MUNDO
Desestabilidad europea

Opinión, por Miguel Ángel Anaya Martínez //
«Asumí el cargo en un momento de gran inestabilidad internacional, las familias y las empresas estaban preocupadas por pagar sus facturas, la guerra de Putin amenaza todo el continente y nuestro país se ha visto frenado por un bajo crecimiento económico. Fue elegida por el partido conservador para cambiar esto. Establecimos una visión que contemplaba crear una economía de crecimiento con bajos impuestos para aprovechar los beneficios del Brexit; sin embargo, reconozco que no puedo cumplir con el mandato encomendado, por lo tanto, he notificado mi renuncia como líder del partido», Liz Truss, ex primera ministra de Reino Unido.
Con esas palabras, Truss anunció su salida como Primer Ministra de Reino Unido tras solo 44 días de haber ejercido el cargo. La política de 47 años fungió como Secretaria de Relaciones Exteriores durante el gobierno de Boris Johnson a quien posteriormente sustituyó. En el inicio de su carrera se mostraba como una política con tendencias económicas liberales, era partidaria del libre mercado y tras cambiar de opinión, apoyó el Brexit, con lo que se ganó el apoyo del sector más conservador de su partido a pesar de su pasado moderado.
La Ex Primer Ministra asumió un cargo que desde un inicio mostraba una tarea compleja; la salida de Boris Johnson había sido escandalosa, la guerra entre Rusia y Ucrania obligaba a mostrar posicionamientos de las potencias europeas, además, dicha guerra ha provocado aumento en las tarifas de energía de hasta un 80%, todo esto justo antes de la llegada de un crudo invierno. La inflación a nivel mundial ha provocado que la economía personal y familiar se vea mermada, el cambio en la monarquía inglesa ha venido a cambiar algunos paradigmas… La situación era y sigue siendo un torbellino difícil de controlar.
Más que analizar el ascenso y declive de un personaje que es importante en la configuración política internacional, habría que dar un vistazo a la situación social de Inglaterra, que es la quinta economía mundial y la de la Unión Europea en general, ya que esto evidentemente afecta a todo el mundo occidental.
Primeramente, la reducción de producción de petróleo anunciada por la OPEP y la especulación sobre la probable reducción de suministros de energía por parte de Rusia ha aumentado considerablemente el costo de la energía en todo Europa, la previsión de un duro invierno ha hecho considerar la idea de incluso reactivar plantas nucleares por parte de empresas privadas, tal es el caso del gigante energético francés EDF.
Por si fuera poco, las previsiones económicas de crecimiento hacen ver que Europa crecerá solo un 0.6% en 2023 y países como Alemania podrían no presentar niveles de crecimiento económico, la prioridad actual de Alemania y de la Unión Europea se centran en dos cosas: controlar la inflación para evitar una recesión global y evitar crisis políticas como la que hoy envuelve a Reino Unido.
Dicen que cuando veas las barbas de tu vecino cortar pongas las tuyas a remojar y sin duda, la situación actual de Europa es algo que preocupa a nuestro vecino del norte y que localmente deberíamos voltear a ver pues no estamos alejados de lo que sucede en aquella región, aquí también tenemos una inflación altísima, la violencia es un factor que nos rebasa y en Estados Unidos la escalada de precios empieza a ser preocupante. Hay que recordar que cuando a Estados Unidos le da un resfriado económico a México le da una pulmonía y hay que tomar en cuenta que todo esto sucede cuando México entrará de lleno a la carrera electoral en 2023. Suena a un escenario muy complejo.
Finalmente, hay que recordar que lo queramos o no, vivimos en una época donde la hiperconectividad y globalización que nos ha llevado a disfrutar de una serie de beneficios, pero también a sufrir problemáticas que nos arrastran cuando se presentan conflictos en las potencias económicas mundiales. Habrá que estar preparados para las situaciones que se puedan presentar, si me permite un consejo, ahorre, evite las deudas en tarjetas de crédito, cuide su trabajo y prepárese porque 2023 puede ser un año complicado para todos.
JALISCO
Lleva Ballet Folclórico de Guadalajara cultura y tradición a Estados Unidos

– Por Mario Ávila
El Ballet Folclórico de Guadalajara se presentó en el Rosemont Theatre de Chicago, en el evento estelar de la Segunda Ruta de la Gira Internacional 2025, México en el Corazón.
Los bailarines tapatíos compartieron escenario con el Mariachi Estelar de México en el Corazón y la Banda Orquesta Colores, y presentaron estampas, música y canciones de Guanajuato, Yucatán y Jalisco ante los más de 4 mil 400 asistentes.
Este espectáculo se realiza anualmente e incluye al Mariachi Estelar como uno de sus principales artistas, junto con el Ballet Folclórico Guadalajara y la Banda Orquesta Colores.
Participaron en el evento Sergio Suárez, presidente de NAIMA (North American Institute for Mexican Advancement); Ron Serpico, alcalde de Melrose Park; Susana Mendoza de Illinois Comptroller; Reyna Torres, cónsul general de México en Chicago; Andrea Blanco, coordinadora del Gabinete Social del Gobierno de Jalisco; y Manuel Romo, secretario de Gobierno del Gobierno de Guadalajara.
Esta es la segunda parada de la ruta de México en el corazón, la primera fue en la Ciudad de Sioux City, en Iowa en donde se presentó por primera vez, y más de mil personas asistieron a disfrutar de este espectáculo.
La gira continuará por el Medio Oeste, Sur y la Costa Este de los Estados Unidos.
Para fechas y ciudades entrar en este sitio web: http://www.mexicoenelcorazon.org
CARTÓN POLÍTICO
Edición 805: Entrevista a Mirza Flores: «La silla del poder es prestada; no olvidemos de dónde venimos»
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LAS CINCO PRINCIPALES:
Arranca el Sistema Estatal de Participación Ciudadana en Jalisco
La corrupción urbanística: Valle de los Molinos y Colomos III
MUNDO
La tradición del saqueo: Naturaleza depredadora del poder imperial

– Actualidad, por Alberto Gómez R.
(Parte 1) A lo largo de la historia de la humanidad, el poder económico de los grandes imperios se ha construido frecuentemente sobre pilares tan sombríos como la guerra, el saqueo sistemático y el sometimiento de pueblos enteros.
Este patrón de comportamiento, visible desde los primeros imperios de la antigüedad hasta las potencias contemporáneas, revela una lógica de acumulación basada en la extracción violenta de recursos más que en la productividad o la innovación endógena.
El historiador económico Douglas North, citado en uno de los documentos analizados, señalaba que los imperios antiguos establecían sistemas burocráticos sofisticados que permitían la expropiación sistemática de excedentes de las regiones conquistadas.
En el mundo actual, Estados Unidos representa la última encarnación de este impulso imperial, aunque sus métodos hayan evolucionado hacia formas más sofisticadas de dominación económica y militar.
Como se advierte en el panorama actual, esta potencia estaría experimentando un rápido declive relativo en el escenario global, lo que intensificaría sus comportamientos depredadores hacia naciones ricas en recursos que se resisten a someterse a su hegemonía.
Venezuela, con las mayores reservas petroleras certificadas del planeta, se encontraría en la mira de este mecanismo de saqueo contemporáneo, al igual que lo estuvieron Irak, Libia y Siria en las últimas décadas, solo por citar algunos ejemplos.
LOS CIMIENTOS HISTÓRICOS DEL SAQUEO IMPERIAL
Los primeros grandes imperios de la historia establecieron las bases de lo que sería una larga tradición de explotación económica mediante la conquista. En Mesopotamia, Egipto, China y la India, surgieron estructuras estatales centralizadas que «legislaban, impartían justicia y ejecutaban sobre un extenso territorio que agrupaba a muchas ciudades» (eumed.net).
Estos imperios perfeccionaron sistemas de extracción de riqueza mediante tributos, esclavitud y control de las rutas comerciales.
El Imperio de Alejandro Magno ofrece un ejemplo temprano de cómo la conquista militar servía como vehículo para la acumulación de riqueza. Como se describe en los documentos, Alejandro y sus falanges macedonias conquistaron todo el Imperio persa en tan sólo ocho años, apoderándose de inmensos tesoros y estableciendo un sistema de control sobre territorios que se extendían hasta la India. Patrón similar exhibiría el Imperio Romano, que transformó el Mediterráneo en su «Mare nostrum» y extrajo recursos de todos los territorios conquistados, desde las minas de plata hispanas hasta los graneros egipcios.
Con la era de los descubrimientos, las potencias europeas perfeccionaron el arte del saqueo imperial a escala global. España y Portugal inauguraron lo que podría considerarse el primer «imperio global» de la historia: «por primera vez un imperio abarcaba posesiones en todos los continentes del mundo» (eumed.net).
El flujo de metales preciosos desde América hacia Europa financió las guerras y el desarrollo económico europeo durante siglos, a costa del exterminio y la explotación de poblaciones indígenas.
El Imperio británico llevaría este modelo a su máxima expresión, estableciendo una red global de colonias y territorios controlados que proveían de recursos naturales y mercados cautivos a la metrópoli. El comercio de esclavos, la extracción de recursos en condiciones de cuasi-esclavitud y la destrucción de industrias locales competitivas fueron algunas de las estrategias empleadas para consolidar su hegemonía económica.
ESTADOS UNIDOS, LA SUPERPOTENCIA DEPREDADORA
Estados Unidos emergió como potencia global practicando una versión modernizada del juego imperial tradicional. Bajo la Doctrina Monroe y su corolario Roosevelt, se autoproclamó potencia hegemónica en América Latina y el Caribe, interviniendo militarmente en múltiples ocasiones para proteger sus intereses económicos. La diplomacia de las cañoneras y las intervenciones directas aseguraban el acceso a mercados, recursos y rutas comerciales estratégicas.
Tras la Segunda Guerra Mundial, con las potencias europeas debilitadas, Estados Unidos ascendió a la condición de superpotencia global, rol que se consolidaría tras el colapso de la Unión Soviética.
Como se señala en uno de los documentos, «después de que se desintegrase la Unión Soviética a principios de 1990, Estados Unidos quedó como la única superpotencia restante de la Guerra Fría». Esta posición hegemónica le permitió moldear las instituciones internacionales a su medida y establecer un sistema económico global que privilegiara sus intereses.
La economía estadounidense se ha vuelto profundamente dependiente de lo que el presidente Eisenhower denominó el «complejo militar-industrial». Con un presupuesto militar que supera al de los siguientes diez países combinados, Estados Unidos ha convertido la guerra en un negocio extraordinariamente lucrativo para sus corporaciones de defensa.
Como se documenta en uno de los artículos revisados, la administración Biden ha solicitado al Congreso «842 mil millones de dólares para el Pentágono en el año presupuestario 2024», lo que representa «la solicitud más grande desde el pico de las guerras de Irak y Afganistán» (france24.com).
Este apetito insaciable por el gasto militar requiere enemigos externos y conflictos perpetuos, creando un círculo vicioso de intervencionismo que justifique tales desembolsos. Los resultados son visibles en las sucesivas guerras e intervenciones que han marcado las últimas décadas, desde Vietnam hasta Afganistán, pasando por Irak, Libia y Siria.
EL SAQUEO CONTEMPORÁNEO
La invasión de Panamá en 1989 constituye un ejemplo paradigmático de cómo Estados Unidos utiliza pretextos para justificar intervenciones militares que persiguen objetivos geoeconómicos estratégicos. Como se documenta extensamente en varios de los materiales consultados, la llamada «Operación Causa Justa» fue oficialmente justificada como una medida necesaria para detener el narcotráfico y defender la democracia.
El general Manuel Antonio Noriega, quien había sido durante años un aliado útil para Washington y colaborador de la CIA, fue convertido de pronto en enemigo público número uno. Como se describe en los documentos, Noriega «había sido aliado clave de Estados Unidos durante el final de la Guerra Fría, trabajando como agente de la CIA, al tiempo que tejía vínculos con el narcotráfico» (elnacional.com). Cuando dejó de ser funcional a los intereses estadounidenses, fue acusado de narcotráfico y derrocado mediante una invasión militar que causó entre 500 y 4 mil víctimas panameñas, según distintas fuentes.
El verdadero objetivo de la invasión, sin embargo, habría sido asegurar el control estratégico del Canal de Panamá en vísperas de su traspaso completo a soberanía panameña, previsto para el año 2000 según los Tratados Torrijos-Carter de 1977. Como se señala en uno de los documentos, estos tratados «condicionaba la defensa del canal de manera conjunta, a través de un tratado adicional, dando la posibilidad de intervenir militarmente en Panamá si la operación del canal se viese comprometida».
La invasión aseguró que, aunque panameño en papel, el canal permaneciera bajo control efectivo estadounidense.
Continuará…