OPINIÓN
De la mediocridad a la excelencia
Serendipity, por Benjamín Mora Gómez //
“A mi me preguntan qué es la 4T y no sé qué responder”.
Cuauhtémoc Cárdenas
Andrés Manuel López Obrador basa su gobierno en la meritocracia de la lealtad total (kakistocrática); ni las capacidades resolutivas, ni la experiencia, ni mucho menos el conocimiento, son importantes.
Cuauhtémoc Cárdenas y Andrés López viven en mundos distintos y distantes, el primero en la Izquierda resultado de un idealismo basado en la experiencia, la reflexión y la justicia social activa; el segundo, en una izquierda retrógrada resultado de desvelos y amaneceres delirantes que buscan la pobreza de la mediocridad conveniente e impuesta.
Pobre de México, tan cerca del progreso, la competitividad, el desarrollo y el crecimiento, y tener por presidente a un hombre mediocre, incapaz de apreciar, aspirar y admirar la excelencia; un hombre obcecado, torpe, ensimismado y de poco entendimiento. ¡Apocado!
Desde los resultados electorales del año pasado en que Morena perdió la mayoría relativa en el Congreso, López Obrador se miró imposibilitado de lograr la transformación del México por él soñada y por ello se enrabió. Su interpretación de la derrota fue equivocada: La clase media le exigió resultados porque es aspiracionista como algo perverso y erróneo para el devenir bueno del pueblo y la patria. Aspirar exige de sí mismo y de quien asume liderazgos; aspirar mueve y acciona; aspirar es respirar aires de triunfo… ¡aspirar enemista con la 4T!
Desde la mezquindad cuatroteista podemos entender la mendicidad consustancial a programas insignia del gobierno lopezobradorista: Jóvenes Construyendo el Futuro y Sembrando Vidas, en dónde nada se construye ni nada se siembra.
López Obrador, según el béisbol, batea de faul y aun así corre para tercera que no para primera. Sabe bien qué tiene que hacer como presidente, pero manda al carajo a las leyes y a las reglas del poder y se inventa historias de triunfo inexistentes; hace lo que le viene en gana porque en ello su personalidad inconexa con la realidad y la verdad se siente salvada… pierde, lo sabe, pero se dice ganador.
López Obrador es un vulgar pica pleitos. De la nada y tras su viaje a Centroamérica y Cuba, López Obrador se metió de abogado del diablo al exigir al presidente Joe Biden incluir a Cuba, Nicaragua y Venezuela en los trabajos de la Cumbre de la Américas a cumplirse en Los Ángeles, California; en caso contrario, él tampoco asistiría. López Obrador anticipaba la respuesta y aun así insistió. No irá y puso a México fuera del debate migratorio siendo éste el tema central de las controversias políticas hacia EEUU por mexicanos y otros pueblos que cruzan nuestro territorio hacia el Milagro Norteamericano.
Cuba tiene poco menos de 12 millones de habitantes, Nicaragua no llega a los 7 millones y Venezuela está cerca de los 30 millones. López Obrador se preocupó por tres dictadores y sus gobiernos y no pensó en esos casi 50 millones de hermanos latinoamericanos que viven oprimidos. Porqué, me pregunto, exigir a Biden invite a tres dictadores y no a éstos democratizar a sus gobiernos. Entonces, ¿qué mueve a López Obrador a confrontarse con el gobierno del principal socio comercial de México?
México es gobernado por un hombre que camina a tumbos, perdido en la oscuridad de la más larga noche de nuestro reciente existir patrio. Para López Obrador, a los conflictos sociales, económicos y políticos no hay que resolverlos sino aumentarlos y profundizarlos. Hoy, la lucha no es solo entre chairos y fifís sino entre la mediocridad y la excelencia. Los peligros están a la vista. Ya no se evaluará el aprendizaje y conducta de los alumnos… y en la lógica lopezobradorista de los abrazos hacia los delincuentes vistos como “seres humanos”, acaso no podríamos esperar que pronto los jueces pregunten al delincuente si se declara o no culpable, y si éste se dice inocente se le dicte libertad por ser un humano digno y bueno.
Jacques Maritain, en su libro “El hombre y el Estado”, nos dice que, desde el uso correcto del poder, el gobernante se legitima, y desde el ejercicio sobrio y democrático de la autoridad, el gobernante hace que su mandato sea pleno de legalidad. ¿Me escuchan Miguel Díaz-Canel, Daniel Ortega y Nicolás Maduro? ¿Me oyes López Obrador?
A partir del 2024, con la caída de la Cuarta Destrucción, México enfrentará, quizá y por mucho, al reto más importante de su devenir como nación y patria: Reconstruir su tejido social e instituciones republicanas, y hacer que el Ejército Mexicano y la Marina Armada regresen a sus cuarteles.
México está en el impas de desarrollo y prosperidad más prolongado de su historia. López contagia de su mediocridad cuando nos llama ocultar nuestros sueños y aspiraciones, nuestras habilidades y talentos y a dejar ir nuestras oportunidades. No le hagamos caso a quien ya perdió la razón.
