OPINIÓN
Alito, un mal nacional
Opinión, por Miguel Ángel Anaya Martínez //
La política ha sido objeto de estudio en distintas épocas de la humanidad, y aunque no es un concepto fácil de definir, distintos personajes célebres nos han dejado frases interesantes al respecto. El escritor Aurelio Almazán diría sarcásticamente: “La política es el arte de impedir que la gente se meta en lo que sí le importa.”
De manera más seria, Dwight Eisenhower quien fuera presidente de los Estados Unidos comentaba “La política debería ser la profesión a tiempo parcial de todo ciudadano.” No le faltaba razón. Maquiavelo definía a la política como “El arte de conquistar el poder.” Según la RAE, la política es la actividad de quienes rigen o aspiran a regir los asuntos públicos. Por las definiciones anteriores podríamos entender que la política se refiere a los asuntos de orden público, y que, por su naturaleza, estos deben interesar a todos.
En más de 200 años de historia, México ha tenido políticos de todo tipo, buenos, malos, regulares y algunos impresentables. La dinámica al tratar los asuntos públicos ha hecho creer a las y los ciudadanos que los asuntos políticos o de gobierno corresponden única y exclusivamente a los políticos; esto ha abierto una brecha entre lo que sucede al interior del gobierno y la sociedad.
Al sentirse aislados de la sociedad o protegidos por un grupo político, algunos políticos de distintos partidos han aprovechado la impunidad para cometer excesos, al preservarse durante varios años ocupando distintos cargos de poder, los abusos han ido escalando, dañando gravemente a las instituciones que representan y por lo tanto a la sociedad mexicana. Alejandro Moreno es uno de ellos.
Alito, tiene un bagaje político que comenzó en el año 2000 al ser electo como Síndico de Campeche, ha sido Diputado Federal en dos ocasiones, Presidente del PRI en su estado, Gobernador de Campeche y desde 2019 es Presidente Nacional del Partido Revolucionario Institucional. A través de su carrera los cuestionamientos a su desempeño han estado a la orden del día. La semana pasada, de manera poco sorpresiva se anunció que la Fiscalía General de la República le abrió una carpeta de investigación por enriquecimiento ilícito, esto es lo último de una serie de señalamientos a lo largo de varios años.
Durante su gestión como Gobernador, Alejandro Moreno fue señalado por presionar a proveedores para apoyar sus campañas políticas, durante su gestión como Presidente del PRI, se han filtrado algunos audios donde exige a empresarios sumas millonarias de dinero para apoyar campañas en Michoacán y otros más donde comenta planes para evadir impuestos; por si algo faltara, amenaza a periodistas con matarlos de hambre. Para mala suerte de este personaje sus resultados al frente del PRI han sido tan malos que varios de sus aliados se han alejado. Su mala fama arrastra a su partido (como si no estuviera lo suficientemente desgastado), daña a la alianza y a la oposición en general.
El presidente del PRI refuerza la imagen que muchos mexicanos tienen sobre los políticos: personas que llegan a servirse del poder, que se ven envueltos en corruptelas, que son escandalosos y que están muy lejos de siquiera entender los problemas que aquejan a los ciudadanos ya que viven metidos en su burbuja de privilegios.
Los primeros interesados en que “Alito” responda por sus actos deberían ser los priistas, ya que su presencia al frente de ese partido daña la muy mermada imagen del PRI. Moreno es precisamente todo lo que un político no debería ser.
Si se quiere limpiar un poco la política en este país, si se desea ver gobiernos mas eficientes, legisladores que promuevan leyes con conocimiento de los problemas de la ciudadanía, si queremos ver un cambio de fondo en la manera de llevar los procesos públicos, personajes como este deben ser removidos de la esfera política; el trabajo de los partidos deberá enfocarse en construir filtros para evitar que personas sin calidad moral compitan por cargos de elección popular. A los ciudadanos nos corresponde accionarnos, participar, alzar la voz y denunciar los actos de estos personajes o ya de menos, no votar por ellos.
