MUNDO
Cambios en la economía mundial: ¿El poderío del dólar está llegando a su ocaso?
Actualidad, por Alberto Gómez R. //
Durante décadas, el dólar estadounidense ha sido la moneda de reserva mundial, desempeñando un papel central en las transacciones comerciales y financieras internacionales. Sin embargo, con la caída del poderío económico, político y militar de Estados Unidos y el ascenso de nuevas potencias emergentes, este dominio está siendo cuestionado. El grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), junto con otras naciones que se les están uniendo, está liderando este cambio paradigmático.
El dólar estadounidense se convirtió en la moneda de reserva mundial tras la Segunda Guerra Mundial, con la firma del acuerdo de Bretton Woods en 1944. Este acuerdo estableció el dólar como la principal moneda de intercambio internacional, respaldada por las reservas de oro de Estados Unidos. En 1971, el presidente Richard Nixon desvinculó el dólar del oro, instaurando un sistema de tipos de cambio flotantes. A pesar de esta desvinculación, el dólar mantuvo su estatus debido a la robustez de la economía estadounidense y la confianza global en su estabilidad política y financiera.
Tres factores impulsan la desdolarización: la falta de fuerza y potencial de la economía estadounidense, que comenzó con la Tercera Gran Depresión en 2008; el uso agresivo de sanciones ilegales —especialmente financieras— por parte de EE. UU. y sus aliados del Norte Global contra una cuarta parte de los países del mundo; y el desarrollo y fortalecimiento de las relaciones entre los países del Sur Global, especialmente a través de plataformas como BRICS.
En 2015, los BRICS crearon el Nuevo Banco de Desarrollo (NBD), también conocido como el Banco de los BRICS, para navegar en un régimen post-Dollar-Wall Street y producir facilidades para fomentar el desarrollo en lugar de la austeridad. La creación de estas instituciones BRICS y el mayor uso de monedas locales para pagar el comercio transfronterizo crearon la expectativa de una desdolarización acelerada. En la cumbre de los BRICS de 2023 en Johannesburgo, el presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, repitió el llamamiento para aumentar el uso de las monedas locales y quizás crear un sistema monetario denominado BRICS. (thetricontinental.org)
La economía estadounidense ha enfrentado desafíos significativos en las últimas décadas. La crisis financiera de 2008, la creciente deuda nacional y los déficits comerciales persistentes han erosionado la confianza en el dólar como moneda de reserva. Según The Economist, la deuda nacional de Estados Unidos ha alcanzado niveles récord, superando los 31 billones de dólares, lo que plantea preocupaciones sobre la sostenibilidad fiscal del país y la estabilidad a largo plazo del dólar.
Las políticas de flexibilización cuantitativa (una herramienta de política monetaria poco convencional consistente en aumentar la cantidad de dinero en circulación mediante la compra de activos en el mercado) implementadas por la Reserva Federal (Fed) -el banco central de Estados Unidos- para estimular la economía han incrementado la oferta monetaria de manera significativa. Estas políticas han suscitado temores de inflación y depreciación del dólar, lo que ha llevado a algunos países a diversificar sus reservas hacia otras monedas y activos. La Harvard Business Review ha señalado que la percepción de que el dólar puede perder valor ha impulsado a muchos bancos centrales a buscar alternativas más seguras.
Las tensiones geopolíticas entre Estados Unidos y otras potencias mundiales, particularmente China y Rusia, han motivado a estos países a reducir su dependencia del dólar. Las sanciones económicas impuestas por Estados Unidos han incentivado a las naciones afectadas a buscar mecanismos alternativos para realizar transacciones internacionales. Rusia y China han incrementado significativamente sus reservas de oro y están promoviendo acuerdos comerciales en sus propias monedas para mitigar los riesgos asociados con el dólar. (The Guardian)
El ascenso de los BRICS
El grupo BRICS, compuesto por Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, ha emergido como un bloque económico y político influyente que desafía el dominio estadounidense. Estos países representan una parte sustancial de la población mundial y del PIB global, y están desempeñando un papel cada vez más importante en la economía mundial.
Los países BRICS han incrementado sus esfuerzos para realizar transacciones comerciales en sus propias monedas. Según el diario RT, China y Rusia han firmado acuerdos para comerciar en yuanes y rublos, evitando así el dólar. Además, el Banco de Desarrollo de los BRICS ha implementado mecanismos para financiar proyectos en las monedas locales de los países miembros, reduciendo aún más la dependencia del dólar.
El grupo BRICS está atrayendo el interés de otras naciones que buscan alternativas al sistema financiero dominado por el dólar. Países como Argentina, Irán y Turquía han expresado su interés en unirse al grupo. La inclusión de estas naciones no solo aumentaría el peso económico y político del BRICS, sino que también aceleraría la transición hacia un sistema financiero multipolar. Esta expansión podría transformar el BRICS en un bloque aún más influyente en la economía global.
La invitación a seis países a unirse al bloque BRICS en agosto del 2023, fue un indicio más de que ese cambio está en marcha. Entre estos países se encuentran Irán, Arabia Saudita y los EAU, aunque Arabia Saudita aún no ha concretado su adhesión. Con la ampliación de sus miembros, el BRICS incluiría a los dos países con las mayores y las segundas mayores reservas de gas del mundo (Rusia e Irán, respectivamente) y los dos países que representaban casi una cuarta parte de la producción mundial de petróleo (Rusia y Arabia Saudita, todas las cifras son de 2022). La apertura política entre Irán y Arabia Saudita, mediada por Pekín en marzo de 2023, así como los indicios de que los EAU y Arabia Saudí, aliados de Estados Unidos, buscan diversificar sus vínculos políticos, demuestran el posible fin del sistema del petrodólar.
Reservas de divisas
Los países BRICS están diversificando sus reservas de divisas. China ha aumentado significativamente sus reservas de oro, mientras que Rusia ha reducido su exposición al dólar en favor del euro y otras monedas. Este movimiento no solo refleja una estrategia de diversificación de riesgos, sino también un esfuerzo concertado por desafiar la hegemonía del dólar.
El Consejo Mundial del Oro, que representa a la industria del metal precioso, reportó que el año pasado los bancos centrales agregaron a sus reservas la mayor cantidad de oro desde 1950, cuando comenzaron los registros. Por citar algunos, los bancos centrales de grandes economías como la de China, India o Brasil, entre otros, están comprando oro para reemplazar los dólares en sus reservas al ritmo más rápido registrado desde la posguerra.
Para ellos, la economía global parece estar avanzando hacia un mundo multipolar y citan como dato la caída de la moneda estadounidense en las reservas oficiales de divisas desde alrededor del 70% hace dos décadas al 58% de la actualidad.
«Rusia, ahora el país más sancionado a nivel mundial, es un buen ejemplo, ya que se encuentra entre los mayores desdolarizadores y compradores de oro en los últimos años», según algunos analistas expertos en el tema del oro.
A los bancos centrales les gusta el oro porque se espera que mantenga su valor en tiempos turbulentos y, a diferencia de las monedas y los bonos, no depende de ningún emisor o gobierno.
El oro también permite a los bancos centrales diversificarse más allá de activos como los bonos del Tesoro de EE.UU. y el dólar. «Los motivos de que los bancos centrales estén acumulando oro varían, pero probablemente el principal sea que necesitan diversificar los activos de sus reservas», le dice a BBC Mundo el profesor Lawrence H. White, del Departamento de Economía de la Universidad George Mason.
«China, por ejemplo, ha estado comprando oro y, al mismo tiempo, vendiendo parte de su gran cartera de bonos del Tesoro estadounidense. Tener oro en lugar de activos en dólares también es una forma de reducir la exposición al riesgo de depreciación del dólar», afirma. (bbc.com)
Alternativas al dólar
China ha estado promoviendo activamente el uso internacional del yuan. El gobierno chino ha establecido acuerdos bilaterales de intercambio de divisas con varios países y ha creado el sistema de pagos internacionales en yuanes (CIPS) como una alternativa al sistema SWIFT, dominado por el dólar. Según The Economist, el yuan está ganando aceptación en los mercados financieros internacionales, y China está trabajando para que su moneda sea incluida en las reservas de divisas de más bancos centrales.
El euro, como la segunda moneda de reserva más importante, ha sido una alternativa natural al dólar. La relativa “estabilidad económica” de la Unión Europea y el tamaño de su mercado financiero han hecho del euro una opción atractiva para los bancos centrales que buscan diversificar sus reservas. Harvard Business Review ha señalado que el euro ha visto un aumento en su uso para transacciones internacionales, aunque enfrenta desafíos debido a las diferencias económicas y políticas entre los países miembros de la eurozona.
Las criptomonedas, como Bitcoin y Ethereum, han emergido como una clase de activos alternativos que algunos ven como una posible reserva de valor. Aunque aún no están ampliamente adoptadas como moneda de reserva debido a su volatilidad y falta de regulación, su creciente aceptación sugiere que podrían jugar un papel más importante en el futuro. The Guardian ha informado sobre el creciente interés de los inversores institucionales en las criptomonedas, lo que podría legitimar su uso como una alternativa al dólar.
Beneficios y desafíos del cambio
La diversificación de las reservas de divisas y las transacciones comerciales puede reducir la exposición a los riesgos asociados con la dependencia excesiva de una sola moneda. Esto es especialmente relevante en el contexto de las sanciones económicas y las fluctuaciones del valor del dólar.
La disminución del dominio del dólar podría reducir la capacidad de Estados Unidos para utilizar su moneda como una herramienta de política exterior. Las sanciones económicas y las restricciones financieras impuestas a otros países podrían volverse menos efectivas si esos países tienen alternativas viables para realizar transacciones internacionales.
Un sistema financiero multipolar podría promover una mayor estabilidad global al distribuir el riesgo entre varias monedas y economías. Sin embargo, también podría introducir nuevos desafíos, como la coordinación de políticas entre múltiples centros financieros y la gestión de las fluctuaciones cambiarias entre varias monedas importantes.
El término del dólar estadounidense como moneda de reserva mundial está siendo impulsado por una combinación de factores económicos, políticos y geopolíticos. El debilitamiento económico de Estados Unidos, las políticas monetarias expansivas, y las tensiones geopolíticas están erosionando la confianza en el dólar. Al mismo tiempo, el ascenso de nuevas potencias económicas emergentes, lideradas por los BRICS, está creando alternativas viables al dominio del dólar.
Los países BRICS, junto con otras naciones interesadas en unirse al grupo, están promoviendo el comercio en sus propias monedas, diversificando sus reservas de divisas y estableciendo mecanismos financieros alternativos. Este cambio hacia un sistema financiero multipolar tiene el potencial de reducir los riesgos asociados con la dependencia excesiva del dólar y promover una mayor estabilidad global.
Sin embargo, la transición hacia un sistema financiero multipolar también presenta desafíos significativos. La coordinación de políticas entre múltiples centros financieros, la gestión de las fluctuaciones cambiarias y la reducción de la influencia política de Estados Unidos son solo algunos de los aspectos que deben considerarse.
En última instancia, el futuro del dólar como moneda de reserva dependerá de la capacidad de Estados Unidos para abordar sus desafíos económicos, políticos y sociales, tanto internamente como en el exterior, y recuperar la confianza global en su estabilidad política y financiera. Mientras tanto, el mundo observa con interés el surgimiento de nuevas potencias económicas y las alternativas que están creando para un sistema financiero más diverso y equilibrado.
MUNDO
El nacionalismo de Donald Trump: ¿Una solución o un riesgo?
Opinión, por Samantha Contreras Guerrero //
La victoria de Donald Trump, basada en un mensaje de fuerte nacionalismo, marca un cambio que impactará tanto a Estados Unidos como al resto del mundo. Sus promesas de traer empleos de vuelta y proteger la economía estadounidense responden al descontento de muchos de sus votantes.
Su idea de “América Primero” busca hacer que Estados Unidos sea más independiente y fuerte, pero en un mundo tan conectado, esta visión enfrenta muchos retos y posibles problemas.
Para los estadounidenses, en un mercado donde casi todo se produce a través de cadenas internacionales, enfocarse en lo nacional podría hacer que los precios aumenten y haya menos opciones para los consumidores. Este tipo de enfoque proteccionista no solo implica costos altos para las empresas, sino que podría dar una falsa idea de seguridad económica, ya que el crecimiento estaría limitado solo al mercado interno, dejando de lado oportunidades con otros países.
En el ámbito internacional, el enfoque nacionalista de Estados Unidos genera preocupación entre sus aliados. Países como México, que dependen en gran medida del comercio y la inversión estadounidense, ven en riesgo la posibilidad de mantener relaciones estables e igualitarias.
El decremento en sectores como el nearshoring —donde América Latina ha visto una oportunidad de crecimiento— podrían ser afectados con este tipo de políticas. Además, al alejarse de acuerdos internacionales, Estados Unidos podría debilitar el sistema de cooperación global, necesario para enfrentar problemas complejos como el conflicto en Oriente Medio o la crisis climática.
La gran pregunta es si este regreso al proteccionismo es una solución real a los problemas económicos actuales. La inflación y la desigualdad están en aumento en todo el mundo, y Estados Unidos no es la excepción. En lugar de cerrarse, podría beneficiarse de una política que tome en cuenta las necesidades de todos sus sectores, buscando reducir las diferencias internas como la acumulación de riquezas, sin renunciar a los beneficios del comercio global.
El nacionalismo de Trump es una reacción a los problemas de un sistema económico que ha dejado atrás a muchas personas en Estados Unidos. Sin embargo, en un mundo hiperconectado, el aislamiento no puede evitar generar preocupación. Aunque la intención de proteger a los ciudadanos es válida, esta ideología corre el riesgo de afectar a largo plazo a aquellos mismos sectores que busca ayudar, reduciendo la capacidad de Estados Unidos para influir y crecer en la economía global.
E-mail: samcg2002@gmail.com
MUNDO
Querámoslo o no, Donald Trump ha vuelto
Desde los campos del poder, por Benjamín Mora Gómez //
Lo recuerdo, era mi cumpleaños 20 y también domingo, y corría el año de 1973, y mi padre me regalaba “El Gran Gatsby”, la muy apasionante novela de F. Scott Fitzgerald, dos de sus ejes contenidos me cautivaron: La alienación y el impulso de Jay Gatsby por sentirse aceptado por una alta sociedad segregante, aun y a pesar de ser inmensamente rico, realidad que quizá se expresa más claramente en una frase de la obra: “La vida es una lucha de apariencias, una lucha de lograr y de tener más de lo que uno merece”.
Donald Trump es un claro ejemplo, muy actual y presente en el mundo, de la fuerza del impulso de tenerlo todo: Poder económico y poder político. Donal Trump está entre los hombres más ricos de Estados Unidos, y fue el 45º y será el 47º presidente de aquella nación.
Donald, quien perdió en 2020 ante Joe Biden al buscar reelegirse como presidente de Estados Unidos, cuatro años después descarriló a Biden en su también anhelada reelección, obligándolo a abandonar la carrera presidencial, y derrotó ampliamente a Kamala Harris, la relevo en el Partido Demócrata.
Donald Trump ha vuelto al poder más fuerte de lo jamás imaginado para cumplir con sus planes de preeminencia y grandeza norteamericana e imponer su visión conservadora de Estados Unidos ante sí mismo y ante el mundo. Trump es un hombre transparente; jamás deja nada a la imaginación y dudas de sus seguidores y detractores. Así, por ejemplo, para él, la Teoría de Género tiene los días contados en EEUU y sus promotores sabrán que tienen ante sí a su peor pesadilla.
El presidente Donald Trump, a partir del 20 de enero próximo, actuará con todo el poder para poner orden en su frontera con México en dos temas fundamentales, las acciones de los cárteles de la droga, declarándolos terroristas, y el tráfico humano, ambos vistos como gravísimas omisiones del expresidente Andrés Manuel López Obrador. Marco Rubio, próximo secretario de Estado norteamericano, lo ha acusado públicamente, y nos lo recordará todos los días. Rubio es de palabra dura y mano aún más dura. Para Trump y Rubio los narcotraficantes son terroristas y los perseguirá con toda la fuerza del Estado norteamericano.
La esperanza nunca debería sustentarse en la venganza. No entiendo a quiénes cifran la satisfacción de su venganza hacia López Obrador en Marco Rubio. Sea cual fuere el resultado de la dureza del nuevo secretario de Estado norteamericano, es mi deseo que México vuelva, de mutuo propio, al orden y la paz, y que el gobierno y el congreso mexicanos no nos convoquen a rasgarnos las vestiduras ante las exigencias norteamericanas. Son justas.
En México, muchos de quienes estaban a favor de Kamala Harris, hoy se muestran muy a favor de Donald Trump. Su nacionalismo se mantiene muy firme; sin embargo, aceptan que ya es tiempo de poner en orden las cosas en México pues el estado mexicano, sin duda, está doblegado y resquebrajado ante los cárteles de la droga. Claudia Sheinbaum no ha demostrado estar dispuesta a cumplir a cabalidad con su mandato presidencial en materia de seguridad a pesar de los buenos oficios de Omar García Harfuch pues, peor, no desea tomar el mando que aun detenta López Obrador.
Sheinbaum deberá entender que solo tiene de dos sopas, o se arma de valor ante los cárteles y los traficantes de gente y los combate con toda la fuerza del Estado mexicano, o los gringos cumplirán con esa su obligación constitucional, interviniendo aun en nuestro territorio. Que de nada le valdrán las bravatas de Marcelo Ebrard en materia económica ante los gobiernos norteamericano y canadiense.
Que esto nos es pleito entre escolapios en donde uno echará al otro a su padre que es bombero y lo mojará con su manguera, y el otro a su padre que es policía y lo llevará a la cárcel. Que en cosas de gobierno se actúa conforme a la ley y se cumple con los tratados internacionales. Que Naciones Unidas tiene un centro en contra del terrorismo que a México obliga.
Un adelanto de la presión internacional que el gobierno de México enfrentará en los años próximos ya lo recibimos en esta semana. La calificadora Moody’s cambió de estable a negativa la perspectiva económica de México por el debilitamiento de nuestro Estado de derecho por la reforma judicial y el deteriorado entorno institucional gubernamental, el esperado aumento en el costo de la deuda internacional de México y la mayor rigidez del gasto público, que podrían socavar nuestros resultados fiscales y económicos.
Tanto Moody’s, como los principales analistas de los futuros económicos en el mundo, coinciden en calificar como de muy alto riesgo la reciente reforma aprobada por Morena, PT y Verde al Poder Judicial. Sheinbaum, obedeciendo a López Obrador, ha decidido alterar los controles y equilibrios del poder político y económico en México, y eso se le, se nos, cobrará muy caro.
Quiero invitarte a pensar en que Trump no está para salvarnos, ni Rubio para vengarnos. Ellos tienen sus tareas más allá del Rio Bravo. De este lado, todo depende de nosotros. Vamos, ni Sheinbaum hará nada para salvarnos; a ella solo le interesa obedecer a López.
MUNDO
En riesgo la hegemonía estadounidense: El retorno de Donald Trump; retos económicos y sociales
Actualidad, por Alberto Gómez R. //
En los últimos cuatro años, la economía y la cohesión social de Estados Unidos han enfrentado un deterioro significativo, marcando uno de los periodos más complicados en su historia reciente.
La administración de Joe Biden, aunque intentó implementar políticas para estimular la recuperación tras la pandemia de COVID-19, dejó profundas brechas económicas y sociales que ahora desafían al presidente electo Donald Trump. Con un escenario global en transformación y un entorno interno polarizado, Estados Unidos se encuentra en un momento crítico de redefinición de su papel como potencia mundial.
LA ECONOMÍA BAJO LA ADMINISTRACIÓN DE BIDEN
La inflación se convirtió en uno de los mayores retos durante la administración Biden. La epidemia de Covid-19 dejó tras de sí trastornos económicos; en junio de 2022, la inflación alcanzó un pico histórico del 9.1%, las tasas más altas que los estadounidenses han experimentado en 40 años, según la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) lo que, por supuesto, en la práctica suponía un recorte salarial. La explosión del gasto militar para apoyar las guerras en Ucrania y Gaza también ha alimentado la inflación.
Como resultado, el nivel de vida de las y los trabajadores estadounidenses ha disminuido bajo la administración Biden, mientras que el auge del mercado de valores ha ayudado a las y los estadounidenses más ricos a hacerlo bastante bien. Este fenómeno, impulsado por interrupciones en las cadenas de suministro globales, estímulos fiscales masivos y el aumento de los precios de la energía, erosionó el poder adquisitivo de las familias estadounidenses. Aunque las medidas de la Reserva Federal lograron reducir la inflación a un 3.7% al cierre de 2024, esta cifra seguía por encima del objetivo del 2%, lo que refleja un entorno económico aún frágil.
El aumento del costo de vida se manifestó en productos esenciales. Según la Administración de Información Energética (EIA), el precio promedio de la gasolina aumentó un 40% entre 2020 y 2024. Asimismo, los alimentos básicos experimentaron un incremento promedio del 25%, afectando especialmente a las familias de ingresos medios y bajos. Esta situación exacerbó la desigualdad, ya que los salarios reales apenas crecieron un 3% durante el mismo periodo, según el Economic Policy Institute.
DÉFICIT FISCAL Y DEUDA PÚBLICA
El déficit fiscal alcanzó los $1.7 billones en 2024, mientras que la deuda pública superó los $36 billones, según la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), un incremento alarmante respecto a los $27 billones reportados al inicio de la administración Biden. Este nivel de endeudamiento, alimentado por programas de estímulo económico y políticas de infraestructura, limita la capacidad del gobierno para responder a futuras crisis económicas. Además, el creciente costo del servicio de la deuda, derivado del aumento de las tasas de interés, se ha convertido en una carga significativa para el presupuesto federal.
La brecha económica continuó ampliándose durante la administración Biden. El 1% más rico de la población concentró el 38% de la riqueza total en 2023, mientras que los sectores más vulnerables enfrentaron mayores dificultades para acceder a empleos estables, y apenas aumentaron un 4% en términos reales, según un informe de la Oficina del Censo. Según el Departamento de Trabajo, el empleo precario representó el 30% de los nuevos puestos creados entre 2020 y 2024, con un aumento notable en los contratos temporales y trabajos a tiempo parcial. Esto ha exacerbado la pobreza en comunidades vulnerables, con un índice de pobreza que aumentó del 11.4% en 2020 al 14.7% en 2024.
En 2016, Hillary Clinton demostró su desprecio por los partidarios de Trump, entonces abrumadoramente blancos, etiquetándolos como “los deplorables”, en lugar de tratar de reconocer la fuente de su ira: la gran desigualdad en el statu quo económico. Ocho años después, con un apoyo a Trump mayor en prácticamente todos los grupos demográficos, es imposible ignorar la desesperación económica que alejó del Partido Demócrata a las y los electores, cuando Biden seguía presumiendo de que la economía estadounidense durante su mandato es “la más fuerte del mundo”.
FACTORES SOCIALES: POLARIZACIÓN Y RADICALIZACIÓN
La polarización política se ha intensificado, dando lugar a movimientos separatistas que, aunque minoritarios, representan una amenaza para la unidad del país. Uno de los fenómenos más alarmantes es el resurgimiento de movimientos secesionistas en estados como Texas y California.
Líderes locales y organizaciones políticas han planteado referendos para separarse de la unión federal, alegando incompatibilidades políticas y económicas. Aunque estos movimientos no tienen un apoyo mayoritario, su existencia refleja una fragmentación preocupante en la unidad nacional. Grupos como «Texit», que abogan por la independencia de Texas, han ganado tracción en sectores conservadores descontentos con las políticas federales. Estas iniciativas reflejan el creciente desencanto con el sistema político.
La radicalización ideológica también se ha intensificado. Los crímenes de odio aumentaron un 18% entre 2020 y 2024, según el FBI, afectando principalmente a comunidades afroamericanas, asiáticas, judías y musulmanas. Este aumento está vinculado al resurgimiento de grupos extremistas y al uso de las redes sociales como plataformas para propagar discursos de odio.
RETOS ECONÓMICOS Y SOCIALES
Con la reelección de Donald Trump, Estados Unidos se adentra en un periodo de grandes desafíos. Su promesa de «recuperar la grandeza estadounidense» enfrenta múltiples obstáculos, tanto internos como externos.
Trump ha anunciado un ambicioso plan para reindustrializar Estados Unidos y reducir la dependencia de las cadenas de suministro globales. Sin embargo, implementar esta estrategia requerirá superar barreras como la resistencia de aliados comerciales y la necesidad de inversiones masivas en infraestructura. También deberá manejar las tensiones con China, el principal socio comercial de Estados Unidos, en un momento en que las relaciones bilaterales están en su punto más bajo en décadas.
El presidente electo ha prometido recortes de impuestos para estimular el crecimiento económico, pero esta medida podría agravar el déficit fiscal si no se acompaña de reducciones en el gasto público. Además, la capacidad de implementar estas políticas dependerá de su habilidad para negociar con un Congreso dividido, donde los demócratas probablemente resistirán cualquier iniciativa que reduzca programas sociales.
El enfoque de Trump en políticas ultraderechistas, incluida la restricción de la inmigración y la eliminación de regulaciones ambientales, podría generar más divisiones. Aunque estas medidas cuentan con el apoyo de su base electoral, enfrentan la oposición de sectores progresistas y moderados, lo que podría derivar en mayores tensiones sociales.
EL FIN DE LA HEGEMONÍA ESTADOUNIDENSE
El bloque BRICS+ ha emergido como un desafío significativo para la hegemonía estadounidense. Con la inclusión de nuevos miembros como Arabia Saudita, este grupo busca crear un sistema financiero alternativo que reduzca la dependencia del dólar. Según el Banco Mundial, el comercio intrabloque creció un 15% anual durante los últimos cuatro años, fortaleciendo su influencia económica y política.
El dólar, pilar del sistema financiero internacional, está perdiendo su posición dominante. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la proporción de reservas globales en dólares cayó del 61% en 2020 al 55% en 2024. Este descenso refleja una creciente diversificación hacia monedas como el yuan chino y el euro, impulsada por iniciativas del BRICS+ y otros bloques emergentes.
En el ámbito militar y geopolítico, Estados Unidos enfrenta el ascenso de China como potencia dominante en el Pacífico y la reactivación de Rusia en Europa del Este. Además, la influencia de potencias regionales como Irán y Arabia Saudita en el Medio Oriente limita la capacidad de Estados Unidos para mantener su dominio en esta región estratégica.
El futuro socioeconómico de Estados Unidos dependerá en gran medida de la capacidad de la administración Trump para manejar una economía debilitada, una deuda insostenible y una sociedad fracturada. La reconciliación política y la creación de un camino inclusivo para el desarrollo serán cruciales para evitar una crisis prolongada.
Aunque Trump tiene un historial de promover el crecimiento económico, los riesgos asociados con su estilo confrontacional y sus políticas divisivas no pueden ser ignorados. El equilibrio entre reformar el status quo y evitar una mayor radicalización será la prueba definitiva para su liderazgo.
Estados Unidos enfrenta uno de los periodos más complejos de su historia contemporánea. La administración Biden dejó un legado de desafíos económicos y sociales que el presidente electo Donald Trump deberá abordar en un contexto de polarización interna y competencia internacional.
El éxito o fracaso de las políticas de Trump determinará no solo el rumbo de Estados Unidos, sino también el equilibrio de poder en el mundo. Sin embargo, para superar estos retos, será necesario un liderazgo que trascienda la retórica divisiva y busque soluciones inclusivas y sostenibles. En un mundo cada vez más multipolar, el destino de Estados Unidos dependerá de su capacidad para adaptarse a las nuevas realidades globales sin perder de vista los principios democráticos y la cohesión interna que alguna vez lo definieron como nación.
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