fallecimiento de quienes no lograron resistir más, muchas veces consumidos por la tristeza a causa de vivir en una zozobra permanente. Más de tres lustros de remar a contracorriente, de resistir, bajo la consigna “ríos para la vida, no para la muerte”. (julioastillero.com, 11 oct.21).
Por cierto, que según ese reportero, cuando los del Comité Salvemos a Temaca, supieron que el gobernador estaría junto al presidente, decían que “Alfaro, otrora férreo opositor a la construcción de la presa, cambió de postura casi desde el inicio de su mandato y es calificado como “traidor” y “mentiroso” por los habitantes de Temacapulìn, Acasico y Palmarejo. La confirmación de su presencia causó algunas tensiones con el equipo de “avanzada” de AMLO. Por ello, cuando se inició la reunión del domingo 10, hubo abucheos y rechiflas contra EAR: “¡Temaca vive!” se leía en las playeras del ‘performance’ de los habitantes de la comunidad”.
Hablaron los del Comité de salvación y sobre todo su vocero y virtual líder moral, el exsacerdote Gabriel Espinoza, quien repitió el anhelo de las comunidades: recuperar por fin la paz que les fue robada por la imposición del proyecto de la presa. Entre los asistentes “se veía gente de distintos rincones del país, del estado, e inclusive de Europa y Norteamérica, que han seguido con atención la lucha en contra del proyecto El Zapotillo. Representantes de la Comisión Estatal de Derechos Humanos Jalisco e inclusive de la oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Todos están ahí para presenciar un día histórico”.
Tras el desfile de oradores de los vecinos, que en punto final piden se acabe con la pesadilla y les vuelva el alma al cuerpo, habla el presidente del país. Todos están atentos, y contentos porque no oirán al gobernador. Nos dice la crónica periodística del día siguiente: El mensaje presidencial es claro desde el inicio: Temacapulín, Acasico y Palmarejo no se inundan pues deben preservarse sus raíces, tradiciones, costumbres, difuntos, templos e historia. López Obrador da a conocer que los asesores técnicos que apoyan a los pueblos han solicitado medidas de mayor seguridad en la presa y anuncia que se atenderá la petición. Para reafirmar el compromiso, asevera: “Si se requiere presupuesto, yo puedo garantizarlo”. Aplausos y vítores.
Enseguida, el Presidente da un paso adelante en la propuesta y habla de un Programa Integral para el Bienestar de los Pueblos de la región que implicará la atención de caminos, el mejoramiento de viviendas y la creación de obras y programas de desarrollo. Lo principal, dice, será la corresponsabilidad entre el Gobierno y el pueblo y anuncia que se entregará el presupuesto directamente a las comunidades para la realización de las obras y programas. De esta forma, dice, a partir del conflicto inicial se construirá algo ejemplar y se demostrará que es posible alcanzar acuerdos a través del diálogo…habla de la oportunidad de unirse y reconciliarse. De cómo pasó del “ni perdón ni olvido” de sus tiempos en la oposición a su convicción actual de: “olvido, no; perdón, sí”. Hace un llamado a la solidaridad y dice que la presa es necesaria para dotar de agua a la gente humilde de Guadalajara. Finalmente, anuncia que volverá a Temacapulín (con todo su Gabinete) para firmar el acuerdo que incorpora las demandas de las comunidades”.
Ante lo anterior, EAR se muestra confuso. Escribe el reportero: “Durante todo el evento, el gobernador Enrique Alfaro aparece, ensimismado en su cubrebocas, fustigado, ofuscado, visiblemente molesto. A ratos, su rostro incluso adquiere tonalidades rojizas. Se quita el collar de flores de cempasúchil que le colocaron a su llegada. No aplaude ninguno de los discursos. Mira hacia arriba en señal clara de desesperación, como esperando que el evento se acabe cuanto antes. Se sabe repudiado. Los oradores de las comunidades no hacen mención de él, salvo para recriminarle. En un gesto de cortesía política, López Obrador finaliza su mensaje con un llamado a respetar al gobernador: “nada de odios. Ustedes son gente buena…Quiero pedirles de manera especial que tengamos mucho respeto, tal como se lo merece el gobernador Enrique Alfaro”, y añadió que el objetivo fundamental de la buena política es el “amor al prójimo”.
Son las 5 de la tarde del domingo 10 de octubre. En Temacapulín saben que no sólo han ganado una batalla. Han dado un ejemplo de lucha y dignidad. Y sí, aunque parezca increíble, al menos esta vez, parece que no ganaron los de arriba. Ha triunfado el pueblo. Y este festeja y canta.
Por su parte, Enrique Alfaro, lamentó que ante la presencia del Presidente no se haya concluido todo lo relativo a El Zapotillo: “Lo que se acordó “no es la ruta correcta”, dijo: “lamento mucho que los grupos de MORENA pretendan hacer de esto un tema político electoral”, en referencia a los desaires que recibió.
Y sobre el vertedero que exigieron los del Comité de Temaca, se expresó pesimista y reprobó lo del túnel o canal, invocando que él (EAR) es ingeniero civil, y sabe sobre la materia. Pero reitera que “aguantará” lo que sea con tal de lograr resolver el grave problema del agua para la Perla Tapatía. Finalmente, sobre la defensa que AMLO hizo de él, expresó tonante que “no ocupa que lo defiendan”.
Del tema del agua, la presa El Zapotillo, y la pesadilla que padecieron los tres poblados a que nos referimos, el lector podrá sacar sus conclusiones y razonar el modo de ser de AMLO y EAR, con motivo de sus dispares enfoques ante el pueblo estoico de la región de Cañadas, Yahualica y Mexticacán, en Los Altos de Jalisco.
JALISCO
Reforma judicial en Jalisco: Entre la soberbia política y la oportunidad

– Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac
La reforma judicial en Jalisco enfrenta un momento crítico. Las fuerzas políticas, atrapadas en intereses partidistas y sin acuerdos, tienen el desafío de construir un sistema que inspire confianza y certidumbre a los jaliscienses.
La falta de diálogo, la soberbia y las alianzas oportunistas amenazan con repetir errores del pasado, mientras el gobernador Pablo Lemus impulsa un modelo que elimine el reparto político de jueces. ¿Podrán los partidos priorizar la justicia sobre cálculos electorales o seguirán atrapados en los juegos del poder?
RECHAZO CIUDADANO A LA POLITIZACIÓN JUDICIAL
El reciente proceso de reforma judicial federal dejó una lección clara en Jalisco: con una abstención del 92.97% –la segunda más alta del país tras Guanajuato–, los ciudadanos rechazaron enérgicamente la politización del Poder Judicial.
Las reformas impulsadas por Morena a nivel federal, y replicadas en algunos estados, son percibidas como una toma de poder disfrazada de “democratización”. Esta desconfianza ciudadana es un mensaje contundente que la oposición local –Morena, PAN y PRI– parece ignorar al avanzar en una reforma sin consenso amplio, excluyendo a Movimiento Ciudadano (MC), que cuenta con 11 de los 38 escaños en el Congreso del Estado.
Esta exclusión, calificada como un “madruguete” legislativo, ignora la lección del descontento popular y arriesga generar otra reforma fallida, marcada por baja participación y una creciente percepción de control político sobre la justicia.
En marzo, este espacio destacó la oportunidad de una reforma “al estilo Jalisco”, propuesta por el gobernador Pablo Lemus para desterrar el modelo de “cuotas y cuates”. Este enfoque, basado en filtros académicos y ciudadanos, buscaba garantizar una justicia imparcial.
Foros coordinados por el jurista Arturo Zamora, con la participación de universidades, empresarios, organizaciones sociales y ciudadanos, sentaron las bases para un sistema judicial transparente. Sin embargo, la oposición parece desoír este llamado, optando por priorizar intereses políticos sobre el bien común, perpetuando un esquema que compromete la confianza en el Poder Judicial.
LA ALIANZA ANTINATURAL
La coalición opositora en el Congreso –Morena, PAN y PRI– resulta desconcertante por su contradicción. Estos partidos, que en su momento criticaron la reforma judicial federal por su riesgo de politizar la justicia, ahora se alían en Jalisco en un aparente intento de debilitar al gobierno de MC.
¿Qué motiva esta unión? ¿Es un simple malestar con Lemus o un cálculo electoral para erosionar el dominio de MC, que ha consolidado su liderazgo en el estado?
La alianza, lejos de estar motivada por la transparencia o la imparcialidad, parece diseñada para golpear al gobierno estatal, ignorando el llamado de Lemus a una “armonización ciudadana” construida con la colaboración de barras de abogados, universidades y sociedad civil.
El modelo actual del Poder Judicial en Jalisco, dominado por complicidades políticas entre PAN, PRI y MC, es insostenible. Lemus ha reiterado su compromiso para acabar con este sistema de cuotas que pone precio a la justicia, un esquema que ha generado un sentimiento generalizado de desconfianza entre abogados y ciudadanos que interactúan con el Poder Judicial.
Sin embargo, la oposición, al avanzar sin un diálogo inclusivo, perpetúa un sistema que traiciona la confianza ciudadana.
La pregunta es inevitable: ¿realmente están comprometidos Morena, PAN y PRI con una reforma que beneficie a los jaliscienses, o buscan solo un ajuste de cuentas políticas?
Esta unión oportunista no solo contradice sus posturas previas, sino que arriesga el futuro de una justicia imparcial en el estado.
HACIA UNA REFORMA GENUINA
La operación política del gobierno de Jalisco ha mostrado deficiencias. En un Congreso donde ninguna fuerza política cuenta con los 26 votos necesarios para aprobar una reforma constitucional, Lemus ha tenido que intervenir directamente para evitar el estancamiento.
La sociedad jalisciense demanda una reforma moderna, confiable y alejada de elecciones populistas que comprometan la experiencia y profesionalismo judicial.
La oposición tiene en sus manos una oportunidad histórica para construir una justicia al servicio de los ciudadanos, no de grupos de poder que operan como mafias dentro del Poder Judicial.
El gobernador ha propuesto un diálogo abierto, inclusivo y basado en la participación de expertos y ciudadanos. Sin embargo, la rigidez de la oposición amenaza con mantener la parálisis legislativa, atrapada en posiciones maniqueas que priorizan el revanchismo político sobre el interés público.
Los próximos días serán cruciales para alcanzar acuerdos que rompan con el modelo de cuotas, fortalezcan la imparcialidad y respondan al clamor ciudadano por una justicia accesible. Jalisco no puede permitirse otra reforma fallida que profundice la desconfianza en sus instituciones.
UN LLAMADO A LA RESPONSABILIDAD COLECTIVA
La justicia en Jalisco no puede seguir siendo rehén de intereses partidistas. Morena, PAN, PRI y MC deben dejar atrás la soberbia y abrazar la humildad para construir un diálogo genuino.
La ciudadanía, como verdadero juez de este proceso, espera una reforma que restaure la confianza en el Poder Judicial, no que alimente la percepción de control político. Esta es una oportunidad única para que los partidos trasciendan los juegos del poder y construyan un legado que honre a los jaliscienses.
Que escuchen el mandato de las urnas y trabajen juntos por una justicia accesible, imparcial y libre de componendas. El futuro de Jalisco depende de que esta reforma sea un reflejo de los valores de sus ciudadanos, no de las ambiciones de sus políticos.
JALISCO
Entre el mea culpa y el cálculo: El descuido en Casa Jalisco

– Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco
En Jalisco la política no se cuece: hierve. La reforma judicial levantó la tapa y escapó el vapor de lo obvio: en Casa Jalisco hubo descuido. Pablo Lemus lo admitió con retraso y promesa: “me meteré personalmente a reconstruir la relación”. Traducción en castellano llano: falló el operador, se enmoheció el diálogo y los números no dan.
En el Congreso solo rige una gramática: 26 votos.
La oposición (Morena, PAN, PRI, Hagamos, Futuro y PT) no los juntan.
El Ejecutivo, menos.
Resultado: “cabildeo” exprés, citas por separado, romería de coordinadores entre Hidalgo 222 y Palacio. No es diálogo; es caza de tres o cuatro voluntades que ajustan una Constitución.
Cuando no hay proyecto, se busca coartada: José Luis Tostado, coordinador de MC, puesto en la picota por el “descuido”. En la coda aparece el secretario de Gobierno, Salvador Zamora. Desde Casa Jalisco matizan: no habrá cabezas… por ahora. Habrá “afinación”. Misma partitura, distinto volumen.
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El Gobierno acepta desconexión con opositores.
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La oposición presume mayoría de maniobra y exige que el Gobernador dé la cara en el Legislativo.
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La IP suplica “no politizar” lo que, por definición, es político: quién nombra, evalúa y disciplina a juezas y jueces.
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La riña real no es la “tómbola” de desempate (cortina de humo), sino el control de filtros, la integración de jurados y sus lealtades.
Conclusión provisoria: la “reforma técnica” huele a reparto fino. No suena a reforma de Estado, sino a ajuste para ganar eficacia… y previsibilidad política.
Los opositores invitan a Lemus al Congreso; mientras, en Casa Jalisco operan en carriles paralelos: reuniones uno a uno, promesas, calendarios, guiños. “No es dividirlos —dicen—; es dar a cada uno su lugar”. Manual conocido: personalizar, fragmentar, diferir el texto. Cuando llegue el proyecto “conciliado”, el espacio para el escrutinio ya habrá cerrado.
Además, dos magistraturas en el alambre. Si el martes no hay designación, la afirmativa ficta ratifica a quienes hoy ocupan el asiento. El reloj —no la razón— es el arma. O amarran ya, o se quedan con lo que hay. Esto no es arquitectura constitucional; es relojería política.
Coparmex y COMCE piden sacar la reforma de la grilla. Comprensible; sin certeza, no hay inversión que resista. Pero “despolitizar” una reforma política es un oxímoron útil. Lo serio sería: minutas públicas; criterios de selección verificables; perfiles y conflictos de interés a la vista; cronograma que no dependa del humor de la mesa. Menos tribuna, más trazabilidad.
El Gobernador acepta el error; no explica su causa. Se dice que hubo disposición; faltó oficio. Y el déficit de oficio se paga caro: se erosiona la confianza entre poderes, se fortalecen los extremos y la ley se vuelve rehén del chantaje de la parálisis. En el pantano, el incentivo deja de ser institucional y se vuelve coyuntural.
Prometen “apretones de tuercas”. En papel: “un solo texto”. En práctica: expediente con zonas grises, diseño de gobernanza bajo llave y dos nombramientos que amarran hoy e hipotecan mañana. Si cierran en corto, saldrá una reforma hecha al tamaño del equilibrio de turno; si abren el proceso, quizá alcance para una reforma que sobreviva gobiernos.
Convertir a Jalisco en el “Silicon Valley mexicano” requiere más que parques y pitch decks: requiere un Poder Judicial independiente, profesional y previsible. El capital tolera impuestos; lo que no tolera es incertidumbre. Y la certeza no nace de tómbolas ni de boletines, sino de reglas claras, procesos públicos y decisiones revisables.
La crisis legislativa obligó a todos a mostrar la mano: el Ejecutivo admitió que perdió el control fino, la oposición evidenció que, sin MC, puede marcar agenda, pero no coronarla, la IP recordó que sin garantías no hay relato de progreso que aguante. Falta lo principal: que la ciudadanía vea, en tiempo real, cómo y por qué se cambiará la justicia que la toca a diario.
La historia enseña que las reformas cocinadas en silencio terminan gritando en los tribunales. Prudencia no es callar: es abrir puertas, encender luces y dejar que la aritmética se escriba con tinta pública. Solo así el mea culpa pasa de pose a corrección. Solo así la reforma será reforma, y no reparto con fecha de caducidad.
En X @DEPACHECOS
NACIONALES
La conquista que no termina

– Opinión, por Miguel Anaya
Siempre me ha parecido curioso que, quinientos treinta y tres años después, sigamos hablando de la Conquista como si hubiera ocurrido ayer, como si Hernán Cortés acabara de desembarcar en Veracruz con la mirada puesta en Tenochtitlán y el corazón lleno de encomiendas. No deja de ser fascinante la capacidad mexicana de contar la historia, no como tragedia, sino como pretexto.
Se nos enseñó que fuimos cruelmente conquistados. Lo aceptamos con un dramatismo casi teatral, como si los pueblos originarios hubieran sido un solo cúmulo de inocencias y los españoles, solamente un ejército de codicia y brutalidad.
Pero la realidad, siempre tan poco romántica, fue más compleja: hubo alianzas, traiciones, intereses, cálculos y, sobre todo, normalidad. La conquista no fue una excepción, fue la regla de una época donde conquistar territorios era tan legítimo como hoy hacer fusiones empresariales o acuerdos comerciales.
El poder siempre ha tenido el mismo rostro, solo cambia sus formas.
Nos empeñamos en sentirnos víctimas eternas. Reclamamos por la Conquista como si estuviéramos esperando una disculpa de los siglos XVI o XVII. Exigimos perdón retroactivo, pero la historia, aunque a veces cruel, no tiene oficina de quejas. Lo único que hace es avanzar, mezclando a vencedores y vencidos hasta que se olvida de qué lado viene cada quién. De esa mezcla —dolorosa, contradictoria, fecunda— nació México.
Porque, aunque duela, México no es lo que quedó de los mexicas, ni lo que impusieron los españoles: es lo que ambos se vieron obligados a inventar. Un país mestizo, con dioses de piedra y vírgenes de yeso, con voces indígenas en el eco del español y una fe que huele a copal y a incienso. Esa es nuestra conquista: haber sobrevivido al choque de mundos sin dejar de ser un poco de ambos.
Lo que llamamos sincretismo no fue solo una mezcla cultural; fue una estrategia de supervivencia. Los pueblos indígenas no desaparecieron: se mimetizaron, aprendieron el idioma del invasor y escondieron a sus dioses detrás de santos. Los españoles no triunfaron del todo: quedaron atrapados en una tierra que los absorbió, que los hizo perder el acento y, en muchos casos, amar más esta tierra que la propia. De esa contradicción nació nuestra identidad: un mestizaje que no se elige, pero que se asume.
A pesar de lo anterior, hay quienes añoran un pasado indígena idealizado, como si los mexicas hubieran sido una comuna perfecta; otros sueñan con una Europa que nunca los reconocerá como su reflejo. Ambos extremos son falsos, pero cómodos en la narrativa: uno ofrece la inocencia, el otro la superioridad.
El mestizaje, en cambio, exige madurez: aceptar que venimos de una violencia, pero también de una creación; de una herida, pero también de una fecundidad.
Quizá lo que más nos cueste reconocer es que seguimos conquistándonos unos a otros, porque así es el mundo, porque así es la humanidad. Los nuevos conquistadores hablan diversos idiomas y prometen inversiones; la riqueza ya no se mide en lingotes, sino en clics, bitcoins y contratos. Las conquistas no se acabaron, se digitalizaron.
Por su parte, México sigue celebrando el Día de la Raza sin saber muy bien qué raza celebra, o marchando por la Independencia confundiéndola con la revolución, porque en el imaginario popular, cabe casi todo. Tal vez esa sea nuestra mayor conquista: haber aprendido a vivir en medio de la contradicción.
No somos víctimas ni victimarios; somos descendientes de ambos. Al final, hay que entender y aceptar nuestro pasado para abandonar la narrativa de la victimización y abrazar el discurso del desarrollo, pues toda nación es el resultado de una conquista: la del tiempo sobre la memoria, la del sistema sobre el individuo, la del extraño que traspasó sus fronteras.
Y si algo nos enseña la historia es que, aun después de la conquista o aun después de la derrota, los pueblos que saben adaptarse y construir una narrativa de progreso se fortalecen.
Así fue con Japón, así fue con Alemania y así puede ser con México.
NACIONALES
Corina Machado, «enemiga» de la presidenta Sheinbaum

– De primera mano, por Francisco Javier Ruiz Quirrín
LOS ORGANIZADORES y directivos del Premio Nobel, enviaron un mensaje al mundo con la designación dedicada a la paz mundial de la edición 2025 de ese galardón: Un “no” rotundo a las dictaduras y un reconocimiento a quienes luchan por la democracia en las naciones.
La opositora al “chavismo” en Venezuela, María Corina Machado, recibió la noticia de haber sido elegida como ganadora del Premio Nobel de la Paz, con la emoción de quien se sabe, triunfadora histórica contra los dictadores Hugo Chávez y Nicolás Maduro en su país, Venezuela.
Sabía que el reconocimiento es un contundente mensaje del mundo en contra de una dictadura que mantiene a su pueblo sojuzgado por el Estado, con un individuo maniatado, sin libertad y con el sufrimiento de su pueblo a consecuencia de la hambruna.
Machado se ha convertido en la principal defensora de la democracia en esa nación sudamericana. Quizá haya opositores que luchan por la misma causa en Cuba y en Nicaragua, pero ella representa el triunfo electoral que, aunque contundente, recibió la dura represión de la bota “chavista”.
Y desde luego, su designación como ganadora del Premio Nobel de la Paz, trajo reacciones positivas en la mayor parte de las naciones en el mundo… excepto en México.
No debía extrañarse. El régimen iniciado por Andrés Manuel López Obrador y continuado por la presidenta Claudia Sheinbaum, se ha caracterizado por imponer por encima de los grandes intereses de la nación, su ideología, la que incluye mensajes de odio a quienes no piensan como ellos, además de llamarlos sus “enemigos o adversarios”.
En su “mañanera” en Palacio Nacional, un reportero requirió la opinión de la presidenta respecto a la noticia sobre Corina Machado y su respuesta fue lacónica: “Sin comentarios”.
Enseguida hizo referencia al pretexto utilizado ahora para evitar opinar de quienes no forman parte de su cofradía: “Nosotros respetamos la autodeterminación de los pueblos”. No había terminado cuando le preguntaron sobre la caída de Dina Boluarte, presidenta del Perú, acontecimiento ocurrido unas horas antes:
“Nosotros insistimos en la liberación de Pedro Castillo (amigo de AMLO), quien fue elegido por el pueblo del Perú y que se le aplique un juicio justo”.
Y ante ello, ¿dónde quedó la actitud de respetar la autodeterminación de los pueblos?
Evidentemente, hay una incongruencia inocultable, cuando el gobierno mexicano utiliza parte de nuestros impuestos para obsequiar gasolina a la dictadura de Cuba y no poner condiciones a la llegada de un ganado enfermo proveniente de Nicaragua.
Ambos regímenes son dictaduras.
Por eso, aunque es mujer y ha entregado su vida por la democracia en Venezuela, Corina Machado no recibirá el reconocimiento de la presidenta de México, porque es “enemiga de la 4-T” al oponerse a la dictadura de Nicolás Maduro.
Aunque el mundo diga lo contrario.