OPINIÓN
De torpezas y desaciertos: Epigmenio y los temores de AMLO
Serendipity, por Benjamín Mora Gómez //
“A veces la adversidad es lo que tienes que encarar para ser exitoso”.
México era como un Ferrari en el concierto económico y diplomático global que, al llegar López Obrador a la presidencia de la República, fue llevado a transitar por caminos de terracería, lleno de baches, sin señalamientos de los destinos posibles, y sin aceite pretendiendo ahorrar franciscanamente; ahora, en solo cuatro años, todo le suena, se cae a pedazos.
En los tianguis, obvio es, no se encuentran las refacciones originales, y la gasolina, de bajo octanaje, se adquiere en tambos oxidados, por dentro y fuera, con sedimentos que terminarán por dañar al motor del Ferrari.
Andrés Manuel y su 4T son la mayor adversidad que México ha encarado en su historia de 100 años atrás. Contrario al rey Midas que todo lo que tocaba lo convertía en oro, Andrés Manuel todo lo que toca lo destruye o lo hace carbón porque lo sustentable no le gusta ni está en los negocios de sus amigos. Es como una cabra, con los ojos vendados, soltada en medio de una tienda de cristal de Bohemia, el más fino del mundo.
Andrés Manuel López Obrador se siente derrotado; sabe que su Cuarta Transformación ya fracasó y que el escenario hacia 2024 se le complicará, más y más, cada día. Que Alito le sirvió para lo mismo que un chipi-chipi en el desierto de Danakil, en el cuerno de África, conocido por sus temperaturas extremas de hasta 60° centígrados, al medio día, con el Sol en el cenit, pues su traición a la Alianza Va por México le quitó toda capacidad de interlocución en los partidos de contención, la sociedad civil, el empresariado y la academia actuantes en política y gobierno, e incluso con la mayoría de los priistas de base.
Que Claudia Sheinbaum Pardo, teniendo cooptado a Morena, no garantiza más que la derrota como han sido sus resultados electorales en la capital de México. Que las demás corcholatas tienen mayor malicia política y saben que su poder se venderá caro porque alto es su valor de cambio. Que nada le salvará de ser enjuiciado, tras dejar su presidencia, ante un tribunal civil, y que será condenado por delitos aun más graves que la Estafa Maestra de Rosario Robles, así como por la historia, en el recuerdo ciudadano. Será equiparado a Victoriano Huerta, el gran traidor de Francisco I. Madero.
En historia de las mafias, todos los capos han tenido a sus ejecutores de muerte. Epigmenio Ibarra se asume como el ejecutor intelectual de la diatriba y la injuria lopezobradorista: es todo lo contrario a un liberal digno pues no acepta la Libertad de Conciencia personal; para Ibarra, todos debemos pensar igual a su dueño y señor: López Obrador… en la 4T se cumple aquello de “todo perro tiene dueño”.
A Ibarra poco lo escucho, veo o leo; me cansa. Sin embargo, lo vi el miércoles pasado (21 de septiembre) en la entrevista semanal que le hacen en el programa matutino de Ciro Gómez Leyva; se dejó llevar por los temores de esa derrota anticipada ya planteada. En los minutos de la entrevista, Ibarra escupió rencores hacia la oposición, o contención como se miran a sí mismos, y negó su derecho a diferir del proyecto lopezobradorista.
Ibarra cree que la historia de México se terminó de escribir con la llegada de López y su 4T; mejor debería considerar las palabras de don José Alberto Mujica Cordano, expresidente de Uruguay, dichas a Santiago Creel, con motivo del desfile militar del 16 de septiembre: “Sin pluralidad y voces críticas no hay democracia, y aunque es un sistema muy difícil de gobernar, es el mejor que tenemos”. Para Ibarra la democracia no vale; lo que se impone es la demoniocracia.
Epigmenio Ibarra, siempre farsante, es previsible. Sus afirmaciones son las de cajón como todo hombre -y mujer- de izquierda o derecha extremas; las repite hasta el cansancio, una y mil veces, y solo les cambia el orden, pero conservan su vacuidad.
En la miopía de quien no quiere ver, Epigmenio Ibarra escribe en su artículo “El invierno de su descontento” (Milenio, ese mismo 21 de septiembre): “Nunca un presidente había llegado al cuarto año de gobierno, con una pandemia, una guerra y una crisis económica global de por medio, con índices tan altos de aprobación”; pero calla que nunca nadie habría manejado con tanta irresponsabilidad y estupidez los tres retos señalados por el propio Ibarra, ni que, en esas mismas encuestas que tanto le gustan, el presidente es descalificado por los entrevistados cuando se desagregan los resultados de su gobierno. Este es el problema a reflexionar al que Ibarra se niega; le sobra morbo y falta objetividad.
Por vayamos por parte, hoy tocaré, de inicio, detalles de la pandemia en México que están a la vista y avergüenzan globalmente.
El 25 de marzo de 2020, The Guardian, diario británico, daba cuenta de los consejos de Andrés Manuel López Obrador al pueblo mexicano para enfrentar el coronavirus: “Vive la vida como siempre”, nos decía. El 3 de abril de 2021, el mismo The Guardian publicó el reportaje que tituló “Una tragedia mexicana: la crisis de COVID paralizante del país se pone de manifiesto”, en el que expresa que “las acciones del gobierno de Andrés Manuel López Obrador frente a la pandemia son igual de ‘catastróficas’ que las realizadas por Brasil y Estados Unidos, cuando era gobernado por Donald Trump”. Entonces, de qué presume Epigmenio Ibarra si estamos ante hechos incuestionables de irresponsabilidad gubernamental.
Más de 700 mil mexicanos -cálculo fuera del gobierno mexicano- murieron por la torpeza en el manejo de la pandemia y las vacunas por el secretario de Salud -siempre ausente-, así como por López Gatell -siempre cantinflesco-, y por el presidente López Obrador que, irresponsablemente, nos proponía el uso de amuletos de la buena suerte como el medio eficaz de cuidado de la salud. Debemos recordar que López Obrador afirmó que ¡¡¡el Covid-19 NO mataría a los pobres pues era una enfermedad de ricos!!! Pero esta es una historia que seguiré recordando la semana próxima. Mientras, Epigmenio Ibarra seguirá dando tumbos discursivos pletóricos de rabietas y rencores.
