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El poder de Poello

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Columna Vuelacercas, por Salvador Cosío Gaona //

Si algo quedó por cierto tras la asamblea en que se ratificó a Juan Francisco Puello Herrera como Comisionado de la Confederación de Béisbol Profesional del Caribe (CBPC), es que el sempiterno personaje tiene mayor poder y peso del que muchos imaginaban.

La opacidad con que se llevaron a cabo “los acuerdos” ha dado pie a elucubraciones respecto a cómo habrían sido las negociaciones entre los jerarcas de la máxima organización beisbolera profesional del Caribe que emitieron los votos y sufragaron por la permanencia del dominicano por cuatro años más para sumar la friolera de 32 anualidades como titular de la CBPC que conforman las ligas de béisbol invernal con equipos profesionales en Venezuela, República Dominicana, Puerto Rico y México.

Para cualquier liga del mundo y en cualquier deporte, 28 años ya se habrían considerado demasiados para que una misma persona se perpetuara en el poder por ese amplio lapso, pero no así para el abogado Puello, que aún sabiendo que no gozaba de las simpatías de al menos dos de los directivos votantes, se aferró a su enésima reelección y con base a su experiencia y habilidad movió los hilos que debía, ajustó lo necesario y dispuso, con un colmillo bien afilado, lo necesario para vencer obstáculos, doblegar rivales y conseguir repetir en el cargo, en tanto no surja algún impedimento posterior de orden físico o decida retirarse antes de cumplir el periodo para el que fue reelecto -que podría quizá haber sido parte del oscuro acuerdo.

Y es que es propicio recordar que no solo la Liga Mexicana del Pacífico, sino también la de su país, República Dominicana, manifestaron en algún momento su rechazo a la permanencia de Puello por cuatro años más, ya que al menos en el caso de la organización beisbolera invernal mexicana existía un acuerdo muy claro y sólido de forma unánime de los equipos que la conforman en rechazar una nueva reelección.

Se sabía también que solamente contaba con el respaldo de las organizaciones invernales de Venezuela y Puerto Rico, de ahí que se piense que algo no confesable debió ocurrir durante las conversaciones. Modificar la dirigencia de la CBPC era lo más sano que podía suceder, refrescar con gente nueva; ideas modernas y visionarias le habría caído positivamente a la Confederación, de ahí que se lamente se haya permitido la permanencia de Juan Francisco Puello, quien, con una buena dosis de cinismo, declaró que es tiempo de un relevo en la CBPC por lo que éste será su último periodo.

CHARROS A CUIDAR A SUS HOMBRES FUERTES

De cara al draft de peloteros programado para este martes 21 de mayo, los Charros de Jalisco tendrán la encomienda de proteger a sus mejores elementos mexicanos y evitar así que los nuevos equipos en la Liga Mexicana del Pacífico (LMP), Sultanes de Monterrey y Algodoneros de Guasave, puedan echar mano de alguno de ellos en la oportunidad que tienen de acopiarse de peloteros mexicanos provenientes de los otros ocho escuadrones que ya conforman el circuito a efecto de contar con un acervo de 32 peloteros que serán su base mexicana, quedando pendiente para en otro momento buscar hacerse de más beisbolistas mediante diversos mecanismos alternos, así como para contratar peloteros extranjeros ya que cada equipo tiene derecho a tener activos hasta ocho beisbolistas foráneos.

El conjunto albiazul estará buscando el bicampeonato en la temporada 2019-2020 que arrancará el próximo 12 de octubre en su estadio de Zapopan y para ello deberá hacer valer el derecho que tiene a resguardar a 19 de sus peloteros más sólidos, en la llamada categoría general y otros tantos catalogados como novatos.

El listado seguramente deberá estar conformado de la siguiente manera: Gabriel Alejandro Gutiérrez Beltrán, José Manuel Rodríguez Espinoza, Amadeo Zazueta Alarid, Alberto Carreon Armas, Agustín Patrick Murillo Pineda, Julian Rafael Ornelas, Carlos Figueroa, José Santiago Chávez, Jesús Cruz Sustaita, Marco Antonio Tovar, Orlando Lara, Japhet Isidro Amador Hernández, José Amador Rodríguez, Felipe Augusto González, José Pablo Oyerbides, Linder Ivan Castro, Luis Ivan Rodríguez, Enrique Osorio y Jeffrey Ibarra. Entre los considerados novatos estarían: Victor Aarón González, Humberto Castellanos, y Luis de Luna; mientras que con riesgo de ser cooptados: Erick Teodoro Rodríguez y Ernest Vásquez. Ya veremos si logra conservar su sólida base en todas las líneas.

JULIO URÍAS EN PROBLEMAS

Acusado de un supuesto caso de violencia doméstica, el pítcher mexicano, Julio César Urías Acosta, fue arrestado el pasado 13 de mayo y debió pasar la noche en prisión, aunque el martes por la mañana fue puesto en libertad al pagar una fianza de 20 mil dólares, mientras se lleva a cabo la investigación del caso.

Si bien existe un video del presunto altercado se ha dicho que la evidencia en su contra es “débil” y con la escasa información que hay del caso habrá que esperar conocer más detalles para vislumbrar la prospectiva. Por el momento Urías fue colocado en lo que se denomina ‘ausencia por licencia administrativa’ por medio de la cual se encuentra separado de Dodgers por instrucción de la Major League Baseball (MLB) hasta en tanto se realiza la investigación y esta condición puede ser fácilmente prorrogable más allá de los siete días originales y podría llegar a dictársele suspensión por 70 u 80 partidos, tal como en un asunto similar la propia MLB le impuso al serpentinero sinaloense, entonces jugador de Azulejos de Toronto, José Roberto Osuna Quintero, una suspensión de 75 juegos aunque nunca quedó consolidada su responsabilidad, y el chamaco acató el forzado receso habiendo emergido airoso para ser nuevamente exitoso y es cerrador titular ahora en Astros de Houston.

Habrá que esperar más detalles para poder valorar lo que podría ocurrirle a Julio Urías, para quien no ha sido fácil ser exitoso y habiendo vencido varios problemas de salud severos, ahora enfrenta un nuevo obstáculo a para seguir adelante en su exitosa trayectoria.

E-mail: opinión.salcosga@hotmail.com

Twitter: @salvadorcosio1

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La hazaña para la historia de Ronnie Camacho: 27 jonrones hace 62 años en la Liga del Pacífico

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Por Gabriel Ibarra Bourjac //

El sol se alzaba implacable sobre Empalme, Sonora, aquel febrero de 1963, tiñendo de dorado las calles polvorientas que conducían al estadio de los Rieleros. Ronaldo “Ronnie” Camacho, el “roperón de Empalme”, caminaba hacia el diamante con el peso de su pueblo sobre los hombros.

En su mirada se mezclaban la determinación y el nerviosismo: sabía que la penúltima serie del rol regular en la Liga Mexicana del Pacífico sería su prueba de fuego.

Los Naranjeros de Hermosillo, líderes de la liga, llegaban a retarlo, y con ellos, dos titanes del bateo, Héctor Espino, el “Supermán de Chihuahua”, y Saúl Villegas. Ronnie cargaba 24 jonrones; Espino y Villegas, empatados con 23, acechaban su corona. El aire vibraba con la expectativa de 15 mil fanáticos que abarrotaban las gradas, ansiosos por presenciar una batalla que pasaría a la historia.

Desde el primer juego, el estadio se convirtió en un caldero de emociones. Ronnie, con su bat al hombro, sentía cada mirada mientras se paraba en la caja de bateo. El pitcher de los Naranjeros lanzó una recta alta, y el sonido del impacto resonó como un trueno: jonrón 25. La multitud estalló en un rugido que hizo temblar las gradas de madera.

Al día siguiente, en el segundo juego, otro cuadrangular surcó el cielo, el 26, y la afición ya soñaba con la gloria. Pero fue en el cuarto y último juego de la serie cuando Ronnie selló su leyenda. Con un swing poderoso, la bola voló más allá de las bardas, marcando su jonrón 27. El récord estaba hecho, y Empalme se rindió a sus pies. Ese récord, implantado hace 61 años, sigue intacto, solo igualado por Bob Darwin en 1971-1972 con Hermosillo.

El sonido que nunca se olvida

Días atrás, sentado frente a mí en una tarde cálida de junio de 2025, le pregunté a Ronnie cuál de esos jonrones había gozado más. Sus ojos, cargados de nostalgia, se iluminaron mientras respondía: “Nada es más hermoso que escuchar el sonido del impacto del bat con la bola y verla viajar arriba de las bardas”. Su voz temblaba al recordar aquel invierno del 63, cuando en su tierra natal, con los Rieleros, superó a Espino y Villegas para conquistar la corona de jonrones. “Fue una emoción inmensa”, añadió, “sentir que no le fallé a mi gente”.

Ronnie, junto a Espino, fue uno de los bateadores más temidos de México, un bombardero que acumuló 457 jonrones en su carrera: 317 en la Liga Mexicana de Béisbol (LMB) y 140 en la del Pacífico, un poder que aún resuena en la memoria colectiva.

Una vida dedicada al diamante

Ronnie Camacho nació el 26 de octubre de 1935 en Empalme, un pueblo ferroviario de Sonora donde el béisbol era más que un deporte: era un rito. A los 17 años, en 1953, debutó con Fresno en la Liga de California, sucursal de los Cardenales de San Luis, siendo el más joven del equipo. En 1958, ya con los Rieleros, ganó la triple corona de bateo en la Liga Invernal de Sonora, preludio de lo que sería su gloriosa carrera.

Durante más de 20 años y 2,200 juegos, Ronnie brilló en México y Estados Unidos, jugando para equipos como Águilas de Mexicali, Tecolotes de Nuevo Laredo y Pericos de Puebla, hasta su retiro en 1975 con Aguascalientes. En 1983, su nombre ingresó al Salón de la Fama del Béisbol Profesional de México, un reconocimiento a su legado inmortal.

Un homenaje que une pasiones

El eco de sus hazañas llegó hasta Guadalajara, donde tuve el privilegio de rendirle homenaje en el Palacio Municipal, durante el último año de la administración de Enrique Alfaro, con Enrique Ibarra como alcalde interino.

Como relató Diego Morales Heredia en Conciencia Pública, destaqué a Ronnie como un ícono mexicano, un ejemplo de profesionalismo y entrega que inspira a la juventud. “Cuando hay talento, pasión y vocación, se puede lograr”, dije, emocionado, mientras recordaba mis inicios en el periodismo, nacidos de mi amor por el béisbol.

Rodeado de la peña beisbolera más apasionada del occidente, con 150 miembros, celebramos a este sonorense que encarna la grandeza del rey de los deportes. Su récord de 27 jonrones en la Liga del Pacífico, y los 39 en la LMB, lo convierten en el protagonista de las mayores proezas cuadrangulares del béisbol mexicano, un legado que sigue motivando a generaciones.

Un faro para los nuevos peloteros

Ronnie Camacho no es solo un nombre en los libros de récords; es un faro para las nuevas generaciones de peloteros que sueñan con el éxito. Su historia enseña que el talento, forjado con disciplina y amor por el juego, puede romper barreras y conquistar hazañas eternas.

En cada swing de un joven bateador, en cada grito de la afición, resuena el eco de aquellos 27 jonrones de 1963, un recordatorio de que, con pasión y entrega, el diamante siempre recompensa a quienes lo honran. Ronnie, el “roperón de Empalme”, sigue siendo la chispa que inspira a los futuros campeones del béisbol mexicano.

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Julio Urías y el sueño guinda: ¿Un regreso triunfal a Tomateros?

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Deporte Rey, por Gabriel Ibarra Bourjac //

¿Es posible que en octubre veamos a Julio Urías, el talentoso pitcher mexicano, lanzar con los Tomateros de Culiacán en la Liga Arco Mexicana del Pacífico? ¿O es solo un anhelo de los aficionados que soñamos con ver al monticulista sinaloense retomar su carrera tras la sanción impuesta por la MLB, que concluirá el 17 de julio de 2025, después del Juego de Estrellas?

La afición guinda, reconocida como una de las más apasionadas de México, vibraría con el regreso de su hijo pródigo al montículo. Urías podría encabezar un roster estelar junto a ex grandes ligas como el relevista Víctor González y el poderoso Joey Meneses, formando un equipo competitivo que elevaría el espectáculo de la Liga Arco y atraería a más aficionados al estadio.

A sus 28 años, Julio Urías sigue siendo un talento excepcional. Su recta, que supera las 97 millas por hora, y su variado repertorio de pitcheos lo consolidaron como una pieza clave en la Serie Mundial de 2020 con los Dodgers de Los Ángeles. Sin embargo, su carrera se vio opacada por un caso de violencia doméstica que derivó en cinco cargos menores en Los Ángeles. Aunque la Fiscalía del Condado no presentó cargos graves, Urías se declaró no culpable a uno de los delitos, mientras que los otros cuatro fueron desestimados tras aceptar un programa de tratamiento de un año.

La MLB, tras su investigación, determinó que Urías violó la Política Conjunta de Violencia Doméstica, Agresión Sexual y Abuso Infantil, imponiéndole una suspensión que finalizará a mitad de la temporada 2025. Aunque esto le permitirá recuperar su elegibilidad, el estigma y el «pacto no escrito» entre los dueños de equipos de Grandes Ligas podrían complicar su retorno al béisbol estadounidense.

Aquí es donde surge la posibilidad de verlo en la Liga Arco con los Tomateros, el equipo de sus amores desde niño. Vestir el uniforme guinda en Culiacán, su ciudad natal, sería más que un regreso al béisbol: sería una oportunidad para reconectar con sus raíces, donde brilló en categorías infantiles y juveniles antes de ser firmado por los Dodgers a los 16 años.

La afición culichi, conocida por su lealtad, recibiría a Urías con los brazos abiertos, ofreciéndole el apoyo que necesita tras los momentos difíciles. Este retorno cumpliría un sueño que el propio pitcher expresó en 2021: jugar con el equipo de su tierra. Más allá de lo deportivo, sería un capítulo de redención personal, un mensaje de que los errores no definen el futuro de un talento generacional.

Si Urías demuestra un cambio genuino y compromiso, su incorporación a los Tomateros no solo revitalizaría su carrera, sino que también inspiraría a peloteros y aficionados, mostrando que la perseverancia puede superar los tropiezos. Su llegada sería un hito para la Liga Arco, un impulso para el béisbol mexicano y una narrativa de superación que combina datos, pasión y emoción.

Aunque no hay certeza de que Urías juegue con los Tomateros, la posibilidad existe. Todo dependerá de si un equipo de MLB lo contrata tras el fin de su sanción o si decide regresar a casa para escribir un nuevo capítulo en su historia. La pelota está en el aire, y los aficionados guindas ya sueñan con verla cruzar el plato.

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Lecciones del diamante: La redención de Urías y Osuna

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Deporte Rey, por Gabriel Ibarra Bourjac //

Será el El 17 de julio de 2025, cuando el comisionado de las Grandes Ligas, Rob Manfred, levantará la suspensión impuesta al lanzador sinaloense Julio Urías por violar la política de violencia doméstica de la MLB. Esta decisión abre la puerta para que “El Culichi” pueda ser firmado por cualquier equipo de la Gran Carpa, pero su camino de regreso al estrellato está lejos de ser claro.

Hace apenas unos años, hablábamos de un talento generacional, un pitcher mexicano que lideró la Liga Nacional en victorias (2021) y efectividad (2022), y que se perfilaba para firmar un contrato histórico cercano a los 200 millones de dólares, un hito para un pelotero latinoamericano. Sin embargo, su comportamiento fuera del diamante ha opacado su brillo en el montículo.

Urías, quien fue clave en el título de los Dodgers en 2020, ha demostrado ser un diamante en bruto desde los 16 años, cuando Los Ángeles lo firmó. Su talento es innegable: una recta que roza las 97 millas, un cambio y curva devastadores, y una habilidad para el pickoff que lo hizo destacar desde su debut en 2016. Pero las decisiones personales han sido su talón de Aquiles.

Dos incidentes de violencia doméstica, el primero en 2019 y el segundo en 2023, lo llevaron a ser el primer jugador suspendido dos veces bajo la política de la MLB. El video de 2023, donde se le ve agrediendo a su pareja, fue un golpe duro para su imagen y su carrera. La sanción hasta el Juego de Estrellas de 2025 refleja la gravedad de sus acciones, pero también le da una nueva oportunidad.

¿Qué sigue para Julio Urías?

La pregunta no es solo si un equipo apostará por su brazo, sino si él ha aprendido de sus errores. En 2022, escribí que un contrato de 200 millones estaba al alcance de su mano, pero advertí que su futuro dependía de mantener el enfoque dentro y fuera del campo.

Hoy, esa proyección parece lejana. Equipos como los Yankees o los Mets podrían considerar su talento, pero el riesgo reputacional es alto, como lo demuestra el caso de Trevor Bauer, quien tras una suspensión similar no ha regresado a MLB y ha optado por ligas en Japón y México. Urías, a sus 28 años, aún tiene tiempo para redimirse, pero deberá cumplir con el programa de tratamiento ordenado por la MLB y demostrar un cambio genuino.

En México, especialmente en Culiacán, esperan que “El Culichi” retome el camino. Los Tomateros de Culiacán podrían ser una opción para mantenerse activo si la MLB no le abre las puertas de inmediato. Pero más allá del béisbol, Urías debe sanar como persona. Su historia es un recordatorio de que el talento no basta si no va acompañado de responsabilidad. Ojalá, por el bien del béisbol mexicano y de él mismo, que esta segunda oportunidad no sea la última.

Son dos grandes talentos mexicanos que pareciera haber tropezado con la misma piedra para truncar sus carreras en el mejor beisbol del mundo. Los dos son sinaloenses. En su momento fueron considerados entre los mejores cinco lanzadores de Grandes Ligas, uno como inicialista y el otro como relevista.

Roberto Osuna, con su recta de fuego, ostentaba 39 salvamentos con Toronto en 2017 y parecía destinado a ser el mexicano con más juegos salvados en la historia. Sin embargo, sus errores fuera del campo los llevaron al ostracismo, dejando lecciones cruciales para los jóvenes peloteros que sueñan con brillar en la MLB.

¿Qué salió mal?

Ambos sucumbieron a la presión de un sistema ferozmente competitivo, como señaló el periodista Mario Villagrán: la MLB es una maquinaria que exprime no solo el físico, sino también la mente y el carácter.

Osuna, acusado de agresión a su pareja en 2018, fue suspendido 75 juegos y, tras una lesión en 2020, no volvió a la MLB, encontrando refugio en Japón. Sus actos no solo mancharon su reputación, sino que cerraron puertas que su talento había abierto de par en par.

La lección para las nuevas generaciones es clara: el éxito en la MLB no se mide solo en ponches o salvamentos, sino en la capacidad de administrar la fama, el dinero y las tentaciones. Urías y Osuna, con contratos millonarios en el horizonte, dejaron que decisiones personales los traicionaran.

Como escribí en 2021, cuando Urías alcanzó 20 victorias, el talento debe ir acompañado de madurez. La presión de ser figura pública, como señaló Esteban Loaiza, es inmensa, y los errores se magnifican bajo la lupa de los medios y los aficionados. Los jóvenes como Alejandro Osuna, quien debutó con Texas en 2025, o Isaac Paredes, estrella en ascenso, deben aprender a navegar este entorno.

Primero, la disciplina personal es innegociable. La MLB tiene una política estricta contra la violencia doméstica desde 2015, y casos como los de Urías, el primero en ser suspendido dos veces, muestran que no hay excepciones. Segundo, rodearse de un círculo de apoyo sólido es vital. Urías contó con su padre, Carlos, como guía en sus inicios, pero las malas decisiones lo alejaron de ese respaldo.

Osuna, por su parte, habló de ansiedad en 2017, un tema que los prospectos deben abordar con profesionales para no derrumbarse bajo presión. Tercero, entender que el béisbol mexicano depende de sus embajadores.

Cada error de un pelotero azteca no solo afecta su carrera, sino la percepción de los prospectos mexicanos en la Gran Carpa.

Para los jóvenes que hoy entrenan en Culiacán, Hermosillo o Tijuana, el mensaje es contundente: el talento los llevará a la puerta de la MLB, pero solo la integridad los mantendrá dentro (…) Urías y Osuna son un espejo donde los prospectos deben mirarse: no para imitar sus errores, sino para aprender de ellos.

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