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MUNDO

El avance de los partidos antisistema: Alice Weidel y AFD, desafíos para la democracia en Alemania y el mundo

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A título personal, por Armando Morquecho Camacho //

En enero del 2022, Alemania se encontraba experimentando una situación política marcada por la tensión después de unas elecciones federales en el 2021 que pusieron fin al mandato de Angela Merkel. Tras este proceso electoral, el partido socialdemócrata SPD, liderado por Olaf Scholz, emergió como el partido con mayor número de escaños en el Bundestag y a partir de eso, comenzó a negociar para formar un nuevo gobierno. 

De esta manera, tras meses de negociaciones, para diciembre del 2021, llegaron a un acuerdo para formar una coalición tripartita entre el SPD, Los Verdes y el Partido Liberal. Este acuerdo representó un cambio significativo en la política alemana, ya que a través de él se rompió una larga tradición de coaliciones lideradas por dos partidos: el SPD y la Unión Demócrata Cristiana. 

En ese contexto, en el que Alemania pasó de un periodo de estabilidad longeva con Merkel, a un periodo de transición política liderado no solo por un nuevo gobierno, sino también por una coalición inusual, comenzó a obtener fuerza, relevancia y eco un movimiento altisonante, que, en medio de una crisis de representación de las clases políticas tradicionales, comenzó a ser escuchado. Me refiero al partido de derecha Alternative für Deutschland y su líder Alice Weidel. 

El partido AfD (Alternativa por Alemania) es un partido relativamente joven. Creado por empresarios, económicas y periodistas, el partido lleva apenas 10 años en el terreno político, y desde su fundación, este se ha postulado como un partido antisistema, que en un inicio encontraba su unión y su propósito en el rechazo de la entonces Canciller Angela Merkel. 

En el año de su creación, en el 2013, el partido no logró el mínimo de votos para ingresar al parlamento federal, pero sí lo consiguió en el 2017 y lo ratificó en las elecciones del 2021. Además de esto, el partido también cuenta con representación en 15 de los 16 parlamentos regionales y su popularidad ha aumentado de manera considerable y ronda el 20% en cuanto a intención del voto en lo nacional, pero con aún mayor aceptación en lo regional donde puede convertirse en la fuerza política principal para el próximo año. 

Sin embargo, detrás de AfD y de su principal líder, Alice Weidel hay un riesgo que se presenta a través de su mensaje político que comienza a fortalecerse en una coyuntura no solo de la escena política alemana, sino en general, del escenario político internacional en el que, tal y como Francis Fukuyama postuló en una de sus obras, los problemas de identidad del electorado elevan las demandas de dignidad, mismas que se materializan a través de políticas de resentimientos. 

De manera simplificada, podemos decir que el AfD es un partido que atrae principalmente a quienes se siente desencantados por la política tradicional, de hecho, una última encuesta reflejó que el 67% de los posibles electores de este partido, lo hacen no porque se sientan convencidos, sino porque están hartos del resto de los partidos, lo cual le permite al partido de ultra derecha atraer votantes en momentos de crisis e incertidumbre, situación que los vuelve aun más peligrosos, principalmente por las ideas de extrema derecha que pregonan. 

Lo anterior se puede ver reflejado sobre todo en temas de migración, de hecho, fue justamente la crisis migratoria que vivió Europa a partir del 2015, lo que permitió al partido consolidarse, ya que este fue el principal detractor de la llegada de migrantes a Alemania debido a que estos eran una amenaza para la seguridad y la identidad del país. 

De esta manera, AfD se ha convertido en uno de los partidos que más ha polarizado a la sociedad en la última década, esto a tal grado que, sin importar lo extremo de sus opiniones, sus simpatizantes consideran que es único partido que dice las cosas como son, lo cual dota a este grupo de aun más legitimidad. 

Aunado a lo anterior, el Servicio de Inteligencia del Interior de Alemania, emitió una alerta en el mes de agosto, sobre el rumbo antieuropeo adoptado por el partido, así como sobre sus proclamas contra determinados grupos étnicos, esto debido a que en diversas declaraciones, se ha podido observar el uso de un concepto étnico del pueblo, y también se les ha escuchado cuestionar el respeto a la dignidad para determinados grupos, tales como los migrantes. 

En esa tesitura, AfD ha irrumpido en el panorama político nacional e internacional introduciendo temas y posturas que anteriormente no estaban presentes en el debate político del país, mientras que su enfoque sobre la inmigración, la crítica a la Unión Europea y su escepticismo hacia la globalización ha reconfigurado el discurso político a través de la confrontación y la polarización. 

Ciertamente AfD es un desafío para la democracia, principalmente porque el partido de derecha ha logrado dividir a la sociedad y también, ha logrado generar tensiones en el panorama político que ha obligado a una reconfiguración del discurso de forma tal que, Afd y Alice Weidel, al igual que Milei en Argentina, hacen frente a un sistema político añejo y desprestigiado, no desde la economía, la seguridad, el empleo o la justicia, sino desde la ideología. 

Alice Weidel y AfD, así como Trump, Milei y Viktor Orbán desafían las normas políticas establecidas desde una perspectiva ideológica aprovechando el descontento, el hartazgo y la segregación sistemática de ciertos sectores de la población para desafiar el statu quo que se considera obsoleto o problemático. 

No obstante, es fundamental reconocer que este tipo de enfoque ideológico y las estrategias basadas en la división social plantean riesgos para la cohesión democrática y la estabilidad política.

La polarización, el extremismo y la exclusión pueden tener efectos perjudiciales en la sociedad y en la salud de las instituciones democráticas, y es esencial encontrar formas de abordar los desafíos políticos actuales manteniendo un equilibrio entre la pluralidad de ideas y la preservación de los valores fundamentales de la democracia, como la inclusión, la tolerancia y el respeto a los derechos humanos.

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JALISCO

Lleva Ballet Folclórico de Guadalajara cultura y tradición a Estados Unidos

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– Por Mario Ávila

El Ballet Folclórico de Guadalajara se presentó en el Rosemont Theatre de Chicago, en el evento estelar de la Segunda Ruta de la Gira Internacional 2025, México en el Corazón.

Los bailarines tapatíos compartieron escenario con el Mariachi Estelar de México en el Corazón y la Banda Orquesta Colores, y presentaron estampas, música y canciones de Guanajuato, Yucatán y Jalisco ante los más de 4 mil 400 asistentes.

Este espectáculo se realiza anualmente e incluye al Mariachi Estelar como uno de sus principales artistas, junto con el Ballet Folclórico Guadalajara y la Banda Orquesta Colores.

Participaron en el evento Sergio Suárez, presidente de NAIMA (North American Institute for Mexican Advancement); Ron Serpico, alcalde de Melrose Park; Susana Mendoza de Illinois Comptroller; Reyna Torres, cónsul general de México en Chicago; Andrea Blanco, coordinadora del Gabinete Social del Gobierno de Jalisco; y Manuel Romo, secretario de Gobierno del Gobierno de Guadalajara.

Esta es la segunda parada de la ruta de México en el corazón, la primera fue en la Ciudad de Sioux City, en Iowa en donde se presentó por primera vez, y más de mil personas asistieron a disfrutar de este espectáculo.

La gira continuará por el Medio Oeste, Sur y la Costa Este de los Estados Unidos.

Para fechas y ciudades entrar en este sitio web: http://www.mexicoenelcorazon.org

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CARTÓN POLÍTICO

Edición 805: Entrevista a Mirza Flores: «La silla del poder es prestada; no olvidemos de dónde venimos»

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Lectores en teléfono celular: Para una mejor lectura online, girar a la posición horizontal.

Edición 805: Entrevista a Mirza Flores: «La silla del poder es prestada; no olvidemos de dónde venimos»

LAS CINCO PRINCIPALES:

Los retos de Mirza Flores como líder de MC: «La silla del poder es prestada; no olvidemos de dónde venimos»

Arranca el Sistema Estatal de Participación Ciudadana en Jalisco

95 aniversario del natalicio de Porfirio Cortés Silva: Deja legado de política, amistad y generosidad

La disputa del agua entre Jalisco y Guanajuato: Debe ser un reparto justo, no uno político, Arturo Gleason

La corrupción urbanística: Valle de los Molinos y Colomos III

 

 

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MUNDO

La tradición del saqueo: Naturaleza depredadora del poder imperial

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– Actualidad, por Alberto Gómez R.

(Parte 1) A lo largo de la historia de la humanidad, el poder económico de los grandes imperios se ha construido frecuentemente sobre pilares tan sombríos como la guerra, el saqueo sistemático y el sometimiento de pueblos enteros.

Este patrón de comportamiento, visible desde los primeros imperios de la antigüedad hasta las potencias contemporáneas, revela una lógica de acumulación basada en la extracción violenta de recursos más que en la productividad o la innovación endógena.

El historiador económico Douglas North, citado en uno de los documentos analizados, señalaba que los imperios antiguos establecían sistemas burocráticos sofisticados que permitían la expropiación sistemática de excedentes de las regiones conquistadas.

En el mundo actual, Estados Unidos representa la última encarnación de este impulso imperial, aunque sus métodos hayan evolucionado hacia formas más sofisticadas de dominación económica y militar.

Como se advierte en el panorama actual, esta potencia estaría experimentando un rápido declive relativo en el escenario global, lo que intensificaría sus comportamientos depredadores hacia naciones ricas en recursos que se resisten a someterse a su hegemonía.

Venezuela, con las mayores reservas petroleras certificadas del planeta, se encontraría en la mira de este mecanismo de saqueo contemporáneo, al igual que lo estuvieron Irak, Libia y Siria en las últimas décadas, solo por citar algunos ejemplos.

LOS CIMIENTOS HISTÓRICOS DEL SAQUEO IMPERIAL

Los primeros grandes imperios de la historia establecieron las bases de lo que sería una larga tradición de explotación económica mediante la conquista. En Mesopotamia, Egipto, China y la India, surgieron estructuras estatales centralizadas que «legislaban, impartían justicia y ejecutaban sobre un extenso territorio que agrupaba a muchas ciudades» (eumed.net).

Estos imperios perfeccionaron sistemas de extracción de riqueza mediante tributos, esclavitud y control de las rutas comerciales.

El Imperio de Alejandro Magno ofrece un ejemplo temprano de cómo la conquista militar servía como vehículo para la acumulación de riqueza. Como se describe en los documentos, Alejandro y sus falanges macedonias conquistaron todo el Imperio persa en tan sólo ocho años, apoderándose de inmensos tesoros y estableciendo un sistema de control sobre territorios que se extendían hasta la India. Patrón similar exhibiría el Imperio Romano, que transformó el Mediterráneo en su «Mare nostrum» y extrajo recursos de todos los territorios conquistados, desde las minas de plata hispanas hasta los graneros egipcios.

Con la era de los descubrimientos, las potencias europeas perfeccionaron el arte del saqueo imperial a escala global. España y Portugal inauguraron lo que podría considerarse el primer «imperio global» de la historia: «por primera vez un imperio abarcaba posesiones en todos los continentes del mundo» (eumed.net).

El flujo de metales preciosos desde América hacia Europa financió las guerras y el desarrollo económico europeo durante siglos, a costa del exterminio y la explotación de poblaciones indígenas.

El Imperio británico llevaría este modelo a su máxima expresión, estableciendo una red global de colonias y territorios controlados que proveían de recursos naturales y mercados cautivos a la metrópoli. El comercio de esclavos, la extracción de recursos en condiciones de cuasi-esclavitud y la destrucción de industrias locales competitivas fueron algunas de las estrategias empleadas para consolidar su hegemonía económica.

ESTADOS UNIDOS, LA SUPERPOTENCIA DEPREDADORA

Estados Unidos emergió como potencia global practicando una versión modernizada del juego imperial tradicional. Bajo la Doctrina Monroe y su corolario Roosevelt, se autoproclamó potencia hegemónica en América Latina y el Caribe, interviniendo militarmente en múltiples ocasiones para proteger sus intereses económicos. La diplomacia de las cañoneras y las intervenciones directas aseguraban el acceso a mercados, recursos y rutas comerciales estratégicas.

Tras la Segunda Guerra Mundial, con las potencias europeas debilitadas, Estados Unidos ascendió a la condición de superpotencia global, rol que se consolidaría tras el colapso de la Unión Soviética.

Como se señala en uno de los documentos, «después de que se desintegrase la Unión Soviética a principios de 1990, Estados Unidos quedó como la única superpotencia restante de la Guerra Fría». Esta posición hegemónica le permitió moldear las instituciones internacionales a su medida y establecer un sistema económico global que privilegiara sus intereses.

La economía estadounidense se ha vuelto profundamente dependiente de lo que el presidente Eisenhower denominó el «complejo militar-industrial». Con un presupuesto militar que supera al de los siguientes diez países combinados, Estados Unidos ha convertido la guerra en un negocio extraordinariamente lucrativo para sus corporaciones de defensa.

Como se documenta en uno de los artículos revisados, la administración Biden ha solicitado al Congreso «842 mil millones de dólares para el Pentágono en el año presupuestario 2024», lo que representa «la solicitud más grande desde el pico de las guerras de Irak y Afganistán» (france24.com).

Este apetito insaciable por el gasto militar requiere enemigos externos y conflictos perpetuos, creando un círculo vicioso de intervencionismo que justifique tales desembolsos. Los resultados son visibles en las sucesivas guerras e intervenciones que han marcado las últimas décadas, desde Vietnam hasta Afganistán, pasando por Irak, Libia y Siria.

EL SAQUEO CONTEMPORÁNEO

La invasión de Panamá en 1989 constituye un ejemplo paradigmático de cómo Estados Unidos utiliza pretextos para justificar intervenciones militares que persiguen objetivos geoeconómicos estratégicos. Como se documenta extensamente en varios de los materiales consultados, la llamada «Operación Causa Justa» fue oficialmente justificada como una medida necesaria para detener el narcotráfico y defender la democracia.

El general Manuel Antonio Noriega, quien había sido durante años un aliado útil para Washington y colaborador de la CIA, fue convertido de pronto en enemigo público número uno. Como se describe en los documentos, Noriega «había sido aliado clave de Estados Unidos durante el final de la Guerra Fría, trabajando como agente de la CIA, al tiempo que tejía vínculos con el narcotráfico» (elnacional.com). Cuando dejó de ser funcional a los intereses estadounidenses, fue acusado de narcotráfico y derrocado mediante una invasión militar que causó entre 500 y 4 mil víctimas panameñas, según distintas fuentes.

El verdadero objetivo de la invasión, sin embargo, habría sido asegurar el control estratégico del Canal de Panamá en vísperas de su traspaso completo a soberanía panameña, previsto para el año 2000 según los Tratados Torrijos-Carter de 1977. Como se señala en uno de los documentos, estos tratados «condicionaba la defensa del canal de manera conjunta, a través de un tratado adicional, dando la posibilidad de intervenir militarmente en Panamá si la operación del canal se viese comprometida».

La invasión aseguró que, aunque panameño en papel, el canal permaneciera bajo control efectivo estadounidense.

Continuará…

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