OPINIÓN
Cierre del 2020

Metástasis, por Flavio Mendoza //
Cada año es diferente, este 2020 no fue la excepción, marcado por el virus que sigue manteniendo al mundo entero fuera de la cotidianidad a la que nos habíamos acostumbrado, para muchos algo difícil y complejo, para otros un área de oportunidad y mucho que aprender, todo un reto.
Y en medio de tantas restricciones que nos mantienen alejados este semanario siempre estuvo presente, informando, compartiendo opiniones y tocando los temas del momento, por ello quiero agradecer a su director general Gabriel Ibarra Bourjac y al equipo que hace posible seguir en comunicación con nuestros suscriptores y lectores en general, a quienes siguen dando vigencia al mejor semanario del Estado, para todos ustedes deseo un extraordinario cierre de año y un mejor 2021.
Desde inicios de la llegada del virus a nuestro país nos cambió definitivamente la realidad en la que estábamos viviendo, lo vimos avanzar y tristemente hasta el momento no vemos claro su fin, pese a los esfuerzos de todos los que participamos por controlar los contagios. Para nuestro país sin duda ha sido una batalla muy dura y difícil de enfrentar, las cifras al cierre de este año casi alcanzan el millón y medio, esto sólo considerando las cifras oficiales, con más de 122 mi muertes y miles de posibles casos más, lo que coloca a México como uno de los países con las peores cifras en el mundo, tanto de porcentajes de contagios, como de porcentajes de fallecidos, incluso México se volvió un atractivo para la experimentación de los laboratorios que están realizando las vacunas contra el virus SARs-CoV-2.
Pero más allá de responsabilizar sólo al gobierno federal, a quien es el responsable de la estrategia contra la pandemia y al responsable de éste, hay otros factores que también han influido desde el cultural hasta otros factores de salud, por ejemplo, los casos de muerte en México por Covid-19 asociados a padecimientos como diabetes, hipertensión y obesidad, otras pandemias que hemos padecido y que hoy debe ser motivo de atención desde diversos frentes no sólo desde la salud pública.
Las buenas noticias comenzaron para el mundo al cierre de este 2020, con la aprobación, certificación y aplicación de las primeras vacunas contra este virus, incluso en México ya se realizaron diversas compras y se comenzó la aplicación, aunque sin duda no será sólo una estrategia, pues los expertos en la materia dicen que el virus llegó para quedarse y la muestra es la modificación de éste que ahora afecta a niños y jóvenes quienes parecían estar exentos de presentar síntomas y afectaciones graves.
Mientras tanto, lo importante siempre será cuidarnos y entender que la realidad cambia, pero no podemos ser diferentes y mucho menos indiferentes a la nueva realidad y adaptarnos a ella, como en múltiples circunstancias que durante milenios le han obligado al hombre a evolucionar. Los cuidados seguirán durante mucho tiempo, mientras como sociedad deberemos atender las consecuencias o daños colaterales que sigue dejando a su paso este virus que marcó el 2020.
Feliz año nuevo para todos.
@FlavioMendozaNA
Responder a Miguel Angel HermanCancelar respuesta
CULTURA
Disruptivo y revolucionario: 97 años de Kubrick, el cine como arte total

-Conciencia en la Cultura, por Luis Ignacio Arias
Hay muchas formas de definir a Stanley Kubrick: perfeccionista, visionario, innovador, provocador, exigente, obsesivo, críptico, inmoral, y la lista sigue. Lo cierto es que se trata de un cineasta que revolucionó el lenguaje cinematográfico; a 97 años de su nacimiento, esta es una mirada al legado de Stanley Kubrick.
Nació el 26 de julio de 1928. Nunca se destacó en la escuela, fue un mal alumno, pero buen estudiante, es decir, no rendía en los planes académicos, pero sí al estudiar por su cuenta. Aprendió sobre fotografía, la cual era un pasatiempo fomentado por su padre, y gracias a ello entró a trabajar como fotógrafo, después de no haber podido ingresar a la universidad.
Kubrick, al igual que Quentin Tarantino o el mexicano Guillermo González Iñárritu, es otro de esos casos de cineastas que no han estudiado cine; sin embargo, alcanzaron la fama y el reconocimiento de la industria.
Realizó su primer corto-documental con 4 mil dólares, siendo que en esa época el costo promedio era de 40 mil. El corto muestra la rutina de un boxeador el día de su pelea. En 1953 estrenó su primer largometraje, Fear and desire; años después, ya con un nombre ganado, Kubrick compró todas las copias que encontró con la esperanza de que nadie más la viera.
Le siguieron El beso del asesino, The killing, Paths of Glory y Espartaco, la película que lo estableció definitivamente en Hollywood y a partir de la cual Kubrick decidió tomar el control absoluto de sus siguientes producciones, ya que las intromisiones de los productores y las constantes discusiones con el protagonista dieron como resultado una película que fue nominada a 6 premios Óscar, ganando 4, pero que dejó al director insatisfecho y frustrado con la filmación y el resultado.
Su siguiente proyecto, Lolita (1962), basada en la novela de Nabokov, Kubrick da muestras de su talento para hacer adaptaciones cinematográficas. Se trata de una novela cargada de sexo y temas tabú, en la cual un hombre se enamora de una niña de 12 años; para poder estar cerca de ella, se casa con la madre.
La película es el ejemplo de cómo llevar un tema literario al cine, toma los elementos visuales de la novela y los pone en pantalla, mientras que toda la atmósfera, las emociones, deseos y todo aquello que está en la novela pero que no puede mostrarse en pantalla lo adapta, lo transforma en planos, objetos, miradas, gestos, música y todos los elementos que le dan vida al cine.
La naranja mecánica (1971) es otra adaptación de Kubrick. La novela, escrita por Anthony Burgess, presenta la vida de Alex DeLarge, un adolescente que ama la violencia, el crimen y la música de Beethoven. El trabajo de Kubrick desde el primer plano hasta el último le ha valido el reconocimiento de toda la industria y para algunos es la mejor de sus películas.
Desde la selección de la música, el vestuario, pero sobre todo el uso de la cámara para mostrar el mundo ante el cual Alex se revela, deja clara la habilidad del director para presentar y transmitir las emociones y conflictos más complejos del ser humano.
No se trata de un adolescente en busca de su identidad enfrentando una sociedad que lo reprime, sino de alguien que en verdad disfruta creando el caos, rompiendo las normas que buscan preservar la convivencia. Alex es enemigo de la sociedad, de las relaciones personales, de todo lo que no sea Alex.
Película y novela tienen finales diferentes, el cineasta cierra la historia en el momento preciso, mientras que el final de Anthony Burgess cae en lo convencional. De eso se trata la adaptación, no de replicar el material original, sino de darle una visión personal de acuerdo con el medio en que se esté trabajando. Esto lo hace de manera extraordinaria Kubrick en El resplandor (1980) adaptación de la novela de Stephen King, quien, a diferencia de Burgess, odió la película.
Stanley toma como inspiración la novela y desarrolla su propia historia, cambia al protagonista, el rol del amigo imaginario, modifica escenarios y crea una de las mejores películas de terror.
La secuencia inicial, mientras se muestran los créditos, vemos un auto en una autopista a través de las montañas, desconocemos quién va en el auto, a dónde se dirige y por qué, pero la presentación es totalmente cinematográfica, ver viajar el auto por más de dos minutos sitúan al espectador en lo aislado y lejano que está el hotel del resto del mundo, una vez atrapado ahí nadie podrá venir a salvarlos.
Todos los cambios realizados a su obra molestaron a Stephen King, quien siempre ha mostrado su desagrado hacia la película; por ello, en 1997 se estrenó una miniserie televisiva donde el novelista supervisó que todo fuera lo más fiel posible tanto a la novela como a su visión de El resplandor. El resultado: un ritmo narrativo lento y redundante, poco impacto visual, ambigüedad en el uso de simbolismos, etc.
2001: Una Odisea del espacio (1968) es una ópera espacial cargada de filosofía y símbolos; la película profundiza en la esencia de ese ser humano y su relación con la tecnología o la IA. La famosa escena del hueso con transición a la nave espacial, el monolito, el niño estelar, son algunos de los elementos que invitan al espectador a la reflexión.
Stanley Kubrick incursionó con éxito en diferentes géneros: 4 bélicas, 2 policiacas, 2 de ciencia ficción, 2 dramas de época, 2 eróticas y 1 de terror. Como muestra de su talento, en cada una de ellas dejó elementos que son influencia para las siguientes generaciones de cineastas.
JALISCO
Jalisco sin rostro: La herida abierta de los desaparecidos

-A título personal, por Armando Morquecho Camacho
En la Argentina de los años 70 y 80, las Madres de Plaza de Mayo desafiaron el silencio de la dictadura, marchando con pañuelos blancos y fotos de sus hijos desaparecidos, exigiendo verdad y justicia en un país roto por el miedo.
En 2025, Jalisco vive un eco de esa lucha: más de 15,000 personas desaparecidas, según el Registro Nacional de Personas Desaparecidas, han dejado un vacío que atraviesa los hogares de Guadalajara, Zapopan y los rincones más remotos de Los Altos.
Como aquellas madres argentinas, las buscadoras de Jalisco caminan con retratos en el pecho, enfrentando burocracia, estigma y dolor, exigiendo que sus seres queridos regresen, vivos o al menos con un nombre.
Esta tragedia, lejos de ser solo una cifra, es un grito que resuena en un estado orgulloso de su historia y cultura, pero incapaz de sanar a sus familias, y que a su vez nos enfrenta con una verdad dolorosa: la búsqueda de los desaparecidos no es solo una tarea institucional, sino un reflejo de nuestra humanidad.
Jalisco enfrenta una crisis que desgarra el alma de sus comunidades; en materia de desaparecidos es el estado más golpeado de México. Guadalajara, Zapopan y Tlajomulco concentran la mayoría de los casos, pero lugares como Lagos de Moreno también sufren esta realidad.
La impunidad, con un 94% de casos sin resolver, según Data Cívica, agrava el dolor de las familias. Colectivos como Por Amor a Ellxs denuncian la lentitud de las fiscalías, la escasez de recursos para las búsquedas y el estigma que culpa a las víctimas, acusándolas de estar “en algo turbio”. En 2024, las fosas clandestinas halladas en El Salto y Tonalá, con más de 30 cuerpos, revelaron la magnitud de la tragedia.
La sociedad jalisciense, atrapada entre el miedo y la resignación, muestra signos de despertar: marchas y hashtags como #NiUnoMás reflejan un clamor creciente, aunque fragmentado. Esta crisis no es solo un problema de búsqueda; es un drama humano que exige una respuesta socialmente integral, desde encontrar a los ausentes hasta sanar a quienes los buscan.
El impacto de las desapariciones trasciende las cifras. Cada persona ausente deja una herida abierta en su familia y su comunidad, un recordatorio de la fragilidad de la vida en Jalisco. Las madres buscadoras, como las de Luz de Esperanza, recorren cerros y lotes baldíos con picos y palas, cargando no solo el peso de la incertidumbre, sino la indiferencia institucional y el juicio social.
Casos como el de los tres jóvenes desaparecidos en Santa Anita en 2023 han marcado barrios enteros, donde el silencio se impone por temor a ser señalados. Según el INEGI, el 71% de los jaliscienses se siente inseguro, y la percepción de abandono institucional profundiza esta fractura.
En colonias como Oblatos, hablar de desaparecidos es tabú; en zonas como Providencia, la clase media parece desconectada de esta realidad. Las familias enfrentan no solo la pérdida, sino la falta de apoyo psicológico para sobrellevar el trauma. Sin embargo, las redes sociales están rompiendo el silencio, con videos y publicaciones que dan voz al dolor colectivo. Esta tragedia nos pregunta cómo hemos permitido que la ausencia se normalice, dejando a las familias solas en su duelo.
Las causas de esta crisis son profundamente estructurales. La burocracia en las instituciones, la falta de coordinación entre niveles de gobierno y la escasez de recursos son obstáculos insalvables para muchas familias. La Fiscalía Especializada en Personas Desaparecidas, creada en 2018, enfrenta críticas por su lentitud y falta de personal capacitado. Según México Evalúa (2024), Jalisco destina solo el 0.8% de su presupuesto a la búsqueda de desaparecidos, una cifra irrisoria frente a la magnitud del problema.
La estigmatización social agrava la situación: las víctimas son frecuentemente juzgadas, lo que desincentiva las denuncias y aísla aún más a las familias. La ausencia de tecnología forense y una base de datos efectiva, como en el caso de las fosas no identificadas, perpetúa la incertidumbre.
A esto se suma una sociedad abrumada, donde la indiferencia se ha convertido en un mecanismo de supervivencia. Sin un enfoque integral que priorice no solo la búsqueda, sino el acompañamiento emocional y social de las familias, Jalisco seguirá atrapado en un ciclo de dolor y olvido.
La solución a esta tragedia exige una respuesta socialmente integral, donde el gobierno asuma su responsabilidad no solo en encontrar a los desaparecidos, sino en sanar a las familias y comunidades afectadas. Jalisco necesita fortalecer la Fiscalía Especializada con más recursos y personal capacitado, implementar tecnología forense avanzada y crear un sistema de alerta inmediata para casos recientes.
Pero más allá de la logística, urge un programa estatal de acompañamiento psicológico, con terapeutas especializados que apoyen a las familias en su duelo prolongado. Los colectivos, como Familias Unidas por Nuestros Desaparecidos Jalisco, deben ser aliados en la toma de decisiones, aportando su experiencia para diseñar políticas públicas efectivas. Una campaña estatal de sensibilización podría combatir el estigma, fomentar la denuncia y reconectar a la sociedad con esta causa.
El modelo de Coahuila, donde la colaboración con colectivos ha mejorado la identificación de restos, muestra un camino posible. La ciudadanía también tiene un rol: organizarse, participar en marchas, apoyar a los colectivos y exigir un gobierno que priorice la vida y la dignidad. Si Jalisco quiere sanar, nuestras autoridades tienen el reto de transformar el dolor en acción, devolviendo rostros a los nombres y esperanza a los corazones.
Jalisco no puede seguir siendo un estado donde los desaparecidos son solo estadísticas. Cada ausencia es una deuda con nuestra humanidad, un recordatorio de que hemos fallado como sociedad. Las Madres Buscadoras, como las Madres de Plaza de Mayo de Argentina, nos enseñan que la esperanza persiste, pero necesitan nuestro apoyo. Es hora de que Jalisco escuche, actúe y devuelva la dignidad a quienes buscan, no solo con búsquedas, sino con un abrazo colectivo que sane. Porque mientras un solo rostro falte, todos estamos incompletos.
JALISCO
Monopolio del volante: El calvario de los taxis aeroportuarios

-Opinión, por Pedro Vargas Ávalos
En los tiempos actuales y sobre todo en las grandes ciudades, es sustancial el servicio de coches de alquiler. Estos son denominados por lo general como “taxis” y su sinónimo es “carro o coche de sitio”.
El uso común de llamarlos “taxis” es porque originalmente su nombre es el de “taxímetro”, palabra compuesta de las palabras griegas «taxis» (orden o tarifa) y «metron» (medida), es decir, ese es el aparato que mide o debería medir el precio del servicio de transporte prestado por el coche que maneja el taxista, también conocido como conductor de taxis, es decir, el chofer del vehículo de alquiler.
El vocablo «taxímetro» ya casi no se usa, solo la apócope taxi y en algunos lugares, el término “libre”. Aquel aparato es un dispositivo que calcula la tarifa de un viaje basándose en la distancia recorrida, el tiempo transcurrido y si es nocturno o diurno. Por lo tanto, la palabra «taxi» se refiere al vehículo que utiliza ese dispositivo para determinar el costo del servicio.
La vida moderna exigió que las prestaciones de transporte particular se multiplicaran, y así surgieron las plataformas estilo Uber o DiDi. En estas, quien requiere ser trasladado a determinado lugar, llama a la central telefónica de la compañía que prefiere y luego se le informa el precio del traslado pedido, el nombre del conductor y los datos del auto que prestará el servicio.
El pago puede realizarse en efectivo o por tarjeta de crédito. Ordinariamente, estos automóviles son de modelo reciente, con aire acondicionado y un conductor presentable en lo físico y su indumentaria. En los “libres” eso no suele ser igual, dejando bastante que desear.
Los centros de transporte son puntos donde es prioritario obtener el servicio de transporte particular, o en su caso el de tipo colectivo para las personas que no pueden o no quieren pagar más allá de lo que el transporte público cobra oficialmente. Uno de esos parajes son los aeropuertos.
En nuestro país, todo aeródromo cuenta con carros de sitio y, por lo general, no pueden prestar ese servicio las plataformas o taxis que se ubican en las ciudades. En pocas palabras, los que manejan la concesión del servicio aeroportuario de taxis gozan de un monopolio. Y esta clase de estructuras se caracteriza porque explotan un servicio o producto específico y es controlada por una sola empresa u organización.
El artículo 28 de nuestra máxima ley, precisa en su párrafo inicial: “En los Estados Unidos Mexicanos quedan prohibidos los monopolios, las prácticas monopólicas…” y luego agrega en un parte del segundo párrafo, que “la ley castigará severamente, y las autoridades perseguirán con eficacia, toda concentración o acaparamiento… de servicios, que de cualquier manera hagan, para evitar la libre concurrencia o la competencia entre sí o para obligar a los consumidores a pagar precios exagerados y, en general, todo lo que constituya una ventaja exclusiva indebida a favor de una o varias personas determinadas y con perjuicio del público en general o de alguna clase social”. Más claro ni el agua.
Ahora pasemos a reseñar que el servicio desde el aeropuerto (en el caso nuestro, el de Guadalajara) está en manos de una empresa particular. Este organismo con la complacencia de autoridades de toda índole, impiden que una persona pueda solicitar un servicio de transporte particular, a una plataforma de taxis o a los mismos taxistas que operan en algún municipio de Jalisco. Pero de igual manera funciona este servicio en las terminales aéreas del país.
Estos consorcios controladores del transporte del aeropuerto no cumplen con los principios, no tan solo constitucionales que ya anotamos, sino con los que plantean los especializados en el ramo, para mejorar su prestación, pues al no tener competidores, poco les importa mejorar su actividad.
En cuanto al precio que se les debe pagar, no es libre (por lo tanto, lo del taxímetro es una ficción), ya que imponen severas tarifas que forzosamente debe cubrir todo derechohabiente. Luego viene lo peor: no existe la capacidad para brindar un pronto transporte cuyo coste ya fue pagado con anticipación.
Cuando se arriba a la terminal aérea tapatía, si no se tiene un pariente o amigo que acuda para llevarnos a nuestro destino, en vistas del pésimo servicio público que existe, hay que recurrir a los taxis “oficiales” del aeropuerto, y allí a veces nos indican: el tiempo de espera puede ser de una hora.
Durante el aguante correspondiente, consultados algunos viajeros, testimonian que a ellos les ha tocado esperar hasta más de dos horas, por lo que, si abordamos el respectivo coche en una hora o menos, ya es un ventajoso logro.
Consecuencia de lo anterior son los comentarios constantes: ¿por qué el gobierno federal permite que se perjudique a las personas de esa manera? Sobre todo, considerando que es totalmente anticonstitucional lo que hacen los operadores de ese servicio de transporte.
Preguntado alguno de los choferes de tales unidades sobre si los dueños de las unidades en que trabajan son políticos, contestan temerosos “que quizás sí”.
Tal como se estila en toda la república, no sería nada raro que picudos personajes que medran agraviando a la ley y al público estén metidos en este asunto, y claro está, con la condescendencia del gobierno.
La cuestión es que el espacio de los aeródromos es de competencia federal, y por lo tanto esta autoridad protege, contra el interés del pueblo, a los empresarios de los taxis aeroportuarios. Y las multas para el conductor que se atreva a desafiar tal medida son colosales, pues llegan hasta los 54 mil pesos. Por su parte, la Guardia Nacional, muy quisquillosa, está con los ojos abiertos para no permitir que se preste el servicio dentro del área que les corresponde vigilar.
En una reciente protesta frente a la Secretaría de Gobernación, en la capital de la nación, una persona allí presente manifestó: “Pedimos y exigimos que los usuarios tengan la libertad de elegir si toman un viaje por aplicación o un taxi; monopolizan todo”. (El Universal, 19/09/2024). Lo que fundamentalmente se exige es que haya piso parejo para todo taxista, y ello irá en beneficio de la población.
Ojalá que la máxima autoridad de la federación tome cartas en el asunto y acabe con este monopolio de los taxis aeroportuarios, con lo cual salvaguardará la Constitución que los prohíbe, protegiendo -como es su obligación- a los mexicanos y visitantes, que son millones en las terminales aéreas nacionales.
Miguel Angel Herman
28 de diciembre de 2020 at 04:33
Así es, como lo dice el Mtro, Bourjac, un año de pesadilla, pero también de aprendizaje.