OPINIÓN
El duelo en medio de la crisis forense en Jalisco
Bioética, por Omar Becerra Partida //
Muchas de las familias que viven en carne propia el tener un familiar desaparecido, presentan diversos trastornos afectivos y emocionales, algunos de los cuales pueden derivar en enfermedades mentales, ya sea por cuestiones genéticas o por el consumo de drogas y alcohol.
La situacion actual, en nuestro estado es una de las peores en el país. Sabemos que muchas de las familias no encuentran paz, por no saber dónde está algún ser querido.
Respecto a esto, las autoridades les dan largas, burocráticamente hablando. Por otro lado, la Corte Interamericana de Derechos Humanos no ha hecho caso a las quejas presentadas por varios colectivos de búsqueda de personas para que interceda por ellos en estas situaciones. En todos los casos la desaparición de un familiar, implica un duelo, mismo que al no resolverse se vuelve patológico, es decir, inconcluso al no darle fin a este proceso natural y de vida.
Es por ello que nos dimos a la tarea de buscar al Dr. Jorge Campoy Rodríguez, psicólogo, investigador, y profesor de tiempo completo del centro universitario de ciencias de la salud (CUCS) para que nos orientara dentro del tema.
Según el investigador uno de los mayores enigmas de la humanidad lo representa la muerte. Hecho sin duda inevitable y enigmático.
Nacemos para morir dice el filósofo, es un hecho indiscutible. Sin embargo, estamos poco dispuestos a llegar a este punto y el desarrollo de buena parte de las ciencias de la vida en el plano científico y técnico está destinado a prolongar nuestro paso por el mundo lo más posible.
Queremos a toda costa evitar (en la medida de lo posible) el sufrimiento de la pérdida de los seres queridos.
También es verdad que lo que más confronta la vida es esta experiencia de no ser inmortales.
De alguna manera esta infinitud nos lleva al plano del sentido de la vida. Sócrates acierta cuando menciona que “una vida sin examen no vale la pena de ser vívida”. Es la reflexión y la conciencia de nuestros actos los que nos lleva a otorgarle un sentido al tránsito de nuestra existencia y paso por este mundo al cual nos aferramos con uñas y dientes.
La muerte, ha sido tema no solo de las reflexiones filosóficas más agudas, sino también de la literatura, sociología, psicología, antropología, medicina y demás ciencias que tiene que ver directamente con el quehacer humano.
Desde la psicología sin duda una de las exponentes más destacadas es la inglesa Elizabeth Kübler Ross quien a partir de observar muchos procesos de muerte y su resolución, por parte de los deudos escribió sobre las etapas del duelo como proceso de recuperación de la inevitable pérdida por parte de quienes nos quedamos un rato más en el mundo.
Es el proceso de duelo sin duda uno de los mecanismos más maravillosos de nuestro brillante cerebro en el reacomodo de las emociones implicadas en la pérdida de un ser querido, donde también se involucran elementos fisiológicos, mentales y emocionales.
Kübler Ross identifica cinco etapas del duelo:
1. Negación. Una primera reacción adaptativa es negar que el hecho ha ocurrido, tras el shock producido por el acontecimiento de la pérdida.
2. Ira. Tras la negación y una vez tomando conciencia del hecho la persona intenta atribuir el deceso a algún elemento comprensibles y que dé sentido a la pérdida.
3. Negociación. Una vez que es identificado el elemento (real o fantaseado) se intenta entrar en equilibrio con la nueva realidad, buscando elementos compensatorios ante ésta.
4. Depresión. Una vez pasado las etapas anteriores la persona reconoce plenamente la pérdida y siente plenamente la ausencia, lo que provoca sentimientos y emociones de tristeza.
5. Aceptación. Una vez experimentado este sentimiento de tristeza existe un pleno reconocimiento de la pérdida y resignación ante el hecho de la ausencia.
Es importante comentar en este momento que estas etapas son válidas también en el caso de existir algún diagnóstico de enfermedad crónica, amputación o cualquier evento que represente la ausencia de algún objeto o sujeto amado o alguna separación matrimonial entre otros muchos eventos.
De su resolución depende el pleno bienestar de las personas que sobreviven la ausencia de sus seres queridos, objetos, animales y demás situaciones, objetos y sujetos que amamos y que dan sentido a nuestra existencia.
Conforme a lo mencionado por el investigador, el tema del duelo tiende a ser un proceso natural dentro de la vida.
Pero conforme a lo que está pasando en el estado dicho proceso se trunca y es ahí donde este factor es un detonante para las enfermedades mentales y adicciones dentro de la población jalisciense.
Nos comentó la maestra Silvia Katiuska Meza Huizar, psicóloga y coordinadora académica de la escuela preparatoria número 11 de la Universidad de Guadalajara que el duelo es una de las experiencias más dolorosas en la vida de una persona, y cuando una persona desaparece y su cuerpo no se encuentra existen muchas dificultades para que sus seres queridos puedan comenzar el proceso de duelo y por ende terminarlo tambien.
Es urgente que se dé prioridad al tema de la salud mental en esta crisis que estamos viviendo todas y todos.
