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OPINIÓN

Cultivo de virtudes: La educación en las emociones

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Educación, por Isabel Venegas //

Si hemos abordado la fe en la razón, vamos luego a considerar la fe en la emoción, es decir, la educación de las emociones. Resulta sencillo y naturalmente placentero pensar en la alegría, la felicidad, la paz, pero ¿se está educando para la ira, la tristeza, el miedo?

Hay problemas que se viven en los centros de convivencia como la intensa y frecuente agresión (bullying) que no solo encienden alertas sobre la dinámica de malas prácticas al interior de los hogares, oficinas, empresas, incluso, desgraciadamente, en los planteles educativos, desde los niveles de primeras infancias. Es en las escuelas donde se suele observar con mayor claridad la constante de violencia en sus diferentes modalidades, y para mayor pena, estos modelos son el presagio de lo que seguirá sucediendo a lo largo de la vida de esos jóvenes estudiantes y futuros adultos.

Pautas de comportamiento que se van reproduciendo muchas veces sin atención ni evaluación alguna, para las cuales se suele contar con pocos recursos y mecanismos de contención que ayuden a analizar las reacciones ante cada circunstancia, el beneficio o la necesidad de controlar lo que se siente, y las posibles consecuencias de vivir sin reflexionar sobre esas situaciones, sin discutir qué es bueno y qué es malo, o mejor dicho qué es más conveniente o adecuado, de acuerdo al escenario en el que se encuentra.

Victoria Camps tiene un libro muy bueno sobre la búsqueda de la felicidad, entendiendo que la felicidad no es algo que se define como un estado o categoría fija, sino la búsqueda en sí misma, ¡Y por favor, no confundas esa propuesta filosófica con la figura hollywoodense! “En búsqueda de la felicidad”, es el film en el que Chris Gardner (personaje de la vida real representado por Will Smith) se empeña en ingresar a trabajar como agente de bolsa, para ello deberá primero invertir su tiempo y su trabajo como aprendiz con la esperanza 1/1000 de ganar un puesto en la Bear Steams & Company, empresa que al cabo de un año le concede un empleo de tiempo completo.

Amén de ignorar la explotación durante esos meses, y del ahorro que significa para este tipo de cadenas, el hecho de que sean los mismos trabajadores quienes tengan que aportar sus propias bases de datos, solemos dejar de ver a los otros cientos de personas que empeñaron el mismo esfuerzo (o quizá más) para no obtener nada; en ese contexto de abuso no se puede entender que protagonista de la historia y los productores de cines establezcan ese “ideal” como el camino a seguir para todos aquellos que quieren conseguir vivir en plenitud.

Por eso es bueno hablar de la educación en la razón y en la emoción.  Ambos son elementos de los que fluyen la creatividad, la verdadera innovación y la sana convivencia. De otro modo terminamos requiriendo que sean los gobiernos quienes se vean obligados a regular las conductas de los ciudadanos, imponiendo cuotas y dictando lineamientos que gran parte de la población no hace suyos. 

Hay estudios que dejan ver cómo a los pocos meses de esos acontecimientos, las actitudes machistas y el comportamiento velado de abuso de poder comenzó a tener de nuevo frecuencias que ya no se veían tanto. 

Tal vez estamos manejando el tema mal, y es que la violencia genera violencia, del tipo más peligroso, ese que subyace en la vida cotidiana y que se ejerce sin razón y sin medida; para algunos, el linchamiento no solo fue en las redes, sino que pasó de estar en lo virtual a lo real, y en ambos escenarios la toma de justicia por mano propia seguía generando conflictos que solo agitaron las redes sociales, pero no terminan fortaleciendo la cultura de la paz.  

Seguramente estas líneas habrán movido algunas de tus emociones: enojo, tristeza, angustia, etc., y hacía allá caminaba la intención, no tanto a juzgar el hecho en sí (para eso deberá haber debates más profundos).

El verdadero propósito es mostrar la necesidad de educar las emociones, lo que significa identificar qué es bueno para poder tomar el control y aprovechar cada espacio y situación.  Es necesario llevar la lógica y la sensación a ese constructo social que nos permite seguir viviendo en armonía, sabiendo que en la medida de ese diálogo será lo que verdaderamente estemos heredando a las siguientes generaciones como algo de valor. 

El miedo es bueno porque es nuestro mecanismo de alerta, pero en forma desmedida nos paraliza y puede ser lo que nos prive de vivir momentos fantásticos.  La ira es mala cuando nos hace estar en permanente conflicto con las personas o las cosas que nos rodean, pero es buena cuando hace que yo me levante y tome el valor suficiente para actuar ante una infamia. Educar las emociones implica que podamos identificar con claridad lo que sentimos, porqué lo sentimos, y qué podemos hacer con eso; significa también entender lo que es la verdadera autoestima que, desde pensadores como Aristóteles, representa una virtud que es dada solo a aquellos que se han encargado de cultivarla, solo el virtuoso puede tener una buena estima de sí.  

Como dice la misma Dra. Camps, “La felicidad está en uno mismo ¡Claro, en uno muy enriquecido! Porque si se está vacío, por más que se busque resulta que no va a encontrar nada”, esa tarea de enriquecimiento, de constante cultivo de virtudes, se llama EDUCACIÓN.

E-mail: mat.isabel.venegas@gmail.com

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