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OPINIÓN

Así arranca el escenario pablista, Alfaro eligió bien

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Con todo respeto, por Jorge Zul de la Cueva //

Era la mejor jugada posible, de hecho, era la única pero no creí que se animaran a hacerlo. Pensé que se iban a jugar sus cartas hasta el final, morir de pie y todo eso que aconseja la soberbia. No lo hicieron, aceptaron la realidad y le dieron un giro de tuerca a la película, modificaron el escenario.

Hace una semana las cosas y los ánimos eran muy diferentes, siento que el enroque que hicieron en Guadalajara con Pablo Lemus ha repercutido enormemente en el ánimo y entra a modificar las tendencias.

Hoy día uno encuentra encuestas privadas que se filtran de aquí y de allá en casi cualquier grupo de whatsapp. Algunas presentan escenarios risibles, otras más o menos coinciden en lo fundamental y el rumor que circulaba la semana pasaba era que Ismael del Toro tenía una tendencia a la baja, ya tendencia. Lo que pintaba para una elección cada vez más compleja para MC por no decir que les pintaba negro el panorama. Más allá de chisme o no el ánimo no era particularmente festivo entre los naranjas y en Morena ya se saboreaban y veían ganada la capital. En ese marco el alfarismo tomó una decisión: subir a Pablo Lemus, un no alfarista.

Para mí, especular en torno a las razones personales que llevaron a Ismael del Toro a salir de la contienda ni tiene sentido ni es mi papel. En la comedia pública “Exits del Toro, Enters Lemus” y eso es lo que atañe a los asuntos públicos. Lo privado es de él y se le desea el mejor de los caminos y la más grata de las recuperaciones.

Dicho esto, para el puesto vacante de candidato a la Perla Tapatía pudieron haber elegido a alguien de su baraja de opciones alineadas: Clemente, Caro e incluso circuló el nombre de Verónica Delgadillo pero todas eran un enroque para nada, una salida vana, un cambio para seguir igual. Estas opciones no iban a alcanzar a subir tampoco. No están en los ánimos de la gente porque Alfaro llega a la elección con mucho desgaste y entonces realmente sólo quedaba Lemus. 

Pablo lo tenía en ruta, así lo insinuó en Los Sótanos del Poder en septiembre del año pasado, donde dejó en claro que quería la pluri para hacer campaña por todo el estado y darse a conocer, aunque no se descartaba para Guadalajara.

-Pablo, no te la van a dar, no te van a dejar.

¿Ni aunque me necesiten, ni aunque sea indispensable?

-No creo.

No creí, pero sí pasó y eso implica muchas cosas. Alfaro no tomó la decisión con el hígado por delante, no se empecinó en su idea y su sucesor a pesar de todo, sino que aceptó que no ajustaba para la suya y eligió con base en una realidad electoral en la que Pablo Lemus es su candidato más competitivo, eligió algo que en lo público se lee como que pierde fuerza al interior de su propio partido y eso no lo había hecho nunca.

Alfaro dio todo en el discurso, apostó fuerte, se intentó posicionar como el mayor opositor de Amlo, vociferó por la falta de gasolina, intentó formar una Alianza Federalista, le buscó hasta por la puerta de salida del Pacto Fiscal pero el discurso no ajustó y Jalisco no quiere seguir defendiéndose así. Llegó la realidad electoral: no dan las canicas para seguir con las altas metas personales, y entonces no subió a uno de los suyos para sustituir a Del Toro.

La decisión no debió ser fácil. Lemus no es un miembro del grupo original ni es excesivamente obediente lo que implica un cambio en los equilibrios internos. Comienza el ocaso del poder plenipotenciario de Alfaro por decisión de Alfaro. El Gobernador acepta la circunstancia y hace lo que tiene que hacer para tratar de contener la debacle, la juega de sacrificio y eso es de reconocerse. 

Aunque hay un detalle: para que todo funcione falta todavía que Pablo Lemus gane y la cosa no es color de rosa.

Precisamente por no ser del círculo primario del Gobernador, el tránsito de Lemus por MC no ha sido particularmente terso. Es finalmente un grupo peleando por espacios dentro de otro grupo y en estos años de convivencia obligatoria ha habido muchos roces, lastimaduras y desdenes que han dejado su marca en las relaciones personales y de poder al interior del alfarismo.

Hoy quienes se dedicaron a bloquear, minimizar y entorpecer el proyecto de Lemus en MC estarán tomando un trago amargo y tal vez deseando la derrota de un Pablo al que ven más como su rival que como su salvador y para muestra la foto donde aparecen Clemente Castañeda y Mirza Flores levantando la mano a un radiante Pablo Lemus, mientras Ismael del Toro se encuentra en la esquina con los brazos caídos y una mueca desencajada.

Salvador Caro se baja para dejar la posición a alguien del equipo de Lemus y si bien esto puede ser leído como una gentileza también puede ser un “les deseo suerte” y se pierde lo que sea que Caro tenga y pese en territorio y votos. En una elección como esta cada pequeña cosa va a contar mucho.

Si el Pablismo ha de nacer, va a requerir de una fuerte operación al interior que genere acuerdos para que haya realmente un equipo que trabaje sin fracturas en Guadalajara y Zapopan. Vamos a ver que tal pero por lo pronto, para quienes digan que el Ex Presidente Municipal de Zapopan no pesa, pues nada más piensen que su cambio en el tablero cambia todo el tablero y puede ser que se convierta en el candidato de unidad de los enojados de MC y de Morena porque los morenistas nunca iban a votar por Alfaro y tampoco viceversa, pero Pablo es otra cosa.

La ola naranja de Pablo no será el tsunami que en su momento generó Alfaro y Morena tiene todavía mucho que decir en la contienda aunque llega muy fracturado del proceso de selección interna. Los morenos tendrán que limar asperezas y sanar agravios ahora que se complicó el escenario que hasta hace poco, ya lo veían servido en el plato.

Por otro lado Futuro tendrá que fortalecer en serio la campaña en Guadalajara si quiere que funcione la de Zapopan, porque ahora con el frente Lemus-Frangie, se necesita que Kumamoto tenga presencia en la perla tapatía y es que con este cambio, para moverle el marcador a Frangie, van a tener que competir con Pablo y para eso Dolores Pérez Lazcarro va a requerir un papel más protagónico. Con el puro reflector en Zapopan a Pedro no les va a bastar.

¿Hagamos? Hagamos hestá haciendo huna hcampaña de hposicionamiento, que gracias al horror ortográfico de poner la H antes que todo, se vuelven odiosamente inolvidables, como lo saben hacer en el llamado Grupo Universidad administrando sus recursos y capacidades para llegar a sus metas. Han librado bien esto de ser el partido de la universidad y ahí van, ¿negociarán alguna declinación? Van a jugar con el marcador.

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MUNDO

La trampa de la desinformación: El canto de las sirenas digitales

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A título personal, por Armando Morquecho Camacho //

En La Odisea de Homero, Ulises nos deja una lección que, siglos después, sigue siendo asombrosamente actual. Durante su travesía de regreso a Ítaca, Ulises y su tripulación enfrentan el peligro de las sirenas, criaturas que con sus voces irresistibles atraen a los navegantes hacia un destino fatal.

La solución de Ulises no fue intentar silenciar el canto de las sirenas, sino prepararse para resistirlo. Se hizo atar al mástil de su barco, mientras su tripulación, con los oídos bloqueados por cera, continuaba remando. Ulises pudo escuchar el canto sin sucumbir a su seducción, y así evitó el naufragio.

Hoy, en nuestra era digital, las sirenas han adoptado nuevas formas. Sus cantos no provienen de islas remotas, sino de las pantallas de nuestros dispositivos, en forma de fake news y desinformación. La promesa sigue siendo la misma: verdades ocultas, revelaciones sorprendentes, un conocimiento especial al que pocos tienen acceso. Y al igual que en la mitología, la seducción de este canto puede ser devastadora, no solo para quienes lo escuchan, sino para sociedades enteras que se enfrentan a un naufragio colectivo en el mar de la mentira.

El atractivo de las noticias falsas no es casual. La desinformación es diseñada cuidadosamente para captar nuestra atención, provocar una reacción emocional y, sobre todo, para ser compartida. Las redes sociales han amplificado este fenómeno, convirtiéndolo en una epidemia global. Un titular alarmante, una imagen manipulada o una narrativa conspirativa tienen el poder de viajar más rápido que la verdad.

Esto no es solo una observación anecdótica; un estudio publicado en Science demostró que las noticias falsas se comparten con mayor rapidez y alcance que las verdaderas. Esto ocurre porque las mentiras suelen ser más novedosas, impactantes y emocionales, mientras que la verdad, con su carácter sobrio y a menudo complejo, carece del mismo atractivo inmediato.

El problema de la desinformación no es nuevo, pero en el mundo hiperconectado en el que vivimos, sus efectos son más visibles y peligrosos. Hemos visto cómo las fake news han influido en procesos electorales, como las elecciones presidenciales en Estados Unidos en 2016 y 2020, donde las teorías conspirativas y las mentiras deliberadas no solo polarizaron a la sociedad, sino que incluso llevaron al asalto al Capitolio. Las sirenas digitales cantaron con fuerza, y muchos sucumbieron al encanto de un relato que ofrecía certezas simples en medio de un panorama complejo.

El impacto de la desinformación también se hizo evidente durante la pandemia de COVID-19. Desde teorías absurdas que vinculaban las vacunas con microchips, hasta remedios caseros sin fundamento que prometían curas milagrosas, la desinformación costó vidas. Lo más alarmante es que muchas de estas narrativas no surgieron de la ignorancia, sino de estrategias deliberadas para desviar la atención, sembrar desconfianza en las instituciones y dividir a las comunidades. La pandemia nos mostró que la desinformación no es solo un problema de percepción o debate; tiene consecuencias tangibles, letales incluso.

En este contexto, las redes sociales han jugado un papel crucial. Plataformas como Facebook, Twitter (ahora X) y TikTok se han convertido en los nuevos escenarios donde las sirenas digitales despliegan su canto. Su modelo de negocio, basado en maximizar la atención del usuario a través de algoritmos, ha demostrado ser terreno fértil para la propagación de desinformación. Cuanto más polémico o impactante sea el contenido, mayor será su alcance, y con ello, mayor será el beneficio económico para las plataformas. Así, la verdad queda relegada mientras el ecosistema digital premia la mentira.

No obstante, culpar únicamente a las plataformas sería simplista. La desinformación encuentra eco porque apela a nuestras emociones más básicas: el miedo, la ira, la indignación. Somos, en muchos sentidos, cómplices involuntarios. Compartimos noticias sin verificarlas, reaccionamos impulsivamente ante titulares llamativos y, al hacerlo, nos convertimos en eslabones de la cadena que perpetúa las mentiras. En un mundo donde la información viaja a la velocidad de un clic, la responsabilidad individual se vuelve más crucial que nunca.

¿Qué podemos aprender de Ulises para enfrentar este problema? Su estrategia nos ofrece una metáfora poderosa. En primer lugar, reconoció el peligro. No subestimó a las sirenas ni confió en su capacidad para resistirlas sin preparación. Esto es algo que debemos adoptar como sociedad: aceptar que todos somos vulnerables a la desinformación y que combatirla requiere un esfuerzo deliberado.

La cera en los oídos de la tripulación podría interpretarse como el pensamiento crítico y la alfabetización mediática, herramientas esenciales para navegar el mar de la información. Sin embargo, estas herramientas deben ser accesibles para todos. La educación en medios y la capacidad de distinguir entre fuentes confiables y dudosas deberían ser prioridades en nuestras políticas educativas.

El mástil al que Ulises se ató representa un compromiso con la verdad. Como ciudadanos, necesitamos construir ese mástil a través del fortalecimiento de los medios independientes, el apoyo al periodismo ético y la promoción de un diálogo público basado en hechos. Sin embargo, este compromiso también debe extenderse a las plataformas digitales, que tienen la responsabilidad de regular el contenido que difunden y de priorizar la veracidad sobre la viralidad.

La lucha contra la desinformación no será fácil. Las sirenas digitales seguirán cantando, perfeccionando su melodía para seducirnos. Pero como en el mito de Ulises, el objetivo no es silenciarlas, sino aprender a resistirlas. Esto requiere un esfuerzo colectivo, un compromiso con la verdad y la disposición para enfrentar la complejidad de los problemas en lugar de sucumbir a soluciones simplistas.

El naufragio que enfrentamos no es inevitable. Si algo nos enseña la historia de Ulises es que, con previsión y determinación, podemos superar incluso los desafíos más seductores. Pero el tiempo apremia. Cada día que permitimos que las fake news se propaguen sin control, cada vez que compartimos un contenido sin verificarlo, nos alejamos más de la verdad y nos acercamos al caos.

Hoy, más que nunca, necesitamos líderes que, como Ulises, tengan la valentía de enfrentar el canto de las sirenas sin perder el rumbo. Necesitamos ciudadanos dispuestos a remar contra la corriente, conscientes de que la verdad no siempre es atractiva, pero es imprescindible. Y necesitamos un compromiso colectivo para construir un mástil lo suficientemente fuerte como para resistir las tormentas de la desinformación. Porque, al final, nuestra travesía depende de ello.

 

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NACIONALES

Si los hombres fueran ángeles

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Opinión, por Iván Arrazola //

Con esa frase, James Madison explica por qué es necesaria la existencia de un gobierno, pero también resalta la importancia de que el gobierno sea capaz de controlarse a sí mismo. Sin embargo, reconoce que en muchas ocasiones es imprescindible la intervención de un agente externo que le recuerde al gobierno la necesidad de respetar los límites de sus facultades y no excederse en su poder.

En el contexto actual, frente a la inminente desaparición de los órganos autónomos, surge una interrogante crucial: ¿cómo se garantizará el control del gobierno en ausencia de límites externos? Pensar que un gobierno que se autodenomina «bueno y honesto» será, por esa simple razón, inmune a los abusos de poder resulta, como mínimo, ingenuo y peligroso. La historia demuestra que la ausencia de contrapesos puede dar lugar a arbitrariedades y vulnerar los principios democráticos fundamentales.

En una exposición magistral, James Madison explica con claridad y profundidad las razones que hacen indispensable la existencia del gobierno. Al mismo tiempo, reflexiona sobre los desafíos inherentes a su diseño y funcionamiento. Madison señala que “la gran dificultad para diseñar un gobierno de hombres sobre hombres estriba en que primero debe otorgarse a los dirigentes un poder sobre los ciudadanos y, en segundo lugar, obligar a este poder a controlarse a sí mismo.”

Este planteamiento pone en evidencia la complejidad de equilibrar dos principios fundamentales: por un lado, dotar al gobierno de la autoridad necesaria para garantizar el orden, la seguridad y el bienestar de la sociedad, y, por otro, establecer límites efectivos para evitar que ese poder se convierta en una herramienta de opresión o abuso. Madison subraya que el verdadero reto no radica únicamente en construir instituciones fuertes, sino en diseñar mecanismos que aseguren su capacidad de autocontrol y su rendición de cuentas.

A lo largo de la historia, existen numerosos ejemplos que demuestran cómo la información pública ha sido una herramienta clave para hacer efectiva la rendición de cuentas. Uno de los casos más emblemáticos es el de Watergate, que involucró nada menos que al presidente de los Estados Unidos, Richard Nixon, el hombre más poderoso del mundo en ese momento. Este escándalo político culminó con la renuncia de Nixon que prefirió dejar el poder antes de que el Congreso votara para destituirlo.

El caso Watergate evidenció cómo el acceso a información clave, como grabaciones de llamadas y documentos oficiales, sacaron a la luz abusos de poder e irregularidades en el ejercicio del gobierno. Aunque Nixon no enfrentó una persecución judicial tras su renuncia, la información desclasificada y difundida durante la investigación dejó al descubierto la magnitud de las acciones ilícitas que marcaron su administración.

Este caso no solo subraya la importancia de la transparencia y el acceso a la información pública como pilares para la rendición de cuentas, sino también el papel esencial de los medios de comunicación y de las instituciones en garantizar que quienes ostentan el poder respondan por sus actos ante la ciudadanía

Resulta paradójico constatar cómo la información pública, que en su momento sirvió al actual gobierno de México para denunciar los excesos del poder, se ha convertido en un enemigo que debe de eliminar a cualquier costo. Casos emblemáticos como el “toallagate”, o los conflictos de interés relacionados con la Casa Blanca de Peña Nieto, fueron claves para exponer los excesos de administraciones anteriores. Estos ejemplos no solo evidenciaron un uso indebido de los recursos públicos, sino que también jugaron un papel crucial en pavimentar el camino para la llegada de Morena al poder en 2018, bajo la bandera de la lucha contra la corrupción y la transparencia.

Sin embargo, hoy se observa una contradicción: los mismos mecanismos e instituciones que en su momento permitieron exponer las irregularidades del pasado, y que contribuyeron al ascenso político de la autodenominada «Cuarta Transformación», están siendo desmantelados o debilitados deliberadamente. Estas acciones parecen orientadas a eliminar cualquier posible incomodidad para quienes ahora ostentan el poder, evitando que temas escabrosos sean objeto de escrutinio público. En lugar de fortalecer los contrapesos que garantizarían un gobierno transparente y responsable, se busca desarticularlos para limitar su capacidad de cuestionar y evidenciar posibles abusos.

La gran lección que dejará este gobierno es: para evitar ser deslegitimado, lo mejor es eliminar aquello que podría representar una amenaza. Bajo esta premisa, quienes hoy ostentan el poder en México intentan convencernos de que son incorruptibles, casi angelicales. Frases como “no somos iguales” o “tenemos autoridad moral” no hacen más que evidenciar la intención de construir una narrativa basada en su supuesta superioridad ética.

Sin embargo, lejos de generar confianza, estas afirmaciones subrayan la necesidad de no depender únicamente de las buenas intenciones de quienes gobiernan, el poder debe ser limitado y supervisado mediante mecanismos claros que no dependan de la voluntad del gobernante.

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NACIONALES

Desinterés y desdén

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Opinión, por Luis Manuel Robles Naya //

Este domingo se cerró un capítulo de la insensatez que nadie pudo parar. La elección por voto popular de todos los integrantes del Poder Judicial. Se dijo que fue la voluntad del pueblo la que decidió que así fuera, pero más allá del discurso presidencial que lo asegura, lo que se percibe es un profundo desinterés y si una enorme preocupación de la entidad designada para llevar a cabo el fenomenal despropósito.

El registro de aspirantes a jueces, magistrados y ministros se cerró el 24 de noviembre y hasta dos días antes, había solo 6 mil 479 registros en el Poder Legislativo, 2 mil 747 en el Poder Ejecutivo y en el Poder Judicial solo 1,092. Es notable el desinterés que existe en el Poder Judicial pues difícilmente cubrirá los 1,793 perfiles que podría presentar, según el supuesto legal, lo que no sucede con el poder ejecutivo y legislativo que ya superan ese número.

Como también es de hacer notar que en el Poder Legislativo haya tantos registros, lo que hace pensar en una operación política, ya sea para evitar el fracaso del proceso o bien por el interés probable, muy probable, de los diputados y senadores por incluir en las boletas de votación a personas afines en sus circunscripciones.

Hay poco interés de los que saben de leyes, para presentarse a competir por un trabajo en el que no tendrán seguridad laboral, pues solo serán electos por 8 años, con bajos sueldos y la amenaza constante del Tribunal de Disciplina Judicial que implica mucho riesgo para juzgadores sin experiencia.

Lo que contrasta y se comprueba con los registros de los otros poderes en los que predomina el interés político del momento y no la carrera judicial. Los actuales juzgadores han preferido el desdén negándose a participar, serán pocos los que lo hagan conscientes de que será una aventura electoral para la que no están capacitados, pero seguramente necesitados de continuidad laboral.

El proceso de organizar la elección está convertido en un galimatías, producto de la irreflexión, de las prisas y del servil deseo de complacer al expresidente. Ningún esfuerzo retórico al estilo Zaldívar, puede componer el desaseo en la concepción ni el desorden en la realización. El desinterés de los aspirantes es un reflejo de lo que sucederá con la elección a la que acudirán solo los que puedan acarrear los partidos.

Sirva para muestra la consulta para la revocación de mandato, que nadie pidió, salvo el presidente deseoso de mostrar su aceptación; en ella solo participó el 17.7% del padrón electoral, no llegó ni siquiera al porcentaje necesario para ser vinculante. Igual suerte había corrido la consulta convocada en 2021 para someter a la voluntad popular el llevar a juicio a los ex presidentes de la República en la que participó un raquítico 7.1%. Y no hablemos de las falsas y capciosas consultas como la instrumentada para justificar la clausura de un proyecto de la industria cervecera en Mexicali.

La elección de los jueces por voto popular es otro capricho como el de la revocación de mandato y por supuesto que nadie votó por ello al elegir a Claudia Sheinbaum, por eso es una falacia decir que vamos a ella porque el pueblo lo quiere.

Es ocioso abundar sobre lo que ya se ha dicho en demasía sobre la intención de dominar al Poder Judicial y ponerlo al servicio del Poder Ejecutivo, o de la virtual inexistencia de la división de poderes. La voluntad presidencial, la del anterior y la presente fue consumada por la abyecta actitud de un Congreso servil que ni siquiera lee lo que aprueba y la truculenta operación de los líderes camerales y el propio ejecutivo a través de sus operadores políticos.

Lo importante es señalar que por cómo se va desarrollando el proceso, además de ser evidente el desinterés popular, queda claro que la justicia estará sometida a la política, al interés político del presidente en turno y a la merced de los poderes fácticos en todos los niveles. Un juez que tenga que quedar bien con quien le asegura votos no podrá ser ni imparcial ni justo. Eso lo saben los juzgadores de carrera y por ello su desdén. Mientras la fecha llega y el INE termina de hacer malabares para dar orden al disparate, la ciudadanía seguirá en su fatal indiferencia.

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